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Los niños que molestan


Me llega un correo con este cartel, que por lo visto estaba en un restaurante en Santoña.

Hay niños que molestan y mucho. Hay una leyenda negra en torno a los niños en aviones, restaurantes, museos, cines… y probablemente se la merezcan.

Hay sitios y horas en los que no procede que estén los niños más pequeños.

Pero también hay adultos muy poco tolerantes.

Me recuerdo antes de ser madre, entrando en un restaurante e intentando esquivar esa mesa llena de niños aparantemente revoltosos o la fila del avión en la que no estaba el niño de dos años.

Mi santo y yo conocemos de pasada (coincidimos en la sala de espera de una de las actividades de Jaime) con dos hermanos a los que él rebautizó para nosotros dos como Atila y Gengis Kan.

Corren, chillan, se pelean, saltan en las sillas…

Y ningún niño, ni siquiera el más bueno, está libre de tener una rabieta o un día revuelto en uno de esos lugares.

A veces no queda más remedio que ver como tu hijo chilla y llora un rato en un restaurante sin hacerle caso para que se le pase lo antes posible el berrinche (la famosa técnica de la extinción) mientras las mesas de alrededor te lanzan miraditas en plan «mira esos padres que no saben imponerse a sus hijos, cuando yo era padre/ cuando yo sea padre no va a ser/no era así».

También es verdad que ahora soy consciente de que hay muchos niños en los que las rabietas, el exceso de actividad o las conductas extravagantes son un caso aparte consecuencia de distintos trastornos y soy más paciente y comprensiva cuando me encuentro con algo así.

Conozco a una madre reciente de un niño con autismo, un niño muy inteligente y comunicativo pero con graves problemas conductuales a consecuencia de su trastorno, a la que una vecina de mesa en el restaurante le dijo que se lo llevase a la calle hasta que se calmase para que los demás pudiesen comer tranquilos. Y ella entendía que esa persona quisiera comer tranquila sin un niño llorando al lado, pero caían chuzos de punta y lo mejor para que su hijo se calmara en esa situación era ignorarlo un ratito.

¡Qué tema más delicado!

Algo sí os digo. Yo en ese restaurante no entraría, ni con mis hijos ni sin ellos.

La mejor virtud de un padre reciente

Es algo que llevo barruntando desde hace tiempo. ¿Cuál creéis que es la principal virtud en un padre o madre reciente?

Mi primer pensamiento fue que es la paciencia. Desde luego si eres una persona paaciente tienes muchas más posibilidades de llevar con buen pie un montón de situaciones cotidianas infantiles. Desde la lactancia hasta las rabietas y aprendizajes de los tres años. O la etapa de los porqués de la que hablábamos el otro día.

Pero no estoy tan segura. Conozco de primera mano excelentes madres que no se caracterizan precisamente por saber contener sus nervios.

Pensándolo un poco mejor creo que podría ser el respeto hacia el niño. Entender que por muy bebé que sea es merecedor de un trato respetuoso. No es de nuestra propiedad, es un ser humano.

Sigo sin tenerlo claro. ¿Vosotros qué creéis?