Cuando eres periodista o cuando eres un bloguero medianamente reconocido, es frecuente que te inviten a presentaciones de productos o servicios relacionados con la temática de la que te ocupas. Para que lo cuentes si quieres y como quieras (al menos esas son mis condiciones). Los periodistas y blogueros de cine ven las películas antes que nadie y a veces tienen acceso a los que han participado en ellas, los de tecnología pueden probar cacharros y programas y los de motor coches. Probablemente no os esté contando nada que no sepáis.
Yo no voy a muchos eventos relacionados con este blog. No tengo tiempo, la verdad. Trabajar, atender a los niños, a la familia, a los hobbies… Harían falta días de 24 horas. Últimamente, con Jaime más mayor y Julia hecha una señorita de cuatro años estoy pudiendo asistir a alguno más. A los que me parecen más interesantes.
Normalmente son eventos a los que se puede ir con niños, pero os voy a confesar que nunca había llevado a Jaime a uno. Hasta este pasado jueves.
Si os hablo de Cantajuego seguro que todos los que tenéis hijos (y muchos de los que no los tenéis) sabéis perfectamente de quiénes estamos hablando: ese grupo de chicos y chicas con vaqueros azules y camisetas rojas que cantan todo tipo de canciones infantiles (o no, que hasta los Beattles se han colado en su repertorio). Los niños pequeños quedan fascinados con ellas y con sus bailes. Son temas tan pegadizos que hasta nosotros nos descubrimos con ellos incrustados haciendo lo posible por sacárnoslos de la cabeza cuando vamos en el coche camino al trabajo o preparamos una reunión importante.
Sí, esos que son muchos, que llevan un porrón de discos y van camino de vender más CDs que Julio Iglesias (40 discos de platino llevan ya), que salieron hace al menos ocho años y han cambiado a la mayoría de sus integrantes en el proceso, que llenan sus conciertos de niños encantados…
A Jaime le chiflan. Cualquier niño con siete años probablemente ya habría superado la etapa de los petos vaqueros y el tallarín, pero con su autismo, Jaime sigue a esa edad encantado de verlos. Es, con diferencia, lo que más le gusta tener puesto en la televisión. En segundo y tercer lugar estaría un dvd de Miliki en versión animada cantando sus canciones y los temas de Glee. Rihanna, Shakira, Lucrecia con su Guantanamera, las bandas sonoras de Enredados o Tiana y el sapo y Pastora Vega también le gustan.
Es muy musical mi niño, ya lo véis. Y de gustos eclécticos.
Yo le canto con frecuencia, para animarle, para calmarle… La música es un lenguaje universal.
Cuando con motivo de la llegada del grupo a Disney Junior este lunes y el sábado a Disney Channel, nos invitaron a conocerles. Merienda y Cantajuego. Comida y sus ídolos televisivos. No podíamos faltar.
Nunca hasta ahora le había llevado a uno de estos eventos a sabiendas de que no le iba a gustar, por serias dudas de que le gustase o por falta de manos (yo sola con Jaime y Julia y queriendo enterarme de lo que me cuentan es mucho pedir). A este hemos ido, si no nos aventurábamos a una merienda con Cantajuego, jamás iríamos con él a nada. Y ha salido bien, aunque no lo parecía al principio.
Pese a que no tenía su mejor día, en el cole había estado nervioso, y estaba cansado, entramos y estaba feliz, comiendo, correteando y asomándose a la cristalera de un onceavo piso para ver las vistas. Todo se ha torcido al llegar ellos y se ha colapsado. Verles fuera de la televisión ha sido demasiado para él. Ha querido irse y tuvimos que salirnos, me llevó varias veces a los ascensores, estaba empeñado en que nos fuéramos. Al final se ha tranquilizado y ha consentido en sentarse en unas sillas rojas. Y entonces llegó Elena, se arrodilló ante Jaime y comenzó a cantarle. Y luego se sumó Rodri. Jaime volvió a sentirse a gusto, a sonreir y a pedir más música. Me comentaron con gentileza que es frecuente que muchos niños se queden bloqueados al verlos. Al final todos los integrantes de Cantajuego le cantaron. Todos ellos encantadores. Y todo mereció la pena. Grabé un vídeo pequeñito y lo puse cuando llegué a casa. Jaime vino corriendo desde el otro extremo de la casa para verlo. Varias veces. Sonriendo.
Recuerdo a una madre hace años en un foro sobre autismo que frecuentaba comentando que cuando iba con su hijo a algún sitio nuevo «no sé si duraré una hora o cinco minutos, pero que hay que intentarlo».
Podríamos haber durado cinco minutos. Gracias a la buena mano con los niños del grupo Cantajuego estuvimos bastante más de una hora. Y gracias a la gente de Disney que se adaptó a nosotros y a nuestras circunstancias.