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¿Cómo reaccionarían los hombres si tuvieran contracciones de parto?

Un amigo me hace llegar un vídeo que ya tiene unos nueve meses con la reacción de dos hombres sometidos a las contracciones de un parto mediante una especie de arneses abdominales que les arreaban descargas regulares.

Tras verlo indagué un poco y me encontré con otro «experimento» prácticamente idéntico de hace un año. Debe ser una moda. ¿Algún voluntario por ahí para hacer la versión española? Se lo he planteado al amigo que me mostró el vídeo pero no está por la labor (obviamente, es un tipo cuerdo).

 

Sinceramente, no sé hasta qué punto creerme esto. Me inclino a que sea entre poco y muy poco. Me parece imposible reproducir un trabajo de parto de manera artificial y hay que tener en cuenta que la experiencia difiere muchísimo de mujer a mujer.

No veo cómo es posible simular las contracciones del útero en seres humanos sin útero, no siempre el parto supone dolor, o al menos no tanto, no siempre está localizado en el mismo sitio.

No me gusta además que transmite la idea de que el parto es un trance dolorosísimo e imposible de aguantar cuando no es necesariamente cierto. Yo lo recuerdo más agotador que doloroso. De hecho recuerdo que mi matrona nos contó que la traducción de la Biblia de «parirás con dolor» que le adjudicaron a Eva no estaba bien hecha, que en realidad decía «parirás con esfuerzo». Y luego está lo de las profecías autocumplidas: si vas pensando que algo dolerá mucho, así será.

Tampoco me gusta que transmita otra idea: que los hombres son unos blandos incapaces de aguantar lo que nosotras. Es algo que se dice mucho coloquialmente y no es cierto. Ellos también aguantan lo suyo cuando no les queda más remedio. Mi padre y su periplo hospitalario, sin ir más lejos, es un magnífico ejemplo.

Así que quedémonos con las risas y no saquemos demasiadas conclusiones.

¡Buen fin de semana!

¿Serías capaz de quedarte en manga corta en pleno invierno noruego por dar tu abrigo a un niño con frío?

oslo¿Qué harías si ves a un niño pasando frío? ¿Serías capaz de quedarte en manga corta en pleno invierno noruego por darle tu abrigo?

Aldeas Infantiles SOS de Noruega ha hecho un vídeo con cámara oculta en plan experimento sociológico para comprobarlo. Hay de todo como era de esperar: gente que pasa olímpicamente, gente que se interesa por el niño que tirita (al que supuestamente han robado la ropa de abrigo, todo un valiente) y le da unos guantes, o una bufanda, pero que se queda con su abrigo puesto. Y hay bastantes que se quitan su abrigo en pleno invierno noruego y se lo entregan, incluso aunque eso suponga quedarse en manga corta.

Imagino que es difícil saber qué haríais. Habrá algunos que tengan claro que ellos no se quitan nada y que lo haga otro más joven, más gordo o más voluntarioso (lo reconozcan o no). Otros ofrecerán guantes, jerseis, bufandas… pero lo de verse en tirantes estando varios grados bajo cero ni de casualidad. Los habrá que sinceramente no lo sepan.

Lo que queda de manifiesto es que ese niño va a acabar recibiendo ayuda. Algo que no tienen tan claro los niños sirios que son sobre los que quiere concienciar esta campaña.

Yo os prometo que voy a ser sincera en mi respuesta. Lo primero que se me ocurrió al ver el vídeo fue compartir mi abrigo, no dárselo, pero sí intentar meternos los dos debajo, sentar al niño sobre mí con él abierto para darle además mi calor corporal y frotar esos bracitos que tiritaban. Me ha llamado la atención que en el vídeo nadie toca al niño para hacerle entrar en calor, nadie coge sus manitas congeladas entre las suyas, que creo que es el instinto primero de muchos ante el frío ajeno.

¿Casualidad? ¿Diferencias sociológicas con los altos y rubios descendientes de los vikingos?

El emocionante primer año de Ward Miles, un bebé prematuro

Hoy os traigo un vídeo emocionante, un vídeo que está siendo tremendamente viral, va camino de los 5 millones de reproducciones en Youtube sin contar las de Vimeo. Pero es mucho más que un vídeo con éxito, es la lucha de un bebé diminuto por salir adelante, es el regalo de un padre (Benjamin Scot Miller, fotógrafo profesional de bodas) a su mujer en su cumpleaños, es un sincero agradecimiento a todo el personal médico que ha hecho posible este milagro.

Ver este vídeo sin conmoverse es un reto imposible.

Hace exactamente diez días, el 17 de noviembre, se celebró el Día Internacional del Niño Prematuro, cuyo objetivo es concienciar sobre el problema de salud pública que supone el incremento de nacimientos prematuros y la importancia de los cuidados neonatales. Su número ha ido en aumento. En España han pasado del 4% de 1996 al 7% de 2006, por lo visto debido al retraso de la maternidad y la reproducción asistida. Calculan que uno de cada trece niños que nace en España es prematuro, más de 30.000 al año.

Me sumo algo tarde con este post. Y lo hago recordando a los niños que conocí en Atención Temprana, que trabajaban para minimizar las secuelas de su prematuridad, y deseando que todos los niños que nacen antes de tiempo logren desarrollarse con normalidad.

Os dejo con el enlace a la Asociación de Padres de Niños Prematuros (APREM), que me consta que hace una gran labor acompañando a los padres recientes que se encuentran en la situación de los Miller. Su web está llena de información útil.

También os traigo tres entradas que escribió hace ya bastante la pediatra, madre y bloguera Amalia Arce sobre el tema en su blog.

Ward Miles – First Year from BenjaminScot on Vimeo.

La maternidad, esa etapa de cantar sin parar

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Todas las madres recientes que conozco, por mal que cantemos, por discordante que suene nuestra voz, cantamos con frecuencia a nuestros bebés. También a nuestros niños pequeños, aunque lo cierto es que según crecen va remitiendo salvo que lo de cantar nos motive especialmente.

Hablando con todas mis amigas resulta obvio que la maternidad es el periodo de nuestra vida en el que más cantamos. Y por mal que cantemos, por discordante que suene nuestra voz, a nuestros pequeños les encanta.

Es una etapa en la que recordar y aprender canciones infantiles, en las que descubrirnos cantando a nuestros pequeños canciones adultas cuya letra o melodía nos encaja en ese momento. Incluso acabamos cantando mejor de tanto hacerlo.

Jaime, con su autismo y sus siete años, sigue agradeciendo las canciones y es capaz de recordar canciones que hace años que no oye e incluso de completarlas. La música es mágica, capaz de conmovernos y de transmitir más allá de nuestras capacidades comunicativas.

Cantarles les ayuda a ampliar vocabulario, equilibra el carácter, trabaja la memoria, el sentido del ritmo e incluso las matemáticas. Hace tres años una investigación de la universidad de Münster, en Alemania, con 500 jardines de infancia demostró que el 88% de los niños que cantaban frecuentemente estaban mejor preparados para la escolarización, frente al 44% de los niños que cantaban con menos frecuencia.

No soy especialmente dada a compartir vídeos virales de niños pequeños, pero el de hoy merece la pena verse. Se trata de una bebé de diez meses emocionada al escuchar cantar a su madre el tema de Rod Stewart My heart can’t tell you no. Claro, que si mi madre cantara así de bien yo también reaccionaría como el bebé.

Tenéis que verlo, si es que no lo habéis visto ya, que es probable que esté llegando tarde.

El cuento del calcetín, el cuento del corazón un poco roto

vuelta-a-casaMe pasan un vídeo muy bonito. Sencillo. Sin alharacas. Con lo que más les gusta y mejor entienden los niños: un cuento. En el vídeo la actriz Ana Fernández (Los Protegidos) lee un cuento a una niña con problemas de corazón, una metáfora de lo que viven estos niños con cardiopatías y sus familias.

Mi madre tuvo que ser operada del corazón cuando Julia era poco más que un bebé, recuerdo lo duro que fue el proceso previo y la recuperación tras la operación. Me estremezco pensando en que un niño pequeño tenga que pasar por ello.

El vídeo lo ha hecho la Fundación Menudos Corazones , cuantas más visualizaciones, más donaciones de Telefónica obtendrán. Por eso piden ayuda para compartir el vídeo y por eso lo he traído hoy aquí. Para ayudar a todos esos pequeños con problemas de corazón. Cada año se dan en España 4.000 nuevos casos de cardiopatías congénitas. Os recomiendo que visitéis la web de la fundación para que veáis todo lo que hacen por esos niños. Tiene una tienda con regalitos, y ya sabéis que yo defiendo ese tipo de presentes para los niños en bodas o comuniones.

Aquí el cuento. No sé vosotros, pero yo se lo pienso contar a Julia esta noche con un calcetín en la mano, al estilo de Murdoch en el Equipo A:

Érase una vez una niña que tenía un calcetín roto… pero nadie lo sabía.

Ese calcetín no le molestaba al andar, ni le impedía saltar a la comba. Pero si corría mucho, el zapato le rozaba y podía hacerle una herida. Por eso había ciertos juegos a los que no quería jugar y sus compañeros no lo entendían, porque el agujero no se veía. Sólo la niña sabía que estaba ahí.

A veces se olvidaba de él. En realidad, sólo le molestaba al quitarse los zapatos, porque le entraba un poquito de frío. Y eso sí era un problema, porque con los pies fríos no se puede andar, ni saltar a la comba. Así que un día, los padres de la niña pensaron que sería mejor hacer un remiendo en el calcetín.
Así la niña estaría más tranquila. Y ellos también. Sin el agujero, ya no se notaba el frío. Pero la costura también le rozaba. Así que seguía sin jugar a ciertos juegos y sus amigos seguían sin saber por qué…

Al final, cansada de que se lo preguntaran tantas veces, decidió contarles la verdad: «No puedo correr como vosotros, porque tengo un poco roto… el corazón».

Los animales como maestros de juego, como conexión con el mundo, como ancla para los niños con discapacidad

img_02Lo confieso, antes que el amor por los niños nació en mí el amor por los animales. Desde que era muy pequeña los he buscado, he procurado entenderlos, cuidarlos y compartir mi vida con ellos. En el pasado he contado en este blog lo mucho que me gusta que mis hijos crezcan rodeados de animales, lo mucho que creo que puede aportarles en distintos sentidos. Independientemente de que tengan o no una discapacidad. No voy a repetirme.

Hoy quiero hablar de lo que los animales de terapia puede aportar a los niños. Cada vez más oímos hablar de perros de terapia o asistencia (no es lo mismo), se incrementan los programas de ese tipo, cada vez hay más profesionales dedicados a ello, aparecen caballos o animales marinos también dedicados a la tarea… Los animales tienen una sensibilidad, especial, no juzgan, logran que los niños jueguen, conecten con el mundo, les tranquilizan, les ayudan a conciliar el sueño, a no sentirse solos, a evitar que se escapen, incluso a leer o ir al médico.

Con Jaime es una asignatura pendiente. Tal vez porque ya tengo animales en casa. También por que no se puede intentar todo y al mismo tiempo, pero lo probaremos y espero poder contarlo en este blog.

Hoy me apetecía hablar de ello por las fotos públicas de Raúl Varela en Facebook, en las que he visto a un perro ayudando a que un niño con autismo pase por el dentista sin necesidad de anestesia. Sinceramente me parece asombroso y me emociona.

Aquí hay un vídeo en el que sale Jaime un par de años más pequeño explicando lo que los perros pueden hacer por estos niños.

Y no sé si habréis visto este vídeo. Ha circulado bastante. En él se ve como una perra insiste con delicadeza durante casi cinco minutos hasta que logra que Hernán, que tiene síndrome de Down, la abrace.

Les debemos tanto y les damos tan poco…

«Pon el pollito Pío mamá» (otra vez no, por favor)

Aún a riesgo de que me odiéis, tengo que traeros aquí el último vídeo que le ha encantado a mi hija y su prima. Sé que no es para nada novedoso. Lleva ya bastante tiempo dando la tabarra, sobre todo por Youtube. Pero en mi familia lo hemos descubierto hace muy pocos días.

El pollito Pío, el original.

La venganza del pollito Pío, la favorita de Julia.

Y el tutorial con la (espasmódica) coreografía del pollito Pío (solo es divertida de ver si la intentan hacer niños pequeños). Mi sobrina de tres años la clava.

Sí, es taladrante. Sí, soñaréis con la dichosa cancioncita (¡qué capacidad de incrustarse en el cerebro tienen las canciones infantiles!). Sí, es probable que a vuestros hijos pequeños también les encante si llegan a oirla.

Ahora queda en vuestras manosdecidir si se lo vais a enseñar o no.

Por cierto, este fin de semana en el río elaboramos nuestra propia versión: «En el río había una rana, un pez, un pato…»

Y, por último, otros dos éxitos músicales en mi casa. Si se pudiera crear la lista de los tres principales de Julia, además de la venganza del pollito pío estarían:

Los peces no se mojan, los humanos sí deberíamos mojarnos en favor de la integración

1200_lospeces“Los peces no se mojan” es un proyecto de integración para ayudar a los niños a entender qué es el síndrome de Down. Un proyecto en el que brilla la integración de verdad de la buena y que ha consistido en la elaboración de un corto de animación elaborado por doce niños, seis de ellos con síndrome de Down, acompañado de un breve documental sobre cómo se hizo el corto. Lo podéis ver en la portada de su página web acompañado de un documental previo con su proceso de creación.

Hace ya mucho que quería poder hablaros de «Los peces no se mojan». Tengo un post en borrador de mayo de 2011, que fue la primera vez que escuché hablar del proyecto. De hecho, sobre ese borrador estoy ahora escribiendo. Han pasado más de dos años y ha merecido la pena:  los niños, de entre diez y doce años, «han inventado la historia más surrealista del mundo, han dibujado los personajes, les han creado una personalidad, les han puesto voz, música y han trabajado con estudios profesionales de sonido y producción para que sus dibujos cobraran vida».

La iniciativa, de El Mundo al Revés para la Fundacion Invest For Children, ha contado con el asesoramiento de Down España, y la financiación de la producción por parte de la Fundación Alain Afflelou. En su elaboración han colaborado los periodistas Manel Fuentes y Carme Barceló, la modelo Martina Klein y el coach televisivo Pedro García Aguado.

Pero la cosa no se queda en ese precioso y surrealista corto, con una de las músicas más positivas y pegadizas que conozco. Su intención es que en los centros de enseñanza sirva para trabajar la integración. ¿Cómo?. Aquí hay tres actividades pedagógicas a disposición de los profesionales de la enseñanza que desee usarlas. Aunque no se van a quedar quietos esperando a que los coles pidan el material y van a ser proactivos a la hora de hacérselo llegar, aquí tenéis el correo y el teléfono de contacto info@lospecesnosemojan.com 93 240 57 52.

Aprendizaje cooperativo. Hay que reconocer que la enseñanza debe individualizarse en el sentido de permitir a cada alumno trabajar con independencia y a su propio ritmo. Pero es necesario promover la colaboración y el trabajo grupal, ya que éste establece mejores relaciones con los demás alumnos, aprenden más, les agrada la escuela, se sienten más motivados, aumenta su autoestima y aprenden habilidades sociales más efectivas al estudiar, aprender y trabajar en grupos cooperativos.

Ser humano, ser social
. Todo ser humano, tenga o no discapacidad intelectual, es un ser social. Por lo que del éxito o del fracaso de sus relaciones sociales depende en gran medida el desarrollo personal de cada individuo y su integración en el futuro. Por ello, en la vida escolar todos los alumnos deben sentirse incluidos a través de actividades de enseñanza y aprendizaje con sus iguales y no al margen de ellos.

La diversidad como valor. Diversidad podría definirse como la gama infinita de identidades genéricas posibles, tantas como personas existen, refiriéndose a las diferencias entre los grupos de personas, edad, género, antecedentes étnicos, raza, creencia religiosa, orientación sexual, discapacidad, etc. Cada uno de estos aspectos crea identidad en una persona, que es lo que permite distinguirla de los demás, situándola dentro de un grupo humano.

Me encantan que las buenas ideas salgan bien, aunque tarden tanto….

El Día Mundial contra el Trabajo Infantil y las previsiones incumplibles

Niños cargando con sacos de material reciclable en La India (EFE).

Niños cargando con sacos de material reciclable en Cachemira, India (EFE).

Hoy es el día mundial por la erradicación del trabajo infantil. Un día que, a estas alturas del desastre que es la humanidad, no debería existir.

Los niños deben jugar, deben soñar, deben recibir cariño y cuidados. Nunca trabajar. Bajo ningún concepto. Ni con condiciones dignas, ni por ayudar a su familia.

En este mundo de iPhones, turismo espacial, restaurantes con estrellas michelín y coches deportivos que valen más que ciudades enteras, deberíamos plantearnos muchas prioridades. Prioridades de verdad. De las de ahora sí que sí. Y las más importantes entre esas prioridades son las que afectan a los niños.

No digo nada que no sepamos todos. Incluso los que mandan. Por eso me resulta incomprensible que no haya un golpe de timón. Bueno, sí lo comprendo. No soy tan inocente. Pensarlo hace que se me revuelva el estómago.

En primer lugar, no tiene sentido que sigan muriendo a millones por hambre o falta de atención médica (vacunas, agua potable, control del embarazo y parto…).

Y en segundo lugar, no puede seguir habiendo trabajo infantil.

He visto varios vídeos al respecto. Os traigo el que más me ha gustado, elaborado en Ecuador. Es hermoso, con un mensaje claro, directo e indiscutible. Aplicable en todo el mundo. No por nada América Latina es una de las regiones en las que más y mejor se está luchando contra el trabajo infantil en los últimos años. Pero es un vídeo que me hace pensar en otros países en los que la situación de los niños es mucho peor.

He encontrado una noticia de 2006 en la que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una agencia de la ONU, se mostraba exageradamente optimista y aseguraba que el número de niños de entre 5 y 17 años que trabajan ha caído un 11% hasta los 218 millones. Decían que el trabajo infantil estaba en franco declive y que había en diez años podría estar casi erradicado.

El final del trabajo infantil está a nuestro alcance’, declaró el director general de la OIT Juan Somavia. ‘Aunque la lucha contra el trabajo infantil sigue siendo desalentadora, vamos por el buen camino’.

Los trabajos más peligrosos están en la agricultura, la minería y la construcción, pero la definición incluye la esclavitud, la prostitución y el reclutamiento forzoso en las fuerzas armadas.

‘Hemos visto un cambio radical en la sensibilización sobre el trabajo infantil en todo el mundo, y ha surgido un amplio consenso sobre la urgencia de erradicar esta plaga’, afirmó Somavia en su introducción del informe.

Pues el año pasado, seis años después de esa previsión, el dato que se daba de niños trabajando seguía siendo de 215 millones. Estaba esperando el dato de la OIT de este año sabiendo que sería horripilantemente gigantesco, pero no me esperaba la escalada con la que me he encontrado de 305 millones de niños trabajando en el mundo.

¿Lo verán nuestros ojos? ¿Los de nuestros hijos al menos? Lo dudo.

¿Explicáis a vuestros hijos de dónde procede lo que comen?

Os recomiendo ver el vídeo que he dejado arriba antes de seguir leyendo. Se llama «El niño que no come animales» y no tiene desperdicio en muchos sentidos. Me encantan los razonamientos de los niños, su descubrimiento del mundo y su toma de decisiones cuando son tan pequeños.

El vídeo además me ha recordado una anécdota que vivimos con Julia y que os conté aquí hace cosa de un mes en la entrada «Papá, que no son peces, que son pescados». Os dejo parte:

El otro día íbamos con Julia encaramada en un carrito por un supermercado, al pasar junto a la zona del pescado y no recuerdo a cuento de qué, a mi santo se le ocurrió decir “debe estar por allí, pasados los peces”.

“¡Qué no son peces papá, que son pescados!”, saltó Julia riendo.

“Mi amor, los pescados son peces. Son peces a los que pescaron para que la gente se los pueda comer, por eso cuando están muertos en las tiendas pasan a llamarlos pescados”.

Podía ver perfectamente cómo su cerebro de cuatro años procesaba el descubrimiento según recibía la explicación.

“¿Son peces que estaban en el mar? Yo no quiero comer peces“.

Y no, no quiere. Salvo el salmón ahumado, que le encanta y no tengo claro que lo relacione ni con pez ni con pescado. Pocos días después, hablando con ella, pude comprobar que le pasaba algo similar con el pollito. No identificaba que el pollito que se come fuera el pollito que hace pío, pío. También se lo expliqué, aunque no tengo claro que esta vez lo procesara igual de bien. O que le interesara procesarlo, porque se lo sigue comiendo divinamente.

Me parece importantísimo no engañarles, que sepan lo que comen, que no crean que las lonchas de pavo crecen como las patatas o que el jamón ibérico se fabrica como las camisetas. Deben saber, adaptado a su edad, lo que son los distintos alimentos que ingerimos. Ayuda a que los valoren más, les ayuda a comprender el mundo en el que viven. Yo crecí en contacto con la Asturias ganadera de mi padre y mis abuelos y, desde muy niña, veía salir las patatas de la tierra, crecer las manzanas en los árboles y criar a mi alrededor animales que acababan luego en el puchero, con algunos jugaba mientras eran crías. Los niños de ciudad, supermercado y nevera abastecida tienen más complicado vivir ese proceso natural, lo que no quita que no se les pueda explicar.

Aquel post derivó en un debate sobre le vegetarianismo en los niños. En realidad yo quería centrarme más en lo que exponía en el fragmento que hoy os he traído: en la conveniencia de enseñar a nuestros hijos la procedencia de los alimentos, que no les engañemos para asegurarnos que coman. En general esa postura que tengo viene de que no me gusta mentir a mis hijos en ningún aspecto, ni respecto a la comida ni a ningún otro.

¿Vosotros explicáis a vuestros hijos de dónde procede lo que comen?