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El aborto espontáneo; la necesidad de contarlo por uno mismo y por los demás

Hablamos mucho de un buen puñado de cosas; en persona, en facebook, en twitter, en blogs… no tenemos inconveniente en contar muchas experiencias, muy variadas. Explicamos nuestros viajes, si nos fue bien, mal o regular con la lactancia materna, si nos gustan o no determinadas series, libros o fichajes futbolísticos.

Hablamos mucho de un buen puñado de cosas, pero muy poco o nada de otras. Otras que  son realmente importantes, que nos dañaron íntimamente, que nos hicieron cambiar en esencia. Incluso cuando contar esas experiencias a nuestros amigos, digerirlas escribiendo sobre ellas, nos ayudaría a nosotros y al resto.

Lo que queremos reflejar ante los demás es sólo parte de lo que somos. A veces ni eso. Siempre ha sido así.

No hace mucho comentaba con unos amigos que hablar de la menstruación, de la homosexualidad o de métodos anticonceptivos era tabú hace muy pocos años, en esos años setenta y ochenta que ahora parece añorar todo el mundo. Un tabú que daba lugar a inseguridad, complejos, falsos juicios y la siempre peligrosa falta de información y formación.

En aquella misma época era frecuente que los padres con hijos que tenían alguna discapacidad lo ocultaran. Salían poco con ellos, para evitar miradas, para no dar explicaciones. Ni siquiera la familia más cercana sabía a veces realmente lo que les pasaba a esos niños. Pocos hablaban claro.

Hace menos aún hablaba con otros amigos de que a día de hoy apenas nadie explica lo que implica, lo que supone económica, física y emocionalmente el proceso de aceptar óvulos o esperma de un donante. Muchos niños nacen gracias a técnicas de reproducción asistida, no todos lo cuentan aunque no haya habido un donante, apenas nadie lo reconoce si lo hubo.

Tampoco suelen hablar los que han sufrido abusos sexuales, de niños o adultos. Y a día de hoy hay otro tabú: los abortos, todo tipo de abortos. Aunque de lo que os quiero hablar hoy es de los abortos espontáneos. Estar embarazada, ilusionada con ese embarazo, y perderlo. Quedarte vacía sin tener información apenas. Sufrir psicológica y físicamente. Y luego callar.

Casi todas las mujeres hablamos de nuestros partos, alguna vez he bromeado diciendo que es como hablar de la mili para los hombres. No nos cuesta contarlo, lo hacemos con gusto. Y de eso el resto aprende y sabe qué esperar, o al menos no es algo lejano, desconocido y aterrador. Pero no de nuestros abortos.

Silencios, secretos, no querer revivir el dolor de los sucedido, miedo al qué dirán, al chismorreo ajeno, a que no lo aprueben o lo entiendan, incapacidad de asumir plenamente lo sucedido… Hay muchos motivos. Y cualquier persona está en su derecho de callar. Pero callar de forma generalizada conduce a que no fluya la información, que no se normalice, que aumenten las inseguridades, los miedos, los traumas…

Pensad en los tabús, lo temas que eran vergonzantes antaño y que dejaron de serlo, en los que están en ese proceso que siempre es a mejor.

La que es mi mejor amiga desde hace muchos años ha tenido un aborto espontáneo este verano. Tuvo mala suerte, no estaba en España, y pese a ser una persona leída con dos hijos no sabía apenas nada sobre el proceso por el que estaba pasando. Fue encontrar información fiable de mujeres que han querido sacar del oscurantimo esta experiencia y dar información útil.

Tuve siete horas de lectura mientras expulsaba lo que quedaba de mi embarazo. Leer me ayudó a hacerme consciente del duelo, lloré mucho por mi bebé, no me podía creer que lo tuviese en la palma de mi mano, tan pequeño, tan indefenso, tan frío… fue una experiencia profundamente salvaje, hiriente. Pero leer e informarme fue a la vez muy sanador.

Es una mujer valiente, sin miedo a contar lo que le ha sucedido si puede ayudar a otras personas. Me ha permitido compartir aquí con vosotros lo que le escribió en agradecimiento a la autora de esa web que tanto la ayudó:

El lunes 25 de agosto del 14 sufrí un aborto espontáneo. Estaba en Alemania de vacaciones y no recibí atención médica por no tener impreso el original de mi seguro de asistencia. Al volver de mi visita frustrada del hospital y en la calle, rompí aguas y expulsé a mi bebé. ¡Estaba tan asustada! Volví a casa sangrando abundantemente, con miedo y llena de dudas. Una vez allí, expulsé el saco y la placenta y seguí sangrando tan fuerte que llegué a pensar que no volvería a ver a mis dos hijos nunca más.
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De madrugada y muy desorientada, comencé a buscar información sobre el aborto espontáneo y di con esta web, Gestando una doula, que me derivó más tarde a la web de El parto es nuestro y al foro de Superando un aborto de Mª Angels Casademunt. A partir de su lectura, mi actitud cambió completamente, leer esta entrada fue mi tabla de salvación. Ya más tranquila, abordé el aborto de otra forma, comprendí la importancia del sangrado y la expulsión de los restos fue continua durante toda la noche, expulsé cinco coágulos del tamaño de mi puño, empapé todas las compresas que tenía el paquete que compré en cuestión de tres horas, conseguí eliminar prácticamente todo en un proceso que duró siete horas.

Por la mañana, apenas había dormido una hora, cuando desperté y fui al baño, noté que el flujo de sangre había disminuido notablemente, que apenas salían restos. Ya no tenía dolor, ni contracciones, ni molestias en las lumbares, simplemente la sensación de una menstruación como las habituales mías. Ese mismo día volvía a España, tuve un vuelo tranquilo, sin hemorragias, tan solo el sangrado regular de una menstruación y ligeras molestias menstruales. Aún no he ido al hospital para comprobar si tengo algún resto, me estoy dando un poco de tiempo para expulsa cualquier materia que tenga y evitar así que me aconsejen legrado o aspiración. Pero iré simplemente para descartar cualquier complicación que pueda tener y yo desconozca.

Quería agradecer su orientación a las mujeres que como yo, estaban perdidas y asustadas en un proceso para el que muchas veces no se está informada ni preparada. Ha sido muy duro, pero me he sentido profundamente apoyada con esa una entrada tan sincera y a la vez tan llena de respeto hacia la mujer.

 Las cosas están cambiando, por suerte y gracias en parte a Internet. En mi post de hoy, un granito más de arena.

Señor Gallardón, ya hay ciudadanos de primera y de segunda. Con su ley habrá más

“¿Has visto la portada de La Razón?” me preguntó este lunes a primera hora mi compañera Amaya Larrañeta en la redacción. Pues no, no la había visto. No sé si vosotros a estas alturas sí, porque ha armado cierto revuelo.

Es esta:

Y si no me creía la portada, menos aún las páginas interiores en las que se hace referencia a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (personas, no fetos, detalle importante) y está plagado de preciosas fotos con hermosos niños con síndrome de Down instrumentalizados indignamente para defender una postura ideológica. Niños que obviamente sus padres adoran, como yo al mío con autismo. Una instrumentalización que llevo demasiado tiempo viendo en redes sociales.

¿Por qué son siempre niños? ¿Por qué siempre sonríen? ¿Por qué de lo que se nos habla es solo de qué quieren ser de mayores, lo mucho que les quieren sus padres y de qué equipo de fútbol son? Está meridianamente claro para cualquiera que no tenga el cerebro al ralentí.

En un buen reportaje, uno que no intentara únicamente manipular, habría personas con Down adultas, tendrían diferentes niveles de capacidad, habría familias con problemas económicos o desestructuradas a las que se ha sumado un niño con discapacidad, no se obviarían los problemas que tienen de salud (aún recuerdo a una niña que conocí que murió siendo poco más que un bebé tras dos graves intervenciones cardiacas) ni tampoco las muchas trabas administrativas, económicas y sociales que se siguen encontrando para acceder a terapias, tratamientos, colegios y a una vida inclusiva en general.

Eso no es periodismo. Lo afirmo como periodista pero también como madre de un niño con discapacidad que se ha chupado muchas horas en salas de espera hablando con otros padres y siguiendo la actualidad que nos afecta.

El reportaje principal, escrito a consecuencia de la lista cerrada de malformaciones que está elaborando Gallardón, lo podéis leer en parte online, faltan muchas fotos, varios testimonios.

El tema iba acompañado de esta columna de opinión que no he sido capaz de encontrar en Internet, aunque aquí tenéis una foto completa.

Según la web de Down España Inés Álvarez Arancedo es vocal de la Fundación Síndrome de Down, aunque en La Razón decían que era su presidenta. Tampoco tengo claro tras leerla si vive en el mismo país que yo, pero no pude evitar al leerla recordar una conversación con un amigo cuyo hermano tiene Down en la que me contaba cómo el hecho de que nacieran muchos menos niños con ese síndrome estaba perjudicando en el sentido de que había menos recursos. Y ahí lo dejo.

Casi al mismo tiempo El País recogía que “el curso pasado, por primera vez en este siglo, bajó el número de alumnos con necesidades educativas especiales (NEE) que estudian en escuelas convencionales —de 19.872 a 18.845—, a la vez que aumentaron los que asisten a centros de educación especial, que pasaron de 6.568 a 6.744 niños”.

Vamos, que como podéis ver estamos viviendo una apuesta en toda regla por la inclusión (iba con ironía, que hay quien lee muy deprisa y no cae en estas cosas). Una inclusión que según Inés Álvarez ya está aquí. Imagino que eso de darla por hecha ayuda a no luchar por ella, a mirar hacia otro lado silbando la tonadilla de Verano Azul al mismo tiempo que se defiende que vengan más niños con discapacidad al mundo sin dar capacidad de elección a sus padres, que serán los que tendrán que bregar con ellos independientemente de si son, por poner un par de ejemplos, parados de larga duración o adolescentes.

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha dicho este lunes que una discapacidad no será «jamás» una causa legal para abortar, sino que en todo caso esta vendría dada por los efectos e hipotéticos daños que pudiera generar en la madre. En el marco del III Foro Antonio Fontán, organizado por la Universidad Internacional de La Rioja, Gallardón ha señalado que «una discapacidad no es motivo para restar menos derechos a una persona ni antes ni después de nacer». «Nunca se establecerán ciudadanos de primera y de segunda», ha precisado.

Señor Gallardón. Ya hay ciudadanos de primera y de segunda. En infinidad de circunstancias las personas con discapacidad que ya andan (o ruedan) por España son ciudadanos de segunda, de tercera e incluso de cuarta regional. Gracias a su ley habrá más. Mire por ellos.

Exijo las mismas portadas, quiero los mismos gritos, las mismas manifestaciones que ahora está habiendo en contra del aborto para defender los derechos de las personas ya nacidas con discapacidad.

Quiero terminar recomendando una columna del New York Times sobre el aborto y el síndrome de Down, una que sí merece la pena leer y escrita hace más de un año a raíz de que Dakota del Norte se convirtiera en el primer estado en vetar que condiciones como el Down de su ley del aborto. Es de Alison Piepmeier, que tiene una niña con síndrome de Down. Hago mía su conclusión:

 

La condena de verlos nacer para luego verlos morir o padecer

Llegó lo que sabíamos que iba a llegar. Justo antes de irnos de vacaciones de verano en 2012 Gallardón ya nos tarareó la música que sonaría en la reforma de la ley del aborto. Nada que no hubiera en su programa electoral (por una vez…). Y ahora, en puertas de las vacaciones de Navidad, sabemos los pasos concretos del baile. Os destaco uno que me toca especialmente:

Se elimina el supuesto para abortar debido a una malformación del feto. Solo deja una puerta abierta para estos casos, supeditada a que se ponga en riesgo la salud física o psíquica de la madre. Para ello necesitará un informe sobre su salud mental y también otro que acredite el diagnóstico de la anomalía fetal. El plazo será de 22 semanas.

Al eliminar en este anteproyecto de ley el supuesto de aborto en caso de malformación grave del feto se aprueba, entre otras cosas, que las madres tengan hijos a los que ver nacer para luego ver morir o padecer.

Tenemos que poder elegir.

En julio de 2012 escribí un post que se llamaba Gallardón debería pasar una temporada escuchando a los padres de un centro de atención temprana. Sí, una perspectiva concreta y personal de las que tantas hay. Poco puedo añadir hoy, así que aquí os lo dejo de nuevo:

«La malformación del feto no será razón para abortar», ha dicho Gallardón. El ministro opina que hay que dar el mismo nivel de protección a un feto sin minusvalías que a uno que presente algún tipo de anomalía. Me gustaría haber escrito antes ésto, pero llevo cuatro días pegándome con la fiebre. Espero que sepáis disculparme la tardanza.

Creo que cuando eres madre
, la visión que tienes del aborto cambia. Al menos para muchas madres. No es lo mismo plantearte un aborto cuando tienes 25 años y vives para ti misma que con diez años más y uno o dos hijos.

En mi caso, y en el de otras mujeres con las que he hablado, puede que racionalmente conserves idénticas ideas, pero algo ha cambiado rádicalmente, has gestado un niño y los sentimientos, las sensaciones que te evoca el aborto ya no son los mismos.

Pero hay algo más que te hace cambiar tu postura sobre el aborto: tener un hijo con una discapacidad.

Mi hijo, mi pequeño gran amor, mi niño dorado tiene autismo. ¿Habría abortado de saber que tenía autismo al estar embarazada de pocas semanas? Me resulta muy doloroso pensarlo, ya que ahora es mi luz y mi vida y haría lo que fuera por él. Lo haré hasta el último día que pise esta tierra. Pero siendo sincera, sí, lo hubiera hecho.

En realidad el autismo, como muchos problemas, no dan la cara hasta bastante después del nacimiento, así que es una hipótesis ficticia. Pero si me quedara de nuevo embarazada y me dijeran que mi nuevo hijo es portador de algún síndrome o malformación grave, sin duda lo haría. Lo haría con conocimiento de causa, sabiendo lo que es estar al otro lado de la barrera. Y lo haría llorando por ese hijo y llevando a cuestas mi decisión toda la vida, nunca una decisión así sale gratis como bien ilustra mi compañero Eneko este post.

Podéis acusarme de insensibilidad, de eugenesia, de lo que queráis… simplemente estoy siendo sincera y creo que los que opinan como yo merecen tanto respeto como los que deciden en esa situación seguir adelante.

Nosotros, sus futuros padres, somos los que tenemos que poder decidir, ya que somos nosotros los que tendremos que afrontar sus crisis, sus problemas para integrarse en esta sociedad tan poco integradora, los gastos que suponen sus terapias y cuidados, su sufrimiento si no sabemos encarar bien las cosas, en algunos casos su dolor físico, las incertidumbres sobre su futuro cuando nosotros faltemos, el peso que eso puede acarrear a sus hermanos o al resto de la familia, en muchos casos la foto de familia rota.

Pero es que ya no es solo tu hijo lo que te hace ver el aborto de manera diferente. Cuando tienes un hijo con discapacidad es frecuente que tengas que pasar muchas horas en la sala de espera de un Centro de Atención Temprana (un centro de financiación pública en el que psicólogos, logopedas y fisioterapeutas estimulan a niños de entre 0 y 6 años) o en su equivalente hospitalario o privado.

En esas salas de espera conoces a padres cuyos niños tienen todo tipo de problemáticas: niños con diferentes grados de parálisis cerebral o Down, con síndromes degenerativos como el Rhett o altamente discapacitantes como el X Frágil o el del maullido de gato, niños a fin de cuentas merecedores de ser felices y tener vidas razonablemente plenas, todos potencialmente capaces de tenerlas si sus padres se esfuerzan cada día de su vida.

Pero también conoces familias con muchas problemáticas. No todas las familias se vuelcan con los niños, no todas tienen medios o ganas de destinarlos al niño, no todas son capaces de entender que tienen entre sus manos y para siempre la responsabilidad de una persona dependiente para toda la vida. Hay familias desestructuradas o que se desestructuran a consecuencia de ese niño, hay familias con sus propios e importantes hándicaps. Y los que sufren las consecuencias son los niños. No nos engañemos, la Administración aún no es capaz de dar buenas respuestas.

¿Recordáis a la cuidadora que mató mientras dormían a tres niños discapacitados? Esos niños estaban gravemente afectados y no eran atendidos por sus familias, sino por la ONG Mensajeros de la Paz.

Tras tener un hijo con una discapacidad, tras pasar por esas salas de espera, muchos padres se reafirman a favor o se colocan en contra del aborto. Otros en cambio ven más claro que nunca que abortarían. Ambos tienen derecho a decidir.

Ambos, sí, pero Gallardón no. Ni siquiera aunque se pasara un año, dos horas diarias, dos días por semana sentado en la sala de espera de atención temprana. Pero, desde luego, no le vendría nada mal.

Gallardón debería pasar una temporada escuchando a los padres de un centro de atención temprana

«La malformación del feto no será razón para abortar», ha dicho Gallardón. El ministro opina que hay que dar el mismo nivel de protección a un feto sin minusvalías que a uno que presente algún tipo de anomalía. Me gustaría haber escrito antes ésto, pero llevo cuatro días pegándome con la fiebre. Espero que sepáis disculparme la tardanza.

Creo que cuando eres madre
, la visión que tienes del aborto cambia. Al menos para muchas madres. No es lo mismo plantearte un aborto cuando tienes 25 años y vives para ti misma que con diez años más y uno o dos hijos.

En mi caso, y en el de otras mujeres con las que he hablado, puede que racionalmente conserves idénticas ideas, pero algo ha cambiado rádicalmente, has gestado un niño y los sentimientos, las sensaciones que te evoca el aborto ya no son los mismos.

Pero hay algo más que te hace cambiar tu postura sobre el aborto: tener un hijo con una discapacidad.

Mi hijo, mi pequeño gran amor, mi niño dorado tiene autismo. ¿Habría abortado de saber que tenía autismo al estar embarazada de pocas semanas? Me resulta muy doloroso pensarlo, ya que ahora es mi luz y mi vida y haría lo que fuera por él. Lo haré hasta el último día que pise esta tierra. Pero siendo sincera, sí, lo hubiera hecho.

En realidad el autismo, como muchos problemas, no dan la cara hasta bastante después del nacimiento, así que es una hipótesis ficticia. Pero si me quedara de nuevo embarazada y me dijeran que mi nuevo hijo es portador de algún síndrome o malformación grave, sin duda lo haría. Lo haría con conocimiento de causa, sabiendo lo que es estar al otro lado de la barrera. Y lo haría llorando por ese hijo y llevando a cuestas mi decisión toda la vida, nunca una decisión así sale gratis como bien ilustra mi compañero Eneko este post.

Podéis acusarme de insensibilidad, de eugenesia, de lo que queráis… simplemente estoy siendo sincera y creo que los que opinan como yo merecen tanto respeto como los que deciden en esa situación seguir adelante.

Nosotros, sus futuros padres, somos los que tenemos que poder decidir, ya que somos nosotros los que tendremos que afrontar sus crisis, sus problemas para integrarse en esta sociedad tan poco integradora, los gastos que suponen sus terapias y cuidados, su sufrimiento si no sabemos encarar bien las cosas, en algunos casos su dolor físico, las incertidumbres sobre su futuro cuando nosotros faltemos, el peso que eso puede acarrear a sus hermanos o al resto de la familia, en muchos casos la foto de familia rota.

Pero es que ya no es solo tu hijo lo que te hace ver el aborto de manera diferente. Cuando tienes un hijo con discapacidad es frecuente que tengas que pasar muchas horas en la sala de espera de un Centro de Atención Temprana (un centro de financiación pública en el que psicólogos, logopedas y fisioterapeutas estimulan a niños de entre 0 y 6 años) o en su equivalente hospitalario o privado.

En esas salas de espera conoces a padres cuyos niños tienen todo tipo de problemáticas: niños con diferentes grados de parálisis cerebral o Down, con síndromes degenerativos como el Rhett o altamente discapacitantes como el X Frágil o el del maullido de gato, niños a fin de cuentas merecedores de ser felices y tener vidas razonablemente plenas, todos potencialmente capaces de tenerlas si sus padres se esfuerzan cada día de su vida.

Pero también conoces familias con muchas problemáticas. No todas las familias se vuelcan con los niños, no todas tienen medios o ganas de destinarlos al niño, no todas son capaces de entender que tienen entre sus manos y para siempre la responsabilidad de una persona dependiente para toda la vida. Hay familias desestructuradas o que se desestructuran a consecuencia de ese niño, hay familias con sus propios e importantes hándicaps. Y los que sufren las consecuencias son los niños. No nos engañemos, la Administración aún no es capaz de dar buenas respuestas.

¿Recordáis a la cuidadora que mató mientras dormían a tres niños discapacitados? Esos niños estaban gravemente afectados y no eran atendidos por sus familias, sino por la ONG Mensajeros de la Paz.

Tras tener un hijo con una discapacidad, tras pasar por esas salas de espera, muchos padres se reafirman a favor o se colocan en contra del aborto. Otros en cambio ven más claro que nunca que abortarían. Ambos tienen derecho a decidir.

Ambos, sí, pero Gallardón no. Ni siquiera aunque se pasara un año, dos horas diarias, dos días por semana sentado en la sala de espera de atención temprana. Pero, desde luego, no le vendría nada mal.

Hay errores médicos imposibles de perdonar

He conocido a dos parejas que han tenido que afrontar un aborto de un embarazo deseando pasado el sexto mes, cuando el feto ya tiene sexo, nombre y se hace sentir en todos los sentidos.

En un caso fue espontáneo en otro no quedaba más remedio
que programar la intervención. En los dos a los padres se les rompió el corazón.

Recuerdo aún a una de esas madres decir «es una sensación horrorosa, es como si te arrancaran algo, es sentirte vacía luego durante mucho tiempo».

Un aborto con el embarazo avanzado es algo terrible que te acompañará toda la vida. Independientemende de si tienes otros hijos, siempre tendrás presente esa pérdida.

Y lo recuerdo al leer una noticia en teletipo que me deja helada. Imagino lo que la pareja que abortó por indicación médica hubiera sufrido si un informe posterior indicase que el niño estaba completamente sano.

Hay errores médicos difíciles de superar. Imposibles de perdonar.

La asociación El Defensor del Paciente ha pedido a la Fiscalía que investigue el caso de una mujer de Málaga que abortó el pasado junio a los seis meses de gestación tras ser informada de que el bebé tenía una malformación fetal grave, y días después recibió una carta por correo que decía que estaba sano.

El matrimonio mantiene que fue informado el pasado 31 de mayo, cuando la mujer estaba de 23 semanas y dos días de gestación de que el bebé que esperaban tenía «artrogriposis múltiple congénita», una enfermedad difícil de detectar y que, según los médicos, probablemente desarrollaría en grado elevado porque nunca movió los pies ni las manos pese a que presionaban el vientre constantemente.

Además, el feto tenía totalmente flexionadas sus extremidades y hasta que no naciera no podrían saber si tendría alguna otra discapacidad, pero podía tener problemas cardíacos, según señala la pareja afectada que le comunicaron los médicos.

Ante esta situación, les recomendaron hacer una amniocentesis y empezar el protocolo para interrumpir el embarazo, sin que les dieran -aseguran- ningún porcentaje de error-, por lo que decidieron hacerlo en ese momento para que un tribunal médico les permitiera abortar pasadas las 22 semanas de gestación.

Aunque el matrimonio fue informado de que posiblemente el tribunal le haría una ecografía a la mujer para confirmar y contrastar el diagnóstico, «eso no fue necesario» y bastó con el informe de la doctora y en una llamada les dieron la cita para acudir a una clínica de Sevilla el pasado 3 de junio para detener la gestación.

El doctor que intervino en el proceso rellenó un informe en el que ponía «malformación fetal grave sin posibilidad de tratamiento», documento que los afectados entregaron en el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, y en el que fue ingresada la mujer y tuvo lugar la expulsión del feto en dos días, relatan.

Tras el aborto, la mujer estaba de baja médica por depresión y cuando intentaban «dejar esta tragedia atrás», recibieron por correo ordinario en su casa una carta del Hospital Virgen de la Victoria del servicio de Anatomía con un informe del que interpretan que el bebé estaba sano o no tenía anomalías graves como para interrumpir el embarazo.

Con el fin de corroborar su impresión, aprovecharon la cita médica que tenían con su doctora de cabecera para que leyera la carta, y ésta también interpretó que, al parecer no había ninguna anomalía.

La pareja, que el próximo 26 de julio tiene una cita en el hospital para recoger los resultados de la amniocentesis, espera una explicación al respecto, ya que aunque les dijeron que les iban a llamar, aún no ha sucedido, señala El Defensor del Paciente, que solicita a la Fiscalía una investigación de oficio por supuesta negligencia.

Y María Cecilia perdió a su bebé

Así se titula el último post del blog Por cambio de domicilio, basado en esta triste noticia. Una profesora argentina que vivió una pesadilla kafkiana en el aeropuerto de Madrid que concluyó en desilusión y pérdida.

Una mujer embarazada, por mucho que les cueste entenderlo a muchos, merece una consideración especial.

Pero cualquier ser humano debería ser merecedor de un buen trato.

Os dejo con parte del post, con una pequeña parte de su historia:

María Cecilia Tonón tenía tres meses de embarazo cuando se montó en ese avión en Argentina ilusionada con los estudios que venía a hacer a España.

Esta licenciada en historia, profesora de la Universidad Nacional del Litoral y especializada en memoria histórica, fue invitada por la Universidad Complutense de Madrid a hacer una pasantía de investigación.

María Cecilia fue detenida por las autoridades migratorias por, según ellos, carecer de una visa de estudiante, cosa que ella, en su condición de investigadora invitada y con una estadía de menos de de tres meses, no necesitaba… Al menos eso era lo que creía.

La historia que ella cuenta en primera persona es un recuento incesante de una humillación tras otra.

Sin descansar y después de muchas horas de interrogatorios e incertidumbre, María Cecilia fue devuelta a su país.

De vuelta en su país empezaron los sangrados. Y perdió al bebé de tres meses de gestación que llevaba en su vientre.»

Es imposible saber si todo lo pasado ha sido la causa de este aborto espontáneo. Pero no me extrañaría.

No sé si te servirá de consuelo María Cecilia, pero te aseguro que muchos estamos contigo.

Por mi parte sólo puedo dedicarte unas palabras de amor y consuelo…

99 cumpledías

Aquí os dejo una noticia de Bebésymás que es algo vieja pero que yo he encontrado ahora.

Eliot Mooney fue un bebé que vivió solamente 99 días, el motivo fue un grave desorden genético que padecía y que los médicos habían diagnosticado mucho antes de su nacimiento. Los padres de Eliot quisieron seguir adelante con la gestación a pesar de la Trisomía 18 que el bebé padecía y que le condenaba a una muerte segura.

Sabiendo que tenía los días contados, los padres no dudaron en celebrar cada día de vida del bebé, como si se tratara de un cumpleaños, cada día que Eliot vivía estaba cargado de todo el amor que ellos le podían proporcionar, cada momento, fuera cual fuera, se vivía intensamente.

Todos esos momentos y todo el amor proferido han sido plasmados en un vídeo que rinde tributo al pequeño Eliot, el vídeo se titula Ninety-nine Balloons, la razón son los 99 globos lanzados al espacio el día que el pequeño falleció. Cada globo representaba un día de vida del bebé, siendo todos ellos una celebración.

El vídeo es realmente conmovedor, las imágenes caseras y fotografías hechas por sus padres nos muestran cuanto amor anidaba en sus corazones. Es quizá difícil expresar con palabras los sentimientos, os aconsejamos ver el vídeo. La vida vista con los ojos del amor.

Eliot murió el 30 de octubre del año 2006 logrando vivir 99 días, todo un reto contra los pronósticos, que indicaban que difícilmente podría vivir tanto. Nuestro más sincero reconocimiento a unos padres que, a pesar de haber ejercido como tales tan sólo 99 días, han demostrado ser los mejores padres que un hijo podría desear. Aunque también hubiera sido posible evitar tanto sufrimiento, pero no se puede juzgar cuando uno no se encuentra en la piel de quien lo vive.

No sé si yo hubiera tenido a ese bebé. Es imposible a menos que te encuentres en esa situación.

Tal vez cuando, embarazada, me hubieran dicho la grave discapacidad y la poca esperanza de vida que tenía, hubiera interrumpido el embarazo.

Tal vez no. Puede que hubiera seguido adelante. Sobre todo si no se hubiera tratado de de mi primer hijo. Creo que llevar un embarazo a término cambia bastante tu percepción en este tipo de temas.

De haber sido así, me gustaría pensar que hubiera tenido la misma forma de afrontarlo que los padres de Eliot.

Este es el tributo que ellos han querido rendirle en forma de vídeo.

Sacad los pañuelos.

El difícil tema del aborto

Alguna vez he hablado ya del aborto. Es un tema tan difícil, tan doloroso, tan complejo… que incluso en un post de un blog cualquiera como éste se ha ido retrasando.

Y si hoy lo saco a colación es por que ayer lo hizo otro blog: El diario de Superwoman.

Superwoman se ha traducido muy meritoriamente un larguísimo y muy interesante artículo sobre el tema de Carl Sagan y de su mujer, Ann Druyan.

Puede ser un asunto de o blanco o negro. Se puede estar completamente en contra, sea cual sea el supuesto. También se puede estar a favor sea cual sea la circunstancia.

Ninguna de esas dos posturas me parece demasiado racional, aunque desde luego son las más fáciles de adoptar.

Pero creo que la mayoría nos situamos en algún punto de una gran zona gris: aborto sí hasta cierta edad gestacional o en determinados supuestos. El problema es que es imposible determinar una edad gestacional o unos supuestos que cuadren con las conciencias de todos dejándonos satisfechos y sin dudas de estar obrando bien.

Lo que yo puedo entender, no tiene porqué comprenderlo otra persona. Y la ciencia intenta ayudar como bien explica Sagan en su artículo, pero tampoco lo consigue.

Os lo recomiendo si tenéis tiempo. Podéis leerlo aquí.

Y me quedo con la conclusión de Superwoman.

Creo que nadie medianamente inteligente puede estar «a favor del aborto», así, tal cuál… el aborto es un parche como las cárceles, los orfanatos o los zoológicos; en una sociedad perfecta, no tendría porqué existir. Pero tal y como vivimos, en esta sociedad imperfecta, es una realidad que prefiero que sea legislada y entendida por el Estado a ignorada y practicada sin ningún tipo de control por su parte. Abramos, pues, el debate para establecer ese control.

100.000 embarazos no deseados al año en España

Ayer por ser el día mundial de la anticoncepción (¿hay algún día del calendario que no sea algo?) publicamos la siguiente noticia:

La Fundación y la Sociedad Española de Contracepción ha informado de que en España cada año se registran cien mil interrupciones voluntarias de embarazo. De ellos, ocho mil son de menores de 18 años.

Esther de la Viuda, presidenta de la SEC, ha asegurado a 20minutos.es que España está en la media respecto a Europa en cuanto a embarazos no deseados.

De la Viuda ha explicado que para evitarlos es fundamental el mayor acceso a los métodos anticonceptivos habituales (condón, píldora, anillo vaginal…) y también a los métodos de urgencia (píldora del día después).

La presidenta de la SEC ha incidido además en la importancia de la educación de los jóvenes desde la escuela y a manos de profesionales, y también en el seno de la familia.

Siempre, desde muy joven, he dicho que un embarazo podía ser la mejor o la peor noticia del mundo.

Tanto para tí como para los que te rodean.

Desde luego a mis peques procuraré que no les falte información y medios anticonceptivos.

No sólo para evitar embarazos no deseados, también para frenar las enfermedades de transmisión sexual.

Y sí, hablaremos del aborto largo y tendido otro día. Hoy no me da tiempo de elaborar la reflexión que hace tiempo tengo en la cabeza.

¿Aborto o crimen?

Se están publicando estos días una serie de noticias sobre una serie de detenciones en unas clínicas abortistas que practicaban interrupciones del embarazo (curiosa expresión) «radicalmente ilegales». Se han hablado de interrupciones en gestaciones en el último trimestre (hasta de ocho meses dicen).

Y aquí es cuando se se me revuelven las tripas. Esas mismas tripas que no hace mucho compartieron apreturas con un bebé a punto de nacer.

Yo soy la primera que en muchos momentos de mi vida hubiera abortado y que en muchas circunstancias podría abortar (aunque mi percepción del aborto es bien distinta después de haber pasado por un embarazo). Creo que cada cual debe decidir según su propio criterio y conciencia.

Pero cuando un feto ya es capaz de vivir fuera del útero, cuando está en el tercer trimestre, yo creo que el aborto es un asesinato y punto.

Además, con lo fácil que es poner remedio a tiempo…

John Irving tiene un libro altamente recomendable llamado Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra. Las normas de la casa de la sidra que trata precisamente del aborto, con respeto y mesura. Allí cuenta como en el pasado (siglo XIX) abortar no suponía ningún problema ético/médico siempre y cuando el bebé no «pateara».

Ese era el punto de no retorno: cuando el feto es lo suficientemente fuerte como para hacerse sentir ni era ético ni seguro practicarlo.

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Nota: sí, la de la foto es mi barriga en el tercer trimestre.