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¿Que hiciste con tus trastos viejos?


No es extraño, por eso, que el objeto más extraviado en Parquesur sean carritos de bebé. Al final de la jornada suelen aparecer en el parking, junto al hueco vacío que ocupó el coche familiar, olvidados por descuido con las prisas de última hora. Así lo explica un miembro de seguridad.

Lo leí hace tiempo en un artículo del dominical del País sobre Parquesur, probablemente el centro comercial más monstrenco de España.

Y la verdad, no me extraña. Nosotros no nos lo hemos dejado en alguna ocasión de milagro, con las prisas y el agobio de tener varias bolsas y un bebé llorando entre manos. Lo que sí me sorprendería es que no regresen por ellos. ¡Con lo que valen!

¿O es una nueva forma de abandonar carritos viejos como a perros y abuelos? Tal vez eran padres desesperados con los trasteros a reventar.

La verdad es que con un bebé son muchos los chismes que pasan brevemente por tu casa.

Algo que te parece imprescindible, puede tener una esperanza de vida de un par de meses. No es plan de ir acumulándolos todos.

Muchos de los míos eran heredados y los he devuelto. Los que estaban bien o los presté/regalé a amigos o directamente los llevé a Cruz Roja. Alguno que otro ha guardado mi suegra, que tiene la casa más grande que yo. Por si acaso…

Los hay que los subastan. Hay un mercado de segunda mano enorme (lo de la foto lo he sacado de un anuncio de Segundamano).

¿Tú que hiciste con tus trastos viejos?

Los carritos «aquí estoy yo», primera parte

Así los bautizó mi madre. Esos carritos en plan «antes muerta que sencilla». Y es que hay tanta tontería alrededor de los carritos como de los coches, los móviles o los bolsos. Marcas y modelos de moda frente a utilitarios normales y corrientes.

Hay dos tipos de carritos «aquí estoy yo».

De los que más se ríe mi madre es de esos tipo hipermoderno.

Colores brillantes, materiales raros, formas extrañas… vendidos además de por su originalidad en formas y colores por cosas como su versatilidad, su ergonomía o su estudiada psicología infantil por cosas como permitir mirar al niño cara a cara a su misma altura.

Eso último me lo dijo literal una empleada de una tienda mientras intentaba sin demasiado éxito convencerme de lo bien que se podían subir escaleras empujando de espaldas ese mostrenco de carrito.

Yo mientras rumiaba qué demonios de ventajas psicológicas podía tener que el niño midiera metro y medio mientras rodaba por las calles, cuando generaciones y generaciones de bebés humanos han visto el mundo a una altura de 80 centímetros.

Y es que no digo que no sean todo lo que prometen, pero a veces se pasan un pelo.

Es como si los arquitectos más famosos se hubieran hartado de diseñar griferías, lámparas, sillas y de vez en cuando casas en las que poder vivir y se hubieran lanzado a modelar carritos de bebés (si algunos no lo han hecho ya pronto lo harán, seguro).

En las fotos tres carritos estilosos de moda: el Bugaboo , el Quinny Buzz y el Stokke Xplory.

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Mañana la segunda parte de carritos «aquí estoy yo»: los decimonónicos, que son de los que más me río yo.

Regalos ridículos para bebés

«Un equipo de madres y redactoras de The Times ha publicado en la edición digital del diario un listado con los regalos para bebés más estúpidos y caros.

El chupete de Armani, con un precio de 30 euros, encabeza la lista. El más caro es un carrito de niño de cromo y piel de venta en los almacenes Harrods.»

El biberón de Benetton, el sujeta chupetes de plata con forma de osito y la funda con puntilla para biberones que me regalaron se quedan en nada.

Nunca los he usado. Estoy aguardando a ver quién me atrevo a colocárselos 😉