A todos los padres les preocupa qué pasará con sus hijos si a ellos les pasa algo mientras sus hijos son menores. Muchos toman disposiciones en vida, diciendo de viva voz quien quiere que se encargue de sus hijos e incluso dejándolo en un testamento. Nosotros hicimos un testamento cuando Jaime era un bebé, en el que designamos qué familiar queríamos que le cuidase y, en su defecto, qué otra persona se haría cargo. De hecho llevamos tiempo queriendo ir de nuevo, ahora que sabemos que tiene autismo y que también tenemos a Julia, a actualizarlo.
Por cierto, que siempre recordaré la recomendación del notario de no decir a los familiares designados que ellos eran los elegidos. Nuestra familia es tan pequeña, que es obvio, pero explicaba que en otros casos hay piques importantes. ¿Por qué querrán que la sea unos tíos y no otros, o ese abuelo en lugar del otro, el cuidador?
En cualquier caso, cuando tienes un hijo con una discapacidad esas incertidumbres crecen. Jaime es aún muy pequeño, su evolución desconocida (aunque no me engaño, casi con toda seguridad será dependiente toda su vida) y no hemos tomado ninguna disposición. De hecho tenemos que informarnos mejor sobre cosas como el patrimonio protegido. Pero por pequeño que sea y lejos que nos quede, hay medidas que te dejan congelado el corazón y las tripas. Por que a ti de momento tal vez no, pero hay muchos otros a los que les está pasando.
Descorazonador. ¿Verdad?