De todo corazón

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El rey y sus parientes

Ayer hice una receta tan sencilla como exquisita: suprema de pollo a las uvas. La encontré en el libro de cocina Vogue de Giovanni de Borbón dos Sicilias. Me pregunto que opinaría el distinguido gourmet y gentleman, ya fallecido, de la ausencia de la Familia Real en el entierro de Don Pedro de Orleáns y Braganza, heredero al trono de Brasil y tío del Rey. La receta de pollo de Don Giovanni era baratísima, como económico hubiera resultado el gesto de asistir al entierro en Villamanrique de la Condesa, cuyo palacio y finca utilizaron los Reyes y sus hijos como si fuera su propia casa en varias ocasiones..La esencia de la monarquía es terriblemente frágil. Es casi como la funda de un vetusto almohadón de hilo bordada al realce, amarillenta y quebradiza. Hay que zurcir con primorosas puntadas de vez en cuando. Sus propietarios son las testas coronadas de todo el orbe y han de prestar atención no sólo el bordado que les atañe, sino también los adyacentes para que no se vayan todos los hilos. Si no se cuidan, se defienden y se prestan atención entre ellos…¿Quién les va a cuidar? El rey, a sus setenta añazos, ya debería haber comprendido la importancia de ciertos gestos, si no quiere perder a puñados a los monárquicos que aún quedan en España, especialmente en Sevilla. Hasta los brasileños, que convocaron un referéndum sobre la monarquía en 1993 se tomaron más en serio todo lo que encarnaba el al tío Pedrinho, como gustaba de llamar Juan Carlos I a su tío, príncipe Imperial de Brasil y esposo de Esperanza de Borbón- Dos Sicilias y Orleans, hermana de Doña María de las Mercedes, madre de Juan Carlos I.

Un show muy chic

Hay que reconocer que se gana el sueldo que le paga Christian Dior. Estoy Hablando de Beatriz de Orleans, imagen de la marca francesa en España, a quien sorpendí ayer vestida de pies a cabeza por su firma, con lacito de terciopelo sobre la cabeza, a juego con el mismo tejido del impecable abriguito a media pierna de línea infantil. El caso es que la princesa, cual ejecutiva agresiva de película americana de los ochenta, libraba una durísima batalla en varios frentes: el enorme perro de caza que literalmente la paseaba en volandas, los tacones de altísimo tacón, la persona con quien mantenía una acalorada conversación telefónica a través del móvil, y la larga correa con la que, cual tiovivo humano, mantenía sujeto al can, que terminó enredándose con una moto. Tentada estuve de echarle una mano antes de que diera con sus diorísimos huesos en el suelo. !Todo un espectáculo!

Foto Beatriz de Orleans: Copyright Korpa