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Es preciso tomarse en serio de una vez la atención temprana, los niños necesitan una respuesta pública rápida y de calidad

(GTRES)

Hay situaciones en las que no se puede esperar. Hay situaciones en las que hay que reaccionar rápido, sin perder el tiempo.

Ofrecer una atención temprana pública y de calidad a los niños que tienen autismo, parálisis cerebral, X-Frágil, retraso madurativo, síndrome de Down, espina bífida o trastornos específicos del lenguaje, por poner unos pocos ejemplos relativamente más frecuentes entre un inmenso abanico posible, no es algo que pueda demorarse por meses, incluso por más de un año.

Pero está pasando. Los niños de entre cero y seis años que precisan de sesiones de logopedia, estimulación, fisioterapia.. en los centros de atención temprana están perdiendo un tiempo precioso. Lo pierden con frecuencia por distintos motivos antes de ser derivados, normalmente por la lógica negación de los padres a creer que a su niño le pasa algo malo y la poca vista de algunos pediatras.

Pero lo peor es que una vez que el pediatra o el especialista efectivamente derivan a un niño para que reciba esas necesarias terapias, también se están acumulando tiempo de espera incomprensibles.

Para un bebé o un niño pocos meses marcan una gran diferencia; la ductilidad del cerebro, las distintas etapas el desarrollo, la necesidad de escolarizarse con garantías… hacen necesario que estas intervenciones terapéuticas no se prolonguen en el tiempo.

Es algo que está siendo noticia estos días con el foco puesto en la Comunidad de Madrid, donde se habla de una espera media de un año y de plazas insuficientes:

Hay una campaña de firmas en marcha, por los Derechos de los niños con Diversidad Funcional de la Comunidad de Madrid, en la que se afirma lo siguiente:

Por si los padres de un niño con discapacidad no tenemos suficiente con las intervenciones quirúrgicas, ingresos hospitalarios y revisiones médicas a las que son sometidos, la Comunidad de Madrid y otras administraciones públicas se encargan de poner todo tipo de trabas y obstáculos en el camino para conseguir la igualdad de nuestros hijos.

Nosotros y otros muchos padres madrileños sentimos que con el actual modelo de gestión en materia de Discapacidad y Dependencia, nuestros hijos son los menos beneficiados por las «Políticas Sociales y de Familia”. Entre otras dificultades nos encontramos ante:

  • La lentitud en Valoración Infantil (Atención Temprana, Discapacidad…).
  • Un grado de Dependencia no ajustado a la situación, además de la lentitud e impago de la prestación para Cuidados en el Entorno Familiar.
  • La falta de pago del Reintegro de Gastos por Desplazamiento y de Material Ortoprotésico.
  • La falta de recursos en las Escuelas Infantiles (Enfermera y material adaptado).
  • La necesidad de parques infantiles e instalaciones accesibles.

Estos obstáculos podrían ser salvados si desde el momento en que nacen nuestros hijos, el aparato burocrático trabajara con mayor celeridad ante estos casos y concediera a estos niños las ayudas que les corresponden. Así, desde el primer momento, todos contribuiríamos a que no crezcan en desigualdad de condiciones.

Queremos ver que los derechos reconocidos a nuestra hija y a los demás niños con capacidades diferentes sean llevados a la práctica y que no se queden solo en el papel. Es nuestro deber como padres velar para que se apliquen el principio de igualdad y la Ley para facilitar su integración.

No estamos solicitando un trato de favor, sino lo que en derecho corresponde a nuestros hijos.

(GTRES)

Es algo común a toda España. Ojalá fuera un problema solo en Madrid.  Además, en determinados lugares, tiene la dificultad añadida de que los centros de atención temprana están a una gran distancia y que no es tan sencillo encontrar buenas terapias por la vía privada.

Lo de buscar una solución por tu cuenta y riesgo es algo que sucede muchísimo. Dada la demora que hay por la vía pública, las familias que pueden permitírselo inician la estimulación de sus hijos pagando. En ocasiones las terapias de atención temprana y las privadas acaban teniendo lugar al mismo tiempo, incluso empleando aproximaciones diferentes y sin coordinarse.

Entraña el riesgo de acabar perdiendo tiempo y dinero  en lugares no demasiado recomendables. Los padres no siempre estamos capacitados para discernir los buenos abordajes terapéuticos de aquello que son inútiles o incluso desaconsejables.

Más allá de las demoras, también hay que tomarse en serio que la estimulación temprana pública a la que todos los niños que la necesiten deberían tener pronto acceso, sea de calidad. Y es algo que no siempre está pasando. Hay centros con profesionales estupendos, pero no es raro encontrar poca especialización, personal saturado que no deja de recibir un niño tras otro, sin tiempo para formarse, para actualizarse, para profundizar… La gestión de estos centros que prestan un servicio público varía muchísimo. De hecho es normal que sean competencias delegadas a distintos tipos de asociaciones con aproximaciones dispares.

Por eso también sucede que muchos padres recomiendan la vía privada no solo por la rapidez (aunque ojo, ahí también hay saturación y tiempos de espera), sino por la especialización, profesionalidad y eficacia. Pero sobra decir que no todas las familias pueden permitirse la vía privada.

¿Imagináis que ese panorama se lo encontrase un niño al que se le ha diagnosticado un cáncer? Inconcebible, ¿verdad?. Pues en estos casos también debería serlo.

No puede ser.  Es una situación insostenible.  Todos los niños tienen derecho a terapias públicas prontas y eficaces y no las están recibiendo.

Es imperativo tomarse en serio de una vez la atención temprana.