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Vivir la moda más que escribirla: mi experiencia como ‘fashion blogger’

Una de las vivencias más especiales que tuve en 2017 fue mi visita al colegio Trilema Nuestra Señora del Pilar.

Una de las fotos cedidas por el director en las que parezco estar controlando la situación mientras procuro disimular que estaba sudando como un pollo por los nervios.

Resulta que una de mis mejores amigas, de esas que más que uña y carne nos asemejamos al culo y a la braga, trabaja allí como profesora y me preguntó si quería ir a hablar de mi experiencia como fashion blogger.

«¿De mi experiencia? ¿De cómo escribo artículos desde mi cama en pijama con un moño medio deshecho?» Pues resulta que sí, que era eso lo que mi amiga quería.

Y allí fui yo, con mis mejores galas de fashion blogger, esas que hacen que mis amigos madrileños me pregunten qué narices llevo puesto y que me hacen sentir la Anna Dello Russo española cuando me las pongo por Milán.

La verdad es que esperaba que el tema no suscitara mucho interés. Más que nada porque, cuando yo estaba en el colegio, mi amor por la moda se limitaba a camisetas que llevaran purpurina o a llenarme el brazo de pulseras hasta el codo. No había mucho más.

Supongo que con el boom de las blogueras las cosas han cambiado, ya que me sorprendió lo atentos que vi a los alumnos cuando les contaba cómo la oportunidad del blog me vino entre por suerte y de rebote gracias a la propuesta de presentarme a la prueba que me hizo Melisa Tuya, la responsable de los blogs del diario.

Recuerdo que les dije que lo que más me gustaba de mi trabajo era que me hacía feliz. En el preciso momento de decirlo en alto me dí cuenta de lo infantil que podía sonar, pero no podía ser más verdad.

Porque por mucho que me cueste a veces encontrar temas cada día, las ganas o el momento, adoro escribir, y adoro la moda. Entonces imaginad lo que me gusta escribir de moda. Si pudiera, le pondría al periodismo de moda un piso cerca de un Mercadona, pero aún no soy famosa como Chiara Ferragni. Dadme tiempo.

Si algo he aprendido en los, van ya para tres, años de bloguera de moda del diario es que nunca sabes a dónde te va a llevar el trabajo, no sabes a quién vas a conocer, los sitios que vas a visitar, los contactos que vas a hacer o las vivencias que vas a tener.

Les hablé de mis visitas al backstage de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, de mi asistencia al fin de semana de moda en Ibiza, de los eventos en los que no reconocería a Mario Casas ni aunque se me sentara al lado y de otros proyectos que han surgido a raíz del blog.

Hablé de cómo después de un año entero escribiendo sobre moda decidí que quería especializarme en el tema e irme a Milán a estudiar mi máster. Nada de ello habría sucedido si no llego a presentarme a esa prueba animada por Melisa, y nada habría sucedido si no me hubiera dado por, en mi último año de carrera, mandarle mi currículum a 20 Minutos.

Nunca sabemos a dónde nos va a llevar la vida, pero atrevernos, lanzarnos a la piscina, enfrentarnos a los retos que nos proponga y poner toda la pasión en ello, es lo que realmente diferencia un trabajo que nos da para vivir, que vivir feliz en gran parte por tu trabajo.

Y eso es algo que se puede aplicar al perodismo, a cualquier profesión y a cualquier cosa que queramos hacer en la vida.