Bulgari también se enamoró

Las formas de mostrar amor son incontables: desde una caricia, un gesto, dedicar una canción por la mañana hasta aquellos que compran un pedazo de gas ardiente en el cielo y le hacen llegar el certificado a la persona querida.

Innumerables, más o menos originales, pero siempre nacidas del sentimiento de querer homenajear a otra persona, animal, cosa o… ciudad. Hoy os hablo de una historia de amor atípica pero no por ello menos mágica, la que se dio entre Bulgari y Roma.

La firma de joyería no solo quiso celebrar la propia ciudad en sus colecciones sino su historia, su cultura, su arquitectura y todo aquello que forma el carácter de majestuosidad grandiosa que reposa sobre los milenarios cimientos de Roma.

Aprovechando los abundantes descubrimientos arqueológicos que tuvieron lugar en el siglo XX, Bulgari bebió ávida de todo aquello que constituía la fuerza simbólica del Imperio romano. El mejor ejemplo es el propio logo de la marca en los relojes, anillos y en cualquier pieza redondeada, que emula las letras que giraban en torno a las efigies de los emperadores romanos de las monedas.

Aquella calderilla (y hablamos de efectivo que data del siglo I hasta el siglo VII d.C.) se convirtió en las piezas principales de pulseras y collares de la colección Monete en las que iban engarzadas,

Bulgari convirtió en anillo el Coliseo, la Piazza Campidoglio y las alas de las esculturas de los ángeles de Bernini en pendientes, el Castel Sant’Angelo y la florida escalinata de Piazza di Spagna en collares de diamantes, las fuentes de la Piazza Navona y San Pedro en broches y la via Appia, la primera autopista del mundo (del 312 a. C. ni más ni menos) en un brazalete que combina piedras preciosas y semipreciosas imitando la irregular calzada.

La exposición, que se puede visitar hasta el 26 de febrero en el museo Thyssen, está compuesta de más de cien piezas, fotografías, grabados, cuadros… Es decir, ya seas un amante de la historia, de la moda, del cine, de la publicidad o del arte, vas a disfrutar la muestra. Y sino, siempre te quedará la representación de un mirador para ver el castillo de Sant’Angelo y escuchar las campanadas de San Pedro sin tener que pasar por Barajas.

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