Desde que la pasarela ha decidido que el chándal va a formar parte de nuestro armario y no solo para hacer deporte, la habilidad de combinarlo se ha convertido en una sofisticada e intrínseca disciplina.

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El arte de conjuntar el chándal es tan complejo solo resulta comparable a aquel de programar las grabaciones de series de televisión a la primera.
Sacar de contexto el chándal no significa llevarlo con tacones (aunque algunas puedan encontrar alguna combinación que funcione) sino saber integrarlo con un sentido que no duela a la vista.
Hay una máxima universal que debemos seguir y es la norma de la hipotenusa de la moda: el chándal debe ser el lado opuesto a una prenda recta. Como prendas rectas podemos considerar aquellas que son básicas y puedan funcionar con cualquier estilismo.
Una camiseta blanca, un jersey negro, una camisa remangada o zapatillas de cordones blancas son las apuestas seguras si queremos ir a la oficina cómodas evitando que nos vengan con el “¿Vienes de correr?”
La propiedad conmutativa que implica que el orden de los factores no altera el resultado también es aplicable al chándal ya que no importa en qué parte llevemos el básico y en qué otra nos animemos con un accesorio o complemento algo más llamativo. El resultado siempre va a ser bueno.
Pero para quienes no lo vean muy claro y necesiten ejemplos de estas hipótesis matemáticas aplicadas al armario, pueden tomar nota con esto:
De hecho os dejo también mi intento de salir a la calle con chándal:
Un poco horteras, no?
12 septiembre 2018 | 12:08
tanguita de hilo a juego
13 septiembre 2018 | 10:35
Yo creo que cada ropa tiene su momento, la deportiva pues para lo que está concebida: deportes y gimnasia. Y eso del chándal con tacones, es una de las cosas de peor gusto que se puedan ver, el que lo lleve una Kardashian, por poner el ej. de alguien conocido, sigue siendo una horterada aquí y en la Cochinchina.
13 septiembre 2018 | 10:56