Así lo han decidido en una carta que entrará en vigor en la próxima Semana de la Moda LVMH y Kering, los conglomerados que contienen Marc Jacobs, Kenzo, Louis Vuitton, Dior, o Yves Saint Laurent, Gucci, Puma, Stella McCartney y Balenciaga respectivamente entre otras marcas.
Es decir, dos pesos pesados de la moda, el Madrid y el Barça de la industria textil (que no es moco de pavo), han decidido cambiar las condiciones de trabajo de sus modelos entre las que incluyen dejar fuera a las modelos menores de 16 años para trabajos de ‘moda adulta’ y prohibir que los que tienen de 16 a 18 trabajen entre las 22h y las 6 de la mañana.
Pero la medida más llamativa ha sido la respectiva a las tallas. Toda modelo femenina inferior a una 36 (34 española) no podrá trabajar, así como modelos masculinos de la 46 (44 española). Lo que supone que deberán tener al menos una talla 38 o 48 (36 y 46 españolas).
Además deberán presentar un certificado médico que secunde su buena salud realizado al menos seis meses antes del desfile o sesión fotográfica y tendrán a su disposición un psicólogo durante el horario de trabajo, algo que pretende paliar los desórdenes que se sufren en el sector.
Aunque la noticia merezca ser celebrada me sigue pareciendo increíble, y hasta cierto punto vergonzoso, que, en primer lugar, a estas alturas no se hubiera puesto como punto de partida el bienestar de estos profesionales y no se haya regulado hasta ahora.
En segundo lugar, si un desfile es una herramienta de comunicación, la imagen que se estaba comunicando (y que por tanto está llegando a los espectadores) era de una delgadez que, si bien no tiene por qué ser insana (en el caso de que se tenga esa constitución) puede dañar las referencias de las generaciones más jóvenes haciéndolas pensar que solo es aquel que ven el ideal correcto de belleza y por tanto conduciéndolas inexorablemente a desarrollar inseguridades que pueden llevar a padecer trastornos.