Ella tiene treintaymuchos. Él cumplirá los 30 este año. Llevan unos años ya de relación pero apenas unos pocos meses viviendo juntos.
Ella quiere tener hijos ya. Él quiere esperar.
Y mientras me lo cuentan pienso en amigas mías sin hijos que tienen entre los 35 y los 40 años.
Todas han sufrido, con mayor o menor fuerza, la amenaza del dichoso arroz que se pasa.
Unas han decidido no tener hijos, otras sí. Algunas hay que le siguen dando vueltas.
O no tienen pareja, o tienen una pareja que no desea hijos, o siguen deseando esperar algo de tiempo… Pero los años pasan y la amenaza del arroz llega.
«Es ahora o nunca. Si no me decido ahora, nunca lo tendré», es lo que les pasa por la cabeza resumiendo mucho.
Y todas coinciden en que ellos, sus parejas, no tienen esos quebraderos de cabeza.
Debe ser que creen tener un arroz vaporizado de esos que nunca se pasa y sabe un poco a plástico.
Las que siguen aplazando la decisión y dando vueltas mentales sobre el tema suelen recordar a Ana Rosa Quintana y otras madres añosas y dichosas (ya he contado en el pasado cómo me horroriza la expresión «primípara añosa» ) para dar a entender que se puede ser felizmente madre a la edad a la que otras son abuelas.
Me parece muy bien, pero yo tenía claro que no podía esperar demasiado.
Mi madre se encontró con una menopausia precoz a los 37 años y no quería arriesgarme a verme igual.
Conozco también a una chica que se ha visto premenopausica con 38 años, justo cuando se había decidido a ser madre.
Dichoso arroz que a tantas trae locas…