Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

«No queríamos ganar la guerra. Queríamos matarlos» (Cap. Alegría)

Hace tiempo que mi guía literario me recomendó este librito/librazo de Alberto Méndez:

«Los girasoles ciegos» (Ed. Anagrama)

Me impresionaron la sencillez de su lenguaje, casi cristalino, y la hondura de su pensamiento sobre el ser humano (de ambos bandos), en tiempos de guerra y de postguerra. Pero me dejó una cierta congoja. Me hubiera gustado conocer a este tío. Imposible. Murió poco antes de triunfar como escritor.

Alberto Méndez, cuyo rostro reconocí anteayer en fotos de prensa, porque le han dado, a título póstumo, el Premio Nacional de Narrativa, es ya uno de los mejores escritores de nuestra época. Y me suenan mucho su cara y su pelo revuelto.

Ya está, lo dice el periódico: fue uno de los fundadores de la editorial «Ciencia Nueva», cerrada por Fraga cuando era ministro de la Dictadura.
He tenido en mis manos muchos libros de Ciencia Nueva -los acariciábamos como fruta prohibida- y aún conservo algunos ejemplares en mi sótano. Solo aquellos que se salvaron de la quema de libros y panfletos que mi madre organizó el día, de finales de septiembre de 1975, en que fusilaron o ejecutaron (sin garantía de un juicio justo) a varios grapos.
De milagro, pude salvar de aquella hoguera improvisada algunos libros clásicos, que conservo como oro en paño, y la vieja «vietnamita» que se resistió al fuego.

Aquella mañana creímos oír desde mi casa, en Las Matas, las descargas mortales del último pelotón de fusilamiento de Franco, en un cuartel cercano de Hoyo de Manzanares.

Desde muy temprano, mi padre y yo trabajábamos en la construcción de una cabaña de madera. Nunca olvidaré nuestro silencio sonoro, en aquella mañana terrible y sangrienta de septiembre, roto solo por los golpes secos, casi acompasados, de nuestros martillos sobre grandes clavos de acero, y por el crepitar de los restos de la hoguera cervantina que mi madre había iniciado, con la noble intención de evitar mi detención por la Social (perdón, Brigada Político Social de Franco. O quizás, con el noble propósito de aliviar mi desvarío intelectual producido, a su juicio, por la lectura de tanto material clandestino o «subversivo» (ciertamente peligroso en aquella época) que, para ella, no podía traer nada bueno.

Y no le faltaba razón a mi madre. Los libros y panfletos que ella quemaba, con tanta prisa y casi fruición, no eran míos ni de mi mujer (escritos en inglés). Pertenecían a un amigo de un amigo que, perseguido por la Policía, los había escondido -temporalmente, nos dijo- en nuestro sótano. Poco después, fue detenido y nunca más nos reclamó el material que salvamos de la quema.

Pero todo esto viene a cuento de que allí había también «inocentes» libros de «Ciencia Nueva», que pude rescatar a tiempo. Y el Premio Nacional de Narrativa otorgado a Alberto Méndez, fundador de esta editorial, me ha refrescado la memoria de aquellos años tristes, rabiosos, pero llenos de esperanza.

Recomiendo vívamente la lectura de «Los girasoles ciegos» , sobretodo a los descendientes de quienes ganaron la guerra civil. Se llevarán alguna sorpresa y ganarán toneladas de comprensión y tolerancia hacia los derrotados.

Solo recogeré dos párrafos (de la página 28) de la declaración del capitán Alegría (que desertó del Ejército vencedor en la madrugada del día de la victoria y se pasó al bando derrotado) en su juicio sumarísimo:

«Preguntado acerca de si son las gloriosas gestas del Ejército Nacional la razón para traicionar a la Patria, responde que no, que la verdadera razón es que no quisimos entonces ganar la guerra al Frente Popular.»

«Preguntado que si no queríamos ganar la Gloriosa Cruzada qué es lo que queríamos, el procesado responde: queríamos matarlos.»











12 comentarios

  1. Dice ser Mozart

    Lo asombroso de «Los girasoles ciegos» es que es de esos libros que hasta ahora se habían vendido gracias al boca a boca. Hoy le han dado mucha publicidad, pero hasta hace unos meses se vendía como un libro casi clandestino ¡como los libros de Ciencia Nueva! Debería ser un libro de lectura obligada en las escuelas.

    09 octubre 2005 | 17:43

  2. Dice ser Mozart

    Es genial. Estoy de acuerdo y lo vengo pasando boca a boca!!!Hay que seguir!Estampa

    09 octubre 2005 | 23:29

  3. Dice ser pacorro

    Bueno…yo también tengo un texto a recomendar q debería ser de obligada lectura o audición en las escuelas de València: «Coral Romput» de Vicent Andrés Estellés (dicho por Ovidi Montllor y Toti Soler). Sí. Voy a leer «Los girasoles ciegos». Y quiero romper una lanza (una más) por «Soldados de Salamina» de Javier Cercas.Porque mi padre fue de los q perdió y estuvo en el campo de Argelés-Sur-Mer (Francia). Y sin embargo (o por supuesto) el libro de Cercas lo redime, le elogía..No sé cómo lo hace. Pero yo que quería intentar redactar y dejar un homenaje escrito sobre él y también para todos esos padres anónimos que lucharon y perdieron toda su juventud y muchas otras cosas en la amarga mierda de la guerra española..Pues como que ya no tengo necesidad porque Cercas ya lo ha hecho y ahora les remito a todos a «Soldados de Salamina». Espero que «Los girasoles ciegos» sea igualmente otro destino.

    09 octubre 2005 | 23:33

  4. Dice ser JAMS

    Hola Pacorro:Si tu padre estuvo en el Sur de Francia, después de la guerra civil, te recomiendo que leas una obra maravillosa y sobrecogedora (por lo menos la primera mitad) que se llama «Los rojos de ultramar», escrita por Jordi Soler. Además es un homenaje a algunos mexicanos que ayudaron a los republicanos a salir del infierno francés. Y no dejes de escribir tu historia porque ya haya contado Cercás la suya. De ser así, ¿quién se atrevería a escribir una novela despues de Cervantes o un soneto después de Quevedo?Espero que te guste «Los rojos de ultramar» y «Los girasoles ciegos». Ambos libros me llegaron por el boca a boca (y me los prestó mi guía literario). Además, «Los girasoles…» tiene la recomendación de Mozart y de Estampa, amantes de la buena literatura.SaludosJosé A. Martínez Soler

    09 octubre 2005 | 23:46

  5. Dice ser pacorro

    Saludos (no ha huido…Otoño del 2005 para recordar….) Indudablemente, tal como me aconsejas q haga, intentaré hacer. Descuide. Este es un extracto del Prólogo de las andanzas de mi padre y su hermano José:»Se empeñaba un poco, al empezar el diálogo de la Guerra en ofrecer datos históricos del móvil asesino, constitucionalmente traidor, antidemocrático y «rebelde» del inicio de aquella “Cruzada” fascista, como si todavía los más jóvenes ignoráramos o persistiera sobre nosotros una pesada carga estéril pero eficaz de ocultamiento y censura mentirosa; y me confesara entonces alguna revelación excepcional, un comprometido secreto de hombre a hombre.Corregir el diálogo desde aquel instante en una dirección más familiar, en algo que no tuviera que estar necesariamente en los actuales libros de Historia me sirvió para advertir -y advertirle, no sé si con razón, pero sí con discusión- que creo que no fueron conscientes, que no había sido consciente, lo revolucionarios que llegaron a ser los ideales que se compartieron en la defensa y ataque de aquellas batallas y aquellas trincheras; lo polarizada que estuvo aquella sociedad; que colectivizarla no era ninguna broma; que lo de las urnas es una cosa y lo de -ya que estamos muriendo- abolir la propiedad privada, otra. Por tanto, pienso, que jamás se estará tan cerca en muchísimo tiempo de una utopía así: Un continente sin clases, de personas iguales, mujeres y hombres, sin castas, al filo de una estrategia que asentaría la de 1789, muchísimo menos violenta si hubieran dejado hacer a los votos (vamos, como en Chile 1973) libertad, justicia, igualdad, aprovechamiento equitativo de la naturaleza y sus riquezas.Pero los dueños de Todo, como siempre, sin argumentos apenas, tuvieron que recurrir a ella, a la útil y asquerosa violencia (su asquerosidad radica en su utilidad) para mancillar esta comunión de ideales y luego destruirla definitivamente. Y si las democracias liberales Europeas fallaron y traicionaron en la ayuda prometida a este pueblo fue quizás por esto, por una revolución española auténtica que amenazaba sus grandes capitales si es que de verdad «los proletarios del mundo» avanzaban. «¿Por qué sino la traición? «Bueno, bueno»….me decía él. «Los comunistas también eran unos pesaos de cojones». «Y los anarquistas me decían que yo era comunista..¿Yo?».

    10 octubre 2005 | 15:12

  6. Dice ser pacorro

    Bon dia. Decirte q «Los Girasoles ciegos» está agotado en València y esperan una nueva edición. Sí encontre el de Jordi Soler. Y es como dices. Me impresiona también la coincidencia con la visión que me contaba mi padre (claro, era la realidad): La dureza de la gendarmería francesa, la hacinación y la sorpresa desagradable y triste que una democracia occidental y vecina te tratara y recibiera entre alambres de espinos, como prisioneros de guerra, sin un techo, lavándose mujeres y niños en el mar en pleno mes de febrero. Saludos.

    13 octubre 2005 | 05:43

  7. Dice ser JAMS

    Hola Pacorro:Me alegro de que que haya gustado el libro que te recomendé: «Los rojos de ultramas» de Jordi Soler (que no es primo mío).A mí me lo recomendó mi asesora litararia favorita. Casi nunca se equivoca, pero cuando me presta los libros, exige su devolución. En algunos casos (como éste y «Soldados de Salamina» o «La velocidad de la luz» ambos de Javier Cercas), después de leerlos y devolvérselos, he ido a comprarlos para prestarlos a mis hijos o amigos.Así estoy desarrollando la rara costumbre de leer los libros gratis (como el 20 minutos) y, si me gustan, los compro para regalarlos. Una ruina y un placer.Sigo tu blog: http://www.lacoctelera.com/pacorro/No pares.SaludosJosé A. Martínez Soler

    14 octubre 2005 | 01:44

  8. Dice ser pacorro

    Saludos.Me estaba preguntando ahora quién dió la orden de tratar como prisioneros de guerra (o ni eso) a los hombres, mujeres y niños que cruzaron la frontera francesa y debieron ser tratados como refugiados por un pais amigo, vecino y democrático, que tenía y tiene en su bandera la consigna de la igualdad, la libertad y la legalidad. ¿Pudiera ser Edouard Dladier sustituido en el gobierno por Reynaud en marzo de 1940..? Es lo único q he hallado por el Google?

    25 octubre 2005 | 16:04

  9. Dice ser lok@

    es una putisima mierda el puto libro.Me han echo que me lo lea obligado en el curso y es una MIERDA!!!!!!

    19 abril 2006 | 22:22

  10. Dice ser lok@

    ahora vas y lo cascas mendez…

    19 abril 2006 | 22:23

  11. Dice ser vv

    Los girasoles es totalmente imprescindible. Es un libro único que te estruja el corazón y la razón q te estremece todos los sentidos. Es un libro hermoso, bien escrito, preciso, inmenso… Es UN LIBRO para siempre, cuya lectura regalar a quienes queremos y sabemos que van a apreciar. Es un libro sobre todo lo que es capaz de hacer un ser humano, TODO, en cuatro cuentos. Me encantaría conocer hoy en dia gente joven -o no tan joven. Gente y punto- con ese arrojo vital y claridad de ideas….Lo tengo difícil, pero seguiré recomendando el libro, regalándolo y buscando hijos y nietos de aquellos españoles de entonces cuyos ojos negros dulces y dolorosos cubrian con sus miradas el futuro de España.

    19 agosto 2006 | 23:54

  12. Dice ser Moira

    Estoy totalmente de acuerdo con VV por lo que respecta a «Los girasoles ciegos»Así que no añadiré nada más salvo que considero que es una de las mejores piezas literarias publicadas en español de los últimos tiempos.Como profesora de secundaria que soy , reconozco de inmediato los comentarios anteriores de lok, seguramente este joven no se encuentra entre los que le gustaría conocer a VV,pero haberlos haylos!Este verano he leído «Los rojos de ultramar» y lo recomiendo, desde luego.Creo que Jordi Soler ha hecho un buen trabajo de recuperación de la memoria, trabajo difícil cuando los protagonistas son los primeros que intentan olvidarlo. Acababa de leer otro libro escrito por una historiadora catalana,Assumpta amontellà, resultado de su investigación sobre los exiliados republicanos y los campos de concentración en las playas francesas.Ignoro si ha sido publicado en español, en catalán es » La maternitat d’Elna» y es una especie de homenaje a una maestra suiza , Elisabeth Eidenbanz que vino a la España del 36 a ayudar en lo que pudiera a la población civil y que siguió en la retirada a los republicanos hacia Francia. Meses más tarde, acabó organizando un servicio de asistencia a las mujeres republicanas embarazadas que sobrevivían en las condiciones más deplorables , y fundando una clínica donde pudieran afrontar un parto y un puerperio con más garantías de supervivencia.Durante años me he autocorregido cuando hablaba de los campos de Argelers, Vernet, etc, y he ido cambiando «de concentración» por «de refugiados».Después de leer estos dos libros, me autocorrijo y subrayo el sintagma preposicional «de concentración».Para acabar, según cuenta el libro, hace poco los franceses se decidieron a homenajear a la colaboradora suiza ( más vale tarde que nunca) ,y yo me pregunto, no queda más de un homenaje pendiente al embajador ( se llamaba Rodríguez no?) de México en Francia que prestó su bandera al presidente Azaña y ofreció su apoyo y su pais a todos los exiliados republianos?

    31 agosto 2006 | 21:32

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