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Halloween no se trata de ser ‘sexy’

La sexualización de los disfraces de Halloween está llegando a un extremo ofensivo.

YANDY.COM

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Curiosamente, cada vez que una mujer quiere disfrazarse de algo, la ropa suele venir con el sufijo ‘sexy’ detrás (véase ‘bruja sexy‘, ‘vampira sexy‘, ‘presa sexy‘, ‘zombi sexy‘, ‘muñeca asesina sexy‘…).

Parece que en Halloween no podemos estar feas, bueno, feas sí, lo que no podemos hacer es no ir enseñando cacha, o al menos no por la cantidad de disfraces que encuentras que den miedo de verdad (que no son tantos).

Sin embargo, he llegado al colmo de este tema. Yo tengo el colmo muy alto, ¿sabéis? Soy capaz de aguantar cosas como que se pongan de moda los tiros de la braga por las axilas o que sigan existiendo los certámenes de belleza infantiles.

Pero he llegado al colmo, lo encontré. Di con algo que me sacó tanto de mis casillas que me dio ganas de coger un plato, un tenedor y ponerme a rayar la superficie de este en la oreja de quien fuera que hubiera tenido esta idea.

Lo que encontré fue un disfraz de criada sexy. «Oh vaya Mara, ¡qué novedad, una criada sexy! Bienvenida a todos los gags de comedia a partir de 1980«.

Pero no se trataba de cualquier criada sino de las criadas que protagonizan El cuento de la criada, una serie dramática muy cruda que, si no habéis visto, deberíais ver ya.

La trama se sitúa en un futuro utópico donde la mayoría de las personas son estériles a excepción de algunas mujeres que, bajo orden del Estado, son controladas y obligadas a residir con los más altos cargos del país y a servir como vientres. Vamos, que son máquinas de repuestos humanos, vacas de ganado.

Las criadas de la serie de Netflix no tienen libertad y viven amenazadas de muerte (o las asesinan o las mandan a unas colonias radiactivas, que no es que tengan un final muy feliz precisamente).

Que conviertan a una mujer que, por mucho que sea ficción, es violada, obligada a tener hijos que luego le arrebatan para, a continuación, ‘servir’ en otra casa nueva a repetir el ciclo, en un icono sexy me parece de muy mal gusto.

¿Qué pasaría si se comercializara un disfraz de víctima de asesinato por parte de narcotraficantes de Farinha sexy? ¿O de adolescente de Por trece razones abusado sexualmente por uno de sus compañeros que le metió un palo de fregona por el culo sexy?

Quiero pensar que estos ejemplos parecerían lo bastante poco sensibles como para no hacerlos. Pero entonces, ¿por qué el disfraz de criada no lo pareció? ¿A quién le resultó una buena idea?

El hecho de que las numerosas quejas hayan conseguido que se haya terminado retirando muestra qué opinamos al respecto de esta hipersexualización. Que ya está bien, que ya basta, que queremos disfrazarnos y punto. Que se debe terminar lo de convertir todo lo relativo a la mujer en un reclamo sexual.