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Divorcios y vacaciones con niños, algunos consejos

(GTRES)

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Cuando yo era niña era muy poco frecuente, de hecho recuerdo perfectamente el primer niño que conocí y que era hijo de divorciados. Por suerte ahora el número de cárceles sentimentales se ha reducido, está más y mejor asumido que no hay que permanecer unidos por el bien de los niños (los niños solo estarán bien si lo están sus padres), por la vergüenza de la separación o el miedo a complicarse la vida.

Hay muchos niños cuyas vacaciones dependen de dos adultos que se quisieron pero cuya relación ha terminado. No es nada que no sepáis. Lo ideal es que esa separación implique una entente cordial, un reparto racional del periodo de vacaciones, sin volcar rencores en ellos, sin guerras de guerrillas. No es fácil para los adultos, tampoco muchas veces para los niños, que tienen que gestionar emocionalmente mucho siendo muy pequeños.

Me ha gustado un texto de Superpadres.com que habla de qué conductas evitar y qué reacciones pueden generarse y cómo actuar. Aquí os lo dejo:

Cristina García Desplat, psicóloga miembro de Psicocat Orientació y colaboradora de Superpadres.com, afirma que “cada uno lleva su “mochila” de presión, en gran medida inconsciente, y no la podremos eliminar fácilmente, aunque reflexionar sobre algunos puntos clave nos puede ayudar a llevarla mejor”.

  • García Desplat propone tres conductas a evitar por parte de los padres:
  1. Por una parte, huir de las “grandes expectativas”. Para la psicóloga y asesora familiar es importante “no obligarse a disfrutar, ni reprochar a los hijos que no disfrutan lo suficiente”. La actitud correcta consistiría en “aceptar las cosas como vengan y olvidarse de las grandes expectativas porque siempre sale algo mal. Puede llover, los transportes se retrasan, los niños se pelean, dicen que se aburren o se pasan el día llorando. Son situaciones normales y también pasarían si los padres no estuvieran separados”. Por eso advierte que “no tiene sentido reprocharles que no disfrutan lo suficiente y menos echarles en cara lo mucho que ha costado o lo duro que se ha trabajado para conseguirlo”, afirma.
  2. El segundo punto a evitar es “un exceso de mimos”. Cristina García Desplat explica que “es habitual compensar nuestras inseguridades colmando al niño con todos sus caprichos o consintiendo comportamientos tiránicos para que pase unas “felices” vacaciones”. Para la psicóloga, “lo sano es ayudarle a comprender y aceptar que hay un orden en las cosas y ese orden no lo deciden los hijos, aunque se pueden tener en cuenta sus opiniones si las expresan con corrección”. Una buena receta podría ser: “amabilidad, respeto y mucho cariño, pero siempre con firmeza”. También recuerda la importancia de “no ceder ante las pataletas y tener mucha paciencia para no responder con gritos a sus gritos”, premisa que “se debería aplicar siempre”.
  3. El tercer punto, no menos importante: “Evitar meter al niño en nuestras guerras”. Según la colaboradora de Superpadres.com, “cuando el otro progenitor no quiere o no puede cumplir los planes pactados para las vacaciones debemos tener presente que para los hijos es importante no sentirse rechazados ni abandonados”. En este sentido, recomienda “ayudar a aceptar, comprender y perdonar, para que el niño pueda superar la frustración, ya que echar leña al fuego daña a todos”.
  • La psicóloga informa también de algunas reacciones que “no esperábamos en nuestros hijos” y que pueden surgir durante las vacaciones.
  1. Por una parte, nos podemos encontrar con “retrocesos”. Con los cambios de rutinas “pueden reaparecer problemas que parecían ya superados, como enuresis, lloros o miedos”. Ante estos pequeños retrocesos, García Desplat recomienda “comprensión y paciencia”. “No hay porqué alarmarse, es normal”. Se trata de “acompañar al niño y tratar de neutralizar los sentimientos de culpa o vergüenza que pudieran aparecer”, aclara la psicóloga.
  2. Por otra parte, puede surgir la “rebeldía”. Ahora que llega el reencuentro de las vacaciones, tan anhelado por los padres, resulta que a los hijos no les gusta nada de lo que se propone; solo buscan defectos a las decisiones de los adultos y, a la que pueden, desobedecen o sabotean los planes. Ante esta actitud, la psicóloga explica que “posiblemente estén dolidos”. “Es habitual, y hasta cierto punto normal, que sientan que los adultos han decidido romper la familia y “destrozarles su mundo” por lo que se rebelan con toda su energía contra uno de los progenitores, los dos, o el mundo entero”, afirma. Según la colaboradora de Superpadres.com, en estas situaciones los hijos “necesitan expresar su impotencia y su enfado, hasta que, poco a poco, vayan asumiendo que en la vida a todos nos ocurren muchas cosas que nos cuesta entender y no podemos cambiarlas”. “Lo único que podemos hacer es adaptarnos nosotros para sentirnos mejor”, concluye.

Cristina García Desplat aporta un último consejo: “debemos intentar comprender cómo se sienten y evitar la represión severa, ya que esto solo aumentaría la distancia y el resentimiento”. “Se puede ser cariñoso, firme y flexible al mismo tiempo. Aunque la flexibilidad no debe ser arbitraria, ni una rendición, sino un camino para comprenderse y mejorar”.

Y sí, ya lo sé, la teoría es siempre más sencilla que la práctica. Es fácil dar consejos de forma aséptica y no tan sencillo cumplirlos en caliente. Pero es a lo que hay que aspirar.

Cuando no quieren estar contigo, cuando te parten el corazón

Me escribe José Bouza enviándome un artículo suyo que aborda una situación por lo visto bastante frecuente: el rechazo de los hijos pequeños al progenitor con el que no conviven del que os dejo abajo un fragmento.

Lo hace a consecuencia del post que publiqué hace un par de días sobre la custodia compartida.

Imagino que es frecuente porque en una ocasión estuve escuchando y consolando a un padre en esa situación. Decía algo muy parecido al título de este blog: su hijo pequeño no quería estar con él, llevárselo el fin de semana que le tocaba era un drama. El niño no quería. ¿Hasta qué punto forzarle? se preguntaba. Pero quería estar con él. Y la relación amistosa que había logrado con su ex pareja se tambaleaba a costa de esta situación.

Qué complicado se pone a veces vivir feliz y tranquilo. ¿Verdad?

En la separaciones conflictivas con hijos menores, instalada la actitud obstruccionistas del progenitor guardador, suele presentarse una manipulación conciente o inconsciente sobre los hijos y las consecuencias se verifican en la negativa de estos a vincularse con el progenitor no conviviente.

La exteriorización en los hijos, de falta de ganas, de actitudes agresivas, de temor injustificado, los llantos, representan un paisaje desolador en el cual todos se ven involucrados y la persona que observa, sin pertenecer al grupo familiar , cree ver a un niño que se niega a ir con su Progenitor en Régimen de visitas, ya sea por que no lo quiere ó por que le tiene miedo.

Prisioneros de los enfrentamientos en separaciones no resueltas armónicamente, cada uno tendrá su historia, incluido los hijos, que exteriorizaran sus propias conclusiones o las que asimiló durante el derrotero de la confrontación entre sus padres.

Ante la negativa de los hijos a concurrir a los Regímenes de visitas

El Progenitor no conviviente pensará:
– Que esta inculcado maliciosamente en su contra.
– Que es un maleducado por la incapacidad y falta de responsabilidad de su ex pareja.
– Que no aguanta mas, que el esfuerzo que realiza para estar con los hijos no se justifica
– Que el llanto y gritos del hijo en la negación, podría causarles problemas legales.
– Que debe protegerlo

Debe:
– Revisar sus conductas y forma de relacionarse, y verificando si hay algo de su parte que provoque la negación
– Con la certeza de presencia de manipulación, denunciarlo ante el Juzgado, antes que el rechazo se haga mayor.
– No discutir delante de los hijos.

Cualquiera situación apreciada como un rechazo, provoca desesperación en el progenitor resistido y al mismo tiempo una vergüenza por lo que puedan pensar los demás y temor a que el momentáneo quiebre de relación sea definitivo.

Ante esta situaciones

– Controlado el momento de mayor negativa, retirase con el hijo
– Demorar la llegada al hogar en donde compartirán sus tiempos, hasta recobrar la tranquilidad
– Durante la estadía en el hogar brindarle la posibilidad de disfrutar del resto de la familia y amigos.
– Denunciar ante el Juzgado sobre estas posibles manipulaciones y de ser necesario solicitar un veedor designado por el tribunal

El Progenitor Conviviente, si no actuó en la provocación de negación, ó no lo hizo concientemente, pensara sobre el Hijo:
– Algo malo esta pasando
– Que se le causa daño yendo con el otro progenitor, debo pedir la suspensión de visitas
– Que el Hijo sufre por su ausencia
– Que debe protegerlo

Para el Progenitor conviviente, que el hijo rechace al otro Progenitor, es una errónea creencia, que es mas querido /a, y que el otro Padre, no es merecedor de estar con el hijo.
Ve al hijo que se va llorando y que regrese de mal humor, sin darse cuenta que a corta distancia, ese niño que en apariencia se revela ante la relación, disfruta y es feliz y que su regreso que en apariencia puede mostrar que la paso mal, puede ser la respuesta que da ante lo que piensa, esperan a su regreso “Que la paso mal”

Para ambos Progenitores:
Si ve que el hijo está en un estado de angustia , interactué con palabras afectuosas, con firmeza en la decisión que deberá retirarse junto al otro Padre.

Hay que hacerle saber que va a seguir siendo querido y será mucho mas si va contento y regresa feliz. El mensaje tiene que ser claro, sin contradicciones, no desdecirse o entregarles dobles mensajes y nunca sin motivos fundados y evaluados judicialmente convalidar una negativa de visitas o una negación a regresar con el Progenitor conviviente.

Debe
– Alentar que vaya con el otro Progenitor, esto le da seguridad al hijo y le permite disfrutar con ambos Progenitores.
– Evitar hacerle sentir el enojo hacia el otro, lo que tengan que discutir es sin la presencia del hijo.
– Expresarle su beneplácito con la salida ó con el regreso, convirtiendo esos momentos en algo natural.
– No hacerle preguntas sobre lo que hizo durante el periodo en que esta con el otro Padre, dejando que cuente libremente
– No mostrarse agresivo /a hacia el otro Progenitor

José María Bouza, según él mismo me informa, es coautor de los libros “(SAP) SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL Proceso de obstrucción del vínculo entre los hijos y uno de sus progenitores» y “Restitución internacional de Menores – Aspectos Civiles y Penales” y autor de la obra de teatro “ Atrapados en la Justicia”.

Además es fundador y presidente de la asociación argentina APADESHI (Asociación de Padres Alejados de sus Hijos).