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Mamá, voy a hacerme un nuevo tatuaje

Sí, sé que sería el tercero. Pero no me voy a arrepentir.

(Casualidades del aleatorio, suena Ink de Coldplay mientras escribo esto. Para quienes les guste leer con música.)

TUMBLR

Tatuarse es solo una forma dérmica de expresión. TUMBLR

Ya sé que te gusta mi espalda con la piel «limpia» como dices tú. Pero créeme, marcarla con un poco de tinta no va a convertirla en algo sucio.

Ya sé que te da miedo que no me contraten por tener tatuajes. No tienes que preocuparte. Hoy en día, llevar tatuajes no convierte al portador en delincuente ni en mala persona. Hoy en día, vas por la oficina, y tu propia jefa te sorprende con una filigrana de tinta en la muñeca. Acuérdate sino de aquel desfile en el que las modelos llevaban desde una mariposa en el pie hasta una cruz en la espalda.

Mamá, no espero que compartas algo que nunca has probado en ti misma porque no conoces la sensación previa a tatuarse. A esperar. A saber que tienes algo en un papel que te va a acompañar siempre. No espero que comprendas los nervios en la boca del estómago poco antes de que te llegue el turno por primera vez. El tatuador pone una nueva aguja humedeciéndola en tinta y el pulso te retumba en las orejas. Cuando te alcanza la punta, la sensación es indescriptible. Dolorosa y placentera a partes iguales. Desde ese momento te declaras sadomasoquista de la tinta y del zumbido mecánico que lo acompaña.

No creo que entiendas que yo, que amo la palabra escrita, me convertí en el lienzo de algo que siempre iba a llevar puesto. Al igual que tampoco sabes lo que es deslizar los labios por un cuerpo que cuenta a través de ellos su historia y, en ocasiones, un tatuaje en el pecho (o en cualquier otro lugar que se vea), puede ser incluso más íntimo que lo que te espere bajo unos pantalones.

Mamá, sé que te da miedo que me canse. Que como dices tú, la vida da muchas vueltas, y lo que hoy nos encanta, mañana puede aburrirnos o incluso podemos llegar a despreciarlo (mi experiencia con la paella es una buena prueba de ello).

¿Cómo explicarte que un tatuaje no funciona así? ¿Cómo hacerte entender que en el momento en el que te pintan pasa de ser algo que solo existía en tu cabeza, que era una idea, a algo tan tuyo como un brazo o una pierna?

Bien es cierto que, al principio, si está en un sitio visible, los ojos se van a él. Ahí está. En ti. Pero pasa de ser una novedad a algo en lo que terminas por ni reparar.

Quiero hacerme un tatuaje porque cuando empiezas con la tinta es verdad que vivirás siempre con la sensación de querer más. Porque cada retazo es una historia. No me preguntes qué significa o a qué viene, es lo más indiscreto que puedes preguntarle a alguien que se ha tatuado. Lo lleva y punto. Las razones para tatuarse son inescrutables.

Es igual de válido el dibujo de aquella que lleva las fechas de nacimiento de sus hijos, la inicial de su abuela ya fallecida o quien se hizo un personaje de los Simpsons.

No importa el significado o el motivo, porque muchos ni lo necesitan. Se tiene y ya está, no hay nada más que cuestionarse. Puede gustarte más o menos, pero no puedes cambiarlo. Es como cuando conoces a una persona. Si te gusta lo suficiente, la aceptarás y querrás tal cual es, pero no podrás modificarla.

Hay algo que no te conté aquel día en la cocina, cuando hablamos de mi futura espalda tatuada. Los tatuajes enseñan. Me hacen saber que soy finita, que mi cuerpo es algo momentáneo que cambiará con el tiempo, pero que durante ese tiempo, es mío y puedo convertirlo en lo que quiera. Puedo expresarme a través de él con la sonrisa que tanto te gusta que ponga cuando salgo en las fotos, con la ropa que vive amontonada por el suelo de mi cuarto y con lo que cuenta en silencio una vez me la quito.

Al igual que se puede ver la cicatriz de cuando me caí hace dos veranos o las zonas donde el sol nunca ha aterrizado, mi cuerpo cuenta que creo en el azar positivo y en la conexión estelar que existe entre los miembros de mi familia. Espero que pronto cuente otras cosas y que quieras de la misma manera mi espalda, ya esté o no tatuada, por ser precisamente yo quien la carga.

Quizás. TUMBLR

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