Hace tiempo hice una lista con los cacharros más inútiles cuando tienes un bebé.

En función de la experiencia particular de cada uno, la lista cambiará.

Yo piqué por ejemplo con el humidificador, pero hubo dos cacharros que no compré y no eché en falta en ningún momento: el esterilizador y los intercomunicadores.

El esterilizador tenía claro que no era necesario. Incluso la matrona en las clases de preparación nos dijo literalmente que era tirar el dinero. Un bebé se está metiendo los puños en la boca desde el primer día y no están esterlizados.

Los intercomunicadores también imaginaba que no me harían falta.

Vivo en un piso normal. Cuando nació el peque era más pequeño aún. En viviendas así es imposible no oir llorar a un niño aunque esté en el otro extremo de la casa.

Más tarde descubrí para mi sorpresa que tengo un avisador que respira, colea y suelta pelo: en cuanto mi peque llora mi perra acude corriendo a ver qué le pasa (y no, no me da miedo que le muerda).

Pero era curioso cómo mucha gente se ofreció a regalarme o prestarme esos modernos walkie-talkies, que ya suelen incluir incluso imágenes de vídeo que puedes sintonizar en el televisor.

Los he visto incluso con una manta con sensores incorporada para registrar los movimientos y controla la respiración y prevenir la muerte súbita.

Si ayuda a que unos padres vivan más tranquilos, pues estupendo. ¿Pero de verdad son efectivos?

Imagino que, al contrario que el esterilizador que no creo que sea útil en ningún caso, los intercomunicadores sí que pueden venir bien, pero en casos muy concretos: vivir en un adosado de cuatro plantas por ejemplo.

¿Vosotros sacastéis partido a esos chismes?