Archivo de noviembre, 2017

Querida cuñada adolescente

No tengo hermanas pequeñas por lo que he crecido lejos de los problemas típicos de discutir porque una necesita usar el baño y la otra se está secando el pelo o de pelear por la ropa.

GTRES

No tengo hermanas pequeñas pero tengo una cuñada de catorce años que bien podría serlo.

Tiene catorce años, una cabeza preciosa y un carácter que reluce. Es viva, avispada, sonriente… Tengo la suerte de que sea una se esas escasas personas solares que van brillando allá por donde van.

Cada vez que la tengo cerca se me cae la baba y cuando la tengo lejos, con lo que la echo de menos, se me cae lo mismo o más.

Está en esa época intermedia en la que no termina de ser una mujer pero tampoco entra en sus vestidos de niña, y, si entra, no termina de sentirse ella misma.

Se queja de piernas demasiado largas y no termina de entender que todos la veamos preciosa. Si solo pudiera mirarse un día como la vemos sus padres, hermanos, primos o cuñadas entendería que unos centímetros más o menos de pierna no marcan ninguna diferencia.

Me recuerda tanto a mí que, de habernos conocido a la misma edad, sé que habríamos sido amigas, que ambas nos habríamos preocupado por encajar, por ser una más del grupo (en esa época de la vida en la que los grupos lo son todo), que nos habríamos pasado horas delante del espejo con la pinza de depilar porque tenemos cuatro pelos en el entrecejo (que a esas edades le amargan la existencia a cualquiera).

Algún día entenderá que no está hecha para ser como las demás, que ninguno lo está. Y que no tiene nada de malo buscar lo que nos hace particulares, únicos y diferentes porque es ahí donde reside lo que nos convierte en especiales.

Sé que un día entenderá que los pelos, ojeras, arrugas, estrías o manchas son lo de menos y que, lo que ilumina, es lo que realmente nos cuenta a los demás.

¿Mujeres objeto para realizar un sorteo?

Es el sorteo de los grupos del torneo Next Gen Finals, una competición para que se batan los mejores jugadores de tenis menores de 21 años, esos que puede que lleguen a sustituir un día a Nadal en las portadas de los periódicos.

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A los organizadores del sorteo, ATP y Red Bull, no se les ocurre una manera mejor, para que los jugadores adivinaran en qué grupo les había tocado, que coger a ocho modelos y escondiendo las letras correspondientes a los grupos en sus cuerpos.

Si bien podía salir o A o B, el espectáculo de ver a las ocho mujeres contoneándose, quitándose ropa o haciendo que los jugadores se la quitaran era o increíblemente bochornoso o denigrante directamente.

Cuando ardió Troya (o Milán en este caso ya que fue donde tuvo lugar el evento), los organizadores salieron por la tangente diciendo que su única pretensión era incluir en el sorteo el ámbito de la moda que tanto caracteriza a la ciudad italiana.

Aunque cuando vemos en lo que resultó el espectáculo encontramos pocas referencias a la moda pero una exhibición que bien podría parecer salida de una despedida de soltero (y si no me creéis podéis verlo aquí).

Lo que no entiendo es cómo en un momento como en el que estamos, en el que desaparecen las azafatas de imagen de las carreras y las modelos de los podios, en el que se trata de suprimir la imagen de mujer florero, a los organizadores de un evento como es la ATP Next Gen se les ocurre que puede ser una buena idea que ocho chavales elijan a una modelo (en función de la que más les guste, por supuesto) que luego debe insinuarse, desnudarse o quedar a disposición del deportista para que este averigüe su categoría.

Cuando pienso en los valores que le deberíamos transmitir a las próximas generaciones se me pasan por la cabeza el respeto, el cuidado del medio ambiente, los animales, el ceder el asiento… pero no esto. En ningún caso la enfermiza idea de que la mujer es algo bonito a su servicio, de que es un objeto puesto al nivel de las bolas de un bombo para hacer un sorteo.

Pana que te quiero pana

¿Recordáis la última vez que la pana nos pareció atractiva? Era cuando televisaban Aquellos maravillosos 70 y, siendo sinceras, nos habría gustado cualquier cosa que le hubieran puesto a Ashton Kutcher.

El reparto de la mítica serie llevaba el tejido en todo, desde petos hasta conjuntos de dos piezas e incluso, si la memoria no me falla, un traje de americana y pantalón. Eran los años dorados de la pana.

Sin embargo todas las modas pasan y la pana, como el furor por los collares de chupete, se diluyó entre las carpetas forradas con las fotos de los Hanson hasta ahora, que vivimos la edad de plata del tejido gracias a Stranger Things.

La serie nos ha hecho recordar que en alguna funda del armario (con un intenso olor a naftalina más que seguramente), tenemos prendas de pana que podemos ponernos con dignidad, orgullo y estilo esta temporada (después de airearlas un poco).

Faldas, pantalones, gorras, bolsos, camisas y, sobre todo, cazadoras que son perfectas para los estilismos de nuestro día a día y para evitar coger los catarros que son tan característicos de esta época como lo son las hojas en el suelo.

No solo partiremos la pana (había que hacer el chiste fácil en algún momento) sino que nos sentiremos como Nancy en Hawkins o como Kelso en un pueblecito de Wisconsin (sí, esta tendencia también es para ellos).

BERSHKA

MANGO

Los ‘milagrosos’ blanqueamientos dentales

Tanto anuncio de dentífrico de sonrisa reluciente y tanto selfie perfecto de influencer, es difícil resistirse a lo que nos impactan unos dientes blancos.

Entre pastas de dientes que juran y perjuran aclararnos el esmalte o incluso productos que podemos adquirir a golpe de dedo en Instagram, la belleza dental parece más accesible que nunca.

HISMILETEETH

Es por eso que, aprovechando mi última visita al dentista, entre fresa y fresa (dichosa predisposición genética a las caries) le pregunté por el blanqueamiento.
-Kghjss opjhnsjsss gll blnkmntjjjss- balbuceé entre espumarajos de saliva y agua. “¿Que qué opino del blanqueamiento?” Siempre me sorprenderá la capacidad de los dentistas de entendernos con la boca llena de cachivaches.

Si para meternos el miedo en el cuerpo solo tenemos que ‘googlear’ los síntomas que estamos padeciendo, para quitarnos las ganas de hacernos algo (meramente estético) en la boca, solo tenemos que preguntarle a un dentista (uno de los buenos, de los que han estudiado medicina).

Es un tratamiento por lo visto muy invasivo que, para que nos entendamos, requiere de un proceso que nos hace permeable el poro del diente, lo que favorece que penetre el producto que blanquea el esmalte (que es rico en oxígeno).

Hacer poroso el diente se traduce en sensibilidad durante un tiempo, algo que según la persona puede ser más o menos soportable. Entre su precio, los efectos secundarios que hacen que nos tiemble el cuerpo de un escalofrío solo de imaginarnos morder un bocata, y que no es algo que dure toda la vida, ¿qué hay de los tratamientos “milagrosos” que veo en Instagram?

Respecto a los blanqueadores que vienen con una especie de gel y un aparato con luz, pueden lograr un pequeño blanqueamiento, sí, pero ni la luz tiene ni la potencia ni el producto la composición suficiente como para blanquear de la misma manera que si lo hace un profesional.

¿Y qué hay del carbón activado? ¿Esa pasta negra que he visto en las bocas de varios instagrammers dejando de resultado una sonrisa más reluciente que un faro?
“El bicarbonato o el carbón lo único que hacen es rayar el esmalte”, me confirma mi dentista, que prefiere mantenerse en el anonimato por si los de los blanqueamientos milagrosos se le tiran encima. “Es como si limpias la placa vitrocerámica con el estropajo de aluminio. Queda limpio, sí, pero rayado”.

Ella, que sabe de sobra el furor que estamos viviendo por los blanqueamientos (en España desde hace 20 o 25 años) ya que es el segundo tratamiento que más lleva a cabo después de la limpieza bucal, no lo termina de aconsejar.

“El diente es color crema”, me confirma. Así que si de verdad quieres hacerte el tratamiento, mírate dos veces en el espejo. Quizás empiezas a ver color marfil lo que te parecía amarillento.

Un sujetador (de dos millones de dólares) para dominarlos a todos

Entre las seis mil piedras preciosas y el oro de 18 quilates, el Fantasy Bra de este año de Victoria´s Secret parece de todo menos cómodo.

Que qué menos que, si te gastas dos millones de dólares en algo, poder ponértelo varias veces para amortizarlo. Y sino que nos lo digan a mí o a mi madre, que somos expertas en dividir el precio de algo entre las veces que lo vamos a usar para ver si nos compensa el gasto.

Sin embargo, el sujetador estrella de los desfiles de la firma lencera, se escapa a esa lógica consumidora (y ahorradora). Es simple y llanamente un objeto de deseo, para las que puedan permitírselo, claro.

El modelo de este año ha contado una vez más con la colaboración de Mouawad, cuyas piezas llevan apareciendo en los diseños desde 2001.

MOUAWAD

Si comparamos los precios de los Fantasy Bra de los últimos diez años, son mucho más ‘accesibles’ actualmente ya que han llegado a costar hasta casi trece millones de dólares.

Si analizamos el Champagne Nights Fantasy Bra, la niña de los ojos de este año, podemos apreciar un diseño que recuerda a la lencería que podría llevar Jasmín si la princesa Disney tuviera un cajón de ropa interior.

De inspiración claramente asiática y fantástico (e incómodo aparentemente a partes iguales), intentará meterse en el bolsillo en el desfile de diciembre al mercado chino.

¿Conseguirán remontar el año de pérdidas con un sujetador que me parece, menos que nunca, ropa interior?

VICTORIA´S SECRET