¿Qué hay que tener en cuenta al buscar información sobre algo tan sensible como la salud de un niño?

Internet es una herramienta magnífica, potencialmente excepcional. Uno de esos pocos instrumentos que el hombre idea para acabar cambiando su porvenir y a sí mismo.

Es una obviedad recordar que también entraña peligros. Uno de ellos es que acabemos informándonos erróneamente en algo tan delicado como nuestra salud o la de nuestros hijos.

Hace muy poco fui testigo de cómo una familia buscó información y acabó empantanada en páginas web que les hicieron un flaco favor. Hablo de una familia con un hijo con autismo que acabó restringiendo su dieta muchísimo, eliminando el gluten y los lácteos, para buscar una mejoría en el comportamiento del niño.

Una mejoría que no llegó pero que, de haberse producido, os aseguro que ni habría sido por ese motivo sino por simple casualidad.

(GTRES)

Hago inciso para recomendar los escritos de mi compañero Javier Yanes sobre causalidad y correlación en las informaciones científicas que es oro puro.

Si un niño con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tiene un problema de alergias o intolerancias tendrá que restringir su dieta. Pero será por prescripción médica tras haberle realizado las pruebas pertinentes. Exactamente igual que tú o que yo.

Que conste que no critico a esos padres, entiendo su desesperación por encontrar algo que ayudase a su hijo. Pero tenemos la obligación de aprender a informarnos bien, a identificar las fuentes fiables cuando buscamos en Internet qué hacer respecto a algo tan importante como la salud.

Y buscamos. Indagamos en Google sobre todo tipo de cuestiones: piojos a ver si eso del té verde previene, fuentes de omega 3, remedios caseros para el papiloma en el pie (otro inciso, me atrevería a decir que casi todos los contenidos que hablen de remedios caseros son patrañas), si la vacuna del rotavirus merece la pena o cuando debe nuestro bebé sostener la cabeza.

Diréis que una solución es no mirar internet. Con consultar a un profesional de la salud debería bastar. Puede ser una solución en muchos casos, pero como dice mi otra compañera Marián García, Boticaria García, Internet está ahí, mucha gente va a acudir a ella y es importante que encuentren también en webs y redes sociales a buenos profesionales. Recomendar únicamente que la gente ignore internet es poco realista.

Termino por eso con un fragmento de una entrevista que hice hace algún tiempo a Marián, en la que daba algunos consejos con lo que tenemos que tener en cuenta cuando os adentramos en las redes, en las que hay de todo, mucho bueno y muy malo:

Lo primero que hay que hacer es buscar el autor. En el quiénes somos, en Google, dónde sea, y ver si es un profesional sanitario con nombre y apellidos y el centro u hospital en el que trabaja. Si no lo pone no nos podemos fiar, no lo podemos contrastar.

En segundo lugar que aparezcan las fuentes. No vale que yo escriba de algo y no ponga las fuentes enlazadas, porque la información no la genero de forma espontánea, la bebo de diferentes fuentes. Si he buscado fuentes y son rigurosas no me cuesta nada ponerlas insertadas en el texto o al final. Si no pongo las fuentes, es literatura. Es lo que alguien haya pensado que puede ser adecuado.

En tercer lugar la veteranía. No quiere decir que un sitio por tener muchos años sea mejor, pero es verdad que hay páginas que son flor de un día, que se lanzan y no van a ninguna parte. Si un profesional sanitario lleva muchos años en la red dando consejos con periodicidad suele ser indicativo de que su contenido tiene interés.

Por último, casi lo más importante que tenemos que mirar, es el conflicto de intereses. Una página web con consejos vinculada a un laboratorio o a una empresa de alimentación no es válida aunque esté firmada por un doctor. ¿Es erróneo? Seguramente no, pero hay un sesgo. Y tenemos que buscar la independencia.

Supone descartar el 90% quizás de las páginas que vemos. Yo sé que es difícil, porque hay cosas para las que no hay una evidencia muy clara, por eso habría que tener siempre un profesional sanitario de cabecera, en persona, al que poderle plantear nuestras dudas. Y si el personal de referencia que tenemos no nos convence, pues no hay que tener problema para cambiar.

El otro día una madre me comentaba que tenía a su niño de cuatro meses estreñido y un pediatra le había recomendado darle zumo de naranja y el otro le dijo que ni se le ocurriera darle nada más que la leche materna. Obviamente uno de los pediatras estaba desactualizado (el primero), pero la madre estaba hecha un lío porque los dos son pediatras. Aquí creo que todos los sanitarios tenemos una responsabilidad muy grande de actualizarnos. Y hoy más que nunca porque los padres son los más informados de la historia.

2 comentarios

  1. Dice ser Canguro Menorca

    Siempre que se trata de la salud de los niños es imprescindible acudir a un profesional. Internet una gran herramienta pero no para todo.

    19 mayo 2019 | 20:39

  2. Dice ser LaCestitadelBebe

    Hola,

    con internet hya que tener mucho cuidado, ya que es una herramienta poderosa, pero también hay mucha mentira, falacia y falso gurú!

    Besos!

    Anabel

    20 mayo 2019 | 13:13

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