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#MiVelloMisNormas

Me faltaban huevos. Lo admito sin ningún tipo de problema porque es la verdad, me faltaban huevos.

Llevo depilándome desde secundaria haciéndome la cera facial, las axilas y las piernas a lo que, más adelante, se unieron las ingles y la zona del pubis. Y con cera.

Cada banda que arrancaba dolía muchas veces hasta el punto de hacerme llorar, pero, tonta de mí, siempre prefería eso al tontaina de turno diciéndome que me depilara.

Porque casi siempre son los tontainas de turno (que muchas veces son los tontainas más peludos) los que nos recriminan el vello que llevamos sobre el cuerpo.

Ya no solo os hablo de amigos o novios, recuerdo el caso concreto de un primo mío más mayor que, una vez en la piscina, me llamó la atención de la fina hilerita de pelos que subían hasta mi ombligo.

«En verano que son rubitos pase, pero eso luego hay que depilarlo«.

Hay. Que. Depilarlo. Como si estuviéramos obligadas. Pero así me sentía siempre hasta que decidí darme un tiempo con la cera.

Porque, aquí entre tú y yo, depilarse es una JODIENDA. Duele, es caro y tienes que dedicarle un tiempo precioso para que luego vuelvan a salir pelos igual.

Ninguna mujer se depila por placer o por lo divertido que le resulta. Se depilará por otras cosas, pero para pasar un buen rato ya te digo yo que no.

Por eso, el colectivo feminista Amatista ha lanzado una campaña con el hastag #MiVelloMisNormas reivindicando que cada mujer haga con el suyo propio lo que le de la santa gana, desde eliminar y erradicar con láser cada folículo piloso hasta vivir cubierta por una capa de pelo a lo nutria marina, considerando la depilación una elección y no una obligación.

Como era de esperar, además de una gran respuesta positiva por parte de mujeres que se han unido a la causa y han roto relación con las cuchillas mientras abrazaban el vello, un sinfín de (en su mayoría) hombres han saltado diciendo que aquello de la depilación era una cuestión de higiene y que así no nos iban a tocar ni con un palo.

Pues bien, diré dos cosas: el pelo ES higiénico, lo que no es higiénico es no ducharse, pero es igual que el de la cabeza. Y en segundo lugar JAMÁS en la vida me ha pasado de quedarme en bragas y que me dijeran «Ah no, si tienes pelo yo paso«.

Así que siéntete libre de hacer lo que quieras. Déjalo, córtalo, dale forma, alísalo, tíñelo o elimínalo de manera definitiva, pero que, hagas lo que hagas, lo decidas siempre TÚ.