Entradas etiquetadas como ‘chuches’

¿Vuestros hijos también tienen un ‘abuelo caramelo’?

Mi padre ha dejado de ser ‘papá’ para convertirse en ‘el abuelo caramelo’. Sí, es uno de esos abuelos que pululan por ahí dispuestos a conceder cualquier capricho a sus nietos como demostración del enorme amor que les tiene. Es fácil que tengáis alguno en mente.

Yo adoro a mi padre, le quiero tanto como él a sus nietos, pero estoy ya harta de repetirle que no les atiborre a regalices, chupa-chups, gominolas y nubes. Las chuches llueven sobre mis hijos como el maná cuando él está cerca, da igual si aún no han comido o si estaban en plena rabieta y no era plan de «premiarles» en ese momento.

Las golosinas son un mal necesario en la vida de Jaime, con los niños con autismo hay que localizar sus intereses y utilizarlos constantemente como premio, como incentivo para comunicarse o completar una tarea. Y los intereses de los niños pequeños con autismo siempre son muy limitados: pompas de jabón, cosquillas, alimentos, canciones… poco más. De hecho esa característica, tener pocos intereses, es una de las claves que definen el diagnóstico.

Yo he visto trabajar a los terapeutas de Jaime, le dan trozos minúsculos de regaliz cuando se esfuerza en decir “aiz” o quieren que coloque la pieza de un puzle.

El abuelo le da regalices enteros solo por existir. Tanto le he regañado por esa barra libre de azúcar, que me siento ya la mala de la película (lo de que las madres nos sintamos así da para otro post).

Intento dejarlo por imposible, pero a veces es que no puedo. Le digo siempre que ya les pagará él el dentista, pero es que por desgracia, lo más fácil es que el dentista para Jaime suponga anestesia general.

Probablemente leerá este post. Estoy convencida de que no servirá para nada.

¿Vuestros hijos también tienen un ‘abuelo caramelo’?

La paciencia tiene premio… ¿Vuestros hijos aguantarían?

Mi amigo @sifon me ha descubierto este vídeo. Ya había oído hablar de este experimento, que se puede hacer con cualquier golosina. Si el niño, a solas con la tentación, es capaz de esperar conseguirá una segunda chuche. Si se la come durante el tiempo de espera, tendrá que conformarse con una. La moraleja es que la paciencia tiene un premio.

Seguro que muchos de vosotros también conocéis esta prueba, pero el vídeo es genial, es tan divertido ver a los niños luchando contra su deseo de devorar la chuche, que creo que merece la pena traerlo aquí para que lo veáis.

¿Creéis que vuestros hijos aguantarían? Yo sé que Jaime no, con Julia no lo tengo tan claro. Estoy por hacer la prueba…

Si no se os carga en vuestro navegador, podéis verlo aquí.

Aprender a cocinar y disfrutar con ello

Ayer sacastéis el tema en los comentarios (gracias Cris por mencionar las chuches caseras) y me quedé con la copla.

Cocinar con los niños, manteniendo unas mínimas normas de seguridad, me parece una idea fantástica. No sólo porque ayude a que valoren los alimentos. También es fuente de creatividad, pueden aprender un montón si les contamos de dónde proceden y cómo se elabora la comida y es un rato estupendo para pasar en compañía.

El secreto es plantearlo como algo divertidísimo y no como una obligación. Algo complicado de hacer si perciben que para nosotros cocinar es algo tedioso y obligado.

Con los más pequeños
se puede simplemente hacer que te ayuden a untar el paté en el bocata, a cortar el plátano en trozos con un cuchillo sin filo o a decorar unas galletas con yogur, mermelada o nocilla.

Y de ahí al infinito.

Como despedida, una receta de gominolas de andar por casa extraída de guíainfantil.com.

Ingredientes:
– 2 sobres de gelatina neutra
– 1 sobre de gelatina con sabor
– 2 veces la medida de la gelatina con sabor de agua (aproximadamente 2 tazas pequeñas)
– 3 veces la medida de la gelatina con sabor de azúcar (aprox. 3 tazas pequeñas de azúcar)
– Azúcar granulado para rebozar las gominolas

Preparación:
La primera parte os corresponde a vosotros ya que es necesario utilizar el fuego. Introducir todos los ingredientes en un cazo y calentar a fuego suave removiendo constantemente sin que llegue a hervir.

Mojar con agua fría un molde rectangular y verter la gelatina. También podéis utilizar moldes para cubitos de hielo con diferentes formas. Se aconseja los de plástico blando porque luego será más fácil desmoldarla.

Introducir en la nevera y dejar que se enfríe. Cuando veáis que ha cogido la consistencia adecuada, es el momento de sacarla. Aquí entran en acción los niños.

Y ahora llega la parte más divertida que es rebozarlas con azúcar. Otra cosa que gustará a los niños es cortar con diferentes formas la que vertimos en la plancha rectangular, con cortadores de galletas formas distintas.

Tras esto sólo queda disfrutar del premio. Y los papás no dejéis de probarlas. Veréis como ha sido una buena idea preparar estas gominolas caseras.

Las chuches ¡qué difícil equilibrio!

Los padres recientes tenemos que guardar delicados equilibrios en muchos asuntos que, hasta hace apenas un par de generaciones, eran impensables.

Entretenimientos, hobbies, alimentos, saberes, distracciones, aficiones… que hay que procurar que nuestros peques usen y disfruten en su justa medida.

Pero es tan difícil encontrar la virtud del témino medio.

Probablemente la tele y las chuches son los dos mejores ejemplos.

De la televisión, ese invento del demonio, ya he hablado en el pasado. Creo que puede ser un instrumento muy útil pero hay que moderar su consumo. Nosotros procuramos que no se coma nunca con ella encendida delante y no la tenemos de ruido de fondo constante en la casa.

De hecho desde que estamos trabajando para que el peque se sobreponga en la medida de lo posible a su TGD o autismo, apenas se pone unos pocos ratos al día y siempre con la compañía de un adulto y con contenido apropiado: Cantajuegos, Pocoyo, JimJam & Sunny…

Conozco padres recientes que no tienen tele en casa y cuyos hijos alucinan con ella cuando se la encuentran en otros hogares. Espero que le salga bien la jugada pero me da a mí que en muchos casos están dando a la tele el irresistible halo de lo prohibido.

Otro asunto son las chuches.

Mis hijos son de buen comer. Pero como cualquier niño por muchas lentejas o macarrones que se hayan zampado, siempre están dispuestos a hacer un hueco al regaliz, las galletas o los caramelos.

Disfrutar del chocolate o un buen helado forma parte de los pequeños placeres cotidianos de la vida. Los adultos disfrutamos de ellos y tampoco hay razón para negárselo a los peques.

Pero si ya a tantos adultos les cuesta moderarse con estos alimentos tan discutibles, es imposible pedírselo a los niños.

Eso sin contar que la cantidad de golosinas que para unos padres es razonable, para otros puede ser exagerada.

Por regla general tendemos a hacer con nuestros hijos lo que nos permitimos a nosotros.

Yo soy más permisiva conmigo misma con chocolate, helados, galletas, bizcochos, patatas fritas… muy poco con la bollería industrial (es rarísimo que la coma) y nada con las chuches gomosas.

Por cierto que esas chuches no vienen del petróleo. Son proteína procesadísima con azúcar, colorantes y aromatizantes básicamente. Algo muy poco nutritivo. Aquí hay más información sobre ellas.

He querido trasladar eso a mis hijos, pero por desgracia las chuches le encantan al peque. Y como es importante que se comunique, que aprenda signos y palabras y que reforcemos sus peticiones atendiéndolas, está comiendo más de lo que me gustaría.

Claro que cada vez que dice «aaiiiz» por «regaliz» o «elo» por «caramelo», la cosa compensa.

La úncia solución que veo de momento es enseñarles a lavarse bien los dientes lo antes posible. A los míos no se le da nada mal afortunadamente.