Ni todas vamos bien vestidas a las bodas ni todo lo que nos recomiendan los estilistas a la hora de pisar una alfombra roja es un acierto.
En la gala de los Globos de Oro encontramos un poco de todo, desde los vestidos por los que daríamos a miembros de nuestra familia (primos lejanos de esos con los que casi no te llevas) hasta invitadas con recogidos de pelo al que solo les falta un rulo para ser idénticos al que se pone tu madre para andar por casa.
En el caso de los escotes, los premios han mostrado algunas de las tendencias que hemos visto en 2016 como el escote alto con aberturas del floreado diseño de Olivia Culpo al escote infinito de Jessica Biel que alcanza las placas tectónicas de lo profundo que es. El asimétrico de Anna Kendrick, que te deja una teta sujeta y la otra suelta, no termina de convencerme.
Sarah Jessica Parker es otro elemento digno de mención y que en sí misma encarna lo que sí y lo que no debemos escoger a la hora de ir a una entrega de premios. Mientras que su conjunto pasa sin pena ni gloria por los anales de la historia de los Globos de Oro, su recogido viene a ser el Doctor Jekyll y Mister Hyde de la gala. ¿Qué es eso de que solo quede bonito cuando posa de lado?
Moños altos que suman automáticamente 150 años, una coleta como la del gimnasio o el moño de estudiar fueron otros peinados que debemos evitar.
Y es que no necesitas dejarte una pasta en la peluquería para ir bien peinada a un sitio. Unas ondas medio desechas, la melena totalmente lisa gracias a la plancha o un recogido sencillo son opciones mucho más recomendables.
El amarillo, el color temido por los artistas, fue uno de los más vistos en los premios. Aunque cada invitada lo adaptó a su estilo, algunas lo combinaron con más gracia que otras. Natalie Portman eligió un modelo suelto que le permitiera lucir cómodamente su tripa de embarazada (bebé Portman is coming) mientras que Maisie eligió un corte de cuello recto que le hacía parecer aún más bajita.
Por supuesto no podían faltar las que, en mi opinión, patinaron con sus conjuntos, como es el caso del vestido-dibujo-animado de Felicity Jones (¿un monstruo vino a verla cuando estaba eligiendo ropa?), la especie de cuello rosa que parece fruto de un obseso por la papiroflexia de Carrie Underwood, el vestido-transparente-plumero-chic de Nicole Kidman (Nicole, queremos que vuelvas), o la especie de museo Guggenheim de Bilbao que lleva Naomi Campbell por vestido