Archivo de mayo, 2016

Resiliencia. Capítulo 17: No me gusta para ti

Cuando dos personas se encuentran pueden pasar varias cosas: todo o nada.

Y después está esta historia.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan
Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos
Capítulo 9: Todo contigo
Capítulo 10: Lo que te mereces
Capítulo 11: No deberían hacerte llorar
Capítulo 12: Jugando las cartas
Capítulo 13: Hacer sangre
Capítulo 14: Madrid me mata
Capítulo 15: Tú tienes la culpa
Capítulo 16: Hemos terminado

Capítulo 17: No me gusta para ti

Mia entró a su habitación sin pararse a saludar. Prácticamente arrolló a una de sus hermanas pequeñas que empezó a llorar desconsolada en el pasillo. Cerró tras ella la puerta de su habitación y se sentó delante para bloquearla. No podía dejar que nadie la viera en ese estado. Sus padres, alarmados con los gritos de Raquel, fueron a atender a la pequeña. Su padre golpeó la puerta llamándole la atención sobre su entrada. Mia farfulló que tenía que estudiar y que no la molestaran y sintió como los tres se alejaban de la habitación. Las manos le temblaban incontroladamente. Se las llevó a la cabeza y se agarró el pelo mientras trataba de no perder la calma. Emitió un quejido casi imperceptible mientras trataba de recuperar una calma que se había extraviado meses atrás. El móvil vibró. El nombre de Andrés iluminó la pantalla. Se tapó la boca con ambas manos sintiendo que empezaba a perder la cordura. Quería gritar, dejar salir la tormenta que se había formado dentro de ella pero se limitó a apagar el móvil. Necesitaba alejarse de todo, especialmente de Andrés.

El examen del día siguiente era el último de sus pensamientos. Se acurrucó sobre sí misma tratando de respirar correctamente. La imagen de los coches yendo hacia ellos en dirección contraria le volvía a la cabeza sin cesar. El sonido de las bocinas le retumbaba en los oídos como si nunca hubieran salido de la Castellana. Cogió el teléfono de su habitación y, tras comprobar que no había nadie hablando por él, marcó el único número que se sabía de memoria.

-¿Si?

-Hola Charo, soy Mia. ¿Puede ponerse Inés?

-Claro, cariño. Te la paso.- La pausada voz de la madre de su amiga le tranquilizó.

-¿Hola?

-¡Inés!

-¿Qué ha pasado?- Era lo bueno de que las unieran años de amistad, solo necesitaban escuchar una palabra para hacerse una idea del estado emocional de la otra.

-He roto con Andrés.

-¿Por qué? ¿Estás bien? ¿Quieres que vaya?

-Sí, sí, solo necesitaba soltarlo. Además tengo que ponerme con el examen de mañana. Llevo todo el fin de semana dispersa y no quiero suspender.

-Lo entiendo. ¿Puedo saber qué ha pasado?- Mia titubeó. La idea de decirle a su amiga que su vida había peligrado le avergonzaba.

-No funcionaba, estábamos todo el día discutiendo.

-Lo entiendo. Pero no te preocupes. Mañana voy a buscarte en cuanto salgas del examen, nos vamos a tomar algo y me cuentas todo bien, ¿vale?

-Vale -Mia notó cómo se le empezaba a quebrar la voz. Habría dado cualquier cosa por un abrazo de su amiga en ese momento. Necesitaba sentirse comprendida, pero la vergüenza de todo lo que había pasado al lado de Andrés le pesaba.-. Me pongo ya a estudiar. Mañana te escribo.

-Genial, hacemos eso entonces. Y Mia…-su amiga guardó silencio y por fin soltó lo que llevaba tiempo queriendo decir- Me alegro de que hayas tomado esta decisión. Andrés no me gustaba para ti. No parecía de fiar.

Mia colgó el teléfono y tras inspirar profundamente, se dispuso a centrarse en el presente y en los Power Points que esperaban en el ordenador. Para empezar, cambió la contraseña de su correo electrónico y, sucesivamente, la de cada una de sus redes sociales. Eliminó a Andrés de todas ellas y, tras imprimir los archivos, se puso a estudiar.

Tras varias horas en las que parte de los apuntes habían entrado a la fuerza en su cabeza, fue a darle las buenas noches a sus hermanas.

Raquel y Blanca intentaron convencer a su hermana de que se acostara un rato con ellas en las literas. Mia les acarició el pelo, casi tan negro como el de ella y le hizo arrumacos a la más pequeña mientras se disculpaba por el pisotón. Blanca la miraba con seriedad desde la cama de arriba.

-Tienes cara de haber llorado.- El carácter de su hermana le sorprendía cada día. Era una esponja que captaba todo lo que pasaba a su alrededor.

-Son unos días un poco tensos con los exámenes. Estoy un poco desbordada.

-Los exámenes y Andrés- corrigió Blanca mientras alargaba el brazo para acariciarle la cabeza a su hermana mayor. Mia contuvo las ganas de llorar ante la espontaneidad del gesto.

-Andrés malo- recalcó Raquel mientras volvía a desordenar las mantas de la litera.

-Pero bueno, ¿qué os ha dado a todos con Andrés?- se echó a reír para combatir las lágrimas que empezaban a agolparse en sus ojos y, tras arroparlas, apagó la luz de su habitación y se quedó unos instantes escuchando su respiración. Se sintió profundamente agradecida por aquel momento. Quizás si uno de los coches hubiera ido algo más rápido ella no estaría allí y su familia tendría muchas más palabras para definir a Andrés que únicamente «malo».

De vuelta a su habitación, tras pasar por la cocina a por una taza de café bien cargado, encendió la lámpara de su escritorio dispuesta a pasarse toda la noche en vela con tal de evitar un suspenso en el examen.

No fue hasta las tres y media de la mañana que se dio por satisfecha. Su cerebro no daba más de sí y sabía lo importante que era dormir antes de un examen para que los conocimientos calaran bien en su cabeza.

Pensó en encender el móvil antes de acostarse, pero sabía que no iba a gustarle lo que podría encontrar ahí. Una parte de ella tenía miedo. Había visto a Andrés perder los papeles y le asustaba. Era totalmente imprevisible. Como meterse en un campo de minas sabiendo que en algún momento todo puede estallar sin saber dónde está escondida la bomba.

Decidió dejarlo apagado hasta que hubiera pasado el examen. En aquel momento necesitaba tener la cabeza centrada en la prueba. Sin embargo no conseguía conciliar el sueño. Algo en su interior se revolvía como alertándola de que no todo iba tan bien.

Tras casi media hora de vigilia, se incorporó y encendió el móvil. En el momento en el que la pantalla se iluminó, se arrepintió de haberlo hecho. Como una cascada, todo tipo de mensajes colapsaron el dispositivo hasta el punto de que tuvo que reiniciarlo. Whatsapps enloquecidos, mensajes de texto, llamadas perdidas, mensajes en el buzón de voz y hasta correos electrónicos de Andrés le esperaban. A Mia se le encogían las tripas según iba poco a poco, leyéndolos.

Si los primeros dejaban ver un tono amedrentado y hasta casi de disculpa, los siguientes eran todo lo contrario. El cambio de actitud había sido que Andrés había intentado meterse en sus redes sociales y había descubierto que su novia había cambiado las contraseñas. Más de la mitad de los mensajes sucesivos eran insultos y humillaciones, así como explicaciones detalladas de todo lo que Mia se merecía que le pasara por haberle ‘traicionado’.

La chica siguió leyendo estoicamente recibiendo cada insulto y cada palabra hiriente como si fueran cuchilladas. Quería dejar de leer, pero no podía. Una parte de ella quería ese daño, buscaba algo que provocara el nacimiento de un odio tan profundo que la mantuviera alejada de Andrés para siempre. Los últimos mensajes fueron los que encendieron todas sus alarmas.

Habían sido enviados apenas tres minutos antes de que ella encendiera el móvil. Eran una despedida larguísima de Andrés que decía que se alegraba de haberla conocido pero que ella le hacía demasiado daño, por lo que había decidido matarse esa noche. Mia se puso en pie mientras sentía que le faltaba el aire. Llamó a Andrés sin pararse a pensar.

El móvil daba señal, pero Andrés no lo cogía. Mia se temió lo peor y siguió insistiendo marcando su número una y otra vez. Por fin, tras un sinfín de llamadas perdidas que a Mia se le hicieron eternas, Andrés descolgó.

-¿Qué?- El chico tenía la voz ronca. Mia había perdido el miedo, lo único que pasaba por su mente era que la vida de Andrés era demasiado preciosa como para perderla por una tontería.

-¡Andrés! Gracias a Dios. ¿Dónde estás?

-¿Y a ti que te importa? Has roto conmigo y bien rápido has empezado a rehacer tu vida cambiándote las contraseñas.-reprochó el chico.-Seguro que hasta has empezado a tontear con alguno.-La chica decidió pasar por alto el ataque.

-Claro que me importa, joder. No quiero que hagas ninguna tontería. Por favor, ¡dime dónde estás!

-Esto se ha acabado Mia, lo has dejado muy claro con tu mensaje y con las acciones que has realizado a continuación. Puede que para ti esto sea un punto y aparte en tu vida, pero para mí es el punto y final. Acabas de escribirle el cierre al libro de mi historia.- La chica trató de agudizar el oído intentando reconocer dónde podría encontrarse Andrés, pero le resultaba imposible captar ningún sonido identificativo.

-No digas eso, Andrés. El suicidio nunca es la solución a un problema, solo es la vía de escape de todo. Entra en razón, piensa en tu familia, en tus amigos, en tu grupo, en todo… ¡Piensa en mí!

-Lo estoy haciendo. Ya he dejado todo listo. Os he escrito una carta a cada uno con lo que quiero que conservéis de mí.- Mia sintió cómo se le rompía el corazón por dentro. La idea de perder a Andrés se le antojaba insoportable.

-Andrés, por favor… No lo hagas… Por favor…- La chica empezó a llorar mientras suplicaba en voz baja.

-¿Por qué no? No tengo nada por lo que vivir.

-Me tienes a mí. ¡Yo te quiero!

-Entonces ¿por qué no lo demuestras? ¿Por qué has dejado que esto pasara?-Mia se dio cuenta que si quería salir de esa situación lo único que podía hacer era dejar que Andrés le echara las culpas a ella. A fin de cuentas, no le importaba, lo único que quería era que Andrés cambiara de idea respecto a suicidarse.- Si no estás tú, no quiero seguir con vida.

-Voy a estar, ¿vale? Te lo prometo.

-¿Pero vas a volver a darme las contraseñas? ¿Voy a poder volver a fiarme de ti?-Mia suspiró por lo bajo mientras se despedía del retazo de libertad del que había gozado por unos instantes.

-Sí, si no haces ninguna tontería.

-No haré nada, de verdad. Gracias, Mia. Solo necesitaba escuchar eso. No sabes cuánto te quiero ahora mismo.- A la chica no se le escapó el ‘ahora mismo’ pero prefirió dejar las cosas como estaban.

-Y yo. Voy a ponerme a estudiar, ¿vale? Que mañana tengo el examen temprano.- Andrés guardó silencio al otro lado para contestar elevando el tono de voz.

-¡¿Cómo?! ¿Te enteras de que tu novio está a punto de suicidarse y le dejas tirado por un examen?

-¡No le dejo tirado! Pensaba que ya estaba todo hablado.

-Para mí no. Tenemos mucho de qué hablar.

– Como quieras…- Mia se mordió la lengua esperando a que Andrés terminara de hablar para así poder finalizar la conversación cuanto antes.

-¿Sabes dónde estoy? En la carretera que va a Guadarrama. Hay una curva llamada ‘La curva de los muertos’ en la que más accidentes hay registrados de toda la Comunidad -Mia no quería que Andrés siguiera hablando, pero el chico continuó imparable-. Iba a cogerla a toda velocidad sin girar. La altura es tal que nadie ha sobrevivido a una caída.-Mia empezó a llorar imaginándose a Andrés cayendo por el precipicio.- Tú ibas a ser mi último pensamiento Mia, eres todos y cada uno de ellos.

Cuando el sol empezaba a despuntar, Mia y Andrés colgaron el teléfono para que la chica pudiera empezar a prepararse para ir al examen después de una noche que nunca olvidaría, y no por los motivos que a ella le gustaría.

Lo que ella desconocía era que el chico no había salido de su casa en ningún momento de la noche.

GTRES

GTRES

No querrás irte nunca de la playa con la moda baño de esta temporada

Da igual si eres de las que se va a la playa o se queda en la ciudad haciendo la ruta de las piscinas municipales. Da igual si solo te mojas hasta el tobillo, hasta la rodilla o si te recoges el pelo en un moño y nadas con la cabeza fuera del agua dignamente para que no te salpiquen el pelo.

Da igual si eres de las que se pasa horas en la toalla luchando por un bronceado decente más que Leónidas en 300 o si no te separas de la sombrilla ni para ir al baño, porque, si algo tienen en común es que, en cualquiera de esas situaciones, te encontrarás vestida con ropa de baño.

PRIMARK

PRIMARK

Si eres de las que recicla bikinis como yo (los que puede, porque algunos no sé de qué compuestos mágicos están hechos que se van desintegrando conforme avanza el verano), muchas de tus adquisiciones del 2015 podrán volver a ver el mar, ya que las tendencias de los flecos en el pecho, el volante asimétrico o el neopreno se mantienen esta temporada.

WOMEN SECRET, EL BAZAR Y ASOS

Los que podrás reciclar. WOMEN’SECRET, EL BAZAR Y ASOS

Pero si quieres llevar la última moda hasta veraneando (hija, date un respiro, que estás de vacaciones) debes obedecer a pies juntillas a los grandes gurús de la moda, que han dictaminado que el crochet no es solo para los vestidos veraniegos, sino que formarán parte de tu conjunto playero de la cabeza a los pies.

El aire bohemio-festivalero de «Aquí, pasando mis vacaciones en Tailandia» es innegable, pero, ¿alguna vez habéis lavado una prenda de crochet? ¿Cuánto ha tardado en secarse? Posiblemente siga secándose aún mientras estáis leyendo el post desde el año verano pasado que lo colgasteis en el tendedero. No se seca ni colgándolo en el cráter del Stromboli. Para las que no seáis muy amigas de ir con humedades, recomiendo que busquéis el crochet de imitación, está hecho de fibra pero da el pego.

ASOS Y WOMEN SECRET

Crochet: tan apetecible como desaconsejable. ASOS Y WOMEN’SECRET

Ten siempre presente que el lema de los bikinis 2016 es «Si deja una marca rara de bronceado es que es tendencia» porque atrás ha quedado la moda de llevar el bikini más minúsculo posible para evitar las marcas (que aún con eso conservamos zonas que nunca han visto ni verán la luz del sol).

Los bikinis de este año se llevan hasta el cuello tapando el escote. Si eres de pechos generosos (afortunada tú), este modelo te hará sentir cómoda en cuanto a que no tendrás que estar pendiente de ‘tus niñas’. Los modelos de tiras, en cambio, son ideales para las que no tenemos mucho que sujetar.

ASOS

Del moreno ‘camionero’ al moreno ‘babero’. ASOS

H&M, ASOS Y WOMEN SECRET

¿Os habéis fijado en lo mal retocada que está la teta izquierda de la chica del bikini azul? H&M, ASOS Y WOMEN’SECRET

Somos una especie muy apañada, nos gusta sacar partido de las cosas al máximo, por eso siempre que se nos acaba el champú metemos agua en el bote y agitamos para aprovecharlo hasta el extremo. Los bikinis no son una excepción, por lo que hay dos líneas multidisciplinares que nos permitirán reaprovecharlos en otros contextos.

Si eres de las que entrena y nada (no me refiero a que entrenes y no hagas nada más sino a que si haces natación), los que están inspirados en diseños deportivos te permitirán hacer ambas cosas. Y si después de la playa tienes un plan y no te da tiempo a cambiarte, los bikinis tipo crop top te permitirán salir del paso sin que nadie tan siquiera se plantee que en realidad has osado presentarte a la cita de Tinder en ropa de baño.

H&M Y ASOS

Para hacer deporte en la playa o para nadar unos largos en el gimnasio. H&M Y ASOS

hmasos

No sé si es un bikini o una camiseta cortita. H&M Y ASOS

Las bragas, continuando la tendencia que empezó a verse en las cinturas de muchas mujeres en 2015, trepan por la tripa y se quedan clavadas en el ombligo, lo que implica que luciremos un blanco nuclear de barriga pero, total, ¿qué más da? Viendo los bikinis que se llevan, si no es por la parte de abajo, vas a llevar un bronceado a trozos por la parte de arriba.

ASOS

ASOS

Los bañadores, al igual que la braga de tiro alto, vienen perfectos para las que quieran disimular barriga. Los hay de todo tipo de estampados, anchuras y colores con escotes más peligrosos que el Triángulo de las Bermudas. Para las que pasen de estar morenas y prefieran darlo todo nadando en la piscina municipal, el bañador es la mejor alternativa.

H&M Y ASOS

H&M Y ASOS

La belleza está en el tamaño del paquete y de las tetas

(Si como lector no te has llevado las manos a la cabeza, algo estoy haciendo mal)

No, no lo digo yo. Es mi conclusión después de conocer un videojuego llamado Saints Row IV.

Normalmente cuando mi hermano me habla de videojuegos desconecto automáticamente. No es que no me interese, es que no entiendo ni papa cuando empieza a decir cosas como ‘blasters’, shooters’ y más términos bélicos en inglés.

Tetazas. YOUTUBE

Diferencias de ‘Sex Appeal’ al 50 y al 100. YOUTUBE

Cuando mencionó este videojuego en concreto dijo que le recordaba a los Sims. «Mmmm Sims» debió de pensar mi cerebro prestando atención mientras recordaba tantos buenos momentos cancelando acciones en el último momento solo para ver a mi personaje volverse loco.

La trama del videojuego (del Saints Row, no de los Sims) va sobre una lucha aliens-humanos entre dos dimensiones: la realidad y una simulación. Lo que tiene de parecido a los Sims es la modificación del personaje a tu antojo. Puedes cambiarle los rasgos, la constitución, la etnia, la complexión… Cada detalle es algo que te permiten elegir, hasta el punto de que tu personaje incluso puede ir con lágrimas en la cara.

Pero la diferencia que tiene con los Sims es el apartado de ‘Sex appeal‘ mediante el cual regulas el atractivo de tu personaje de 0 a 100.

Si en la vida real nos resulta complicado decidir cuáles son los factores que hacen atractiva a una persona (el sentido del humor, la personalidad en su conjunto, un rasgo físico distintivo…) los desarrolladores del juego simplificaron al máximo el dilema relacionando los valores del ‘Sex appeal‘ con el tamaño del pene y de las tetas.

Vale que el videojuego sea precisamente conocido por llevar las cosas al extremo (de hecho ha sido censurado en varios países por fomentar la violencia sexual) pero esta representación de atractivo me parece una sexualización gratuita y sin sentido.

El usuario mayoritario de la industria del videojuego es el hombre, lo que hace que (y si yo fuera hombre, me sentiría bastante ofendido por tanto simplismo) la mayoría de los videojuegos presenten personajes femeninos no solo muchas veces jóvenes hasta el extremo de casi rozar la ilegalidad, sino dotados de unos atributos cuyo tamaño es irreal además de que, mágicamente, desafían todas las leyes de la gravedad (ya os digo que cualquier pecho que llene una copa más allá de la B va a estar algo caído).

Los videojuegos llevan los estereotipos al máximo nivel: ellos tienen que estar musculados hasta el punto de parecer culturistas y ellas deben ser siempre sexys.

En mi opinión es una sexualización gratuita porque no afecta a la jugabilidad, es decir, si nuestra personaje fuera venciendo a los enemigos de un tetazo y de su tamaño dependiera su supervivencia, pase. Pero nos encontramos ante la elección de un rasgo que no afecta para nada al desarrollo del juego. Y lo mismo para ellos y el tamaño de su ‘paquete’.

Aunque el videojuego no está recomendado para menores de 18 años, ¿cuántos tiendas de videojuegos conocéis que lo respeten? Yo tampoco conozco ninguna. Y, en el caso de que no lo vendan, en ocasiones son los propios padres los que no ven el problema que supone que sus hijos jueguen con este tipo de videojuegos.

Creo que se nos olvida que no solo la violencia puede afectar la sensibilidad de los jugadores. Que este tipo de videojuegos, lo único que hace es fomentar la superficialidad, porque es como si cada vez que encendieran la consola dijeran a gritos: «Eh, chaval, si tu polla no mide 20 cms no eres atractivo«. Francamente, prefiero que, a las generaciones venideras, les transmitan cosas mejores. O que, si juegan a esto, los padres sepan transmitirles a tiempo que nuestra valía como personas no se encuentra en el relleno del sujetador o del calzoncillo.

 

Paqute de 0 a 100. YOUTUBE

Diferencia de paqute de 50 a 100. YOUTUBE

Resiliencia. Capítulo 16: Hemos terminado

Cuando dos personas se encuentran pueden pasar varias cosas: todo o nada.

Y después está esta historia.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan
Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos
Capítulo 9: Todo contigo
Capítulo 10: Lo que te mereces
Capítulo 11: No deberían hacerte llorar
Capítulo 12: Jugando las cartas
Capítulo 13: Hacer sangre
Capítulo 14: Madrid me mata
Capítulo 15: Tú tienes la culpa

Capítulo 16: Hemos terminado

Andrés no había querido ni oír la palabra ‘Hospital’ por lo que se limitó a dejar que la encía cicatrizara de manera natural. Lo más natural posible teniendo en cuenta las circunstancias en las que se había abierto. Desde aquel día notaba como Mia se guardaba mucho de cualquier tipo de enfrentamiento entre ellos. La chica se limitaba a hacer todo lo que él pudiera pedirle. Desde fotos en clase a notas de audio hablando con su familia para que Andrés pudiera comprobar que realmente se encontraba en casa. Casi podía notar como su novia había tirado la toalla y no podía sentirse más agradecido. Por eso no pudo evitar sorprenderse cuando discutieron poco antes de despedirse el viernes, a las puertas del fin de semana.

-Estos dos días voy a estar en casa estudiando, que necesito el tiempo, por lo que no voy a poder quedar.-dijo Mia cuando estaba a punto de bajarse del coche.

-¿Cómo es eso de que en dos días no vamos a vernos?

-Tengo que estudiar Andrés, voy muy atrasada y necesito el tiempo.

-Bueno, pero un rato podrás quedar, ¿o de verdad pretendes que me crea que vas a estar 48 horas estudiando sin hacer una sola pausa?-Mia titubeó mientras trataba de buscar algo que sonara convincente.

-No es que no vaya a hacer ninguna pausa, obviamente tengo que parar para comer y dormir, es que necesito concentración y si te veo sé que ya no voy a estar pensando en los exámenes sino en disfrutar, por lo que necesito que no nos veamos.

Andrés la miró sin creerse lo que decía.

-Pensaba que tenías tantas ganas de estar conmigo como yo contigo, pero ya veo que me equivocaba.

-Andrés no es eso, claro que tengo ganas de estar contigo.

-Si de verdad las tuvieras sacarías un hueco de donde fuera. Creo que cuando quieres hacer algo lo que te sobran son razones, y que cuando no quieres, encuentras excusas- el chico tomó aire-. Y eso suponiendo que en realidad vayas a estar estudiando en casa, algo que no acabo de creer.

Mia le miró con sus enormes ojos castaños. Andrés podía leer en ellos toda la tristeza que guardaban. Se mezclaba con las líneas avellana que entrecruzaban su iris. Una tristeza que, al poco de conocerla, no estaba. Si solo fuera menos rebelde y se abriera más a él…

-Ya sé, ¿por qué no me invitas a comer a tu casa este fin de semana? Así conozco a tus padres y estoy ese rato de pausa de estudiar contigo.

-No.

Mia había respondido tajante. Era la primera vez que se negaba a algo en mucho tiempo y Andrés recibió la negativa como si le hubieran abofeteado la cara.

-¿No? ¿Por qué no?

-Porque no quiero que conozcas a mis padres todavía, es muy pronto.

-¿Cómo que pronto? Llevamos ya unos meses saliendo.

-¿Y qué? Para mí aún no ha llegado el momento, además es algo que debería salir de mí, no ser impuesto por ti.

Andrés, sin poder retener el enfado le pegó un puñetazo al volante guardándose de darle al claxon.

-No te lo estoy imponiendo, pero el tiempo es algo muy relativo. Miriam me presentó a sus padres a los pocos días de empezar a salir.

-Sí, pero yo no soy Miriam- replicó ella.

«Desde luego que no» pensó Andrés. Con su ex novia todo esto había resultado infinitamente más fácil de lo que nunca había sido con Mia. Decidió atacar por otro flanco.

-Si de verdad me quisieras estarías muriéndote de ganas de que me conocieran. De hecho yo a los míos no paro de hablarles de ti y no hay día que mi madre no me pida que te lleve a su casa. No sé cómo no ves que todos saldríamos ganando. Tú estudias, pasamos un rato juntos y me meto a tus padres en el bolsillo, es perfecto- el chico le cogió la mano y se la acercó a su pecho-. Además de que para mí significaría mucho. Suelta el freno, caramelo.

-Bueno…está bien. Se lo diré a mis padres. Luego te digo por whatapp lo que sea.- Mia le besó y salió del coche. Andrés bajó la ventanilla.

-Espero tener una respuesta afirmativa. No me gustaría que este finde discutiéramos. No sé cuántas muelas más van a aguantar nuestras broncas.- Vio como la chica se estremecía, seguramente recordando el final del concierto.

Para Andrés, conocer a los padres de Mia, era un gran paso. Sabía cómo ganárselos y aquello siempre ponía las cosas infinitamente más sencillas, de hecho incluso podían convertirse en aliados. Cuando le abrieron la puerta, saludó con una gran sonrisa. Los padres de Mia y sus hermanas pequeñas le esperaban en medio de una cocina en la que reinaba la algarabía. Mia cogió en brazos a la más pequeña.

-Mira Raquel, este es Andrés, mi novio-La pequeña le miró con desconfianza.-. ¿A que es guapo?

-No.-la niña se revolvió entre sus brazos y salió corriendo hacia la mediana, algo más mayor, que tenía la mitad del salón ocupado por un despliegue de muñecas.

-Andrés, perdona el desorden- Carol, la madre de Mia le dio dos besos mientras sacaba una fuente del horno, cerraba la nevera y elegía dos piezas de fruta pareciendo que tenía ocho en vez de dos brazos-. Teníamos ganas de conocer al chico con el que nuestra hija pasa tanto tiempo.

Lo dijo de pasada, pero a Andrés no se le escapó el tono de aquel «tanto». No llevaba ni cinco minutos en aquella casa y ya había algo que le había hecho sentir incómodo. Sus padres no serían fáciles, pero acabaría por gustarles. Estaba convencido.

-¿Qué tal Andrés? Yo soy Ramón.- El padre de Mia le tendió la mano y este se la estrechó con fuerza. Sabía que los apretones de manos hablaban de una persona antes de que esta abriera la boca y Andrés sabía cómo darlos para transmitir confianza y seguridad.

Tras las presentaciones de rigor, el alboroto de la cocina se mudó al comedor, donde Ramón y Carol intercalaban retazos de conversación con los berrinches de la más pequeña. Cuando las niñas terminaron de comer y se marcharon a la habitación, pudieron hablar de manera más distendida. Andrés, tras adular en repetidas ocasiones las dotes culinarias de Ramón, el responsable del asado, les habló de su trabajo y de cómo cada día su hija llegaba a casa sana y salva gracias a que él la esperaba cuando salía del bufete.

-Bueno, así también te aseguras de que no vea a nadie más -dijo la madre mientras cortaba tranquila un trozo de carne. Mia la miró incrédula.

-¡Mamá!

-¿Es o no es verdad? Ha sido llegar este chico y de repente dejar de tener interés por todos tus amigos.

Andrés dejó los cubiertos lentamente.

-No creo que tenga nada de malo que Mia esté tan enamorada como para que quiera pasar conmigo todo el tiempo.- Andrés miró a la chica esperando alguna respuesta por su parte.

-Creo que mi hija puede hablar por sí misma, no necesita que ni tú ni nadie opine por ella.-soltó Carol con calma.

-Déjalo, mamá, tú no lo entiendes. No hay nadie con quien prefiera estar que no sea Andrés. Con él estoy feliz.

Andrés se quedó satisfecho con la respuesta de su novia y su madre no hizo más comentarios, solo cuando Andrés se estaba despidiendo volvió a abrir la boca.

-Por cierto, se me ha olvidado preguntarte antes, ¿qué te pasó en esa mano?

Andrés no tuvo que ver a dónde le señalaba para saber que se refería a la que había reventado la ventanilla del cristal. En ese momento sus sospechas de por qué no le acababa de gustar a la madre de Mia se confirmaron. «Lo sabe».

-Una caja demasiado pesada que tuve que cargar yo solo. Me cayó encima destrozándome la mano.

Carol asintió. Como inspectora de Hacienda que era, su trabajo era fijarse en los detalles y descubrir toda irregularidad que pudiera existir. Andrés le pidió a Mia que saliera con él para poder pasar unos minutos juntos.

El chico la convenció para despedirse en el coche. Y en cuanto ella estuvo subida, arrancó dejando atrás la calle de la chica.

-¿A dónde vas? Tengo que estudiar.

-Tu madre nos vio el día que me contaste lo del bufete.

-¿Qué?

-No te hagas la tonta. O nos vio o se lo dijiste, y quiero pensar que no fuiste tan gilipollas como para contarle eso, porque sería el fin de nuestra relación.

-¡Yo no le he contado nada a nadie!

Andrés aceleró y adelantando a varios coches, y pasando por algún que otro semáforo en rojo, enfiló la Castellana a toda velocidad.

-¿Puedes ir un poco más despacio por favor? Me estoy asustando.

El chico, en vez de atender a Mia, pisó más a fondo el acelerador y recordando la sensación amarga de rechazo que había sentido durante la comida, atravesó las dos rayas perpendiculares metiéndose en el carril contrario.

-¡Dios mío! ¡Qué haces! ¡Estás loco!- Mia gritaba mientras los coches del carril contrario les pitaban y les sorteaban dando volantazos. -¡Basta por favor!- Andrés aguantó un poco más hasta que al final, de un movimiento brusco, se incorporó a su carril y se paró en una de las perpendiculares. Mia tiritaba nerviosa en el asiento fruto del shock mientras lloraba sin emitir ningún sonido. Con los ojos vidriosos parecía totalmente ida.

-Nada en esta vida me importa lo más mínimo, Mia. Nada excepto tú.

La chica seguía callada hasta que Andrés la dejó en su portal. Sin mediar palabra, Mia salió del coche. Al poco de arrancar, Andrés recibió un whatsapp

«Es la última vez que juegas con mi vida. Esto se ha terminado. Casi nos matas.»

 

 

Los hombres, esos acomplejados de los que nadie habla

«El foco siempre se encuentra en cómo se sienten las mujeres mientras que nunca se tiene a los hombres en cuenta» nos comentaba hace unos meses Mikel Valdés, de Axe España, en la presentación de un producto. No podría estar más de acuerdo. Vivimos en una sociedad en la que en cuanto se ve a un hombre llorar o expresar emociones se le tacha de «nenaza» o de cosas aún más peyorativas, pero la verdad es que los hombres son también seres emocionales.

De hecho son tan emocionales como nosotras, y algunos, incluso más. He visto a amigos dándole más vueltas a la cabeza por una mujer que les gustaba que Nietzsche a la teoría del superhombre. Como nosotras, sufren y se quedan en casa comiendo si les deja la novia, dedican tiempo a arreglarse para mostrar lo mejor de sí mismos en la discoteca y les entran las inseguridades cuando se quitan la ropa o cuando su cuerpo es motivo de burla.

DUDEOIR

DUDEOIR

Es cierto que las mujeres vemos imágenes que nos hacen sentir presionadas desde antes de la pubertad (competir contra cuerpos esculturales de modelos de ropa interior es algo de lo que desiste cualquiera) pero es una imposición social que a ellos también les llega. De hecho, el estudio que realizó Axe para esa campaña, reveló que, de todo el mundo, los españoles son los que menos atractivos se sienten, especialmente los menores de 25 años.

Ricardo Castillejo, periodista y autor de ¡Hombres sin complejos!, que saldrá el 9 de mayo, sostiene que esto se debe a que «conforme pasa el tiempo tienes menos complejos porque aprendes a aceptarte. Es algo que se vive a partir de los 40 porque tienes un recorrido vital ya hecho. Aprendes a valorarte más, a quererte más«.

PortadaLibro¿Por qué a mis amigos de veintialgo todavía les quedan otros 20 años de complejos? «El hombre tiene una maduración psicológica mas tardía que la mujer. A partir de los 40 se asienta mentalmente. Es una barrera que libera de muchísimos complejos. Aprendes a centrarte en cosas verdaderamente importantes. El físico es importante pero no lo que más» afirma Castillejo.

Las orejas, unas manos pequeñas, la altura, estar demasiado delgado… pero principalmente «la grasa abdominal, en los flancos de la espalda y la barriga y la pérdida de pelo» dice Castillejo. Le pido remontarnos al pasado, a esas fotos de nuestros abuelos en los que de jóvenes ya se les veía de buen año o de recién casados veraneando en la playa de Torrevieja con una buena tripa a cuestas. Se me antoja extraño imaginarme a cualquiera de mis dos abuelos, ambos niños de posguerra, preocupados por si tenían algún kilo de más.

«Hoy en día el hombre tiene mas complejos que antes porque la exigencia física ha aumentado. Se ha quedado atrás lo de ‘El hombre como el oso, cuanto más peludo más hermoso’. Ahora debe cuidarse a veces incluso más que la mujer. Ha aumentado su nivel de exigencia no solo consigo mismo sino con la sociedad» afirma el escritor.

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RICARDO CASTILLEJO

Esa presión por encajar en unos estereotipos en vez de por celebrar la individualidad de cada hombre es lo que, para mí, está teniendo repercusiones en la confianza. Sin embargo, y exponiendo algunos resultados más de Axe, los rasgos que más atractivos nos parecen a las mujeres son el sentido del humor seguido de una personalidad única.

Castillejo, además de hablar en su libro de hábitos, tratamientos o productos para cuidarse, insiste capítulo tras capítulo en frases que fomentan la aceptación de uno mismo. Su favorita, y que si no la conocéis ojalá tengáis presente, es una de El Principito: «Solo se ve con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos«.

Zumos ‘detox’, los juegos del hambre

«Vale, en cuanto acabe la Navidad prometo empezar con la operación bikini». «¿Cómo es posible que los turrones me duren hasta febrero? El año que viene compraré menos». «Dos semanas en el gimnasio y comiendo sano y empiezan a notarse los resultados. ¡Este verano sí, trikini!«. «Que sea Semana Santa no significa que no pueda seguir con la dieta». «Mmm… torrijas«. «Oh, ¡mierda!»

Un año más no has llegado a tiempo a la operación bikini y el verano te espera ahí, a la vuelta de la esquina, con sus camisetas de tirantes con la barriga al aire y sus bragas de bikini más minúsculas que el tanga de un stripper. Después de navidades todo tenía buena pinta, pero la Semana Santa ha destruido tus ilusiones.

Queda un mes y cada día veo en el gimnasio gente más desesperada intentando hacer en 30 días entrenamientos casi militares y dietas milagrosas: la de la piña, la de las proteínas o la de los zumos de frutas y verduras, que siguen algunas conocidas celebrities como Katie Holmes, Alessandra Ambrosio, Gwyneth Paltrow o Megan Fox entre tantas otras.

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Sin embargo, por muy tentados que podamos sentirnos de probar el sistema, como diría mi madre, «los experimentos mejor solo con gaseosa» ya que sus beneficios a la hora de perder peso no son tales.

Las frutas y verduras son recomendables en una dieta equilibrada, pero como una parte más, no como sustitutivo de otros alimentos: «Son importantes aportes de fibra, vitaminas y minerales» afirma Mónica Martínez Erro, graduada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, «a la vez son ricas en agua pero pobres en proteínas, grasas e hidratos de carbono complejos, excepto algunos como el aguacate o el plátano».

Lo cual significa que un excesivo consumo de estos zumos deja a parte de las demandas de macronutrientes (aquellos que se toman en grandes cantidades) de nuestro organismo sin cubrir: «Lo ideal sería 55-65% hidratos de carbono, 15-20% proteínas y 20-30% grasas» dice Martínez Erro.

Al no aportar estos macronutrientes, el cuerpo nota los resultados en la báscula, sí, pero no de la forma en la que nos gustaría: «Al final se pierde más porcentaje de peso en agua que de grasa, lo que a la larga es inútil porque cuando se vuelve a comer con normalidad se recupera. Es como con los diuréticos, se va mucho al baño por el contenido en agua y fibra, pero realmente la pérdida de peso se puede deber a deshidratación».

¿Cómo reacciona nuestro cuerpo si abusamos del consumo de estos batidos? «La deshidratación provoca las cefaleas, como la resaca, se debe a una pérdida de agua en proporción mayor a la que se ha consumido».

Además, al estar compuestas de azúcares simples y 90-95% de agua «provocan subidas en el índice glucémico (contenido de glucosa en sangre) ya que los azúcares simples son absorbidos con mayor velocidad, algo que con los años provoca diabetes del tipo II» afirma Martínez Erro.

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Pero con esto no os estoy diciendo que le pongáis una cruz a la fruta. Como complemento de una alimentación sana es más que recomendable ya que cubren las necesidades de micronutrientes: «Es cierto que los zumos de frutas contienen las propiedades de las piezas de frutas que se añaden sin pérdidas de valor nutricional significantes, y son ricas en antioxidantes, agentes fitoquímicos, fibra como ya he dicho, que se relacionan todos con la menor frecuencia de aparición de problemas de salud, pero la fruta madura no contiene hidratos de carbono complejos como el almidón, sino azúcares simples».

Lo más recomendable, si queremos tomarlos, es tener al lado un buen filete de ternera (o algún otro alimento que cubra la demanda proteica): «al ser hidrato no digerible promueve la saciedad y regula la motilidad gastrointestinal, eliminación de colesterol y sales biliares…». Para cuidar el índice glucémico, frutas como «el plátano, las naranjas, la manzana, el melocotón o el pomelo tienen un índice glucémico moderado» dice Martínez Erro.

Podrán ser muy buenos, pero por propia experiencia os aseguro que los detox no están ricos. Se beben, pero entre el intenso sabor y las fibrillas que te puedes encontrar, te da la sensación de haberte tumbado en un prado y estar lamiendo el césped. Si aún así estás decidido a probarlo, puedes hacerte un zumo detox siguiendo esta receta

-media bolsa de espinacas
-4 hojas de lechuga iceberg
-medio tallo de apio
-1 manzana
-1 pera

Una alfombra roja futurista en la Gala Met 2016

(Antes de ser fashion blogger solo me enteraba de los saraos que tenían lugar al otro lado del charco cuando me compraba la revista de prensa rosa de turno. Ahora no, ahora basta que monten un photocall en cualquier parte para que os haga un post sobre lo que llevan las invitadas.)

Este lunes tuvo lugar en el Museo Metropolitano de Arte (Met) la gala con el mismo nombre, organizada por Anna Wintour, que es el pistoletazo de salida a la exposición de primavera de este año: Manus x Machina. La gracia de esta fiesta en particular es que la temática debe ser acorde a la exposición, por lo que suele ser una mezcla entre alta costura y disfraces de carnaval. El tema de este año, o La moda en la era de la tecnología, nos ha dejado una alfombra roja que parece salida de las siete entregas de Star Wars.

Las que mejor representaron el dresscode Manus x Machina fueron Karolina Kurkova con su vestido cognitivo, y es que llevar una prenda que reaccionaba a los tuits le da, sin ninguna duda, el premio de la personificación del espíritu de la gala, al igual que a Claire Danes cuyo vestido se iluminaba; la cantante Lady Gaga que fue vestida de Lady Gaga (no olvidemos que lleva varias alfombras muy elegante pero alejada de su esencia) optando por un corsé futurista en plateados y Jourdan Dunn que llevó el tono del vestido hasta en la melena.

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De los metalizados que pasaron por las escaleras del Met, fue el plata el que más triunfó entre las invitadas: desde un estilo más bohemio como el de Poppy Delevingne hasta la armadura quijotesca con la que se presentó Kim Kardashian (que por cierto, está casi irreconocible con tanta ropa puesta. Sin las tetas al aire he tardado un rato en darme cuenta de que era ella). Aunque no todos las elecciones de las invitadas son santo de mi devoción, y esto va por ti, Rita Ora y por tu naked dress de hace ya dos temporadas, los diseños plateados pasaron el corte.

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Los vestidos en dorado que llevaron Lily Aldridge, Rachel McAdams, Jemima Kirke o Zendaya brillaron algo menos ante los flashes. Sí, me estoy refiriendo en concreto al de Rachel McAdams, que parece alta costura de Desigual y no me lo pondría ni para destrozarlo en una carrera de barro. Aunque el vestido dorado de Zendaya con un brazo al aire es para mí el mejor de esta categoría, no sé en qué andaba pensando la cantante cuando se le ocurrió la idea de combinarlo con la melena que llevaba Ringo Starr en 1960.

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¿Conoces a la típica novia que se compra el vestido para la boda pensando «Seguro que en alguna fiesta me lo puedo volver a poner»? Pues así debieron de pensar Jennifer Hudson o Lorde, aunque la cantante se puso en el último momento una especie de escayola en el brazo para darle un toque más informal.

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El color favorito por excelencia de las alfombras rojas también tuvo varias adeptas. Bella Hadid, Alexa Chung, Chloë Grace Moretz, Nicole Kidman, Brie Larson o Naomi Campbell apostaron por el color de la elegancia con un toque estelar. Mientras que Bella Hadid fue la más clásica con el rollo Hollywood de su vestido, las demás optaron por brillos plateados que le dieran algo de vidilla al negro.

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Beyoncé, Gigi Hadid, la princesa Charlotte de Monaco, Demi Lovato, Jessica Chastain y Lupita-apellido impronunciable-Nyong’o fueron las encargadas de ponerle un toque de color a la gala. Bueno, la princesa Charlotte, en concreto se los puso todos, no fuera a ser que pecara de ir poco colorida. Un puntazo también fue el recogido de la actriz de 12 años de esclavitud que parece salido de una película de ciencia ficción. No sé cuántas horas de peluquería hay detrás pero, después de ver el pelo de Zendaya, solo puedo decir que merecieron la pena.

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En toda fiesta siempre encontramos a la típica persona que pasa del tema, en el caso de anoche fueron Blake Lively, Katy Perry, Dakota Johnson y Emma Roberts las que decidieron que eran «Too cool for school» y que independientemente de la temática, se iban a poner el vestido que quisieran. Por sus vestidos podría parecer que nos encontramos en la gala Met de la primavera, la de Asia, la espacial o la geométrica, pero de moda y tecnología como que no tienen mucha pinta. Pertenecerían al grupo de, como lo definió una amiga, «Yo solo vengo por la fiesta de después».

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Aunque centradas en el tema de la gala, muchas de las invitadas pasaron sin pena ni gloria por las prestigiosa fiesta de la Wintour. La espalda del vestido de Emily Ratajkowski (conocida por ser la modelo que sale en topless junto a Kim Kardashian en una de sus fotos de Instagram) queda como cuando sales de la ducha y te enrollas la toalla en la cintura. Lo bien que está la chica y el flaco favor que le hace la falda. Sarah Jessica Parker, que el año pasado llevó uno de los diseños más comentados, optó por americana y piratas. PIRATAS en la Gala Met. Aún no me explico como Anna Wintour no se desmayó. Bueno sí, porque iba en un Chanel y como que desmayarte en un Chanel de alta costura no es plan, no vaya a ser que se quede con alguna arruga. El futurismo dominatrix de la co-anfitriona Taylor Swift (que tiene narices que encima eres la co-anfitriona, que es como ser la madrina en una boda) me parece que no hay por dónde cogerlo mientras que su amiguísima Selena Gómez apañó con un vestido veraniego al que le puso una especie de sujetador-yelmo por encima. A ver, sí, por poder, puedes combinarlo, otra cosa es que tenga el más mínimo sentido y quede bien la mezcla. Adriana Lima me parece que se despistó de camino a su fiesta de disfraces de Criadas y Señoras mientras que la elección de Emma Watson me ha hecho replantearme seriamente si su estilista es una persona con ojos en la cara o si la han vestido a oscuras en el showroom.

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Y para acabar, las que se han caído con todo el equipo y han conseguido entrar a la fiesta porque tenían invitación o estarían en listas, que sino los ‘puertas’ las habrían mandado a la calle. Para compensar la cantidad de ropa sobre el cuerpo de Kim Kardashian, Madonna fue medio desnuda (no desnuda del todo porque sino nos escandalizaríamos, así que se puso una gasilla negra de encaje que cubría su ropa interior). Irina Shayk se enfundó un extraño vestido azul que no sé qué perturbada mente se atrevió a diseñar. En esta vida hay que tener valor para subirse a una montaña rusa o para hacer puenting, pero nada comparado al que hay que tener para hacer ese vestido y dormir tranquilo por las noches. Zoe Kravitz, que no tenía mala pinta con su tocado de Catwoman, fracasa estrepitosamente con los pliegues de la espalda de su vestido, que le hacen parecer la versión chic de una mosca. Por último, Nicki Minaj, que, como Lady Gaga, fue vestida de sí misma, se puso un vestido con más hebillas que una película porno de bondage.

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Resiliencia. Capítulo 15: Tú tienes la culpa

Cuando dos personas se encuentran pueden pasar varias cosas: todo o nada.

Y después está esta historia.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan
Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos
Capítulo 9: Todo contigo
Capítulo 10: Lo que te mereces
Capítulo 11: No deberían hacerte llorar
Capítulo 12: Jugando las cartas
Capítulo 13: Hacer sangre
Capítulo 14: Madrid me mata

Capítulo 15: Tú tienes la culpa

Desde que habían empezado a salir, Mia no había oído  al chico hablar apenas de su grupo de rock. Andrés argumentaba que aquello era algo que hacía con sus amigos por diversión y que, últimamente, no había ratos más llenos de ella que los que pasaba con la chica. Mia hacía como que se creía la excusa, cuando sabía que lo que no quería Andrés era un motivo para dejarla sola, fuera de su estrecha vigilancia.

Fue por eso por lo que le sorprendió que el chico la invitara aquel fin de semana a un concierto que iban a dar en un local de su antiguo barrio en Getafe. La petición de Andrés había sido urgente, «Necesito que estés ahí, caramelo», por lo que Mia aceptó a regañadientes pensando en la cercanía de sus exámenes de junio y en lo atrasada que iba con el temario desde que tenía que dedicarle las tardes al bufete de abogados.

No había entrado al local y ya se sentía fuera de lugar. Inés se había negado a acompañarla haciendo gala de una compromiso con sus estudios que le había faltado a ella, por lo que no le había quedado otra que ir sola. La mayoría de los asistentes se conocían entre ellos y habían formado un tapón en la entrada del local. Mia atravesó a la gente como pudo y se apresuró para coger sitio en un lateral apartado del escenario. El poder de convocatoria del grupo era algo incuestionable. El público estaba formado por gente de todas las edades, desde chicas con pinta de recién llegadas a los dieciocho hasta alguno rondando los cincuenta, que o bien era un amante del rock, o era padre de alguno de los integrantes.

La mirada de Mia vagaba recorriendo cada esquina del local hasta que se topó con unas chicas que la miraban fijamente. Una de ellas, la más bajita, la observaba con gesto hosco. No entendía a qué venía esa hostilidad cuando no la conocía de nada. Estaba a punto de escribir a Andrés cuando las luces se atenuaron y los primeros acordes de Sweet Child of Mine llenaron el poco espacio que quedaba en la sala. Andrés, en el centro del escenario, era el Axl Rose de su banda. Mia, que hasta ese momento no le había escuchado cantar, se quedó anonadada.

El chico escalaba por las notas con una facilidad innata mientras sus manos recorrían el mástil de la guitarra incansablemente, con una pasión que casi le hacía tener envidia de que fuera el instrumento y no su cuerpo lo que se encontrara entre sus manos. Después de Guns´n Roses llegaron Bon Jovi, Led Zeppelin, Kiss, Nirvana y hasta los Rolling Stones. Mia se dejó llevar por la música mientras sacudía la cabeza y se dejaba embriagar con los ojos cerrados. En aquel momento apenas recordaba que estaba sola, solo podía pensar en lo que le gustaba la música acompañada de la voz de Andrés. Cuando la banda se tomó unos minutos de descanso lamentó que el espectáculo parara.

-Eres la nueva novia de Andrés, ¿no?- La chica bajita que no le había quitado ojo al entrar se encontraba pegada a ella. Su tono de voz no le agradó lo más mínimo, además de que la consideraba una maleducada por hablarle así sin tan siquiera conocerse. Mia bajó la cabeza para mirarla a los ojos mientras le contestaba.

-¿Y a ti qué más te da?

-A mi me da igual, pero deberías saber que te la está pegando conmigo.

Mia se quedó muda mientras sentía que el suelo desaparecía bajo sus pies. Aquello le resultaba no difícil, sino prácticamente imposible de creer. Aún incrédula observó cómo la chica se sacaba un móvil del bolsillo y le enseñaba una foto de Andrés de espaldas cogiendo su cazadora del suelo. La fecha no engañaba, aquello había pasado hace dos días.

-No te preocupes. Os pasa a todas. Os dice que lo vuestro es algo especial que ha planeado el universo y después viene a verme por las tardes.

Mia la miró con repulsión mientras una parte de ella se negaba a creerla.

-Serás muy guapa y todo lo que tú quieras, pero de poco te sirve si busca en otras camas lo que no le das en la tuya. Y por cierto, disfruta de Across the Universe, es la canción que siempre os dedica a todas cuando el concierto va a acabar.

Dicho eso, se alejó con suficiencia dejando a su espalda el mismo resultado que si hubiera lanzado una bomba atómica. Mia se encontraba desencajada cuando Andrés salió del camerino para preguntarle si le estaba gustando el espectáculo.

-Todo genial hasta que esa enana ha venido a decirme que es la otra.- Andrés miró hacia donde Mia señalaba y se echó a reír a carcajadas.

-Mia, esa es Miriam, mi ex novia.

-¿Y qué hace aquí?

-La ha invitado el batería. Ha estado un rato en el camerino cotilleando lo que íbamos a cantar durante el concierto. No sé qué más te habrá dicho pero hazme caso, no puedes creer de ella una sola palabra. Miente más que habla. Apuesto a que te ha dicho que estamos juntos.

-Me ha enseñado una foto de hace dos días en la que sales vistiéndote.

-Fui a su casa a por las cosas que me faltaban, no te dije nada porque no quería preocuparte. Confía en mí, entre Miriam y yo no hay nada. Está rabiosa porque rompí con ella cuando tenía las miras puestas en el altar.

-¿Ya tenía en mente que os casarais? Pero, ¿cuántos años tiene?

-Los que yo, 28.

-Joder, pues es un poco mayorcita para hacer estas cosas.

-Miriam es capaz de hacer o decir lo que sea con tal de hacer daño. Es una amargada y de la gente amargada solo salen cosas malas.

-Ya decía yo que tenía cara de hija de puta- dijo Mia mientras se relajaba. Por un momento hasta sintió pena de que una mujer que casi rondaba la treintena se hubiera rebajado tanto. Pensó hasta en contestarla, pero le parecía degradarse y entrar en un juego en el que se veía demasiado madura como para formar parte. Andrés se despidió de ella y corrió de nuevo al escenario.

Su visita había servido para liberar tensiones y Mia se sintió hasta tentada de lanzarle una sonrisa a la ex novia de Andrés, que seguía mirándola fijamente. Pero, ¿para qué? Se encontraba disfrutando de algunas de sus canciones favoritas de la boca de su novio. No necesitaba más. Había aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas y a exprimirlas al máximo. Era feliz sin más. Y nadie, y menos una amargada con cara de mala uva, iba a cambiarlo.

Cuando ya se aproximaban al final del concierto, Andrés esperó a que terminaran los aplausos del último tema.

-Me gustaría dedicar la última canción a la persona más especial que he tenido la suerte de encontrar en mi vida. No decidimos de quién nos enamoramos, pero decidimos qué camino tomar para poder estar con esa persona. El nuestro no ha sido fácil, pero no cambiaría ni un solo paso. Por ti, Mia, que lo único que quiero, es que lo seas hasta el fin de mis días.

Andrés tomó asiento en una banqueta y rasgando con delicadeza las cuerdas de la guitarra empezó a cantar aquel tema que poco tiempo antes, había sido una excusa para dejar en manos del azar, si volvían o no a encontrarse. Mia notó cómo se le erizaba cada pelo de la piel según Andrés cantaba. No sabía si era su voz, el escenario o que todo el mundo parecía igual de ensimismado que ella, pero el chico le parecía mágico.

Un golpecito en el hombro le hizo volver a la realidad. Un chico más o menos de su edad se encontraba frente a ella sonriéndola.

-¿Qué tal? Soy…- el chico se presentó dándole dos besos mientras Mia trataba de ocultar su enfado porque la hubieran interrumpido en plena canción-. No quiero molestarte, solo quería dejarte mi número. Te llevo viendo un rato y bueno… Me gustaría conocerte algo más, así que si quieres háblame por ahí.

El chico parecía bastante cortado por lo que Mia cogió el número y lo tiró al suelo nada más ver que se giraba y volvía con sus amigos. Afortunadamente aún quedaba un poco de canción, por lo que pudo disfrutar por unos instantes más de la voz de Andrés. Cuando el chico acabó, aplaudió con ganas. Nada podría empañar aquella noche tan perfecta.

-¿Se puede saber qué hacías cogiendo el número de ese tío?

Andrés no había dejado ni que Mia le saludara para empezar a increparla en el propio escenario.

-Nada más cogerlo lo he tirado.- se justificó ella presintiendo que se avecinaba tormenta. Qué breve había sido la calma. El chico la agarró y la sacó a través del camerino por la puerta de atrás del local. Una vez fuera sin soltarla le sacudió del brazo

-No es que lo tires, es el hecho de que se lo cojas dando a entender que estás interesada.-Andrés empezaba a alzar la voz por momentos. Mia intentó soltarse, pero el chico no tenía intención de dejar de hacer fuerza.

-Lo he cogido para no hacerle sentir mal rechazándole. Era tan fácil como luego tirar el número.

-Pues yo no te he visto tirarlo. ¡De hecho me juego lo que quieras a que te lo has guardado para hablarle más tarde!

-Estás flipando. Te estoy diciendo que no me lo he guardado, lo he tirado al suelo.

-¿Ah sí? Pues venga, vamos a buscarlo, así me demostrarás que dices la verdad.

-¡No!- por primera vez Mia se negó enfrentándose a él- ¡Andrés, estás paranoico! Tienes que parar, me estás montando un numerazo por nada.

-¿Por nada? ¿Te meten fichas en mi cara, no haces nada para cortarlo y soy yo el que monta un número por nada?

El chico alzó el brazo y Mia se pegó contra la pared del local. Era imposible que Andrés fuera a golpearla. Aquello no podía estar pasando, pensó mientras cerraba los ojos con fuerza. Andrés pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo y bajó el brazo.

-No te voy a pegar, porque te quiero demasiado- Mia suspiró tranquila y volvió a abrirlos-. Pero me voy a pegar a mí, necesito sacarme esta rabia.

Mia incrédula vio como su novio empezaba a darse puñetazos en la cara sin parar. Le parecía una situación tan surrealista que casi se preguntó si no estaría en una pesadilla. Pidiéndole a gritos que parará observó impotente como Andrés seguía hundiendo sin cesar el puño en su mandíbula.

Mia se dejó resbalar por la pared y se abrazó las rodillas hundiendo la cara entre las piernas. Andrés paró y alzó la cara de la chica para que le mirara a los ojos. Por la boca le resbalaban varios hilos rojos que goteaban por su cuello manchando su camiseta. Andrés escupió algo al suelo. En medio de la sangre se encontraba una muela.

-Tú tienes la culpa de esto.

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