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La inducción al parto, que ojalá no me toque

Hay muchas teorías y factores propiciatorios, pero parece ser que aún no sabemos qué es lo que desencadena el parto. Y conocer en profundidad ese mecanismo sería estupendo, ya que podría ayudar por ejemplo a frenar los partos que amenazan prematuros.

Inducir el parto es un tema polémico a poco que te informes un poco. Demasiadas veces se hace de forma innecesaria y hay más posibilidades de que sean más largos, acaben en cesárea y en partos instrumentalizados.

Así que siempre es mejor un parto que se inicia de forma espontánea que un parto inducido.

A menos claro que haya razones médicas de peso para inducirlo. Y no nos engañemos, puede haberlas…

Las más comunes son: preeclampsia, bajo nivel de líquido amniótico, bajo rendimiento de la placenta que perjudica al bebé y embarazo prolongado (más de 41/42 semanas). También en determinados casos de diabetes gestacional, insuficiencia cardíaca de la madre…

A mí tal vez me toque una inducción si Julia insiste en no salir. Dentro de nada comienzo la semana 41. Y con una cesárea previa y un feto grande los médicos se empiezan a poner nerviosos.

Todavía confío en que acabe siendo Julia la que decida cuando celebrar sus futuros cumpleaños y no los médicos, pero es inevitable pensar que me puede caer una inducción.

Pero nunca se debería inducir un parto por que el médico se va a ir de vacaciones, por que la mamá futura quiera que le cuadre el cumpleaños de su hijo el mismo día que el del padre o por que en la clínica privada quieren controlar la ocupación de camas como si aquello fuera un hotel. Y he puesto tres ejemplos completamente reales.

¿Cómo se induce un parto?

La opción más frecuente hoy día consiste en aplicar un gel de prostaglandinas en el cuello de la matriz a traves de la vagina, según me explicó ayer la matrona en el hospital con algo parecido a un tampón.

No siempre es necesario, pero suele acompañarse con un goteo de oxitocina para provocar las contracciones. Si el cuello del útero ya está muy maduro es posible que pasen directamente a la oxitocina.

Y en ocasiones también es necesario romper artificialmente las membranas.

Las contracciones provocadas por la oxitocina sintética son más regulares, intensas y molestas que las naturales.

Y aunque en mi hospital no me han hablado de ello, en Internet he leído sobre otra opción: la maniobra de Hamilton.

Nada que ver con carreras de coches. Consiste en que una matrona o un médico despegue manualmente las membranas con los dedos. Parece ser que es algo molesto pero que suele desencadenar el parto.

¿Habéis pasado por partos inducidos? ¿Cómo os fue?