La discapacidad invisible y los juicios rápidos

Hay niños de los que, si les ves caminar junto a sus padres o jugar con sus hermanos, jamás dirías que tienen una discapacidad visual. Ven lo justo para que tú no te des cuenta de las dificultades a las que se enfrentan en su día a día.

Hay niños de los que, si les ves jugando al fútbol o intercambiando cromos de la liga, jamás dirías que tienen una discapacidad auditiva. Oyen lo necesario para que tú no percibas su cotidianidad, llena de retos.

Hay niños de los que, si les ves disfrutando en el columpio del parque o entrando de la mano de sus padres a ver Frozen 2, jamás dirías que tienen una discapacidad motórica que siembra de obstáculos su camino que deben superar.

Hay niños de los que, si les ves sentados en una terraza junto a sus padres viendo YouTube en el móvil o coloreando felices, jamás dirías que tienen una discapacidad intelectual que hace más compleja su realidad.

Hay niños de los que, si les ves leyendo entusiasmados o cazando pokémons por la calle, jamás dirías que tienen una discapacidad social, que supone para ellos un desafío constante.

Esos niños se harán adultos. De hecho ya hay muchos adultos como ellos.

El bastón, la silla de ruedas, el perro guía, unos rasgos determinados, el lenguaje de signos… son las señales que suele buscar la gente para reconocer la discapacidad, para entender, para facilitar.

Pero no siempre están ahí. Hay muchas discapacidades invisibles. Discapacidades declaradas y escondidas. ¿Callar para no ser etiquetado? ¿Hablar para ser aceptado?

Deberíamos ser conscientes para evitar juzgar a los que nos rodean con premura y, tal vez, equivocadamente. La persona que no se entera, que es lenta, que molesta, que nos hace perder la paciencia, tal vez sea una persona con especiales dificultades que no son obvias.

Deberíamos interiorizar que se nos pueden estar escapando muchas cosas, que lo que percibimos no siempre nos da toda la información necesaria para deducir lo que les pasa o cómo son los demás; que la paciencia, la empatía y ser conscientes de que no lo sabemos todo son buenos compañeros de camino.

(GTRES)

Hoy, tres de diciembre, es el día para pensar en las personas con discapacidad; sus luchas y reivindicaciones, no siempre coincidentes; su enorme diversidad; lo que aportan a la sociedad, que podría ser mucho más si establecemos los mecanismos adecuados para favorecerlo; la necesidad de visibilizar sus diferentes realidades.

La discapacidad, tanto la visible como la oculta, forma parte de la sociedad, de lo que somos, nadie está libre de acabar teniendo discapacidad o amando a una persona que la tiene.

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