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‘Quiero ser’, el ‘talent show’ de moda en el que la moda brilla por su ausencia

Todo era perfecto cuando oí por primera vez hablar del «Primer talent show de moda en España», después supe que lo emitiría Telecinco y tuve claro que saldría rana. No me preguntéis cómo, pero lo supe.

Este martes a las 22h emitieron el primer episodio de Quiero Ser o, como me gusta llamarlo a mí, Te saltaría a la yugular con tal de salir más de cinco segundos en televisión.

Con Sara Carbonero de presentadora (solo de presentadora ya que la periodista sale de cuando en cuando en cortes que parecen haber sido metidos en la edición con un machete) y Madame de Rosa, Cristo y Dulceida como miembros del jurado (no, yo tampoco sabía quiénes eran).

He de admitir que a la única que conocía era a Sara Carbonero. Todos tenían en común una importante presencia en las redes (Sara Carbonero, Madame de Rosa y Dulceida con sus respectivos blogs detrás), que no olvidemos que los seguidores son la moneda de cambio hoy por hoy.

Empieza el show y como buena bloguera de moda del diario me decido a ver el programa para aumentar conocimientos. A los pocos segundos, según se van presentando los concursantes, me doy cuenta de que si bien poco voy a aprender de moda, entretenida voy a estar un rato.

Os dejo las ‘mejores’ frases de algunos de los participantes:

«Siempre he gastado el dinero en regalos muy caros y en caprichos«.

«Soy muy diva. Me apasiona ir de compras y sobre todo mirarme al espejo. Mi sueño seria tener un chófer que me llevara las bolsas».

«Todo lo que veo lo quiero y todo lo que quiero lo tengo. Me encantan los bolsos caros. Estoy muy mimada porque mi padre me concede todos los caprichos».

«Me gusta que la gente que me mire porque pienso que es por temas de envidia«.

Y es que no sé en qué momento se me olvidó que esto no es sino otro programa de ‘Telecirco’ protagonizado, como debe ser, por nuevos personajes que, en unos meses, alimentarán platós, fiestas, romances con colaboradores y, por supuesto, otros programas de la parrilla. La gran familia (Addams) de Mediaset.

El objetivo del programa según Cristo es «encontrar a la nueva it girl o it boy, como a mí me gusta decirlo chico de moda o chica de moda».

Por lo visto, la nueva persona de moda se encuentra entre unos aspirantes que, a pocos minutos de comenzar el programa, ya estaban criticándose entre ellos y a los miembros del jurado. Yupi.

 

 

Tras formar tres equipos de dos personas cada uno y capitaneados por los jueces, debían someterse a pruebas para salvarse. Las pruebas de anoche se dividieron en estilo, maquillaje y belleza.

La prueba de estilo requería que las dos concursantes del equipo de Dulceida formaran un conjunto tipo boyfriend a partir de las prendas de una conocida tienda de ropa masculina.

Porque esa es otra, el programa es una publicidad encubierta constante de tiendas, restaurantes, azoteas y salones de belleza en los que no podría hacerme ni una manicura con mi sueldo de bloguera.

En el salón de belleza las aspirantes de otro equipo deben desmaquillarse y maquillar a su compañera para potenciar la cara, lo que, para gusto de los productores, desencadena más tensiones y otras perlas para recordar.

«Me encanta el tipo de mujer perfil Kardashian: exuberante que disfruta de la vida». Eso sí, durante casi 15 gloriosos segundos podemos ver en un pequeño pie de la pantalla el truco de hacer un ojo ahumado correctamente. La única cosa útil que puedo sacarle al programa.

Para la prueba de salud, Madame de Rosa hace hincapié en lo importante que es llevar una vida saludable cuando se es una it girl y les hace escoger, de entre varios platos, cuáles son los alimentos saludables y los que no.

Todos pensábamos que la ensalada, pero como tenía dos milímetros cúbicos de salsa César, caímos en la trampa y ahora resulta que lo más sanote es zamparte una hamburguesa. ¿Pero esto no iba de moda?

No, no va de moda, va también de ver a los concursantes corriendo por el Retiro y haciendo ejercicio con un aro como las señoras que van a pilates.

Un concepto de programa que no tienen claro ni los guionistas y unos concursantes que parecen salidos de las Seychelles por cómo hablan de sus vidas y por cómo menosprecian al común de los mortales.

«Yo no hago deporte, me gusta que los demás lo hagan por mí».

«Zara, Zara me encanta. Fulanita es la reina del Primark. Siempre huele a chino. Acercas un mechero y la ropa se prende de lo mala que es».

En definitiva, un programa que está fomentando que gente se tire los trastos a la cabeza en televisión (oh, espera, ¿eso no lo teníamos ya en Mujeres y Hombres y viceversa?) y metiendo cizaña a través de las redes del programa con la excusa de quién es el que tiene más idea de moda y estilo cuando «personal chopped» es el máster del que una de ellas se enorgullece.

«La mayor competición del mundo de la moda acaba de comenzar» me dice Sara sonriéndome desde la pantalla. Avísame entonces cuando empiece, que esa sí que me interesa verla.

Cómo ser blogger de moda y no morir en el intento

Cuando hace siete meses comenzó la aventura de llevar el blog de moda de 20 Minutos, tenía claro que iba a ser un trabajo mucho más exigente que cualquiera que pudiera realizar en una oficina con sus turnos y sus horarios bien delimitados.

Miniblogger. FACEBOOK

Miniblogger. FACEBOOK

«Ser blogger de moda es una forma agradecida de ganarse la vida, porque haces lo que te gusta. Pero hay que trabajar muchísimo para ello. Sacrificas tu modo de vida al convertirte en blogger, no todo el mundo tiene tanto aguante» dice Georgina Gerónimo, «aunque lo de dar la vuelta al mundo en hoteles de lujo creo que unos cuantos lo podríamos aguantar».

Esta catalana, ganadora de la beca Connecta’t al Còmic 2015, es la autora de Miniblogger, un libro que refleja cómo es la vida de una bloguera de moda ‘entre bambalinas’: «Como asidua lectora de blogs de moda, necesitaba empaparlos de un poco de humor porque no es crédulo que todo sea tan idílico. Quise representar como es la vida de estas personas cuando no hay una cámara delante, con un poco de documentación e imaginación».

Cuando empiezas a llevar un blog de moda de manera comprometida (independientemente de si lo haces profesionalmente o como afición sin cobrar por ello) tu trabajo dura las 24 horas del día. Si no estás escribiendo, estarás pensando en un conjunto para combinar la nueva prenda de moda, acudiendo a un showroom a ver una colección, subiendo una foto, contestando a los comentarios…

Tenemos que estar constantemente pendientes de las redes dedicando una gran parte de nuestro tiempo a la presencia en Internet: «Recomiendo desconectar de vez en cuando. Nos sobreexponemos en las redes, ¿hasta que punto disfrutamos de lo que estamos haciendo si tenemos que estar tan pendientes de que los demás lo vean?» dice Gerónimo.

Pero para ella lo más duro es «la presión. Tienen una agenda de locos y tienen que aguantar a muchos haters«, y es que las blogueras de moda despiertan admiración y envidia cochina a partes iguales. El éxito o tráfico de unas frente a otras que quizás no han tenido tanta suerte, sin contar con aquellas que lidian con haters que atacan por temas personales, en opinión de Gerónimo hace que «aunque la postura oficial es que no les afecta, en mayor o menor medida lo hace».

«Yo lo que no tolero por ejemplo es que una blogger sea arrogante con sus seguidores. Si se ganan la vida gracias a ellos tienen que tenerlo en cuenta. Tampoco hay que aguantar a seguidores irrespetuosos, pero he visto casos de ego muy subido para con todo el mundo» dice Gerónimo.

Miniblogger. FACEBOOK

Miniblogger. FACEBOOK

«Puedes sentir envidia de una blogger, pero si esta se dirige a sus seguidores con un tono afable, amistoso y de agradecimiento, ese sentimiento se convertirá en admiración. Si no lo hace, se convertirá en odio. Al fin y al cabo lo que tienen las bloggers que no tienen las celebrities de antaño es que son chicas salidas de la nada como tu y como yo y es más fácil sentir sentir empatía y en consecuencia antipatía también.»

Entre el lector y el blogger «se crea un lazo de «amistad platónica» por llamarlo de alguna manera. La blogger te cuenta toda su vida, como lo haría una amiga. Pero al final es una persona a la que no conoces y ella no te conoce a ti.

No puedo evitar preguntarle por la figura del novio de la blogger, extensivo a aquellos familiares o amigos que ‘sufren’ también en su piel las dificultades del ‘fashionbloggerismo’ (pendiente de aprobación por la R.A.E.): «Lo he convertido en el mártir de los mártires. En la historia de Miniblogger, a este personaje no se le conoce como el novio sino como el becario, becario que siempre va detrás de la blogger cargando el trípode, todo lo requerido para los cambios de vestuario, los zapatos de repuesto y la cámara para hacerle las fotos para el blog. Es un personaje divertido y muy querido porque despierta simpatía. Es un chico de lo más humilde que ha perdido el corazón por una blogger«. (Gracias mamá, papá, Ángel, Eva y Marcos por ser mis becarios).

El secreto para triunfar requiere parte de pasión, dedicación continua, «constancia y que cuiden mucho la calidad de las fotos» dice Gerónimo. «Es mejor que cuelguen una bien hecha, que cinco mal. Veo muchas chicas que intentan destacar en un mundo que ya está superpoblado con imágenes poco cuidadas o con poca resolución.»

Y es que, como afirma la ilustradora «El balcón de tu casa NO es un buen lugar para hacerte las fotos, sal a la calle y dedícale más tiempo a encontrar ese lugar interesante y con encanto en el que poder lucir tus outfits. Si llueve, puedes aprovechar la lluvia como recurso estilístico para tu foto, pero es mejor no hacerlo a subir una foto al lado de charcos embarrados».

Miniblogger. FACEBOOK

Miniblogger. FACEBOOK

¿Te imaginas a una ‘fashion blogger’ comprando en el mercadillo?

Si tuviera que clasifica la ropa de mi armario según en qué sitio la he comprado, más del 50% pertenecería a Primark.

Pero ahí no acaba la cosa. Las prendas de marca, o que no provengan de tiendas low cost, en mi armario se pueden contar con los dedos de la mano (y la mayoría de ellas son heredadas).

Os preguntaréis a qué viene esta reflexión. Cuando me hice la cuenta de Instagram del blog (@maravisteycalza) uno de los consejos que leí para triunfar como instagramer de moda era etiquetar a las tiendas en las que hubieras comprado la ropa. De modo que pude comprobar como aquellas bloggers con miles y miles de seguidores etiquetaban hasta el más mínimo detalle de lo que vestían: desde sus pendientes de Aristocrazy hasta sus bragas de Calvin Klein. De locos.

Dos pijas peleando por ropa de Alexander Wang. GREGORYPUY.FR

Dos pijas peleando por ropa de Alexander Wang. GREGORYPUOY.FR

En esos momentos pensé que lo tenía bastante complicado con aquello de triunfar etiquetando marcas. Sin ir más lejos, lo que llevaba puesto ese día era del mercadillo.

Pero ojo, no de un mercadillo cualquiera, sino del mercadillo de Valença. Uno en el que, como buena clienta, voy religiosamente cada vez que subo a Galicia. Feria en la que encuentras puestos de zapatos al lado de otro en el que te venden gallinas. Lo mismo sales con pollos de corral que con un par de camisetas o un queso de tetilla.

Que yo sepa, la feriante portuguesa no tiene Instagram de su puesto, que si no, sería etiquetada en la mayoría de mis fotos.

Y aunque no os lo creáis, en ese mercadillo he visto cosas mil veces más bonitas (y de mejor calidad) que en gran parte de los estantes de cualquier Zara de Madrid. ¿Que por qué lo sé? Porque yo no revuelvo en los montones de ropa, yo saco la escafandra y buceo hasta dar con algo que me guste arrollando por delante a quién haga falta e incluso quitando alguna prenda de las manos de una clienta despistada. Soy pura maldad cuando estoy en un mercadillo o de rebajas.

Otra de mis tiendas básicas e imprescindibles es el chino de mi barrio, al que tampoco puedo etiquetar en Instagram (nota mental: proponerles que se creen cuenta).

Como lo leéis, la ropa que más me pongo para ir arreglada es posiblemente, la de ese chino (mi vestido para la Gala 20 Blogs es el último ejemplo). En primer lugar tiene anchuras que favorecen mi fisionomía. Porque me parece muy bien que se lleve ahora lo oversize, pero como tengas un poco de cadera ya te queda ajustado de aquí, suelto de allá y te acabas sintiendo como un guiñapo. En segundo lugar, y más importante, porque es barata.

Porque sí, ser fashion blogger sale muy caro. No para mí, que ya veis que gasto el mínimo imprescindible en renovar mi armario, pero pienso en todas aquellas que tienen que estar comprándose modelitos cada dos por tres (aunque luego los revendan en Chicfy o cualquiera de esas webs).

Afortunadamente, mi chino de confianza tiene unos precios no tirados, pero sí acordes al material con el que está hecho la prenda, es decir, la fibra típica que sabes que si te acercas un poco a un mechero vas a salir ardiendo. Esa.

Pero ojo, que no ya mi chino sino que, si os fijáis, todas las tiendas están haciendo lo mismo y reduciendo costes de los materiales para confeccionar prendas.

Espalda de una de mis últimas compras en el chino. MARA MARIÑO

Espalda de una de mis últimas compras en el chino. MARA MARIÑO

Yo me limito a comprarlas por lo que, a mi parecer, valen realmente aunque no tengan la etiqueta de ‘Zara’ o ‘Mango’ en ellas.

Me considero fashion blogger de segunda mano porque, como os comentaba al principio, otra parte de mi armario la forma ropa que no es mía, todas esas camisetas de ex novios que empezaba a ponerme en casa de ellos de vez en cuando y que de tanto usarla acababan por regalármela, jerséis gigantescos de mi padre que ya no usa (y que si usa, al formar parte de mi armario, para su pesar, deja de usar) y alguna que otra prenda aleatoria vintage que le expropio a mi madre según vengan las tendencias (la última un saltacamas que como corpiño, da el pego).

Habrá quien opine que todo esto me convierte en una bloguera de pacotilla, en una Chiara Feragni del cutrerío, pero ¿desde cuándo hay que dejarse tanto dinero para ir bien vestido? La moda, aunque muchos no lo conciban de la misma manera, no es una cuestión de poderío, sino de creatividad, de imaginación, de saber combinar y de tener nuestro propio estilo.

Así que Mara Viste y Calza…de mercadillo.