Es curioso darse cuenta de cómo está evolucionando el blog conmigo, de cómo las vivencias que comparto con vosotros, mis experiencias y temas de interés, van variando. Cuando lo comencé solo tenía a Jaime, que tenía un año. Un bebote. Julia aún no estaba ni proyectada. Ahora tengo a dos niños que pronto dejarán de ser pequeños, uno con seis años y medio y otra con cuatro.
Durante todos estos años he escrito mucho de lactancia, de todo lo que rodea al embarazo, de partos y cesáreas, de la crianza de un recién nacido… temas que llevan ya mucho tiempo sin aparecer por aquí o haciéndolo muy esporádicamente.
Lo que escribo sale de mí, así que es completamente normal que esos temas estén cediendo el paso a otros. Pero me apena un poco. A veces en redes sociales recupero viejos posts. Y en ese deambular por mi archivo es frecuente que me encuentre con escritos míos que ya ni recordaba o con otros que ahora no habría escrito, o al menos no de esa manera.
Al igual que el blog, yo también he ido evolucionando. Me alegro por ello. Soy de las que no volvería atrás ni loca. Estoy mejor ahora con 37 años que con 30.
37, sí. Hoy cumplo 37. Ayer los cumplió Julia. Hoy celebraremos juntas con nuestra familia y amigos nuestro cumpleaños en un parque de bolas.
El blog es algo vivo, un bonito experimento que espero que me acompañe muchos más años. No conozco mejor forma de dejar fija en la memoria esta etapa de mi vida, mi maternidad y el crecimiento de mis hijos. Si no hubiera escrito con regularidad sobre todo lo que nos ha ido sucediendo, es muy problable que no recordase cuándo Julia comenzó con el juego simbólico, lo que sentí al renunciar por fin a la cuna y experimentar el colecho con Jaime, en qué momento les salieron los primeros dientes o se les cayeron, lo que opinaba respeto a tantos y tantos temas…
Por eso probablemente hay tantos blogs (altamente recomendables) escritos por padres y madres. Por eso probablemente somos tan activos en redes sociales. Por eso yo recomiendo a todo aquel que disfruta escribiendo que lleve un diario de su maternidad, ya sea público o privado, en Internet o sobre el papel. Igual que os recomendaba el cuaderno viajero para nuestros peques hace tiempo.
Creedme, merece la pena el tiempo que lleva, sobre todo a medio y largo plazo. Es como abrir uno de esos álbumes de fotos que llevan una década sumando polvo en la estantería. Esos álbumes que suelen ser lo primero que muchos pondríamos a salvo en un incendio.