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Los sensores maternos

Me ha llamado la atención que en los comentarios del último post , María arremete contra la antihigiénica práctica de muchas madres (y padres, abuelos y abuelas) recientes de probar la comida de nuestros peques de su misma cuchara.

Maria: Miedo me da eso que decís que probais la comida y qué mala o qué rica, seguro que rechupetais la cuchara y le dais al niño con la misma. He visto a casi todas las madres muy cochinotas y antihigiénicas cuando dan de comer a sus bebés, probando ellas todos y baboseándolo, retirándoles el sobrante de la boquita con el dedo y se lo chupan ellas, en fín, muy repulsivito, la verdad.

Pues María, es más que razonable lo que cuentas. Es cierto que no suena muy higiénico eso de dejarles nuestras babas en su cuchara, pero te confieso que yo lo hago. Soy una de esas madres cochinas.

A veces por comprobar la temperatura, otras veces por el sabor, pero no es raro que pruebe un poquito de su ración.

Claro que también le doy besos en la boca a mi santo. Y peor que eso…

Pero tu comentario me ha hecho pensar en los múltiples sensores que desarrollamos cuando tenemos un bebé en casa.

Además de la boca para la comida, está el sensor de la temperatura del baño: normalmente el codo o la muñeca. No sé vosotros, pero yo el termómetro de bañera sólo lo usé la primera semana y con mi primer hijo.

Están los sensores de fiebre. En mi caso la mano pero, sobre todo, un beso en la frente o las sienes. A besos suelo cazar la fiebre sin equivocarme.

Y los más escatológicos. Los sensores de pis y caca en el pañal. Casi siempre con el olfato basta. Creo que todos hemos hecho eso de elevar al bebé y ponernos su culete directamente contra la nariz.

Y a veces, cuando el olor no es determinante y la vista no alcanza a través de la ropa, toca lanzar un valiente dedo explorador en busca de pringue. Con una toallita o un grifo a mano claro.

Yo hago uso frecuente de todos ellos, sean más o menos higiénicos. Imagino que vosotros también. ¿Verdad?