Cada vez creo en menos cosas Un foro para pensar en lo divino y en lo humano

Archivo de agosto, 2007

El tomate de los Trillo-Figueroa

Confieso mi pecado: cuando leí que el abogado de El Solitario, el atracador más buscado por la policía española, se apellidaba Trillo-Figueroa Martínez-Conde, con dos guiones y un palito, como el miembro del Opus Dei Federico Trillo, el que fue ministro de Defensa con Aznar, héroe de Perejil y gran embustero del caso Yak-42, cuando vi apellidos tan principales envueltos en la bufonada de rueda de prensa que se montó con su defendido (lo tiene claro, el pobre atracador), confieso que me abalancé a Google para buscar carnaza, como una maruja cualquiera de la información.

Y vaya si la encontré. Se llama José Mariano, es el séptimo de la familia, y parece ser la oveja descarriada en una familia de tanta alcurnia y guiones enlazados. Le apasiona salir en las salsas rosas y los tomates de la televisión, fue abogado defensor de la parricida de Santomera, La Paquita, defensor del no menos controvertido abogado Emilio Rodríguez Menéndez, defendió al Dioni, a la Dulce Neus y a procesados por el GAL. Estuvo implicado en la grabación y difusión del video sexual de Pedro Jota, y se pasó seis años en la cárcel por asuntos de consumo de heroina, a la que estuvo enganchado al menos 17 años, según confesión propia. Una joya de chico.

Anteayer montó una rueda de prensa para afirmar que su defendido atracaba bancos “para liberar al pueblo español” de los atracos de los propios bancos. Los periodistas se quedaron con los ojos a cuadros ante la colosal bufonada del penúltimo de los Trillo-Figueroa Martínez-Conde, un tipo violento que en noviembre de 2002 entró en el colegio de Abogados de Madrid para pedir explicaciones por un expediente que se le había abierto, y acabó a tortas con los funcionarios.

Su espíritu violento lo cultivó, al parecer en una célula de extrema derecha llamada “Línea de Ataque Nacional 20 N”, donde se manejaba con largueza la goma-2 y las pistolas. Es tan piadoso como su ilustre hermano, aunque al parecer no milita en el Opus Dei a pesar de que desde pequeño soñaba con ser Papa, nada menos. Dice que en la década de los 80 se presentó a los premios Planeta con una novela de título “La Biblia Segunda Parte” bajo el seudónimo, ¡cómo no!, de Santidad, y asegura que descubrió a dios en la cárcel. Buen sitio para encontrar a dios.

Como veis, queridos niños que leéis esta salsa rosa, nada que ver con la edificante vida de su hermano, el seguidor del santo Escrivá de Balaguer, porque el ex ministro es centrista, aunque de los de la extrema derecha de Aznar, y en vez de defender, como su hermano, a lo más folclórico de los delincuentes mediáticos, dedicó su vida entera a defender a todos los españoles de la invasión, por parte de las tropas marroquíes, de nuestro suelo patrio, en el episodio, ya histórico, de la isla de Perejil (“Al alba y con tiempo duro de levante…”). Y su actuación como ministro de Defensa en el caso del Yak-42 no es menos meritoria: los familiares de los militares muertos en aquel avión que jamás debió utilizarse para otra cosa que para transportar ganado le tienen todos los días en sus oraciones y se acuerdan mucho de su madre, la madre de ocho juguetones Trillo-Figueroa Martínez-Conde.

No sé por qué os traigo a colación la semblanza de ambas vidas paralelas. Porque, la verdad, bien mirado, no se parecen en nada.

No puede haber mayoría más simple que esta derecha de sacristía

Os escribo a las 12 del mediodía, las 11 en Canarias (¡llevaba años queriendo decir esto!). A las 5,30 de la tarde (las 4,30 en Canarias) se vota por segunda vez en el parlamento navarro la investidura de Miguel Sanz, de UPN (PP), como presidente de la comunidad. Ahora tan sólo se necesita la mayoría simple, y quizá pocas veces una mayoría haya sido tan simple como ésta que va a permitir que la derecha más ramplona, casposa y talibana de cuantas asuelan España gobierne una Comunidad Autónoma, contra el deseo claro de una mayoría de votantes, que no de políticos insensibles.

El estado de cabreo entre los que esta tarde deberán morderse la lengua en las filas socialistas, y abstenerse de votar, lo supongo a punto del estallido. La Comisión Ejecutiva Nacional de las Juventudes Socialistas de Navarra (JSN) ya presentó el jueves su dimisión en pleno por su desacuerdo con que desde el PSOE nacional se dicten las normas de juego. Para rematar el embrollo, Pepe Blanco, haciendo gala de una sensibilidad exquisita, entró ayer como elefante en la cacharrería de su cantera política, haciendo amigos entre los jóvenes, y dijo algo así como que la oposición de las juventudes de su partido es algo irrelevante. Vamos, cosas de niños, jovenzuelos que no pueden entender, debido a su corta experiencia, la política de altos vuelos que se cuece en Madrid.

La mayoría simple consiste en tener más votos a favor que en contra, por lo que es necesaria la abstención de los socialistas para que la rancia derecha de sacristía de UPN retome el poder en Navarra. Y yo me pregunto a las 12 del mediodía (las 11 en Canarias): ¿Qué pasaría si esta tarde un “tamayazo” de unos cuantos miembros del PSN rebeldes pararan el juego, votaran no, y obligaran a convocar de nuevo elecciones? ¿No creéis que sería un gesto de dignidad política, de la que tan escasos andamos últimamente?

Esta tarde (esta mañana, en Canarias) nos vemos.

Un crédito hipotecario ha de helarte el corazón

Pues no. Lo problemas no están de veraneo. Están de veraneo los problemas inventados por ZARA (Zaplana, Aznar, Rajoy, Acebes), pues los verdaderos, los cortes de electricidad, caos en aeropuertos y trenes, los atascos kilométricos en autovías, las inundaciones que dejan sin hogar a cientos de familias, los millones de topillos comiéndose las cosechas, la rebelión de las juventudes socialistas en Navarra, todos esos han arruinado el veraneo de un Zapatero que se relamía con la posibilidad de que el IPC de julio resultara el mejor desde hace muchos años.

Unos de los miembros de RAZA (Rajoy, Acebes, Zaplana, Aznar), el Acebes que nunca duerme, se dolía ayer de que Zapatero continuase de vacaciones, con la que está cayendo. Tal es la costumbre de AZAR (Aznar, Zaplana, Acebes, Rajoy) de asustar con el lobo, que cuando el lobo se acerca el pastorcillo Zapatero se queda haciendo fotos a los linces en su refugio de Doñana.

Y todo ello, con una amenaza que se nos viene encima. Porque, de verdad, donde se está formando una marejada que puede llegar a nuestras costas en forma de galerna es en la bolsa de Nueva York, en Wall Street, donde una crisis hipotecaria de dimensiones preocupantes amenaza con inundar las bolsas europeas como un tsunami con epicentro a 6.000 kilómetros. A ver si os suena: IG, la mayor aseguradora del mundo, espera a corto plazo un aumento de las deudas morosas e impagadas en el mercado inmobiliario, lo que está obligando a movimientos en los mercados centrales para mitigar los efectos.

El Banco Central Europeo (BCE), por ejemplo, adjudicó en una subasta de financiación rápida, llamada de “ajuste fino” (el menos fino de su historia), 94.841 millones de euros, casi 25.000 millones de euros más que los inyectados el 12 de septiembre de 2001, un día después de los atentados de Nueva York. Y si hay un referente de catástrofe a nivel mundial en nuestra historia reciente ese es el derrumbe de las torres gemelas, lo que me hace pensar qué catástrofes no estarán pasando por la cabeza de los banqueros ante la continua presión de clientes que no pueden hacer frente a la subida de los créditos. Al menos, los principales analistas del mercado financiero norteamericano auguran que los tipos de interés de los créditos hipotecarios subirán con tanta fuerza que se teme que en los próximos meses se desencadene una nueva ola (también de tsunami) de tomas de posesión de viviendas por parte de los prestamistas.

Y lo que le sobra a los prestamistas, a los bancos y cajas de ahorro, son inmuebles. Las entidades financieras llevan camino de convertirse en los más importantes propietarios inmobiliarios, en los caseros universales. No quieren clientes morosos, pero tampoco quieren más casas porque no saben qué hacer con todas las que han pasado ya a sus manos en los últimos años. No sé si toda esta perspectiva hará bajar el consumo de gambas a la plancha en los chiringuitos playeros. O quizá no. Porque lo bueno de las vacaciones es que los problemas reales, acunados en una reparadora siesta, se aparcan para la vuelta.

Así que, carpe diem en el limbo estival, porque a la vuelta de las vacaciones, españolito que vienes al mundo real, tu crédito hipotecario ha de helarte el corazón.

Problemas de vacaciones

Ayer, Juan José Millás contaba en el diario El País lo que le estaba ocurriendo con el ruido que suele acompañar a ZARA (Zaplana, Acebes, Rajoy y Aznar) en los telediarios y noticiarios de la radio: le recordaba el motor de la nevera, que hasta que no para su runrún no te das cuenta de lo molesto que es. Esto le ocurre, quizá, porque él utiliza sólo la cocina para desayunarse. Pero para los que cocinamos a diario, la imagen que mejor funciona es la del extractor de humos, que hasta que no lo apagas no eres consciente del infierno de ruido que estás soportando.

Es lo mejor de las vacaciones: las propias vacaciones de los crispadores, aunque no se sabe muy bien si porque sus obsesiones se diluyen en la modorra de la siesta estival, quizá ayudada por la pasión, como en el caso del hombrecillo insufrible, por el tinto de la Ribera del Duero, o si porque han llegado a la conclusión de que un país en pantalón corto y cámara digital en ristre no está en la mejor situación mental para soportar a los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Cierto es que hay que mantener una llamita, para demostrar que están vigilantes, como la lucecita de El Pardo en tiempos del asesino. Es una llama azul, como la del mechero de butano, azul por su aspecto noble, inocente, como una becaria del PP al mando de la crispación mientras el músculo de sus jefes duerme y la pasión descansa. La llamita se llama Soraya Sáenz de Santamaría, y es la secretaria de Política Autonómica del PP, y ayer, también salió al paso de las declaraciones del ex presidente González sobre la “regresión” del PP en su labor de oposición durante esta legislatura. Dijo que las críticas de González están “fuera de tiempo”; vamos, como si fueran batallitas del abuelete.

Lo cierto es que Felipe González había dicho verdades como puños de hierro, refiriéndose al asunto estrella de la oposición, que quisiera recordaros.

Es asombroso que haya tanto ruido con el problema de ETA cuando tenemos una amenaza más importante en esa materia. Yo he gobernado con cincuenta muertos de ETA, y Adolfo Suárez, con setenta y con ochenta. Y resulta que entonces parecía que ETA tenía menos importancia que la que hoy le atribuyen, cuando ahora está muy debilitada, aunque pueda matar, ¡eh!, que eso lo digo por propia experiencia, que en algún momento puede matar. Pero ETA está derrotada. Y la cuestión está clara: ¿por qué es más importante ETA ahora que está derrotada que hace veinticinco años, cuando secuestraba y mataba en la dimensión que todos hemos conocido? ¡Es que no es verdad, ETA, no es más importante ahora! ¡Es una manipulación política irresponsable! Pero aún es más ofensivo que haya gente que diga que es “un milagro” que se detenga a los terroristas de ETA. Porque yo que he estado en la sala de máquinas, igual que estuvo, por cierto, quien dice ahora esa barbaridad, sé que el mundo de los milagros pertenece a quienes se oponen a la educación para la ciudadanía. Lo que se está produciendo no es un milagro, sino el resultado de la eficacia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Esto es lo que me turba de nuestra situación política: que estamos viviendo de falsos problemas.

Es una maravilla que los problemas ficticios se tomen también sus vacaciones. Yo, que trabajé en la primera línea de diarios y telediarios, sé de la angustia que produce la sequía política, siempre soñando (sólo un ser carroñero, no menos que un político en la oposición, como un periodista, podía desearlo) con una desgracia de las de verdad, de esas que te salvan una edición o los telediarios de toda una jornada, sin pensar que hay vidas humanas por medio. Porque la renuncia de Puras, por ejemplo, en el PSN, que en el mes de mayo hubiera supuesto un terremoto (“El PECHOE che echtá dechmembrando”), ahora apenas llama nuestra atención.

Imaginaos la cara indescriptible (por lo tanto, no os la puedo describir) de los cuatro veraneantes del grupo ZARA, en bañador, con una cervecita fría bajo la sombrilla, viendo en lontananza cómo un petrolero va desapareciendo ante sus narices, engullido por la mar salada, o bien cómo estalla una bomba de ETA escondida en una papelera playera. Ese sí sería un veraneo, y no esta falta ensordecedora de runrún que le da un aspecto de parque temático a esta España de vacaciones.

Y que dios no me oiga. No jodamos.

Un pueblo que habla en cursiva

Las lenguas son para entenderse. O no. Nacieron para entenderse, por supuesto, pero el ser humano inmediatamente le encontró otros usos. Por ejemplo, las lenguas, más que los genes y el color de la piel, han sido un instrumento secular para afianzar el ultranacionalismo, el patriotismo en su vertiente más radical, la más estúpida, que en lugar de servir para comunicarse cumple una función perversa de barrera de incomunicación.

El latín, por ejemplo, que antaño fue un elemento de cohesión de todo un imperio (y un arma de opresión contra las lenguas de los pueblos que iba conquistando) subsistió al cabo de los siglos refugiado en la Iglesia católica, y manteniendo simultáneamente ambas funciones: servía para que el clero de todo el orbe se entendiera en una sola lengua, y a su vez conservaba ante el pueblo ignorante el misterio de las palabras mágicas que sólo los iniciados comprendían: una lengua para que no se entendiera. Hasta que llegó el Vaticano II y mandó a parar.

Por eso Ratzinger, en su intento de reforzar el centralismo vaticano comenzado ya por Pío XI, y considerar un paréntesis incómodo el concilio iniciado por Juan XXIII, expresando ya sin disimulo que su reino sí es de este mundo, ha dejado las manos libres a los curas que quieran volver al anterior rito de la misa, en latín, y de espaldas (en todos los sentidos de la palabra) al pueblo. El Vaticano es el imperio de las conciencias, y las lenguas vernáculas se parecen peligrosamente a eso que llaman democracia, su secular enemigo, tan del disgusto de la Iglesia, en la que ni el Papa es elegido democráticamente, pues el cónclave no es otra cosa que el instrumento del Espíritu Santo para designar al sucesor de Pedro. Nombrado a dedo, como hizo Aznar con Rajoy.

Los nacionalismos son sentimientos primarios, tribales casi, que en el siglo XXI hay que saber dosificar si no queremos caer en el ridículo. En Galicia, por ejemplo, cuando se estableció la España de las autonomías, oír a Fraga Iribarne hablar en gallego (ya era jodido entenderle en castellano) era algo tan extraño como oír hablar en catalán en la intimidad al hombrecillo insufrible. Parecía un disparate, porque Fraga era, en el inconsciente colectivo, el último reducto en activo de un político al servicio del régimen franquista, es decir, de un acendrado nacionalismo españolista que en Galicia sólo utilizaba la lengua vernácula para dirigirse a los criados y al ganado.

Con la autonomía política asentada, Galicia se vio en la necesidad de normalizar una lengua que había sido devastada por el castellano en todos los estamentos sociales, y que resistía en el habla de los paisanos en pequeños reinos de taifas lingüísticos. Y entre otras cosas, la normalización trajo que los documentos oficiales debían estar traducidos a las dos lenguas, como ocurre, por cierto, en las demás comunidades autónomas con idioma propio. De esta manera, los bares y restaurantes se han llenado de carteles que prohíben fumar en los dos idiomas, en letra común el aviso en castellano, y en cursiva el gallego. Lógico. Así, cuando los ciudadanos quieren leer la nota oficial en gallego, se van directamente a la cursiva. “Prohibido fumar, prohibido fumar”. Toda Galicia está empapelada con este doble cartel porque alguien debió de pensar que si un fumador despistado lee “prohibido fumar”, sin la cursiva, podría entender sabe dios qué, que alguien vendía un caniche a buen precio o que anunciaba las fiestas del pueblo.

Cuando los nacionalismos pierden las riendas del sentido común, ocurre como en Rusia, que plantan una bandera nacional debajo del casquete polar, para que si te pasas de impulso buceando en tus vacaciones veraniegas y tropiezas con la bandera rusa bajo las frías aguas del Ártico, sepas inmediatamente que estás invadiendo territorio ajeno.

O bien, como les ha ocurrido a un grupo ultranacionalista catalán, autodenominado Bandera Negra, que ha derribado el único toro de Osborne que quedaba en Cataluña por considerarlo un símbolo del imperialismo españolista. Es lo que tiene la exacerbación del nacionalismo, que en dosis excesivas afecta al sistema neuronal provocando unos síntomas terribles, entre los que se encuentra la pérdida absoluta del sentido del ridículo. Para Bandera Negra, “cada vez que un símbolo español sea alzado, será abatido sin contemplaciones por los patriotas catalanes como muestra de nuestra voluntad irreductible de defender a ultranza nuestros derechos nacionales”.

No sé si son unos imbéciles de baba o unos cachondos provocadores que se están quedando con nosotros, imitando hasta en el lenguaje a los “irreductibles” galos de Asterix. Lo que sí sé es que parece un nacionalismo de cómic.

Carmen Hermosín y los hermanos Marx

Llevaba dos días pendiente de saber cómo se desarrollaba el culebrón del desgobierno de Navarra. Y creo que se ha solucionado de la peor manera de las posibles. Al fin acabamos de saber que la dirección nacional del PSOE desautoriza los acuerdos alcanzados por el PSN con Nafarroa Bai e Izquierda Unida. De esta manera vamos a asistir a la mascarada de un gobierno de UPN (o sea PP) gracias al voto en blanco (de Pepiño Blanco, se entiende) del PSOE en la investidura, un gobierno que no podrá sacar adelante ninguna iniciativa parlamentaria digna de consideración. Navarra entra, pues, en el congelador hasta las próximas elecciones generales.

Las razones las sabemos todos. El PSOE no quiere dar de comer a la derecha con el asunto de Navarra durante los próximos meses, y prefiere que salga reforzada la imagen del Partido Popular antes que exponerse a la tortura del goteo diario de acusaciones y mentiras sobre pactos secretos de los socialistas con los terroristas.

Creo que a estas alturas es absurdo. Primero, porque esa cantinela del PP sólo se la creen sus fieles. Ni uno más. Luego llueve sobre mojado. Y segundo, porque la derecha va a seguir utilizando esa mentira, gobierne o no UPN, pues le sirve como pegamento de cohesión. Es una presa que los populares ni borrachos piensan soltar. Porque si algo han aprendido a lo largo de esta legislatura es que el tejido de falsedades urdidas por sus estrategas (España se desmembra, la familia se rompe, los socialistas venden Navarra a ETA, vuelve el paro y la corrupción…) no sirve para recabar votos pero sí sirve para no perderlos. Y eso, para los cadáveres políticos que gobiernan el Partido Popular es todo un tesoro a conservar… como buenos conservadores.

Así que las razones esgrimidas por el PSOE son peligrosas, porque no hacen más que reconocer el enorme poder mediático de la derecha, y porque suponen la confesión de que su oposición a un gobierno con la izquierda y los nacionalistas está dictada más por razones estratégicas de partido que por velar por los intereses de los ciudadanos que se decantaron en las urnas por una opción mayoritaria de progreso.

Carmen Hermosín, responsable de Política Autonómica de ese partido, lo dijo con palabras robadas a los hermanos Marx: “Es mejor hacer una oposición fuerte y útil (en Navarra) que formar un Gobierno difícil de explicar”. ¿De explicar a quién? ¿A los ciudadanos en general? ¿A los votantes del PSOE? ¿O, como me estoy imaginando, a los votantes del PP?

Lo que sí va a ser difícil de explicar es que durante siete u ocho meses gobierne Navarra, gracias a sus votos en blanco, la derecha en su versión más cavernaria, Esperanza Aguirre aparte. Y todavía va a ser más difícil cuando, pasadas las elecciones generales, al fin el PSOE encuentre milagrosamente las razones para una moción de censura que haga posible la formación de “un gobierno fácil de explicar”.