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El horario escolar y la imposible conciliación

La mayoría de las familias en las que ambos padres recientes trabajan se encuentran estos días haciendo encaje de bolillos con los horarios escolares de sus vástagos.

¿Quién le recoge? ¿Quién le lleva? ¿Dónde come?

Me consta que hay otros colegios con otros horarios. Pero os voy a poner el ejemplo del de mi hijo, que es con poca diferencia el de todos los colegios públicos de mi ciudad.

Este año, su segundo año, ya no hay periodo de adaptación: han comenzado directamente de 9 a 13. El próximo mes ya tendrán horario normal de mañana y tarde. Él no acude por las tardes, las tiene repletas de terapias.

Pero la cosa entre octubre y mayo es así: se entra a las 9:00, se sale para comer a las 12:30. Se regresa a las 15:00 hasta las 16:30.

Cabe la posibilidad por supuesto de quedarse al comedor. Algo que cuando yo era una niña pequeña pocos hacían y ahora casi es la norma general. Y también es posible llevar al niño a las 8:00 y que desayune en el cole.

Es decir, que como mucho puedes dejar a tu hijo a las 8:00 y recogerle a las 16:30. En total son 7,5 horas de jornada escolar.

Y creo sinceramente que es excesivo para los más pequeños, de 3 (en algunos casos aún 2), 4, y 5 años. Pero cuando no queda más remedio, qué se le va a hacer…

Pero es que, aún siendo mucho para el niño, sigue siendo poco para muchas madres trabajadoras.

Ayer le explicaba estos horarios a una madre reciente a la que aún le quedan un par de años para tener a su hija en el cole. Y me hacía ver que para ella, aún con jornada intensiva y ligeramente reducida, sería imposible poder llevar y recoger a su hija.

Dejarla a las 8:00 supondría llegar a su trabajo pasadas las 9:00. A menos que se redujese mucho más, sería imposible recogerla a las 16:30.

Y ella tiene suerte con su horario. Muchos padres no tienen la posibilidad de trabajar en jornada intensiva de mañana o de reducirse la jornada a conveniencia.

Por eso las puertas de los colegios están tan llenas de abuelos.
Por eso muchas veces elegimos un colegio al que ya vayan primos o hijos de amigos para crear rutas escolares familiares. Por eso algunas nos agarramos al teletrabajo y los horarios flexibles (pero olvidad tener un bebé en brazos frente al ordenador como en la foto, no hay niño que se resista a golpear el teclado, mover el raton o tocar la pantalla).

Sobre todo por eso muchas madres (suelen ser ellas) dejan de trabajar definitivamente o durante los primeros años escolares de sus hijos. Pero la decisión de dejar de trabajar no es siempre puramente monetaria y es difícil de tomar.

Y eso sin contar vacaciones, días de fiesta, excursiones o enfermedades que obligan a quedarse en casa…

Hablar de conciliación en estos casos a veces suena a broma pesada
. Pero sinceramente, no veo que haya una solución sencilla.

Cuándo y cómo comenzar a aprender inglés

Veo un nuevo post (ultimamente se hacen de rogar) en el blog personal de Armandilio sobre cuándo deben los niños empezar a aprender inglés.

No puedo estar más de acuerdo con su exposición.

Os dejo con una buena parte de lo que cuenta (las negritas son mías) y con una preciosa canción infantil en inglés que me encanta ponerle a mis peques para que disfruten:

Un niño puede aprender sin problemas una segunda (o tercera) lengua desde pequeñito y, aunque suelen tener más problemas para iniciar el habla, pronto diversifican las palabras según la lengua que estén hablando.

Ahora bien, un niño puede aprender inglés de forma natural si tiene esa lengua como un idioma familiar (que lo hable el padre o la madre), si vive en un país donde hablen el idioma durante un par de años o más, si es cuidado por una canguro que habla inglés durante varias horas al día o si asiste a un colegio en que se impartan gran cantidad de materias (por no decir la mayoría) en esta lengua.

En cambio, un niño progresa muy despacio con el modelo de enseñanza actual en que los niños reciben una o dos clases de inglés por semana.

La misma UE, en el estudio que comento, afirma que “la evidencia sugiere que para el aprendizaje temprano, para que sea adecuado, no puede dejarse solamente en manos de los profesores y las escuelas”.

Os cuento una vivencia personal: En una visita a un colegio hace un año cuando buscábamos cole para Jon nos explicaron que los niños iniciaban las clases de inglés a los 4 años. Una madre se quejó al director de la escuela de que no empezaran a los 3 años, pues su hija iba a perder la continuidad de las clases de inglés que había iniciado en la guardería. A mí se me quedó cara de pajarito, claro.

El director respondió que la realidad es que este año empezaban inglés a esa edad por petición de los padres (antes empezaban en primaria), pero no porque aprendieran realmente demasiado.

En un estudio publicado hace dos años y realizado por la Universitat de Barcelona valoraron el nivel de inglés alcanzado en niños que habían iniciado las clases a los ocho años y en niños que habían empezado a los once años. El resultado fue que los de once años tenían un mayor nivel tanto en escritura como en conversación.

La directora del estudio concluyó que “en condiciones de inmersión los niños pequeños son como las esponjas, que absorben la lengua a su alrededor. Pero en condiciones de aprendizaje escolar su contacto con la lengua es tan reducido que no pueden absorberla”.

Resumiendo: aprender inglés es beneficioso para el léxico general de los niños, ayuda al conocimiento de otras culturas y permite entender la información que nos llega desde la mayor parte de rincones del mundo y, cuanto antes se empiece, mejor. Sin embargo para aprenderlo se necesita vivir con el inglés, como si fuera un idioma más con el que comunicarse.

Las clases semanales que tanto están solicitando los padres y que tanto publicitan algunas escuelas no son el método adecuado para aprender inglés.

Personalmente no veo ningún problema en que los niños pequeños hagan inglés si estas clases son divertidas y las hacen jugando, pero si no son así casi preferiría (yo, personalmente) que aprovecharan sus altas capacidades de aprendizaje para jugar (y aprender jugando).