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Salma Hayek y los hermanos de leche

Salma Hayek ya me caía bien antes. ¿Por qué? Vete a saber. Es algo que a todos nos pasa con las celebridades en mayor o menor medida. No la conozco en persona obviamente. Pero me parece lista y buena gente. Y es una madraza.

El vídeo protagonizado por ella que os traigo ya es algo viejo, hace tiempo que quería mostrároslo pero no encontraba el momento.

Y el que sea en inglés me echaba un poco para atrás. Pero la verdad es que tampoco hace falta más que la imagen para entenderlo.

Se la puede ver amamantando un recién nacido africano. Su hijo ya tenía un año y dudo que, como ella sugiere, considere desleal que comparta su leche con otro bebé más necesitado.

Cuenta además la historia de como su bisabuela encontró en una aldea mexicana a una madre y su bebé, ambos llorando desconsolados: el niño tenía hambre y la madre no tenía leche. Sin dudarlo le alimentó.

Me parece precioso. Yo también lo hubiera hecho sin dudarlo.

Ya hace casi un año escribí un post llamado Ya no quedan hermanos de leche en el que también yo hablaba de lo que me contaba mi abuela.

En aquellos lejanos tiempos, en un pueblo entre montañas, sin acceso a leche de fórmula, un recién nacido sólo podía tomar pecho si quería asegurarse salir adelante sano y fuerte.

El padre de un amigo, cuya madre murió en el parto, fue alimentado por todas las mujeres del pueblo que estaban dando el pecho. Era hermano de leche de prácticamente todos sus compañeros de quinta.

Pero en esos tiempos había muchas circunstancias, ni mucho menos tan terribles, que hacían que una madre lactante alimentara a un bebé que no era el suyo.

Era por lo visto muy frecuente que si una mujer tenía que ausentarse unas horas o un par de días, una amiga, vecina o hermana se encargara de dar el pecho a su bebé durante su ausencia. Y eran favores que se devolvían.

Tu buena vecina, de confianza, se iba a lavar a un río algo lejano, a su hijo le entraba hambre, y le ponías a tu pecho sin ningún problema. Y otro día tú ibas a atender algún asunto propio, y te pagaba con la misma moneda.

Y esos bebés crecían como hermanos de leche.

Y seré una idiota, pero me parece algo muy bonito.