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Apps para trabajar con niños con autismo o trastornos del lenguaje… y con todos los niños

Nuestros desarrolladores de apps infantiles favoritas.

Nuestros desarrolladores de apps infantiles favoritas.

Cuando se tiene un niño con autismo, si el idioma de referencia es el español, pronto se acaba atracando en Autismo Diario. Creado por dos padres de un niño con autismo que tengo la suerte de conocer, tuvo como germen un foro llamado Isis en el que yo encontré mucha buena información cuando me acababan de dar el diagnóstico de Jaime.

Aún recuerdo la tarde en la que Daniel Comin me llamó y estuvimos hablando sobre el cierre del foro y la nueva página que estaba preparando. Yo estaba esperando que Jaime saliera de sus terapias en su centro de atención temprana. Ha sido un salto de calidad importante que lleva ya varios años de andadura.

Obviamente es un lugar altamente recomendable para padres de niños con autismo o con cualquier tipo de discapacidad que afecte lenguaje, manera de relacionarse o comunicarse. Pero a veces también hay información útil para cualquier padre.

Hace ya tiempo publicaron un tema sobre apps, sobre lo útiles que piden ser tabletas y iPads para los niños con autismo que es un buen ejemplo de lo que digo.

Yo tengo un par de posts escritos al respecto, contando nuestras apps favoritas. A Jaime le gusta sobre todo ver música, Julia tiene ya cinturón negro en su manejo.

Hoy os dejo parte de un texto de Autismo Diario escrito en 2012 por José Ramón Alonso que sigue vigente y que espero que también os resulte interesante. En el original se enlaza a información semejante en inglés para ampliar horizontes. Muchos de los desarrolladores de los que habla son también nuestros favoritos en casa.

Las nuevas tecnologías pueden ser un apoyo excelente para un niño con autismo y para sus padres. El iPad de Apple, en particular, ha sido considerado especialmente útil para los niños con necesidades especiales y ha ido llegando a los hogares, las consultas y las clases. Desde que salió al mercado en abril de 2010 han surgido más y más posibilidades para utilizarlo como una herramienta de apoyo en la educación especial. Profesores, padres y terapeutas describen que las aplicaciones (Apps) de Apple y los productos para Android ayudan a desarrollar distintas habilidades a los niños con autismo.

Para algunos niños que no pueden hablar o que tienen retraso en el lenguaje, los programas del iPad pueden ser un sistema de apoyo para la comunicación. Otras aplicaciones y programas ayudan a los niños a manejar situaciones sociales que pueden ser muy estresantes, como esas que hemos hablado de las aglomeraciones en el hipermercado. Muchos otros programas pueden ayudar a ejercitar habilidades motoras finas, el control de calidad de los movimientos de la mano y los dedos. Estos programas facilitan el aprendizaje de la escritura o la manipulación de objetos delicados o de pequeño tamaño.

La ventaja de estos aparatos es que su manejo es muy sencillo: los tocas y sucede algo. Son muy intuitivos y atractivos y los niños aprenden con rapidez a hacer buen uso de ellos.

Para muchos padres y profesionales el problema empieza a ser el propio éxito de esos aparatos. Uno no sabe donde empezar cuando existen miles de esas pequeñas aplicaciones disponibles. Evidentemente hay algunas que están muy bien, otras muy mal y todos los niveles entre medias. Entre las características que deben tener las mejores aplicaciones están:

  • Que sean divertidas
  • Que fomenten el aprendizaje
  • Que sean sencillas de usar
  • Que estén diseñadas con flexibilidad pero dirigidas a una única función
  • Que tengan un interfaz claramente distinguible
  • Que permitan modificar el tempo de la actividad
  • Que los contenidos sean adaptables y flexibles

Afortunadamente se han ido creando lugares web, muchos de ellos de los propios padres de niños con necesidades especiales que revisan, critican y recomiendan estas aplicaciones. La inmensa mayoría no contienen publicidad ni reciben ningún tipo de ayuda económica por recomendar una aplicación determinada, por lo que a pesar del grado inevitable de subjetividad, pueden ser muy recomendables.

iPad Apps for Autism Este portal web fue creado por la Sra. Rosa (¡me encanta!), anteriormente mencionada, como un producto nacido de un proyecto desarrollado para la Fundación Hollyrod. En vez de hacer desfilar a los interesados por un enorme listado de posts, lo que van haciendo es colocar sus aplicaciones en una hoja de cálculo, una enorme tabla. Las aplicaciones que han revisado y recomiendan están ordenadas en categorías como Arte, Juegos, Historia, Aprendizaje Temprano y muchas otras. Un grupo de personas, incluyendo padres, terapeutas y Corina Becker, una adulta con autismo, son las personas que más colaboran para revisar las apps.

Entre los desarrolladores de programas que recomiendan están Injini, Toca Boca, Duck Duck Moose y Oceanhouse Media.

En Autismo Diario siguen de cerca las novedades tecnológicas que pueden ayudar a nuestros niños. Por poner algunos ejemplos también han hablado en el momento de su lanzamiento de Aba Planet, de Happy Geese desarrollada por la compañía española Appically o del desarrollo de los investigadores de la Universitat de València en colaboración con universidades y centros norteamericanos, asiáticos y europeos de una nueva aplicación para Iphone que permitirá aumentar el conocimiento sobre una de las habilidades humanas más importantes y complejas como es la capacidad de leer.

Por cierto, os recomiendo también su decálogo sobre el uso de comunicadores digitales para niños con autismo, escrito por Jorge García Caballero.

Aquellos viejos cuentos de nuestra infancia

Algunos de mis viejos cuentos.

Algunos de mis viejos cuentos.

Os confieso que uno de los pequeños placeres (y son muchos) que he encontrado relacionados con la maternidad viene de la mano de los cuentos. Me gusta investigar qué cuentos pueden gustarnos en casa, descubrirlos por primera vez, leerlos con Julia pegada a mi costado por las noches, descubrir cuáles son sus favoritos y se sabe de memoria, ver cómo empieza a reconocer cada vez más letras…

Me consta que somos muchos los padres que disfrutamos con los cuentos tanto como nuestros hijos.

Pero hoy quería hablar de algo muy concreto que me encanta: redescubrir los cuentos de mi infancia, recordarlos a través de otros ojos infantiles.

En mi familia no somos de conservar cosas, en parte por falta de espacio y en parte porque no tenemos ese gen de urraca que cree que todo puede servir más adelante o coger valor. No guardo ni un solo juguete de cuando era niña, ni ropa, ni muebles, ni álbumes de cromos. Nada salvo los cuentos. Esos están todos. Y son muchos, sobre todo aquellos pensados para las primeras lecturas autónomas en adelante. Los cuentos y los libros eran los regalos que siempre pedía en Reyes y cumpleaños.

En la habitación de Julia hay una estantería llena de los más infantiles. Han permanecido cerrados décadas. Algunos con dibujos olvidados dentro. Y cada vez más sucede que los devolvemos a la vida y descubro de nuevo auténticos tesoros casi olvidados.

Ojalá algún día también pueda compartir su lectura con Jaime.

Y ya adivino que cuando Julia crezca también abriré y volveré a leer otros libros para niños más mayores: Fray Perico y su borrico, El pirata Garrapata y toda la colección de Barco de vapor de colores que tengo, los de elige tu propia aventura, los de Gran Angular y Santillana, las adaptaciones de clásicos infantiles…

También un libro ilustrado de Furia que fue de mi padre y que para mí es tan valioso como cualquier joya familiar. Me hubiera encantado tener más libros de mis padres. Y por eso mismo regalaré la ropa y los juguetes de mis hijos, pero guardaré todos sus cuentos. Por si algún día ellos también tienen a quién leérselos para saborear así su propia infancia de nuevo.

¿Te harías una escultura en 3D de tu embarazo?

Hoy os traigo algo de cuya existencia supe ya hace meses, pero que aún no tengo claro si me gusta o no. Hay días que por nada del mundo querría algo así en casa y otros en los que me parece algo curioso y perfectamente razonable: ¿No me hice acaso un porrón de fotos de mi cuerpo en sus distintas fases del embarazo? ¿No hay quiénes pagan a fotógrafos profesionales con resultados preciosos? ¿No guardamos las ecografías e incluso nos hacemos ecografías 3D?.

Probablemente a Julia le hubiera encantado ver algo así. Le chiflan las fotos en las que se me ve embarazada y sabe que ella estaba dentro. Y sé de alguna madre reciente que se hubiera vuelto loca con un regalo así. Aunque el capricho me parece caro: entre casi 70 euros y casi 300, dependiendo del tamaño.

Pero, independientemente del precio, yo sigo sin saber si me convence. No sé vosotros.

Se trata de ‘Tu tripita’. Un servicio de esculturas en tres dimensiones de tu embarazo, a modo de recuerdo. Hay que ir al estudio a posar, algo que lleva pocos segundos. En dos o tres semanas está lista la escultura en color.

Os dejo un par de ejemplos:

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Y tienen también la opción de salir ya con el niño emergido. Menos mal que el posado es cuestión de segundos.

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Barbie: la dicotomía

Invitación PrensaBarbie, la muñeca más famosa del mundo. Importante icono del pasado siglo. Polémica de muchas maneras. Objeto de estudio o inspiración de artistas, feministas, pornógrafos y coleccionistas. Pero ante todo un juguete ya histórico. Barbie en sus múltiples personalidades lleva acompañando a las niñas (y a muchos más niños de los que parece) desde hace generaciones. Mi relación con Barbie es complicada desde pequeña. No fui una niña que jugase con muñecas ni especialmente inclinada la rosa y los vestiditos, pero tuve una Barbie, como todas. Quise y pedí la Barbie Cristal, con un vestido brillante y tornasolado que era lo que prefería de la muñeca. Lo que más me gustaba era meter las piernas de la Barbie por el agujero superior de la lamparita de noche para verlo brillar e iluminar la habitación. Tres noches me duró el experimento antes de que empezara a oler a chamusquina. Barbie se quedó desnuda a partir de entonces. Casi siempre acaban desnudas y despeluchadas. Julia también tiene una Barbie a la que no hace mucho caso. Prefiere los peluches. Lo que sí le encanta de la muñeca de Mattel son sus películas. A ella y a todo niña que pasa por mi casa y se las encuentra (a algún niño también). Están disponibles de manera gratuita en Ono y las ha visto todas. Su favorita es una protagonizada por una mini Barbie llamada Pulgarcita que es un tipo extraño de hada de las flores. En la otra que más le gusta Barbie tiene que acudir al rescate de Ken, secuestrado por un hada malvada que vive en Gloss Angeles, Barbie es ayudada en su misión por el hada de los zapatos y el hada de los bolsos (sí, habéis oído bien). Son películas tan llenas de brillos, corazones, rosas y objetos y actitudes superficiales (con obvios mensajes de amor a la naturaleza y exaltación de la amistad) que cualquier adulto que intente verlas sin perder detalle acabará pidiendo a gritos una sesión de Perros de paja, La naranja mecánica o Psicosis para compensar la experiencia. Pero insisto, a los niños les encanta. Y como no quiero darle más importancia de la que tiene, pues si la piden se la pongo. No quiero rodear a esas películas del atractivo de lo prohibido. Y tengo herramientas suficientes como para compensar su influencia (no, no estoy pensando en poner a Julia ni Perros de paja ni Psicosis, no me refiero a eso). Hace pocos días han sacado nueva película de Barbie (y nueva colección de juguetes relacionados). Es la segunda protagonizada por Barbie mariposa y han procurado insistir en la importancia de leer libros, de no dejarse llevar por los prejuicios, de ofrecer amistad sin pedir nada a cambio. Mensajes que nadie en su sano juicio objetaría, pero tan llenos de unicornios voladores, alitas centelleantes y extrañas mascotas algodonosas que elevan el azúcar en sangre incluso con una sobredosis de insulina encima. Barbie, esa gran dicotomía…

Marchando unas mariposas voladoras

imageLa otra tarde Julia encontró unas bolsas con unos restos de láminas de goma eva que habíamos usado para hacer unos marcos de fotos el día del Padre.

«Quiero hacer algo con esto mamá».

«¿Quieres que hagamos unas flores?».

«No, quiero una mariposa mamá, una mariposa papá y dos mariposas bebés para que los papás les lleven la comida a su nido«.

«Pero las mariposas no tienen bebés en nidos, ponen huevos de los que salen unas orugas que, después de comer mucho, tejen un capullo y luego salen convertidas en mariposas».

«¡Ah! ¡Es verdad! Como en Tod y Toby. Pues entonces haremos dos mariposas y sus dos orugas».

Así que pasamos un buen rato por la tarde con una manualidad rápida e improvisada con restos de otras que teníamos en casa: la goma eva, unas pajitas de colores, unas cintas y un poco de purpurina (nunca debería faltar la purpurina en una casa en la que hay niñas pequeñas»).

Ahora tenemos que crear el jardín de flores, para que las mariposas lleven la comida a sus bebés orugas. Puede que Julia tenga claro que en la vida real no sucede exáctamente así con los insectos, pero en su juego, todo vale. Y bien está que sea así.

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¿Qué objeto guardáis como recuerdo de la etapa de bebé de vuestros hijos?

Jaime recién nacido con el body que conservo.

Jaime recién nacido con el body que conservo.

Cuando estaba embaraza de Jaime agradecí todos aquellos archiperres que me prestaron. No tuve que comprar carrito, ni trona, ni parque, ni muchas otras cosas que luego devolví a sus propietarios  o regalé a otras futuras madres recientes junto con los chismes que había comprado yo y ya no necesitaba.

Me encanta esa cadena de préstamos y regalos, no ya por la falta de espacio en nuestros pisos, incompatible con la sobreabundancia de cacharros (muchos innecesarios o muy poco necesarios) que rodean los dos primeros años de vida de un niño. Es que me parece lo más lógico y solidario.

¿Para qué quiero guardar yo todo eso? Conozco abuelas con espacio que han guardado carros, tronas, bañeras, cambiadores… con la esperanza de que sus nietos los usaran. En la mayor parte de los casos no ha sido así. Se han desempolvado, montado y constantado que son menos prácticos y/o seguros que sus equivalentes modernos y se han descartado. Es decir, han estado treinta años en el trastero, el garaje o el desván para nada, cuando en los años 70 u 80 podrían haberle sido de mucha utilidad a alguna familia.

Pero creo que todas las madres guardamos algo por puro valor sentimental. Normalmente algo pequeño, algo que estuvo en contacto con la piel de nuestro hijo, esa piel perfecta con el mejor perfume del mundo. Normalmente se trata de una sabanita, una toquilla, un pijama, unos zapatitos…

Por cierto, que no conozco madre que no lo haga, pero en cambio no sé de ningún padre que lo haya hecho. Tal vez sea cosa mía. Es peligroso extrapolar experiencias personales.

Yo, de la etapa de bebé de Jaime, solo guardo un body de algodón, el primero que le puse en el hospital. De Julia un vestidito que me regaló mi cuñada cuando supo que estaba embarazada de una niña.  Todo lo demás está mejor siendo utilizado por otros bebés.

¿Y vosotros? ¿Qué conserváis?

El tipo de trona que más me ha gustado

No suelo recomendar chismes, lo sabéis. De hecho hace muchísimo que no lo hago. Cuando traigo uno aquí lo hago de corazón y habiéndolo probado, sin ninguna otra intención que compartir con los demás un cacharro que a mí me ha encantado y facilitado la vida.

Pues bien, el otro día caí en la cuenta de que podía pasarle a una amiga (tengo que encontrar dónde está) una trona que ha sido una de las mejores compras que he hecho.

Con Jaime me regalaron dos tronas convencionales, de esas que se convierten luego en silla y mesita de trabajo. Una era de madera, muy elegante y tremendamente poco práctica. Pesaba una tonelada, ocupaba mucho espacio, era algo rígida y no podías poner a un niño hasta que fuera algo mayor, el sistema de sujección era discutible y si el niño se empujaba con los pies podía acabar volcándola con cierta facilidad.

La otra era de plástico, de una conocida marca de puericultura. Más liviana, segura y antivuelcos. Es decir, mucho mejor que la anterior aunque fuera menos señorial. Aunque seguía adoleciendo de ocupar mucho espacio. Esa la usé un tiempo como mesa y sillita para dibujar. Pero era un incordio comparada con las típicas mesas y sillas infantiles de Ikea, que son las que acabamos comprando (me han hablado bien también de una trona muy baratita de esa marca, pero no la he probado). Era imposible que un adulto se sentara al lado del niño a dibujar con él  y se quedaba pequeña enseguida.

Pude probar también otros dos tipos de trona. Una es la clásica que se pliega en tijera, que si bien plegada ocupa relativamente poco, abierta necesita más espacio que la silla de comedor de un adulto.  La otra es esa especie de sillita que se coloca sobre una silla convencional para elevar al niño, que viene bien para cuando vas de visita a casa de la abuela si el niño es ya algo mayor.

Pero con Julia compré la que, para mí al menos, es la maravilla de las tronas. Es la que véis en las imágenes. No sé si la fabrican más marcas, yo solo la he visto en Chicco. Se engancha a la mesa, ocupa poco espacio, es segura, puedes meter a niños pequeños y aguantan bastante (Julia la usó hasta los tres años), permite orientar al niño a un lado o de frente, se lleva bien de viaje y es mucho más barata que las tronas grandes. A mí me costó unos 40 euros en una tienda Factory.

¿Cuál recomendáis vosotros?

 

Rebajas crecederas

90355-944-550Los niños crecen muy deprisa cuando son muy pequeños y luego destrozan mucho cuando son algo mayores. Por eso necesitan bastante cambio de vestuario de un año para otro. A mí me encanta heredar ropa de otros padres recientes con niños mayores y dar la ropa de mis niños a los que tienen hijos más pequeños.  Estando en crisis, antes de estarlo y si alguna vez logramos salir de ella.

Estamos en rebajas, estamos en época de aprovechar todo lo aprovechable para equipar a nuestros peques a buen precio de cara al próximo invierno. Yo lo llevo haciendo desde que Jaime nació: recorrer las tiendas que me gustan y que sé que ahora tienen mejores precios para comprar y, si tengo suerte y hay prendas que me cuadren a buen precio, cargar.

Luego compro poco para ellos. Puntualmente lo que necesiten. Por ejemplo, antes justo de la Navidad Jaime pegó tal estirón que le quedaron todos los pantalones pesqueros, así que hubo que hacer renovación. Pero no soy de las que van picoteando a lo largo del año en las tiendas infantiles. En gran medida porque no me sobra el tiempo para ir de compras. Y puede que soltar mucho dinero de golpe duela más, pero yo al menos tengo comprobado que al final del año gasto más de la otra manera.

Pero comprar rebajas crecederas para niños es un deporte de riesgo. Puede ser que calcules mal y algo le quede muy pequeño o muy grande cuando llegue el momento de ponérselo. Es especialmente difícil acertar durante los dos primeros años, luego, entre que crecen más despacio y tú conoces mejor lo que les queda bien y mal, es más sencillo.

Y además están los riesgos inherentes a cualquier compra en rebajas, sea para niños o para adultos. Para que sea menor no está de más recordar los consejos de la OCU al respecto:

¿Vas a aprovechar las rebajas para comprar lo que necesitas? Ten en cuenta que en las rebajas se recortan los precios, pero nunca tus derechos.

Para sacar partido a los buenos precios de las rebajas sin tener problemas, desde la OCU te recordamos algunos consejos.

* Piensa de antemano lo que necesitas: hacer listas es una buena manera de evitar compras impulsivas.
* Las normas establecen que los productos deben haber formado parte de la oferta habitual del establecimiento durante, al menos, un mes y su calidad no puede diferenciarse en nada de la que tenían antes de estar rebajados.
* Los objetos rebajados deben mostrar su precio original junto al rebajado, o bien indicar de forma clara el porcentaje de la rebaja.
* En algunos establecimientos se establecen unas condiciones especiales para las compras en periodo de rebajas (sobre la aceptación del pago con tarjeta, las devoluciones, etc.). Pueden hacerlo, están en su derecho, pero esas condiciones deben indicarse expresamente. En caso de duda, pregunta al responsable del establecimiento.
* Conserva el tique o factura simplificada de las compras, pues los necesitarás para cualquier posible reclamación, cambio, etc.
* El servicio postventa y la aplicación de la garantía son iguales, independientemente de que compres el producto durante las rebajas o fuera de ese periodo.
* Si tienes algún problema durante las rebajas, lo mejor es actuar igual que en cualquier otro momento. En el periodo de rebajas se recortan los precios, pero nunca los derechos que tienes como consumidor: intenta llegar a un arreglo en el propio comercio. Si no consigues una solución amistosa, pide la hoja de reclamaciones (debe tenerlas cualquier establecimiento) y plasma en ella su queja. Al hacer valer sus derechos beneficia a los demás consumidores, pues hace que los comercios se esfuercen por mejorar la atención al cliente.
* El consejo de la OCU es que, en lo posible, procures elegir establecimientos adheridos al sistema arbitral de consumo, que ofrecen más garantías al comprador (en caso de desacuerdo se prestarán a resolver sus diferencias con el cliente de una manera rápida y gratuita).

Un regalo diferente para futuros padres recientes

«No puede ser posible, no puede existir algo así». Eso es lo primero que pensé al ver el insólito producto que mi compañero del blog de videojuegos @20hitcombo encontró en la página web Cuantarazón.com. La primera reacción de ambos al ver la imagen sin una explicación fue dudar que fuera cierto, que pudiera existir un cacharro semejante. Aunque por otro lado la experiencia me decía que el ser humano es perfectametne capaz de idear, comercializar y comprar semejante artefacto que equipara la crianza infantil con el cuidado de hamsters, cobayas o conejos. Y, efectivamente, es real y se vende por ocho dólares (3 por 20 y 6 por 40) incluso en Amazon. Afortunadamente es un producto de broma, para regalar a los futuros padres y verles la misma cara de susto al quitar el papel de regalo que se me ha puesto a mí al principio al ver la imagen.

Está lo suficientemente conseguido como para poder prolongar la broma tanto como uno se atreva. Tiene unas pegatinas que indican si la leche está caliente o fría cambiando de color y lo publicitan en la caja con el eslogan: «Dando independencia a los bebés desde 1972». Incluye testimonios de éxito y oferta de bebidas energéticas para bebés.

La verdad es que como broma no está nada mal. Dependiendo del sentido del humor de los padres a los que se les regale, claro.

Y antes de que alguien extenuado  por tener que levantarse varias veces por la noche para alimentar a un bebé lloroso y hambriento se plantee usarlo de verdad (espero que a nadie se le ocurra), dudo que funcionara. Los bebés necesitan alimentarse por la noche, cierto, pero muchas veces lloran para no sentirse solos, para obtener la presencia y el consuelo del adulto. Y muchas de esas veces comerán y se dormirán luego, es cierto, pero lo que buscaban no era el alimento.

Por otro lado, aprovecho para recordar hay costumbres naturales que nos ayudan a estar descansados atendiendo por la noche a nuestros hijos pequeños. Se llaman colecho y lactancia materna, que no tienen necesariamente (aunque suelen) ir de la mano. Y no me voy a extender en defender el colecho y la lactancia materna, que ya he escrito numerosos posts en el pasado sobre el tema.

¡Buen fin de semana!

Juegos de mesa infantiles, otra forma de jugar con nuestros hijos

Mi santo es un fanático de los juegos de mesa. No hablo del trivial o del scattergories, hablo de juegos de todo tipo, muchos de estrategia. Si no estás dentro de ese mundo, ni imaginas la variedad de juegos que hay, inspirados en temas conocidas por todos como ‘Juego de Tronos’, ‘Los pilares de la tierra’ o ‘El señor de los anillos’; en momentos históricos, como las elecciones estadounidenses, la guerra civil, el medievo, o las guerras napoleónicas; en deportes como la escalada o las carreras de coches (o de cuádrigas)… La lista, las temáticas, los tipos de juego son interminables. Hay que meterse un poquito en ese charca para darse cuenta de la profundidad que tiene. Y como afición, salvo por el espacio que ocupan las cajas (a la primera foto me remito), es estupenda: social, de darle al coco y aprender (incluso idiomas, que muchos están en inglés y alemán).

Dado que mi santo es un friki de estos juegos, yo he jugado bastante (menos de lo que el querría) ganándome el apodo de «muevecubos sin alma» por el tipo que prefiero (Agrícola o Caylus). Y ahora que Julia va creciendo, también ella va descubriéndolos en su versión infantil. Y yo con ella.

En casa tenemos varios juegos infantiles: Frutalito, con un cuervo que quiere comer unas cerezas, Maguitos (segunda imagen), para descubrir animales, Mi primer tesoro de juegos, que incluye varios (es el de la última foto), todos divertidos, todos que potencian aprendizajes, todos recomendables y no son caros (la mayoría no llegan a los 20 euros).

Y me encantan y se los recomiendo a todo el mundo como una actividad diferente, un regalo posible de Reyes o cumpleaños. Hay varias páginas online que los venden, algunas extranjeras.

Enlazo a 100 doblones en este post porque tiene un programa de donación a los hospitales infantiles Infantil Universitario Niño Jesús y 12 de Octubre.

Por cierto, estoy escribiendo este post en la misma mesa en la que mi santo y un amigo de toda la vida están jugando a La guerra del anillo. A nuestro lado también juegan cuatro niños, Julia y Jaime y los dos de nuestro amigo. Con ellos, que tienen dos y cinco años, también hemos tenido nuestras partidas a esos juegos infantiles. Siempre les gusta intentar lo que ven hacer a los mayores.