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Para mejorar un poco la seguridad de los niños en la cocina

Sabéis que soy muy poco dada a hablaros de productos en este blog. No suelo hacer recomendaciones de chismes, no quiero que sea un blog de adminículos para bebés o embarazadas. De esos hay ya muchos y algunos con intereses más que discutibles. Siempre lo he hecho poco, pero sobre todo ha sido escaso en los últimos años. No recuerdo cual fue mi último post sobre un producto.

Según mi experiencia, con el segundo hijo descubres que muchas de las cosas que compraste cuando eras una primeriza ilusionada son poco menos que tirar el dinero a la basura, que para criar a un niño apenas hacen falta gadgets, lo imprescindible es cariño y sentido común y muy poquitas cosas, muchas de las cuales pueden ser heredadas, de segunda mano o compradas a precios muy razonables.

Pero hoy sí que quiero hablaros de un chisme que creo que es recomendable para la cocina. No es imprescindible, por supuesto que no, pero yo estoy contenta tras haberlo comprado. Se trata de las encimeras que veis en las fotos. Las venden a precios muy razonables en distintos sitios.

Yo se la vi a un amigo soltero que acababa de estrenar piso, en su caso mostraban rascacielos neoyorquinos. Él las compró para tener más encimera disponible en su pequeña cocina. Me gustó la idea de poder cocinar en un fuego y usar la mitad de la vitrocerámica simultáneamente, pero me gustó sobre todo que al bajarla por completo, aunque la vitro esté aún caliente, dificulta mucho que los niños se quemen.

Todas las madres tenemos nuestras paranoias en la cocina. Yo suelo usar siempre que puedo los fuegos más alejados y prefiero las vitrocerámicas que no son táctiles. Tal vez vosotros también tengáis vuestras manías. Y vuestros trucos y recomendaciones para hacer de la cocina un lugar más seguro. Me encantará escucharlos…

¿Guardáis alguno de vuestros cuentos y juguetes para vuestros hijos?

Yo no conservo ni un solo juguete, tampoco ropita de cuando era pequeña. Ni chismes en plan carritos de bebé o tronas. Aunque la ropita o esos cacharros habría sido más decisión de mi madre que mía. Guardo algún peluche que ahora es propiedad de mis hijos, por ejemplo un Tristón al que le falla media sonrisa y con el que dormí unos cuantos años, pero no fue algo intencionado.

Lo que sí he guardado desde que era una jovencita a la que aún le quedaban muchos años por tener hijos (de hecho era una jovencita que ni siquiera tenía claro si querría tener hijos) son mis libros y cuentos infantiles. Los conservo todos, y son muchos ya que era lo que casi siempre pedía como regalo en mi cumpleaños o en Reyes. En la habitación de Julia hay una estantería blanca llena de arriba a abajo. Y no caben todos.

En este mundo de libros electrónicos en auge, guardo con ilusión para que mis hijos los descubran, enormes tomos de Películas de Disney (esos  Julia ya los está disfrutando), muchísimos libros de Barco de Vapor, azules, naranjas y rojos (los colores marcaban la edad) y de Alfaguara, juveniles de Gran Angular, cuentos de toda la vida y adaptaciones de novelas clásicas para niños, muchísimos cómics de Tintín, Asterix, Súperlopez, Mortadelo y Filemón…

Probablemente mi primer favorito que les presente sea Gran lobo salvaje, protagonizado por Tritus, También para esa primera etapa están los del Pirata Garrapata y Fray Perico y su borrico, clásicos de nuestra generación con los que me recuerdo siendo muy niña riendo sola al leerlos en el sofá. Y mi joya de la corona es la colección de Zaro, con las andanzas animaleras de un niño extremeño llamado Lázaro que descubre con respeto y maravilla la naturaleza que le rodea.

Yo no tuve juguetes que hubieran sido de mis padres, lo único que conservo son tres libros que fueron de mi padre. Uno de ellos es otro de mis favoritos: una novelita del oeste protagonizada por el caballo Furia que incluía una versión en cómic.

Estoy deseando poder leérselos. Estoy deseando que ellos puedan leerlos. Nada me gustaría más que Jaime fuera alguna vez capaz de leer y Julia fuera una gran lectora, algo que creo que allana mucho la vida en general, la vida académica en particular. Si de verdad creyera que pedir un deseo a una estrella funciona, lo que desearía sería el don de gozar de la lectura para mis hijos. Eso sí que es algo digno de salir de la varita de un hada madrina.

¿Vosotros guardáis alguno de vuestros cuentos y juguetes para vuestros hijos?

 

El, a veces duro y largo, proceso de dejar el chupete

No soy yo muy amiga de redirigir el reflejo de succión de los niños al chupete. Pero no voy a juzgar jamás a los padres que lo utilicen, ni mucho menos. Yo misma con Jaime, en ese primer trimestre terrible de cólicos que tuvo, probé a ver si el chupete le calmaba (en inglés a los chupetes se les llama ‘pacificadores’ por algo). Pero no lo quiso. Con Julia ni lo intenté. Y ninguno de los dos se ha chupado el dedo.

Lo que está claro es que me he ahorrado el paso de eliminar el chupete de sus vidas. A mí misma me costó mucho. Recuerdo tener cuatro años y todavía usar el chupete a ratos en casa. Incluso me acuerdo del cajón en el que lo guardaba, bajo la tele.

Por regla general los pediatras y odontólogos recomiendan quitarlo a partir del año. Pero no siempre es fácil, sobre todo si forma parte de la rutina del niño para dormir. El año que los niños se escolarizan, con dos años largos o tres años, en los colegios también insisten en que se elimine el chupete.

Hoy lo he recordado por un nuevo estudio limita la capacidad para imitar gestos y afecta a su comunicación y su madurez emocional. Otros estudios previos ya consideraban que el chupete afectaba a la formación dentaria y facilitaba la aparición de otitis.

Yo he visto retirar el chupete de muchas maneras a mi alrededor, pero normalmente ha sido algo gradual: primero solo dentro de casa, luego solo para dormir, luego solo para dormir por las noches pero no en la siesta…

Contadme. ¿Cómo fue la retirada del chupete en vuestros hijos? ¿Qué edad tenía el niño? ¿Fue decisión del peque? ¿De ambos?



EN la imagen varios chupetes colgando de un árbol. Es
una tradición danesa que simboliza el fin de la etapa de succión. Los hay por lo visto que llevan a cabo la recogida y cuelgue de chupetes con el niño y con mucha pompa, una ceremonia que no tiene vuelta atrás.

El plato cara

Que no permita a mis hijos pintar en las paredes no significa que no procure ayudarles a dar rienda suelta a su creatividad. El otro día en los comentarios se me sugería poner a su alcance pizarras y cuadernos. Os aseguro que tiene de ambos y en varias modalidades.

Pero hoy de lo que quiero hablaros, íntimamente ligado a potenciar su creatividad, es de uno de los mejores regalos de Reyes Magos de este año: el plato cara. Es la cosa más sencilla del mundo y resulta divertidísimo.

Es un plato con un rostro al que, con la comida que toque, se puede jugar a ponerle sombreros, cabello, barba, cejas, bigotes, pendientes… todo lo que se nos ocurra. Tenéis la imagen en el post, así que no es preciso explicar demasiado.

Sé que se dice que con la comida no se debe jugar, pero lo cierto es que es algo a todos los peques les encanta. Y con este plato es incluso recomendable.

Por cierto, no tengo ni idea de cuanto cuesta ni de dónde lo compraron.

¿Recordáis los cigarrillos de chocolate?

Hoy estábamos mi santo y yo recordando algunos juguetes y chuches que eran de lo más frecuente cuando éramos niños y que ahora se han prohibido. Hace treinta años los quioscos estaban repletos de ellas y ahora es imposible verlas.

Por ejemplo (1,2,3 reponda otra vez), los cigarrillos de chocolate. Él también recuerda unos de plástico que soplabas y soltaban vapor. Hoy resultaría una aberración ver a unos padres recientes comprar a sus hijos pequeños una cajetilla de juguete llena de cigarrillos comestibles o humeantes, para que jugasen a fumar, pero creo que todos hemos hecho una cosa u otra.

Luego están las pistolas con petardos. Recuerdo que me encantaban. Las cargabas con una especie de minicápsulas que hacían un breve»¡pum!». Si ahora ya es complicado ver pistolas o rifles realistas de juguete, encontrarlos encima que pseudodisparen es casi imposible.

No estoy tan segura de si también es imposible de encontrar hoy día aquellas bolsas repletas de soldados (semejantes a la tropa verde de Toy’s Story) y de indios y vaqueros en colores imposibles y de plástico que a mí me gustaban tanto. Sobre todo en lo que respecta a los indios y vaqueros. Tenía un támbor de detergente repleto de juguetes en los que los reyes eran esos muñequitos a los que siempre se les acababan tronchando rifles, arcos y patas. Recuerdo que mi abuelo me hizo un rancho para montarme mis propias películas del oeste.

La verdad es que cigarrillos y pistolas explosivas hicieron bien en desaparecer, es inconcebible fomentar que los niños pequeños jueguen a fumar o usar petardos, pero mis bolsas de indios y vaqueros no me parece que fueran lesivas por mucho que sólo sirvieran para jugar a la guerra. Es juego simbólico a fin de cuentas. Aunque probablemente esté equivocada y me autoengaño debido a mis gratos recuerdos infantiles.

¿Recordáis más juguetes desaparecidos?
¿Creéis que han hecho bien en desaparecer a cambio de otros más educativos?

El recomendable chaleco flotador

Sabéis los que me seguís desde hace tiempo que no soy yo de recomendar chismes, pero hemos comprado uno para las vacaciones con el que estamos encantados y quiero compartirlo.

Se trata de un chaleco de tela de bañador, suave y flexible, que ayuda a flotar y nadar a los niños. Se lo hemos puesto todos los días en vacaciones a Jaime y ha sido un éxito. No le impide mover los brazos como los manguitos, es cómodo de llevar y le ha dado mucha autonomía en el agua.

Jaime es piscinero desde que tenía diez meses, hemos probado flotadores especiales, manguitos, chalecos hinchables de plástico y distintos tipos de «burbujas».

Nada como este chisme. De hecho en cuanto podamos Julia, que de momento se maneja con los manguitos heredados de su hermano, tendrá el suyo.

Buscando un ventilador apto para niños pequeños

Este año el calor veraniego se está haciendo de rogar, al menos en Madrid, pero antes o después llegará y sé que afectará a Jaime de una u otra manera.

No sé los vuestros en concreto, pero imagino que muchos niños notan los calores, sobre todo hasta que se aclimatan, y lo demuestran con cambios en el comportamiento o los patrones de sueño, aunque sea mínimamente.

Jaime el pobre la verdad es que lo nota sobre todo de noche. Tiende a dormir bastante peor, a estar más nervioso. Y el problema es que está complicado lo de poner aire acondicionado en su habitación.

Está difícil y además no me acaba de gustar lo de dormir con el aire puesto.

Hace dos años compramos un pingüino, pero sólo lo podemos usar de día. De noche hace un ruido endemoniado. Y este año nos estábamos planteando buscar un buen ventilador.

Justo con eso en la cabeza acabo de ver en Clipset.net que han sacado el primer ventilador sin aspas basado en replicar el efecto aerodinámico de las alas de los aviones -a pequeña escala- en el interior de un difusor circular.

Lo han analizado y destripado (e incluso metido un perro a través) en este vídeo.

Y me gusta la idea, aunque a Jaime se le ocurra levantarse por la noche y toquetearlo, no tiene el más mínimo peligro. Y por lo visto, al no tener aspas en movimiento, es muy silencioso.

Lo único que no me gusta es el precio.

¿Cómo lo véis?

Las niñas también pueden mear de pie

«La vida es una aventura apasionante, encontrar un baño no debería serlo». Ese es uno de los eslóganes de este chisme que os muestro abajo.

Sabéis que no soy nada dada a sacar aquí productos. Este no es un blog para decir qué comprar ni qué vender, sino para compartir experiencias. Pero hoy sí que me parece interesante hablaros de este invento que he podido probar.

Efectivamente, sirve para que las mujeres también podamos mear de pie. Sinceramente, para el día a día de una mujer adulta en España no lo veo práctico.

Tal vez en ocasiones muy excepcionales, si te vas de viaje a vetasaberdonde, si navegas o practicas deportes extremos en compañía masculina sea otro cantar. No es mi caso.

Pero sí que me parece bastante útil si tienes una niña pequeña.


Todos sabemos lo asquerosos que están muchos baños públicos
. Los niños tienen la ventaja de poder orinar a distancia, pero las niñas están vendidas: cuando pasas por poco del metro de altura es imposible orinar en cuclillas o abriéndote de piernas erguida sobre la taza.

¿Qué haces?
¿Coger a tu hija espatarrada y en volandas? ¿Sacarla a mear en plena (y limpia) calle? ¿Llevar un reductor o un orinal de viaje? ¿Limpiar/forrar como puedas la taza?

Es más práctico llevar ese cacharrito en el bolso, que realmente abulta poco y es reutilizable tras lavarlo.

Os paso parte de un correo que intercambié con Nuria, madre reciente y que trabaja en GoGirl. Y si os apetece luego me contáis qué os parece…

En el artículo has dado en el clavo sobre la relevancia de un producto como GoGirl. Cuando las madres, debido a lo incómodo que nos resulta ir al baño fuera de casa decimos ‘¿Mi amor, de verdad no aguantas hasta casa?’ estamos transmitiendo a nuestras hijas (especialmente a ellas) una especie de ‘alergia’ hacia los baños públicos que acompañará de por vida a nuestras hijas y las hará adquirir hábitos que son perjudicales para nuestra salud. Según el Observatorio Nacional de la Incontinencia Urinaria una de las principales causas de debilitamiento del suelo pélvico es retrasar la micción por causas sociales, osea aguantarnos las ganas. El debilitamiento del suelo pélvico es a su vez la causa de p.e. infecciones urinarias recurrentes y a largo plazo pérdias de orina (incontinencia urinaria). Ahí está lo paradójico del caso, que las mujeres acabamos no pudiendo aguantar las ganas de orinar debido a habérnoslas aguantado durante años, en una tradición que se transmite de generación en generación. Está claro, todo lo que es incómodo de hacer se suele dejar para más tarde y si es posible se evita.

En relación con el uso para niñas, la limitación es la altura. A partir de 5-6 años la altura de la pelvis es superior a los 40 cm que tienen las tazas de los WC por lo que pueden utilizar el producto sin problemas. Cuando son más pequeñas (p.e. mi hija Daniela de 4 años) pueden utilizarlo para hacerlo en el campo pero para hacerlo en un WC púbico anda muy justa y se tiene que arrimar mucho a la taza para que la orina no caiga al suelo. Con la debida precaución, ella ya lo utiliza. El verdadero problema está cuando las niñas van siendo más mayores y ya van solas al baño (8 años). Por su tamaño no pueden hacerlo a pulso y ahí es donde GoGirl es un producto imprescindible.

Tambien tenemos muchas clientas que utilizan el producto para sus hijos. Cuando son pequeños y sobre todo en invierno, el pene reduce su tamaño y a veces es complicado que puedan orinar sin ponerse perdidos (como dices en el post ‘sobre todo con las gotitas del final’). Con GoGirl puedes canalizar la orina de manera más cómoda en esas situaciones.

Por si se pierden

En uno de los últimos post del mes de enero hablaba de los niños perdidos, del miedo a que se pierdan.

En ese post comentaba lo siguiente:

Llevo meses pensando en comprarle a Jaime una esclava discretita (oro amarillo nunca) con su nombre y mi número de móvil. Siempre tenemos mil ojos y mil manos puestas en él, pero si se pierde, será incapaz de decir su nombre, dar una dirección o un teléfono.

El jueves pasado tuvo una excursión al teatro a la que acudió con uno de nuestros teléfonos móviles pintado en el brazo con rotulador, pero a partir de la semana que viene ya tendremos en casa (gracias Sara por el enlace) unas cuantas pulseras compradas en Infoband.com.

Me gusta más la idea de esas pulseras flexibles de temas infantiles, resistentes al agua e imposibles de quitar por el niño, que la de la esclava.

Ya os contaré qué tal resultan.

En niños con enfermedades crónicas o con problemas como el mío, incapaz si se pierde de dar información que facilite que le encontremos, pueden ser de los más útil.

Pero realmente pueden venir bien a cualquier niño. Si no a diario, al menos en días en los que haya excursiones o actividades extraordinarias.

Sé que también hay localizadores gps, bastante más caros que estas pulseras.

Espero que Jaime vaya avanzando lo suficiente como para que no acaben siendo necesarios. Ojalá pronto sea capaz de buscarnos activamente si se pierde y pueda dar de viva voz nuestros nombres, dirección y teléfono.

Como decía en el anterior post, a su hermana se lo enseñaremos en cuanto crezca un poco.

El susto de verse perdido, el susto de haber perdido

Hoy hemos estado por la tarde en una gran superficie dedicada a la electrónica. Estábamos los cuatro: padre, madre, niño de cuatro años al que no se puede soltar de la mano y niña de casi dos a la que no hay manera de tenerla quieta y de la mano.

Los dos adultos del grupo intentando atender a las explicaciones sobre impresoras de un empleado con camisa roja (¡mamá! ¡señor rooofoo!).

Julia se ha soltado de mi mano, y se ha puesto a investigar el estante más bajo, lleno de cajas de impresoras selladas con fotos muy interesantes de ranas, flores y niños.

Diez segundos más tarde he mirado y no la he visto.
He pensado que se había ido corriendo de ese pasillo sin que nos hayamos dado cuenta y sin pensarlo he salido corriendo detrás, llamándola y asomándome por los pasillos vecinos.

Su padre me ha llamado y al darme la vuelta la he visto riéndose a ras de suelo en el mismo sitio en el que estaba en un principio.

No se había movido, simplemente se había escondido tras una de esas cajas enormes.

Toda la aventura ha podido durar medio minutos. Puede que menos. Pero he recordado la sensación de verme perdida cuando yo era niña y la verdad es que no sé qué es peor: sentirse perdida de tus padres o sentir que has perdido a tu hijo.

Y me ha recordado también que llevo meses pensando en comprarle a Jaime una esclava discretita (oro amarillo nunca) con su nombre y mi número de móvil. Siempre tenemos mil ojos y mil manos puestas en él, pero si se pierde, será incapaz de decir su nombre, dar una dirección o un teléfono.

Desde luego a Julia pronto habrá que enseñarle a dar todas esas referencias.

En la imagen un localizador de niños. Habrá que informarse…