Hoy es el Día Mundial de la Alimentación. Hoy es un día en el que quiero recordar que 55 millones de niños viven con desnutrición aguda en el mundo. Algo perfectamente evitable. 9.000 millones de euros bastarían para tratar a todos los niños con desnutrición que hay en el mundo según cálculos de Acción contra el Hambre. Para poner un poco en contexto ese número de millones, baste recordar que la banca española necesita entre 25.898 y 59.300 millones para sanearse según la consultora Oliver Wyman y los recortes en Educación y Sanidad le supondrán al Gobierno un ahorro de unos 10.000 millones. Por poner un par de ejemplos patrios, podría dar muchos más. Es decir, que esos niños mueren por falta de voluntad política.
Precisamente de esa Acción contra el Hambre procede el texto que os dejo a continuación:
La peor dictadura de todos los tiempos sigue vigente, persiguiendo a los más indefensos y cobrándose cada día la vida de 10.000 niños y niñas en un mundo que produce suficientes alimentos para todos. En estos momentos 19 millones de niños en todo el mundo corren el riesgo inminente de morir por desnutrición. Están en la punta de la pirámide del hambre, que afecta a uno de cada siete habitantes en un planeta que produce suficientes alimentos para todos.
Pero el hambre no solo mata. También reprime. Lo hace la desnutrición crónica, conocida como hambre oculta. Se produce por un déficit de micronutrientes como hierro, vitaminas y otros minerales. De hecho, los primeros 1.000 días de vida, que empiezan a contar desde el momento de la concepción, son cruciales para el desarrollo futuro del niño. Los niños desnutridos en este periodo son más vulnerables a las infecciones. Ven reducido su apetito, lo que prolonga la desnutrición e inhibe el crecimiento. El desarrollo cognitivo y el comportamiento de estos niños también se verá afectado. Si llegan a la edad escolar, su pobre desarrollo cerebral limitará su capacidad de aprender y no les permitirá concentrarse en los estudios, que eventualmente les darían acceso a un buen puesto de trabajo el día de mañana.
Ese segundo párrafo en concreto destaca algo que siempre me ha preocupado. Yo conocí a una niña que, por graves problemas siendo bebé que acabaron en una cirugía a vida o muerte, no pudo nutrirse convenientemente. Aquello afectó a su desarrollo físico y cognitivo de por vida. Es un tema complejo con muchas ramificaciones. Es decir, que millones de niños que sí sobreviven al hambre, ya sea por sus medios o por la ayuda de una ONG, quedan condenados de por vida.
Recuerdo bien a un amigo, que viaja a las zonas más necesitadas de ayuda de África con motivos humanitarios con frecuencia, contarme que jamás ha visto un niño con síndrome de Down, autismo o parálisis cerebral. ¿No nacen niños así? Claro que sí. Lo que suceda con ellos es algo que no puedo juzgar. Si se te están muriendo hijos sanos, ¿cómo dedicar tiempo y recursos a uno discapacitado? Pero pensarlo me pone los pelos de punta.
Habría que considerar prioritario para los países cuya preocupación es la obesidad infantil acabar con la dictadura del hambre, tanto por los millones de niños que mueren como por los que sobreviven marcados por ella.
Palabras, solo palabras. Ya lo sé. Pero las palabras a veces conmueven e importan. Por eso os dejo con el vídeo que Acción contra el Hambre ha hecho con la colaboración del actor Pepe Sancho emulando el magistral y altamente recomendable discurso de Chaplin en El gran dictador. De hecho he decidido poner ambos. A mí el segundo aún me emociona, sobre todo sabiendo cuándo y cómo se rodó. Es una película que deberían poner en los colegios.