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Un concurso para madres y padres con blog, con una excursión a Eurodisney de premio

Me consta que muchas madres (y algún que otro padre) que me leéis tenéis vuestros propios blogs. Por eso (y porque soy miembro del jurado) os traigo hoy un concurso auspiciado por Suavinex cuyo premio es un viaje a Eurodisney con gastos pagados para cuatro personas.

El único requisito es que el blog tenga al menos medio año de antigüedad (o que lleve al menos ese tiempo hablando de la maternidad/paternidad si es que el blog es más viejo) y que residas en España.

En el club de las madres felices tenéis más información.

1. Envía tu solicitud de participación a la dirección suavinex.suavinex@gmail.com indicando tu nombre y apellidos, una dirección de e-mail y teléfono de contacto, así como el nombre y dirección web de tu blog y el año y mes de creación.

2. Dentro de dos semanas se publicará un post en el blog El club de las madres felices con el listado de los blogs candidatos al premio y se abrirá el proceso de votación, abierto a todas las mamás blogueras. Pero, claro está, ya puedes ir animando a tu comunidad para que tengan el ratón listo para votar por ti. Eso sí, sólo se permitirá votar una vez y por un solo blog. De entre esta votación popular se elegirán las cinco madres blogueras felices que pasarán a la final.

3. A partir de ahí, un jurado se encargará de elegir el blog ganador entre los cinco finalistas.

Los criterios de valoración de los blogs por los que se regirá el jurado serán la calidad de los contenidos, las actualizaciones, la dedicación, la implicación de la “tribu”…

Si crees que eres la mamá bloguera más feliz, descárgate las bases completas del I Premio Mamás Blogueras y Felices en el siguiente enlace y participa.

Me siento bien…

Lo dice Ciudadana Coja, una madre reciente que merece sentirse todo lo bien que sea posible.

Me siento bien . . .

Cuando disfruto de una ducha caliente.
Al despertar con el sonido del viento.
Cuando mantengo una buena conversación.
Cuando la luz roza mi cara.
Al verte dormir apaciblemente en tu pequeña cama.
Cuando imagino nuevas metas.
Cuando las alcanzo por fin.
Cuando siento que la vitalidad me invade.
Al verte bostezar por las mañanas.
Cuando siento la energía en el ambiente.
Al oir latir mi corazón y el tuyo.
Cuando me da la risa porque me das una sorpresa.
Cuando camino entre las hojas del otoño.
Al ver tu carita de niño buscarme al despertarte.
Cuando camino entre la niebla de tu mano.
Cuando te recojo del colegio.
Cuando jugamos a pisar nuestras sombras.
Al verte montar en bici sin caerte.
Cuando pones mi nombre en el papel.
Cuando abrazas a tu peluche favorito.
Cuando hacemos un bizcocho.
Cuando te ríes a carcajadas.
Al darme un beso de ratón.
Cuando nos queremos hasta el infinito.

Me siento bien…

Mis hijos también me hacen sentir así. ¿A vosotros no?

Niños solos en el coche, llamadita al 112

Así más o menos se titula el último post del blog personal de Armandilio, en el que cuenta que prefirió pecar de celo antes que seguir su paseo y dejar a dos niños pequeños dentro de un coche.

Creo sinceramente que eso es lo que hay que hacer. Y noticias como la de hoy, de dos ancianos muertos tras ser olvidados en una furgoneta, me lo recuerda.

Raro es el año en el que no hay algún caso de bebé o niño pequeño muerto deshidratado por quedarse a solas en un coche, por distracción o dejadez consciente de sus cuidadores.

Así que estoy contigo Armandilio, 112 al canto ante la más mínima duda. Probablemente alguno de esos casos no hubiera acabado así de haber llamado alguien al verlos…

Mientras realizaba la llamada, sonó la alarma del coche sin que nadie viniera, hecho que me reafirmó en la decisión de alertar de que dos niños estaban solos dentro de un coche.

Hablé con la operadora, que me preguntó las edades de los niños, dónde se encontraban, qué coche era, etc. y mientras le explicaba la situación apareció una mujer que se acercaba al vehículo con bolsas en las manos.

– «Perdona, que ya está, que ya ha aparecido la madre».
– ¿Ya ha venido la madre?
– Sí, sí, ya ha venido la madre – repetí delante de ella para que me oyera.

– ¿Pasa alguna cosa? – me preguntó la mujer.
– No, que he llamado a la policía porque como he visto a dos niños solos dentro de un coche al sol y no me ha parecido muy normal…
– Ah, bueno…, es que, he ido tres minutos aquí, a la panadería.
– No, si yo no te juzgo. Yo solo he visto dos niños solos en un coche y nadie alrededor, con unas llaves encima del techo, ha sonado la alarma y nadie aparece…
– Bueno, gracias – me dijo semiasustada por la situación.
– Bueno, coge las llaves, que las tienes ahí (la señora ya se metía en el coche sin ellas).
– Vale, uhmmm, gracias,…

Probablemente la señora se asustó un poco al oír «he llamado a la policía». No era mi intención asustarla, pero sí hacerle saber que dejar a los niños solos dentro de un coche no es algo demasiado normal (o al menos no demasiado recomendable) y sí era mi intención velar por la seguridad de esos niños (llamé pensando en ellos).

Al final pasó lo que era más probable que pasara, que apareciera la madre, se montara en el coche y se fueran todos tan contentos. Ahora bien, lo más probable no es lo que sucede siempre y son varias las ocasiones en que hemos oído en las noticias que un niño fallece al quedar olvidado dentro del coche.

El Deseo

Hace pocos meses que conozco a María Fernanda Ampuero, y pronto pude comprobar lo bien que escribía. Era algo que ya me habían adelantado.

Mantiene algún que otro blog e incluso ha ganado algún que otro premio literario. Es periodista, así que es su trabajo. Pero además es su pasión. Es de esas personas a las que escribir le da aliento para avanzar. Un poco como me pasa a mí, o como pasa a alguna que otra buena amiga, aunque me da la impresión de que en ella se produce en mayor medida.

Hace pocos días compartió conmigo vía Facebook una pieza titulada Fantasías sexuales.

Sólo está en Facebook. Ahora ella me ha dado permiso para que también perdure digitalmente en este blog.

Espero que lo disfrutéis.

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire (…) No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”. Julio Cortázar, Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj.

Y llega un día, señoras y señores, en el que la vida de una ya no es más de una: es del Deseo.

El Deseo, voraz y cavernícola, te controla, te conduce, te domina, te impulsa. No existe más que él.

Saben a lo que me refiero: esa incapacidad de ser racional, ese cambio de conducta, esas ansias, ese no hablar de otra cosa. Sí, sé que saben a qué me refiero.

Muchas lo han vivido o lo están viviendo ahora. Hablo por nosotras, mujeres de más de 30 años, presas, como yo, del Deseo más inquietante, más ajeno y propio al mismo tiempo, del más total.

Estoy hablando, claro, del Deseo que genera el aparato más perfecto y más temible jamás inventado, del eficientísimo servidor de la naturaleza, del incansable, inagotable, infatigable, tenaz, persistente, obstinado, laborioso, diligente, voluntarioso, activo, trabajador… ¡Reloj Biológico! (música de película de miedo, sonido gutural, grito).
Oigan, de verdad, no se rían. Resulta toda una experiencia para una mujer el despertar del aparatito (por llamarlo de alguna forma, ya que hace más ruido que la campana de 13 toneladas del Big Ben de Londres).

“¿Cómo pasó esto?”, me pregunto todos los días. “¿Cuándo pasó esto?” Quién sabe, tal vez la cosa estaba como el celular en modo ‘silencio’ hasta que un día, en algún lado, alguien le cambió el tono a ‘muy alto’ y desde ahí no hay quién lo pare: ¡tictac, tictac, tictac, tictaaaaaaaaaaaaaaaaaaac! Sin parar, día y noche, como el conejito de Energizer (que sigue y sigue y sigue).

Les juro por Dios que lo oigo. Me estoy quedando dormida y tictac, tictac, tictac. Me miro al espejo y tictac, tictac, tictac. Mastico mi tostada y tictac, tictac, tictac.

Pero resulta que cuando voy asumiendo la cantaleta y le dejo de hacer caso, se descarga otro politono y empieza dong, dong, dong o clan, clan, clan o ding, ding, ding o crash, crash, crash.

La idea es yo que lo escuche. Fuerte y claro, en estéreo. La idea es que le haga caso. Qué eficiencia tiene, de verdad.

Y cuando veo a un bebé… Uy, jesucito de mi vida, empieza a darle y darle con toda la fuerza de su ancestral maquinaria pum, rast, plas, bim, bam, bum hasta que el corazón se me pone como si tuviera a Guns & Roses en concierto por dentro. ¡Qué locura: llevo 34 años con este mismo cuerpo y ahora resulta que tenía un alien dentro de él!

Porque, verán, yo nunca fui maternal.

Cuando mis amiguitas se despelucaban y se arrastraban como Alfaro por el Policentro por el Chicho Belo, la Picolina, el Nenuco, el Agugú, el RN, yo pedía la Barbie ejecutiva, la vaquera, la Reina de Corazones, la Princesa Leia.

Una vez, me acuerdo, me regalaron un bebé y, por mi tendencia a decapitar muñecos (“Freud, ¿tú qué dices?”), la cabeza no le duró mucho en su sitio.

Tampoco tuve el clásico Cabagge que acunaban todititas mis conocidas, ninguna muñeca mía se hacía pipí, ni había que darle papilla o pasearla en coche: ellas tenían una profesión, un carro fucsia, un romance con Ken y más de 20 años.

Y crecí como suelen hacer las niñas y la cosa seguía igual: poquito novio en el horizonte, nulas expectativas de cantar “qué diversión, la Familia Corazón” y por supuesto cero deseos de reproducción.

¿Bebés? Nanay del Paraguay. Yo quería conocer mundo, triunfar con mis libros, ser todo lo que podía ser y más…

Hasta ahora, que nada más escribo la palabra bebé y ya me asoma una lagrimita, que parezco una gelatina tarada cada vez que se me acerca un niño y que, como si fuera de esos depravados adictos al porno en internet, tengo que ocultar de mi jefe las omnipresentes fotos de los preciosísimos hijos de mis amigas del Facebook.

¡A mí es que tendrían que poner el babero!

Resumiendo, estoy, como dice Benedetti, “jodida y radiante” con este tema. Y hay más, porque el Reloj, no contento con tenerme el día entero a merced del estremecimiento, llena mis noches de bebitos.

Bebitos en la playa, bebitos llorando, bebitos que son míos, bebitos que no son míos pero que robo y huyo, bebitos chiquitititos como Pulgarcito, bebitos que me sonríen desde los brazos de mi marido. No es un caso aislado: mis sueños están literalmente poblados de bebés.

Así están las cosas: ni dormida ni despierta dejo de verlos. Tan grave es que en la cama de mis ensoñaciones, donde antes estaba George Clooney, ahora hay un bebé dormido.

Así que si cuando vieron el título de este artículo pensaron en que revelaría cosas del tipo de Atracción Fatal, lamento decepcionarlos: las únicas fantasías sexuales que me quedan son si va a ser niño o niña.

¿Nuestro deber es estar con ellos?

A finales de enero tienen que hacer a mi peque una resonancia magnética. Tienen que dormirle para poder hacérsela. En febrero hay un electroencefalograma y una prueba en el otorrino. En marzo un extracción de sangre para mirar todo tipo de cosas.

Todas esas pruebas son de descarte. Normalmente en los niños con un diagnóstico como el mío, de trastorno generalizado del desarrollo, suele dar todo bien.

Pero todas esas pruebas forman parte de un protocolo para descartar otro tipo de problemas diferentes (lesiones cerebrales, síndrome del X frágil…) o asociados (epilepsia por ejemplo).

Conozco a muchas madres cuyos hijos han pasado por ello y todas coinciden en que suena peor de lo que parece, que luego no es para tanto.

En cualquier caso hay que pasar por ello.

Obviamente hay pruebas en las que no estaré. Pero siempre que pueda allí estaré con él.

Hasta ahora no le han hecho más que algunas extracciones de sangre por su alergia al huevo, pero siempre he estado a su lado.

Conozco padres que prefieren no estar presentes cuando a su hijo le sacan sangre o le dan unos puntos de sutura.

Imagino que por aquello de que ojos que no ven corazón que no siente.

Totalmente respetable, pero no es lo mío.

Yo no es que prefiera estar. Es que creo que es mi obligación como madre estar presente e intentar tranquilizarle.

Personalmente, me sentiría peor no estando.

Si está en mis brazos, si le tomo la mano, si canto sus canciones preferidas… quiero creer que pasará mejor el trago.

Ese es mi punto de vista particular como madre.

Luego está el punto de vista de los profesionales de la salud.

Un post de Amalia Arce, la madre reciente pediatra que sabéis que sigo va por el mismo camino.

Os dejo parte:

En ocasiones en Urgencias hay que realizar tratamientos o exploraciones complementarias que pueden no ser muy agradables para los niños, como por ejemplo realizar una analítica o suturar una herida cutánea. A diferencia de los adultos, los niños no siempre pueden comprender el procedimiento a realizar, y aunque lo comprendan, lo habitual es que tengan un comportamiento receloso cuando no directamente actitudes de pánico. Las figuras del padre o de la madre en ese momento pueden ser facilitadoras para que el niño no asuma la situación con una angustia excesiva. Y al contrario, si los padres se muestran muy nerviosos o inquietos ante la situación, los niños se contagian y lo pasan peor. Por eso a mí me parece importante no mostrar nuestra propia ansiedad como padres en según qué momentos, aunque entiendo que esto no siempre es fácil.

Todo esto está ligado con la presencia o no de los padres durante las exploraciones o los tratamientos. En los diferentes hospitales dónde he trabajado he vivido diferentes actitudes, aunque la tendencia que va en aumento es la de permitir no sólo que los padres estén presentes sinó que puedan colaborar en alguna parte del procedimiento. De alguna manera la autonomía de los pacientes (y en este caso de sus padres como responsables) va ganando terreno al paternalismo que ha imperado en las décadas anteriores en el ejercicio de la medicina.

Los profesionales mantenemos diferentes actitudes ante la presencia de los padres. Hay quien incrementa su propia inseguridad y hay quién no tiene inconveniente en que estén. Generalmente suele ser más preocupante para el personal en formación.

Personalmente yo creo que los padres no deberían estar en momentos de soporte vital (por ejemplo si se están haciendo maniobras de reanimación) por lo complicado y estresante de la situación. Y tampoco en pruebas que requieren una esterilidad alta como por ejemplo en cirugías o punciones lumbares.

En el caso de procedimientos menores como las suturas, a mí no me importa que estén los padres. De hecho lo prefiero sobretodo en una circunstancia: cuando se da la suma de niño muy nervioso con padre/madre tranquilo/-a. Algunas padres ansiosos o que se han puesto nerviosos por la situación, o que son muy aprensivos deciden por iniciativa propia esperar fuera.

A dormir

Uno de los varios blogs que sigo relacionados con el tema de éste es Ahora la madre soy yo.

Hace muy poquitos días escribió un precioso post que quiero mostraros.

Se titula A dormir y cuando lo leí veía todo lo que contaba. Más que verlo lo recordaba por haberlo vivido mil veces.

Nada hay más tierno que tu hijo dormido. Incluso niños como mi peque, con sus tres añazos, te recuerdan al bebé que fueron mientras lo ves dormir en paz.

No, no, no, no quiero dormir. Aunque tengo sueño… pero no quiero dormir. Estoy aquí jugando con papi… pero tengo sueño ¡¡¡¡uaaaaaaa, tengo sueño, uaaaaaaaaa!!!

No, no, mami, así no, no me pongas así, que me duermo, no, no me mezas que se me cierran los ojos, nooo… no quiero dormir, tengo muchas cosas que ver, la luz del humidificador, la pelota que está en el suelo…

Bueno, chupo un poco de leche de la teta de mami, total, está aquí y está tan rica. Tengo sueño, se me cierran los ojos y mami canta tan bien…

Pero, no, no, no, no quiero dormir… mami, mami mira Mickey, mira el ventilador…no quiero dormir…

Un poco más de teta, vale… se me cierran los ojos y ese balanceo me deja adormilado, que a gusto estoy, se me cae la mano, se me escurre la boca de la teta de mamá…

Pero no, no, no, no quiero dormir… ¿qué es esto? la nariz de mamá ¿y estos agujeros? ¿qué habrá dentro? Vaya, parece que a mami no le gusta que le meta el dedo ahí ¿por qué será?

Pero se me cierran los ojos, mami me acaricia la cabeza y los párpados se me caen y relajo las piernas, y me acurruco con mamá, que huele tan bien y está tan blandita. Mi respiración se ralentiza, empieza a ser rítmica, tranquila, me duermo, me duermo… me dormí.

La guerra del sueño

Un post de enero de 2008 es el que más comentarios tiene, muchos muy encendidos, y probablemente es el más leído.

Se titula El polémico método Estivill y ya os podéis imaginar de lo que trata si no lo habéis leído.

Por eso, por que soy consciente de la guerra del sueño que existe, me he parecido bien compartir con vosotros este post del blog Reflexiones de un pediatra curtido , que lleva mucho tiempo enlazado en el mío.

La guerra del sueño o la inútil discusión de métodos para dormir a los bebés

El primero la controvertida técnica conductista del Estivill – que no es suya sino de del experto pediatra americano del Children´s Hospital de Boston, Richard Ferber- expuesta en el libro Duérmete niño; el segundo, de acuerdo a la filosofía que la Dra. Rosa Jové expone en su libro Dormir sin lágrimas.

Nos muestran que hay dos formas de dormir al bebé. Dejándolo llorar en la cuna con un sistema de tiempos, que puede generar angustia tanto en los padres como en el pequeño que hasta que aprende a dormir asociándolo a una rutina con lloros consiguientes al salir los padres de la habitación , o bien ayudándole a dormir de una manera espontánea e incluso en este caso en la misma cama de los padres. Según esta autora no hace falta dejar llorar al bebé en la cuna para que aprenda a dormir y no se le malcría.

Ahora viene «la bomba atómica» que los padres seguidores de la Dra Jové dinamitarán en cuanto se enteren y los partidarios del Estivill adorarán si además les gustan los gadgets electrónicos. Se trata del «GoodNight Sleep Trainer», artilugio que sirve de «entrenador» para que el niño aprenda a dormir que, en el fondo, no es más que una pauta conductista con chip. La repera limonera. La «ferberización» se popularizó en Norteamérica tras la primera edición del libro de este médico y la «estivillización» es posterior (sería una copia). Ahora el Dr. Ferber ha publicado una nueva edición, veinte años después de la primera, en la que se ha moderado un poco.

Y usted, doctor, ¿de qué lado está? Pues no hablaré si no es en presencia de mi abogado pero mi sentido común me dice que ambos son buenos y malos. Soy listo ¿eh? Eso sí, en España se ha logrado dividir a los padres en dos grupos como si fueran sectas.

Ya sabéis que yo sí que me mojo y no me gusta un pelo el método Estivill.

Aunque jamás criticaría a unos padres recientes deseosos de dormir por utilizarlo o inspirarse en él. Que no dormir es muy malo…

Lola, su mamá y algunos dibujos

Me escribe la mamá de Lola para decirme que acaba de descubrir mi blog. Gracias a su amable mensaje, también he descubierto yo el suyo, y ya está entre mis favoritos.

La mamá de Lola es ilustradora y desde hace poquito en su blog trata de forma gráfica la maternidad.

Me ha llamado la atención que el dibujo que ilustra su «sobre mí» es el mismo concepto que la foto de mi blog.

No creo que haya madre reciente (o padre) que no se haya quedado al menos un momento embelesado mirando cómo la perfecta y diminuta manita de su hijo asía la suya.

Volviendo al blog, creo que os puede gustar. Aquí os dejo un par de sus creaciones (©2009 Mamá de Lola):

Las madres en la consulta del pediatra

Amalia es pediatra y madre reciente. Y tiene un blog que siempre visito: Diario de una mamá pediatra.

Por cierto que no es la única pediatra madre reciente que nos cuenta sus vivencias. Ahí está la foto.

Su último post me ha parecido tan divertido que quiero compartirlo con vosotros. Es interesante ver ese punto de vista sobre nosotras.

Se titula Tipos de madres en la consulta:

* Mamá lapa o mamá pulpo: El niño más que su hijo es una continuación de ella pegado a su cuerpo. Cuando deja al niño en la camilla, ella se estira encima y el niño se agarra a su cuello con una fuerza descomunal. Más que una exploración pediátrica puede parecer un combate de sumo

* Mamá «friendly»: Como ha venido un montón de veces a Urgencias, ya conoce el lugar y a gran parte del personal. Entra en la consulta como Pedro por su casa. Te habla con la familiaridad de quién se conoce de toda la vida, cuando tú a duras penas recuerdas su cara entre la de las 1000 mamás que atendiste el mes pasado.

* Mamá «esto no va conmigo»: Es un tipo de mamá que me pone muy triste. Al contrario que la mamá pulpo, no toca a su hijo, no le da muestras de soporte si hay que hacer alguna prueba que puede ser dolorosa. Se sienta en la silla y se limita a observar a sangre fría….

* Mamá marquesa: Espera a que otros, sea la canguro, la abuela o la enfermera, desnude al niño y lo coloque en la camilla

* Mamá de telenovela: Viene con su hijo de 15 años, se sienta en la silla, se ata el cinturón de seguridad y pone el piloto automático: te explica de cabo a rabo la historia de su hijo desde que nació….

* Mamá pidona: Entra pidiéndote lo primero un justificante para el trabajo. Como trae al otro hijo además del supuestamente enfermo, «pues ya que estoy aquí ¿le puedes mirar el grano que le ha salido al mayor?». Finalmente y para llenar el botiquín, te saca el recetario y te pide recetas de Dalsy, Apiretal, Atarax y Romilar.

* Mamá supermamá: ¿Cómo se pueden llevar esos pedazo de tacones, esa ropa impoluta blanca y sin arrugar y toda esa joyería empujando un carrito y llevando de la mano a otro mocoso que casi no anda?

* Mamá «lista de la compra»: Lo primero que hace es dejarte una nota donde tiene la temperatura corporal de su hijo de las últimas 24 h así como las horas en las que le ha dado el antitérmico y las cantidades de las mismas. También apunta los diagnósticos probables en base a sus enfermedades anteriores y a su búsqueda en el google

* Mamá «angustias»: Vive con gran desesperanza cualquier enfermedad o trastorno en la crianza de sus hijos. A veces previamente a desmoronarse y verlo todo como un obstáculo insalvable, puede llegar a ser muy mordaz y expresarse con lenguaje agresivo

obviamente exagerado, aunque no me cabe duda que habrá muchos exponentes puros de cada clase

Creo que yo soy una mezcla de las dos primeras. Mi hijo no ha ido mucho al médico pero tengo bastante confianza con la pediatra.

¿Dónde estarías clasificada tú?

Una visión positiva del autismo

Este post se titula casi igual que el post que publicó recientemente Inma Cardona en su blog Miguel, autismo y lenguaje.

Inma es logopeda de un colegio de Educación Especial y tiene tres hijos, el mediano se llama Miguel y es autista.

Inma, como mucha otra gente que también conoce el autismo de primera mano, tiene el empeño de lograr que los demás también lo entendamos.

Escribe a periódicos, participa en la creación de premios online a su difusión, mantiene vivo su blog, trabaja en ello…

Y hoy yo quiero ayudar a Inma desde este blog, que goza del importante altavoz de 20minutos.es.

Para hacerlo, los dejo con con ella y con un vídeo precioso de la mamá de Julen de 3 años, que también está en la misma lucha. Lo elaboró con motivo del día por la concienciación del autismo, que tuvo lugar el pasado dos de abril:

Cada día más profesionales y sobre todo padres, intentamos dar una visión positiva del autismo. Queremos romper esa barrera mental impuesta desde hace tanto tiempo… en donde el autismo es sinónimo de aislamiento, de autolesiones, de niños y personas infelices, que no sienten, que no les importa nada. La realidad del autismo no es esa, las personas con autismo son personas que sienten, que aman, que padecen, que quieren comunicar pero a veces no saben como hacerlo. Tienen muchas dificultades en relacionarse con otras personas pero no porque estén en su mundo y no les importe, si no porque les resulta tremendamente dificil entender las relaciones sociales. Las personas con autismo tienen un estilo de pensamiento diferente y eso hace que sean muy buenos en la comprensión literal de algunas cosas, pero no tanto cuando la comprensión implica dobles sentidos, ironías, sarcasmos, chistes, metáforas… y las relaciones sociales están cargaditas de este lenguaje. Además hay muchas personas con autismo que además tienen dificultades de aprendizaje como es el caso de Miguel, en donde la comprensión general del lenguaje le costó muchísimo comparado con cualquier niño neurotípico. Mientras Miguel no comprendía lo que le decíamos, parecía que no tenía interés, sin embargo cuando comenzó a comprender, vimos claramente que en lo que comprendía sí participaba, así pues ayudándole a comprender conocemos al verdadero niño, con ansias de aprender, de participar, de querer, de estar… Por eso desde aquí quiero hacer hincapié en la importancia de ver a las personas con autismo desde otro prisma, quiero trasmitir todo lo que Miguel va aprendiendo, todo lo que Miguel es capaz de hacer, todo lo que es capaz de sentir, todo lo que es capaz de transmitir, en definitiva quiero que se vea a Miguel y en general a todas los niños con autismo, como personas con capacidades, busquemos cuales son sus puntos fuertes y partamos de ellos, veamos todo lo que hacen, caminemos hacia lo que no hacen pero con una visión positiva, buscando de qué manera podríamos enseñarles, siempre partiendo de todo lo que si son capaces de hacer.