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El uso de chupetes perjudica el habla de los niños

Un sábado al mes desde que comenzó este curso escolar mi santo y yo estamos acudiendo al Hanen. ¿Y qué es eso del Hanen? Pues una escuela para padres con niños con dificultades en el lenguaje.

Vamos varias parejas que tenemos hijos con un nivel comunicativo más o menos parejo, todos entre los tres y los cinco años.

Nos enseñan la teoría, nos ponen deberes, nos grabamos en vídeo en casa y los analizamos en grupo.

Hace un par de meses la cosa fue de logopedia y una de las recomendaciones que nos hicieron fue descartar de una vez el chupete.

Nuestro peque nunca lo quiso, ya os lo conté en otra ocasión. Y a Julia ni me planteé dárselo.

Si lo más conveniente es no ofrecérselo antes del mes y luego quitárselo al año, y no tenía yo ganas de andar con guerras de deschupetear a la niña por unos pocos meses.

Además, si ella quiere succionar, ahí está mi pecho.

Y nos ha salido bien. Va camino de los trece meses. No usa chupete, tampoco biberón y no se chupa el dedo. Igual que sucedió con su hermano.

Volviendo al Hanen, ya allí nos contó el logopeda que el uso del chupete interfería con el correcto desarrollo de los músculos implicados en el habla.

Dijo literalmente que debíamos evitar el chupete para que la lengua tenga la correcta posición en reposo.

Hoy lo recuerdo a raiz de una noticia en la que aparece un nuevo estudio que dice más o menos lo mismo.

Os dejo parte:

Los investigadores evaluaron las asociaciones entre los hábitos de succión y alimentación y los trastornos del lenguaje en preescolares de entre tres y cinco años. Los resultados mostraron que retrasar el uso del biberón hasta que el niño tenía al menos nueve meses reducía el riesgo de desarrollar trastornos del lenguaje en edad preescolar.

Por otro lado, los menores que succionaron sus dedos o utilizaron un chupete durante más de tres años mostraron ser hasta tres veces más propensos en el desarrollo de trastornos del lenguaje. Los efectos perjudiciales de estas conductas se concretaron en dificultades para pronunciar ciertos sonidos de palabras o para simplificar su pronunciación.

La hipótesis de los investigadores se basa en que los niños, cuando se chupan el dedo o usan de manera habitual chupete o biberón, no ejercitan todos los músculos de la cavidad oral. Esto impide que no desarrollen completamente la capacidad para el habla.

Por el contrario, durante la lactancia materna, el bebé ejercita todos los músculos de la boca, cara y la lengua, y logra una mejor capacidad de habla.

Estudios anteriores ya habían revelado que el amamantamiento es beneficioso en el desarrollo de la respiración coordinada, el acto de tragar y la articulación del habla.

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) considera que ya en la segunda mitad del primer año se debe comenzar a limitar su uso.

Por cierto, que los ejercicios que nos recomendaron, los consejos que nos dieron ese día, son perfectamente aplicables a cualquier niño pequeño aunque no tenga especiales dificultades.

A ver si tengo unos minutos para «pasar los apuntes» y compartirlos con vosotros. Tal vez os resulten interesantes.