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Los caballeros las prefieren musculosas

Vivimos un cambio de era en los cánones estéticos de belleza. La mujer ideal de la época clásica era aquella de curvas generosas heredada de la Venus Prehistórica con unas caderas que hoy consideraríamos curvy. La delgadez vino con la posguerra, el siglo XX que empezó con las espigadas flappers y se ha mantenido hasta hoy pasando por el furor de las tetas (y su respectivo aumento de implantes de silicona) que llevan en auge las últimas tres décadas.

@JENSELTER Y @KAISAFIT

El éxito de las redes sociales con la exaltación de ciertas figuras (o influencers) han situado en el punto de mira y como nuevo sueño una vida basada en desayunar quinoa (o el cereal que esté de moda), llevar ropa de colores claros, hacer yoga y por supuesto, ejercicio. De ahí que los nuevos cuerpos a los que nos estamos acostumbrando ya no son rectos, tienen curvas, sí, pero no suaves, curvas de piedra esculpidas a base de peso y sudor. Os hablo de un prototipo de cuerpo como el de mujeres como Kaisa Keranen, Jen Selter, Idalis Velázquez o Patry Jordán y Vikika Costa si barremos para casa.

No hablo de que a todas les guste, por supuesto, pero sí es cierto que por primera vez se ha desarrollado una nueva fascinación hacia el músculo en el cuerpo femenino, algo que históricamente estaba relacionado con el masculino. Ahora muchas mujeres queremos estar rocosas, y no por gustar a alguien, queremos estarlo por nosotras.

Que la práctica regular de ejercicio produce un sinfín de beneficios lo doy por descontado, a lo que voy es a la creación de masa muscular, al ponerse cachas hablando claro. No es ya sentirse bien, ayudar a la piel, a la circulación, a tu bienestar, es, y aquí hablo en mi caso, sentirte fuerte porque físicamente eres fuerte, lo que hace que, por norma general, te sientas más segura.

¿Sabéis lo que es ir de viaje sola con una maleta enorme y poder subirla, bajarla, correr, parar, moverte… es decir, hacer absolutamente de todo sin tener que pedir ayuda? ¿Echar a correr porque ves llegar el metro o el bus y, por muy lejos que esté, alcanzarlo? Y ya ni os hablo del subidón de ponerte un vaquero y llenarlo, pero llenarlo bien, sin que te haga arrugas raras en el culo o en otras zonas donde antes no tenías figura (porque puedes ser fitness pero no quita que seas coqueta).

Es una pescadilla psicológica que se muerde la cola: cuando desarrollas músculo eres físicamente más fuerte, y cuando te lo ves, psicológicamente también te sientes más fuerte. Y creedme, todavía no se ha dado el caso de ninguna mujer que se haya convertido en un hombre entrenando de esta manera, que sé que es el miedo de muchas  (y aquí tenéis la prueba):

El cuerpo de una mujer con el estómago tan duro como una tabla de cortar jamón o con un bíceps el doble de grande que el tuyo, no es algo a lo que estemos acostumbrados, pero es una forma física más. Ya seamos altas, bajas, gordas, delgadas o musculosas todas tenemos derecho de estar aquí y debemos ser aceptadas y respetadas.

Por qué soy fan de las ‘#MermaidThighs’ o muslonas

Pues en primer lugar porque en mi familia somos de buen muslamen. Y con buen muslamen me refiero a unas patorras como columnas jónicas que lucimos con orgullo.

Y es que siempre he sido más tipo Katy Perry que Taylor Swift, incluso de pequeña. No tenía ni idea de la lotería del pecho, pero los muslos los tenía claros no, clarísimos.

Muslamens. INSTAGRAM

Muslamens. INSTAGRAM

No me malinterpretéis, para mí nunca han sido un problema. Vale que siempre he tenido más pierna que cualquiera de mis parejas (o casi) pero nunca lo viví como un complejo.

Que viva el muslo y por ende las curvas. Y que vivan las mujeres que no tienen ni una ni otra. Que vivan porque aquí hay hueco para todas. Y eso es lo que parece más difícil de entender.

Retos como el #collarbone, el #thiggap o el de hacerse una foto que demuestre que tu cintura es de la anchura de un folio son retos que muestran una delgadez constitucional de las que participan, celebrando la pertenencia a una especie de club exclusivo para todas aquellas a las que nos han tocado figuras redondeadas.

Oh my God! Our secret is out, yes, me too, #mermaid – #siren! 😂 🐳 RUSSIA 🇷🇺 #mermaidthighs

A photo posted by Диляра Ильдаровна Ларина (@dilarina) on

Cuando las curvas contraatacan surgen retos como el #mermaidthighs en el que las protagonistas son mujeres cuyos muslos se encuentran diciendo que son similares a las formas de las colas de las sirenas.

«Mis muslos se quieren tanto que no pueden evitar estar rozándose todo el día» leí una vez. Y, aunque creo que por una vez es genial que también tengan cabida mujeres con muslos, sigo viendo que las redes son hoy te excluyo a ti y mañana me excluirán a mí.

Así que que vivan las muslonas, las de muslos de sirena, las que muslos de cría de jirafa, las de muslos normales que no tienen hastag, todas. Que vivan los muslos en general porque nos pertenecen a nosotras, y gracias a ellos podemos levantarnos cada mañana y pisar con fuerza por donde quiera que vayamos. Esa es la verdadera importancia.