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Aceite de Argán para hidratar el pelo: a examen

Todas tendemos a pensar, y yo la primera, que después del verano el pelo está a salvo de la sequedad. Alejada de la sal, el sol y la arena solo me queda esperar pacientemente a que recupere ese aspecto saludable que suele tener a lo largo del año.

MARA MARIÑO (cuando tenía pelazo antes de que me entrara la fiebre veraniega de cortármelo)

Sin embargo el invierno también significa la vuelta a los secadores y a las planchas. Atrás quedó el #beachhairdontcare que me hacía ir con la melena con ondas naturales de la humedad a todas partes. Ahora me apetece peinarme de nuevo en condiciones: con el pelo bien liso a ambos lados de la cara o con tirabuzones a lo Farrah Fawcett.

Hasta ahora siempre me había limitado a usar protectores del calor, de esos que te echas en spray antes de secarte el pelo o de darle con la plancha, y aunque imagino que harían el apaño, al final el pelo se me acababa estropeando igual.

De modo que el otro día, dando una de mis vueltas habituales por la sección de cosméticos del supermercado de mi barrio, me quedé embobada viendo un bote de aceite de Argán para pelo.

Como buena beauty blogger que intento ser, ‘googleé’ inmediatamente el producto para ver qué salía y me quedé pasmada de la cantidad de buenas reseñas que leí al respecto. Por lo visto es un aceite proveniente del fruto del árbol del argán que crece en el sur de Marruecos, muy famoso por sus propiedades hidratantes. Así que, para 3 euros que costaba el frasco, me lo llevé a casa para probarlo.

Total, no iba a ser la primera vez que me echara aceite en el pelo. Hace unos meses ya os hablé sobre mi rutina de echarme aceite de oliva una vez a la semana (si os lo perdisteis podeis leerlo aquí). «Esto no puede ser peor» pensaba recordando que me he pasado más aliños por la cabeza que a cualquier ensalada.

Quise esperar a tener el pelo realmente guarro para experimentar por si las moscas. Apliqué el aceite sobre las raíces y masajeé un buen rato hasta que quedaron todas bien untadas. Después lo eché también sobre las puntas y lo peiné de arriba a abajo con un cepillo de plástico (por aquello de poder lavarlo al terminar).

Una vez aplicado el mejunje, me dediqué a esperar media hora y después de cabeza (literalmente) a la ducha. Tras retirarlo con agua caliente, me lavé la cabeza como siempre y listo.

Como soy de pelo graso de nacimiento estaba un poco preocupada por lo que podía pasar, pero el aceite de Argán regula el exceso sebáceo y deja el pelo hidratado, liso y con un olor fantástico, dicho sea de paso.

Aunque puede hacerse un par de veces a la semana, con una también hidratas el pelo. ¿Lo bueno? Que como os digo podéis encontrarlo en cualquier supermercado y no es un cosmético en el que tengáis que dejaros medio sueldo.