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Las deportistas olímpicas no pueden estar gordas

(Porque, por lo visto, ser gorda es lo peor que te puede pasar en la vida)

¡Qué bien que han empezado los Juegos Olímpicos! No paro de ver como todos mis amigos de Facebook (muchos que nunca antes habían manifestado un interés especial por el deporte) comparten hasta el hastío noticias, fotos, vídeos, memes de los Juegos y, por supuesto, se felicitan cada vez que cae una medalla como si fueran ellos mismos los que hubieran pasado cuatro años de su vida trabajando para conseguirla.

Alexa Moreno. TWITTER

Alexa Moreno. TWITTER

No me malinterpretéis, me encanta que la mayor competición deportiva despierte en nosotros estos sentimientos de orgullo y que ahora, de repente, todos seamos Mireia Belmonte.

La pena es que ese objetivo olímpico que aboga por la paz y la unión entre todas las naciones del mundo no cale en todos los ámbitos y me encuentre titulares como Critican a una gimnasta mexicana por considerarla «gorda».

Otro ejemplo es el caso del periodista italiano Giuseppe Tassi, director del diario QS Quotidiano Sportivo, que tituló Il trio delle cicciotelle sfiora il miracolo olimpico a la noticia de la derrota del equipo italiano de Tiro con arco.

«El trío de las gorditas roza el milagro olímpico» se atrevió (porque sí, hay que atreverse para poner un titular de este estilo) a colocar Tassi en el diario. Aunque tras las críticas se disculpó diciendo que no pretendía herir a nadie ni discriminar, («Queríamos ser afectuosos» declaró), ha sido cesado de su puesto de director.

Porque las sensibilidades se hieren. Con todo la evolución que llevamos detrás que se siga utilizando la palabra «gorda» como peyorativo es algo vergonzoso.

Pero aún más preocupante es que nos encontremos en la pantalla a deportistas que han sacrificado tanto de su vida, que han luchado con uñas y dientes, que sueñan con esa oportunidad de hacer historia y solo veamos un cuerpo gordo, delgado, alto, bajo, o, en el caso de los rankings de «buenorros» de Rio 2016, guapos y feos.

Que yo sepa, y corregidme si me equivoco, los Juegos no son un certamen de belleza, sino que miden quién es el mejor en una modalidad deportiva.

A ver si el espíritu olímpico, y no hablo del de sentirse orgulloso de los logros, hablo de la superación personal, del deporte como virtud, del espíritu de equipo, de sacar lo mejor de uno mismo, se nos contagia un poquito y vemos con otros ojos a estos deportistas, que no hacen otra cosa más que perseguir su sueño.

Aunque no estés gorda puedes ser una ‘gordibuena’

Y tú que pensabas que tu vida era complicada cada vez que ibas de compras al Zara y se había agotado tu talla. Tú, que podías permitirte el lujo de que si la talla S te parecía demasiado ajustada comprarte una M que te quedara más suelta. Tú, sí, tú, que lo peor que te ha pasado en el H&M era que el sujetador que te querías comprar tuviera la braga a juego agotada.

Si te has sentido identificada con cualquiera de estas situaciones, tienes la gran suerte de que tu físico entra en los cánones de las tiendas de moda españolas.

Pero que entres en una talla convencional no significa que no haya vida (y cuerpos) más allá. Por mucho que las tiendas te clasifiquen en ‘S’, ‘M’ o ‘L’ hay muchísimas de nosotras que se quedan fuera de esas letras. Ayer hablé con dos mujeres fuera de serie (de la serie de confección de ropa de la marca Inditex, quiero decir), Elena Devesa y Rebeca Gómez, las creadoras de WeLoverSize, una web con unos 2.500 artículos y más de un millón de visitas al mes (esto es por arrojar algunos datos y os deis cuenta de que estoy hablando de dos mujeres importantes con un #gordibuenasarmy de seguidoras bastante considerable).

Elena y Rebeca junto a maniquíes de H&M

Elena y Rebeca junto a maniquíes de H&M. MARA MARIÑO

Lo primero que pienso nada más sentarme con ellas es «Joder, ¿por qué a mi el eyeliner nunca me queda así de bien?» (es que en serio, siempre parece que me lo ha pintado un mono con los ojos vendados). Porque Elena y Rebeca serán gordas, que lo son (aunque no me refiero a ‘gorda’ como descalificativo sino como adjetivo, al igual que ellas de mi podrían usar ‘blancucha-nivel-se-le-marcan-las-venitas-azules-bajo-el-ojo’), y también son preciosas. Y en cuanto abren la boca y oigo lo que me cuentan mientras se van hinchando de orgullo (por mucho que les pese el pecho copa JJ) por el éxito de su web, de su libro y de su férrea autoestima, me gustan más. En definitiva, son un par de ‘gordibuenas’.

Las gordibuenas, según su libro son aquellas que «pese a no tener un físico de portada de revista, hacen todo lo posible por sentirse bien consigo mismas (…) no tienen miedo a la palabra ‘gorda’ y son las primeras en reírse de sí mismas conscientes de su atractivo». Es decir, exactamente igual que en mi familia paterna nos reímos de los dedos de los pies tan feos que nos han tocado y aún así seguimos poniéndonos sandalias porque somos más que diez morcillitas blancas.

Aunque una de las cosas que desprenden es seguridad, me dejan claro que ser ‘gordibuena’ no es sencillo. Básicamente porque, como la gran mayoría de las tiendas no tienen en cuenta tallas más allá de la 40, «no hay talla ni en la tienda ni en el almacén ¡y yo también tengo derecho a probarme la ropa!». Así que se ven obligadas a vestir como abuelas (¿posible idea para una petición de Change.org?). Aunque gracias al siglo XXI y a la magia de Internet pueden hacerse con prendas de su talla sin renunciar una pizca al estilo. Les gusta comprar especialmente en aquellas tiendas que hacen pasarela. Una de ellas afirma que cuando las modelos desfilan con las prendas «si ves que al andar se le bambolea una teta ya sabes que a ti te va a pasar«.

Sin embargo, me hacen saber que, aún con esas, puede haber problemas. Lo peor, según ellas es que «no hay sitios a los que ir cuando hay urgencias» y que cuando ven una prenda que les gusta y les sienta bien «vas haciendo acopio por si dejan de hacerla» dice Rebeca, mientras me imagino, en mi caso, comprando cientos y cientos de tangas de cinturilla de encaje de 4,50 del Primark, porque son las únicas que no me dejan la gomilla marcada.

La lencería, esa es otra. Las ‘Portadoras de Pechuguitas‘ (PPitas según WeLoverSize) apañamos con lo que sea, total, tampoco es que haya mucho que se vaya a escapar. Pero en su caso, hablando en plata, tienen un par de ‘pechotes’ que habrían tenido a Antonio Recio todo el día tras la mirilla. Y claro, que por mucho que vayamos de ‘progres’, en España no se hacen sujetadores de tanta talla. Bueno, hacerlos, lo que se dice hacerlos, se hacen. Pero como son tan bonitos como un arnés de paracaidista, tuvieron que ir a Londres, donde, viendo tanta varidad y color, alguna soltó una lagrimilla de emoción.

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Elena y Rebeca posando en Gran Vía. MARA MARIÑO

Tienen claro que quien podría cambiar la situación es el empresario detrás de la tienda. Su idea es hacer de WeLoverSize un movimiento real que llegue a las calles. «¿Es un buen momento para ello?» les pregunto pensando en la revolución curvy que estamos viviendo con la irrupción de modelos de tallas grandes en catálogos y campañas. En realidad son «tallas grandes entre comillas», como dicen ellas. Las modelos de tallas grandes de Asos, aunque miden 1.80 no pasan de la talla 38. Algo parecido a Marisa Jara, modelo de «tallas grandes» que, coincido con una de ellas, cuando dice que en su opinión «Marisa Jara es curvy pero no tiene una talla grande». ¿Es una revolución de las tallas o es una oportunidad de negocio para que las tiendas publiciten su marca como algo para todas? «A día de hoy es un lavado de cara» nos afirma una de ellas. «Se ha puesto de moda, pero lo malo de las modas es que son efímeras«.

La talla genera polémica en España. Cuando no es por lo delgada que sale tal o cual actriz en un photocall es porque otra acaba de parir y, como aún no ha perdido los kilos del embarazo, se le pone de morsa ártica para arriba. «Somos un país de marujeo» me dice una mientras la otra completa «un país acomplejado que se mete con complejos ajenos para olvidarse de los propios«. Reinas magas en las cabalgatas, mujeres barbudas ganando Eurovisión y aún así un buen número de detractores y trolls bombardeándolas con comentarios negativos. Pero no les preocupa. «Si algo no te gusta ¿por qué lo miras?» dice una de ellas mientras que la otra afirma que «cuando criticas es porque en ti hay algo que te incomoda«.

Son dos, pero no están solas ni tienen pelos en la lengua. «¡Hablamos de todo lo que no habla nadie, hasta de complejo de chocho grande!». Son conscientes de que esto, ya no es cuestión de tallas, que su revolución, la ‘primavera WeLoverSize’, es ya un movimiento que aboga por la autoestima y el amor propio.

«Y yo, que leí el libro y sin ser de talla grande, sentí que era para mí porque aún con mis inseguridades, no dejo que me definan… ¿También puedo ser ‘gordibuena’?» les pregunto. Ambas me confirman al unísono «¡Por supuesto que sí!»

Aquí os dejo algunos posts suyos que merece la pena leer si queréis conocerlas: