Archivo de mayo, 2019

¿Tienes hijos o nietos y eres fumador? ¿Serías capaz de estar todo un día sin fumar?

Hoy es el Día Mundial sin Tabaco y así arranca la noticia que, con tal motivo, ha publicado mi compañera África Albalá Los médicos denuncian «relajación» en las normas del tabaco: el 20% de españoles cree que no es malo para la salud:

Casi un cuarto de la población española fuma y una de cada cinco personas considera que el tabaco no es perjudicial para la salud. Son los principales resultados arrojados por la encuesta anual de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) sobre tabaquismo, que muestran que el porcentaje de fumadores ha aumentado más de dos puntos en los últimos tres años, hasta situarse en el 23,3%, y deja de bajar como lo hacía antes.

En ese contenido se recuerda que el tabaco mata hasta a la mitad de sus consumidores, pero parece dar igual.

No se debería fumar. Si se fuma, debería intentar dejarse. Siento ser tan tajante pero es que es la única postura inteligente ante el tabaco. El problema es que es duro dejar una adicción.

En mi entorno solo he visto dos motivos, sin entrar en tratamientos concretos, por los que la gente ha dejado de fumar. Y lo han dejado de manera radical, incluso cuando antes los parches o los chicles habían fallado.

Uno es encontrarse con un grave problema de salud. Cuando le ves las orejas al lobo de verdad, cuando sientes su aliento amenazador ya encima, puede pasar que el miedo pueda con las sustancias adictivas que nos habían tenido dominados.

El otro ha sido tener hijos, incluso nietos. Llega un bebé y el tabaco no es bueno para él, así que haces acopio de fuerza de voluntad y abandonas los pitillos. Aquí es el amor el que puede más que la adicción.

(GTRES)

No siempre funciona. También he visto gente que tras un grave infarto ha seguido fumando; pacientes recién transplantados asomándose a hurtadillas en invierno por la ventana del hospital; madres empujando el carrito con el cigarro en la mano que no dejaron el tabaco y se engañaron a sí mismas diciendo que el estrés en el embarazo hubiera sido peor que unos pocos cigarrillos; padres que abren la ventanilla del coche, soplan el humo en esa dirección y «con eso ya vale» (o eso creen ellos) para no dañar a los niños que llevan al cole.

A esos últimos me dirijo hoy. En realidad a todos aquellos que fuman, pero especialmente a los que cuidan de niños. ¿Seríais capaces de estar todo un día sin fumar? Intentadlo por favor, porque no solo importa el humo que les hagáis llegar, también el hecho de que tenéis más papeletas para pasar menos años a su lado.

Esto no va de libertades individuales, va de sentido común, de solidaridad, de amor por los tuyos y por ti mismo, de huir de los autoengaños.

A mi hija de diez años, sobre el amor, la confianza y la cámara del móvil

Aun es pronto para dirigirte esta carta, no tienes más que diez años casi recién cumplidos y muy inocentes, pero no queda mucho tiempo hasta que sea necesario que la leas, que charlemos en confianza.

Llegará sin tardar mucho tu primer amor, los primeros besos y las primeras caricias, lo sé bien. Y cuando quieres a alguien, es normal que confíes en esa persona. En eso consiste en gran medida el amor, en confiar en el otro, en entregarte a él o a ella.

Confiar al amar es lo suyo, pero vas a tener que anteponer el quererte a ti misma, el salvaguardarte.

No te puedes permitir ir por la vida envuelta en un amor ciego que te haga perderte a ti misma, entregarte hasta el punto de ponerte en riesgo.

Lo siento, la vida no es como en las películas y las novelas románticas. La vida es frágil. Tenemos que protegerla.

Las personas somos complejas, cambiamos, traicionamos, dejamos de querer, escondemos aquellas partes que menos nos gustan de nosotros y que tienden a aflorar cuando vienen mal dadas.

Confía cuando ames y exige confianza en lo que respecta a los celos.
Ser celoso no es amar, ser celoso es querer poseer, es mostrar tus inseguridades. No celes ni consientan que te celen. Jamás.

Pero en todo lo demás tienes que ser lista y pensar en ti. Solo podrás amar bien, si estás bien.

(GTRES)

Si tienes una vocación, un objetivo que te llena, la persona que amas debe ayudarte a alcanzarlos, no apartarte de tu camino.

Si tienes amigos con la que te gusta reír y compartir tu tiempo, la persona que amas jamás debe interponerse, obstaculizar esas otras relaciones. La vida es más rica si está llena de buena gente que te aporta.

Si no deseas hacer algo, me da igual lo que sea, si te da miedo, va en contra de tu naturaleza o simplemente no te apetece, la persona que amas no debe obligarte, debe respetar tu no. Negarte al otro no implica no quererle.

Y aplícate el cuento. Tú también tienes las mismas responsabilidades hacia la persona que amas que ella contigo.

Ahora voy a ser algo más concreta. Si esa persona que amas te pide fotos o vídeos de carácter sexual, niégate. En un mundo ideal, sin traiciones ni despechos, tal vez no pasaría nada por divertirse de esa manera, pero el riesgo que entraña para ti hace que no merezca la pena. No es que sea algo malo, es que no compensa caminar en la cuerda floja.

De la mano del amor viene el sexo. Cuando yo era niña prácticamente el único mensaje que nos llegaba era que había que tener cuidado de no quedarse embarazada, que si eso pasaba antes de tiempo te podía arruinar la vida. Y sigue en vigor. Es preciso utilizar métodos anticonceptivos fiables que, además del embarazo, te protejan de las distintas enfermedades existentes de transmisión sexual. Aquí te espera otra buena charla, también en breve. Cuando yo era adolescente, era habitual esconder en la cartera alguna foto de carné de la persona con la que salías. Atesorabas todas las imágenes en las que se veía a aquel que te gustaba, si es que tenías suerte y contabas con alguna.

Pero los nuevos tiempos traen nuevos riesgos.

Y no olvides que siempre, pase lo que pase, podrás contar conmigo.

Limusinas y manicuras francesas para los niños que hacen la primera comunión

Me llega el enlace por uno de esos grupos de WhatsApp del colegio sobre los que tanta literatura de bolsillo se ha escrito, microcosmos que pueden resultar tan útiles como estomagantes.

Este es un buen grupo, útil y sin malos rollos, una escisión de la muchas que se produjeron de aquel gran grupo creado el primer año de Infantil.

Un inciso. Paciencia padres de niños muy pequeños que estáis empezando a adentraros en el universo de estos grupos, con el tiempo todo se aplaca y normaliza.

Pero volvamos al enlace y al tema del día. Este fin de semana circuló por redes sociales una imagen impactante, realizada por el periodista de la Cope Fran Viñuela. Una limusina hummer al servicio de un niño de primera comunión.

La primera reacción de una mayoría es coincidente. ¡¿What?! ¿Es que nos hemos vuelto locos? Entre los que manifestaron sus sorpresa en ese sentido estaba el polémico juez de menores de Granada Emilio Calatayud.

Tras el revuelo tuvo que manifestarse el padre del pequeño, que resulta que también es el dueño de la limusina y que se dedica precisamente a eso, al negocio de alquilar vehículos de los de “aquí estoy yo, miradme todos”.

Es decir que no es para tanto, el padre no deja de ser un señor que tiene una empresa de limusinas así que le sale gratis y se hace publicidad. O sí, porque gracias a él y a Google he descubierto que hay varias empresas de limusinas que se alquilan también para comuniones, desgranando sus ventajas cómo llevar un montón de personas a la vez ahorrando varios desplazamientos en coches particulares, hacerle sentirse especial, tener la seguridad de estar en manos de un chofer profesional bla, bla, bla.

No sería algo que yo contrataría, pero mira, si hay gente a la que le apetece tampoco hace daño a nadie. Que cada cual camine (o ruede) a su manera mientras no pise a los demás.

Pero tal vez, eso sí, nos estemos volviendo locos con las comuniones. Y no solo con ellas. Tal vez también tras una infancia llena de todo tipo de limusinas tengan que gestionar egos, frustraciones y altas expectativas en sus hijos. O no. ¿Quién sabe?

Os confieso que a mí me llama casi más la atención la familia que le paga dos pruebas de peinado, la manicura francesa y el vestido de mil euros a la niña de nueve o diez años, como me contaba mi peluquera y os traje aquí hace tres años por estas fechas.

Y me llama más la atención por empezar con imposiciones estéticas a las niñas tan pronto, que por el gasto. Que cada cual se deje el dinero en lo que le plazca.

Hablando un poco de todo, acabamos charlando de las comuniones. Cuando hice la comunión mi madre se aseguró de que estuviera bien limpia, me alisó el pelo como mejor supo, me puso una diadema de flores y el vestido. Ahí se acabaron todos los preparativos. Yo era la mayor de las primas y estrené vestido. No me hubiera importado heredarlo, de hecho recuerdo que me gustaba llevar lo poco heredado que conseguí. Mi vestido luego pasó a las siguientes de mis primas el año próximo.

Gracias a mi peluquera me enteré de que las cosas se habían ido un poco de madre. No siempre, claro, pero cada vez con más frecuencia.

– Sé que lo que voy a decir va en contra de mi negocio, pero es que es exagerado. Hay más parafernalia con las niñas de comunión que con las novias. Muchas veces las peinamos hasta tres veces: una prueba, otra vez para las fotos y otra el día de la comunión. Tenemos tintes temporales que les sacan más brillo al pelo ese día. Hay quien aprovecha la prueba para las fotos y sólo son dos. Y nos piden mucho manicuras, hasta manicuras francesas. Y maquillaje. A veces un poco de colorete y brillo en los labios, pero otras veces nos dicen “tapa esos granitos, las ojeras…”. Estamos hablando de niñas de nueve o diez años –

Vestido de comunión Hannibal Laguna
1.450€ (catálogo de El Corte Inglés).

Comuniones, bautizos, bodas y niños con autismo

Es época de más o menos magnas celebraciones familiares. Las comuniones y las bodas abundan en estas fechas, pero lo que voy a contar es aplicable a otras que tienen lugar en cualquier momento del año como bautizos o cumpleaños.

Pueden apetecer mucho o nada, pueden suponer un gasto que no se desea o estar deseando gastar en la celebración, pero cuando hay un niño con autismo en la familia la película tiene un guion más complejo.

Para muchos niños con autismo, y esto que voy a contar puede ser extrapolable a otras realidades, es inviable asistir a estas reuniones familiares. El bullicio les abruma, no entienden lo que está pasando, se alteran, lo pasan mal y preferirían estar en cualquier otro sitio.

Estar quieto y callado durante una ceremonia es inviable. No comprenden que haya que estar sentados largo rato en una comida y no es viable dejarles jugar libres como el resto de niños.

Ir con ellos supone que un adulto esté siempre pendiente de ellos, perdiéndose dos personas la celebración. Puede implicar tener que irse a la mitad. Puede suponer forzarles un estrés innecesario.

La última vez que nosotros estuvimos en una boda con Jaime estaba cerca de cumplir seis años. Lo intentamos. La ceremonia era breve y al aire libre y había mucho terreno por el que correr y jugar, así que nos animamos. Aun no habían servido el primer plato cuando dijo que ya había corrido y comido bastante y que se quería marchar de aquel lugar extraño. En ese momento fui yo la que cogí el coche, conduje más de una hora de vuelta a casa, lo dejé con mis padres tan feliz en casa y regresé.

No conseguimos que saliera en las fotos. Apenas quería otra cosa más que estar sentado sobre la hierba.

En las siguientes celebraciones se ha quedado en casa, tan contento. Si nos hubieran invitado a una boda sur implicase un viaje probablemente tendríamos que excusarnos o dividirnos.

Los únicos restaurantes a los que acudimos son aquellos en los que sirven rápido, nos vamos en cuanto terminamos de comer (su hermana está acostumbrada a comerse en marcha el postre) y no importe demasiado que haya un niño de doce años riendo a gritos, carente de etiqueta en la mesa.

No es así con todos los niños con TEA insisto. Pero sí con muchos.

Sus padres somos los primeros que deseamos que participen en estas reuniones, que acudan y se integren en las dinámicas familiares de la manera más natural posible. Lo intentamos sin saber qué va a pasar, a veces acertamos y otras fracasamos. Aprendemos a identificar con el tiempo cuando y de qué manera es posible y cuando no puede ser, cuando es más inteligente dejarles felizmente en casa en lugar de forzar su presencia y hacerles pasarlo mal.

Y los demás tienen que entenderlo.

No ha sido nuestro caso, pero he visto con frecuencia presiones y malos rollos por no entender que hay que respetar la decisión que tomen los padres, que son los que mejor conocen a su hijos.

Da igual la ilusión que haga a la abuela ver a su guapísimo nieto ese día junto a todos. Da igual que a nuestro hermano, que se casa, le gustase tener a su sobrino en las fotos que se hagan ese día.

Entendedme, no da igual. Pero es menos importante.

Que se insista en que habrá animadores infantiles, que hay mucho espacio para correr, que hay columpios y castillos hinchables que le encantan no ayuda a esos padres que han tomado la que creen que es la decisión correcta y que hay que respetar.

‘Aladdin’, dos horas de entretenimiento familiar sin más trascendencia

Este viernes llega a los cines la que probablemente sea la más entretenida de las adaptaciones a acción real de los clásicos de Disney; desde luego mucho más que el estreno más reciente, ese Dumbo que no fue en taquilla tan bien como la compañía habría deseado y que a los niños que me acompañaron al cines se les hizo plúmbeo a ratos.

No es el caso del Aladdin de Guy Ritchie. Transcurre amena, sin apenas salirse de los senderos ya transitados por la versión animada. La fórmula que funcionó para llenar los cines en 1992 aquí se repite, escamoteando cualquier sorpresa al espectador, para que los padres que la disfrutaron de niños acompañen a sus hijos a revisitar la historia.

Naomi Scott, Mena Massoud y Guy Ritchie durante el rodaje. (Daniel Smith/DISNEY)

No inventa nada, no aporta nada nuevo. Juega sobre seguro y es ahí donde radica su mayor lastre para aquellos que quieran encontrar algo más en esta película, que solo será una buena experiencia para aquellas familias que acudan sin grandes expectativas más allá de pasar un rato agradable comiendo palomitas entre las inolvidables canciones de Alan Menken y acompañando al ladronzuelo encantador y con buen corazón que roba el corazón de la princesa entre vuelos de alfombra, bailes epilépticos y un parkour por el bazar que recuerda no solo al original, también al videojuego de hace veinticinco años.

En gran medida el mérito de que funcione a ese nivel corresponde a los intérpretes. Will Smith defiende con soltura y dotando de personalidad propia a su genio, y no es poco mérito, porque la sombra del inolvidable Robin Williams es alargada.

La pareja protagonista también funciona. Tanto Naomi Scott, una londinense de origen indio, como Mena Massoud, canadiense nacido en Egipto, cuentan con carisma, belleza, talento y química. Mucha más que Jon Nieve y Danaerys por ejemplo. Casi debutantes, espero que los sigamos viendo en otras producciones.

La película se centra en esos tres personajes y el resto del elenco es poco más que decorado. Ni siquiera pasa el corte el malvado Jafar interpretado por Marwan Kenzari.

Decorado por cierto es el mejor término para describir el marco irreal en el que se desarrolla todo; un colorido mejunje visual de inspiración oriental, mejor dicho, inspirado en el Agrabah de los parques temáticos de Disney.

Dejando de lado la apropiación cultural de cartón piedra y ser un calco, lo más discutible tal vez sea cierta estética de videoclip, clamorosa en la nueva canción Speechless que en algún momento recuerda a las series para adolescentes de Disney Channel, como Los descendientes.

Hay mensaje, por supuesto. Hablamos de una película de Disney pensada para ser disfrutada en familia y parece obligado, aunque no lo sea, dar lecciones en los títulos que van a ver masivamente los niños.

Encontraremos la importancia de ser sincero con los que amas, de ser tú mismo; de no hacer del poder, la riqueza o la fama tus objetivos vitales; también empoderamiento femenino, con esa Jasmine tan fiel al original.

Puede que Jasmine sea una princesa de segunda fila comparada con otras de la casa, que no venda tantos disfraces o reúna tantas colas de seguidores buscando su foto en los parques, pero es indiscutiblemente más interesante que Blancanieves o Aurora, más por su ombligo al aire, su tigre, su negativa a casarse (aunque luego caiga, como todas salvo Elsa y Mérida) que por su novedoso empeño por hacerse oír.

Pero la Jasmine que recordaremos con más cariño, el Aladdin que siempre será el primero en nuestro corazón, siempre será el que nos hizo soñar con un mundo ideal en dos dimensiones.

A las educadoras infantiles «les sobran los motivos para estar en la calle»

Tengo una buena amiga que es educadora infantil, que ama a los niños tiernamente, que tiene una sensibilidad extraordinaria y que está continuamente formándose para ofrecer lo mejor de ella a los pequeños a los que cuida.

Su empleo lo tienen 80.000 personas en todo el país. La mayoría, un 95%, mujeres. Cuidan lo que más queremos, nuestros bebés, nuestros hijos hasta que tienen tres años y pueden pasar a la etapa Infantil de los colegios. Y no tienen unas buenas condiciones laborales. El 90% de ellas no alcanzan a cobrar el 60% del salario medio nacional.

No sé vosotros, pero yo no quiero que mi carrera profesional se construya sobre la precariedad de otras mujeres.

Este miércoles está prevista la firma del XII Convenio Colectivo de Centros de Asistencia y Educación Infantil, un convenio que respaldan tres sindicatos (FSIE, USO y UGT), pero no CC OO, que ha convocado este martes una huelga que el resto de sindicatos no respaldan. UGT la ha calificado de «desafortunada» recordando que el nuevo convenio logrará un 5,5% de incremento salarial este año para las educadoras de escuelas privadas y FSIE ha considerado que de no firmarse el Convenio se «estaría condenando a la mayoría de las trabajadoras y trabajadores del sector a cobrar sólo el SMI».

A río revuelto…

Imagen de archivo de una guardería infantil. (GTRES)

Mi amiga me dice que «es una huelga un poco rara» y que por lo que ella sabe se está siguiendo sobre todo en las escuelas de gestión indirecta. Las públicas se rigen por un convenio diferente y su el salario base es el doble.

Pero más allá de esta huelga en concreto, me cuenta que «sobran los motivos para estar en la calle», tanto en las escuelas privadas como en las públicas.

Habla del escaso salario base, que no llega a los 900 euros, de cómo la formación corre a costa de las trabajadoras y cada vez hay más exigencias, como el curso de alérgenos o de inglés, que le consta que hay escuelas privadas que incluso no informan a sus empleadas de los diez días moscosos a los que tienen derecho, también del número de niños excesivo que a veces tienen que atender.

En clases mixtas, con niños de todas las edades, puedes llegar a tener a tu cuidado prácticamente exclusivo quince pequeños. En las aulas puras, propias de las escuelas más grandes, hay 8 bebes por aula, 14 bebés de entre uno y dos años y 20 de 2 y 3.

Bajar las ratios funciona en todas las etapas; mejora la calidad de los cuidados y de la enseñanza. Y la única razón para no querer aplicar números más reducidos es económica, es falta de voluntad por mejorar con una de las pocas medidas que se saben fáciles y eficaces.

(@LibertadKaiser)


Maite Herráez es educadora infantil en Madrid y forma parte de los servicios mínimos de esta jornada, comparto con vosotros su experiencia personal que refleja las peticiones por las que se ha llevado a cabo esta huelga:

Yo comencé trabajando en educación hace 19 años, mi primer trabajo fue de maestra en un colegio en el que descubrí mi verdadera vocación, aunque infantil siempre se le trate con menos valor que el resto de las etapas; todavía 3-6 tiene mejores condiciones.

Me di cuenta que la etapa donde realmente se hacen todas las conexiones neuronales y de mayor desarrollo es 0-3, y me fui a trabajar a una escuela, donde pude comprobar que, aunque es un trabajo de mayor responsabilidad por las edades tan tempranas que tienes nuestros niños, existen grandes diferencias en las profesionales dedicadas a este ciclo.

Durante estos últimos 11 años, he visto como hemos ido perdiendo cada vez más derechos, hasta el punto de sólo considerarnos carácter asistencial, tener ratios muy elevadas y no poder dedicar todo la atención a su desarrollo y exigirnos mas formación a nivel de idiomas, sin ser recompensadas por ello.

Veo como mis compañeras se llevan trabajo a casa para que todo pueda salir bien al día siguiente, qué nuevas cosas podemos innovar para trabajar nuevas metodologías y preocupaciones de nuestros niños y cómo ayudarles.

Al ser 0-3 considerado “carácter maternal” o sea un puesto realizado mayoritariamente por mujeres, nuestros sueldos son irrisorios.

Pedimos que se nos valoren a todos los niveles teniendo en cuenta la responsabilidad de tener criaturas indefensas en nuestras manos que serán el futuro de nuestra sociedad.

Termino con algunos tuits sobre lo que está pasando hoy.

¿Qué hay que tener en cuenta al buscar información sobre algo tan sensible como la salud de un niño?

Internet es una herramienta magnífica, potencialmente excepcional. Uno de esos pocos instrumentos que el hombre idea para acabar cambiando su porvenir y a sí mismo.

Es una obviedad recordar que también entraña peligros. Uno de ellos es que acabemos informándonos erróneamente en algo tan delicado como nuestra salud o la de nuestros hijos.

Hace muy poco fui testigo de cómo una familia buscó información y acabó empantanada en páginas web que les hicieron un flaco favor. Hablo de una familia con un hijo con autismo que acabó restringiendo su dieta muchísimo, eliminando el gluten y los lácteos, para buscar una mejoría en el comportamiento del niño.

Una mejoría que no llegó pero que, de haberse producido, os aseguro que ni habría sido por ese motivo sino por simple casualidad.

(GTRES)

Hago inciso para recomendar los escritos de mi compañero Javier Yanes sobre causalidad y correlación en las informaciones científicas que es oro puro.

Si un niño con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tiene un problema de alergias o intolerancias tendrá que restringir su dieta. Pero será por prescripción médica tras haberle realizado las pruebas pertinentes. Exactamente igual que tú o que yo.

Que conste que no critico a esos padres, entiendo su desesperación por encontrar algo que ayudase a su hijo. Pero tenemos la obligación de aprender a informarnos bien, a identificar las fuentes fiables cuando buscamos en Internet qué hacer respecto a algo tan importante como la salud.

Y buscamos. Indagamos en Google sobre todo tipo de cuestiones: piojos a ver si eso del té verde previene, fuentes de omega 3, remedios caseros para el papiloma en el pie (otro inciso, me atrevería a decir que casi todos los contenidos que hablen de remedios caseros son patrañas), si la vacuna del rotavirus merece la pena o cuando debe nuestro bebé sostener la cabeza.

Diréis que una solución es no mirar internet. Con consultar a un profesional de la salud debería bastar. Puede ser una solución en muchos casos, pero como dice mi otra compañera Marián García, Boticaria García, Internet está ahí, mucha gente va a acudir a ella y es importante que encuentren también en webs y redes sociales a buenos profesionales. Recomendar únicamente que la gente ignore internet es poco realista.

Termino por eso con un fragmento de una entrevista que hice hace algún tiempo a Marián, en la que daba algunos consejos con lo que tenemos que tener en cuenta cuando os adentramos en las redes, en las que hay de todo, mucho bueno y muy malo:

Lo primero que hay que hacer es buscar el autor. En el quiénes somos, en Google, dónde sea, y ver si es un profesional sanitario con nombre y apellidos y el centro u hospital en el que trabaja. Si no lo pone no nos podemos fiar, no lo podemos contrastar.

En segundo lugar que aparezcan las fuentes. No vale que yo escriba de algo y no ponga las fuentes enlazadas, porque la información no la genero de forma espontánea, la bebo de diferentes fuentes. Si he buscado fuentes y son rigurosas no me cuesta nada ponerlas insertadas en el texto o al final. Si no pongo las fuentes, es literatura. Es lo que alguien haya pensado que puede ser adecuado.

En tercer lugar la veteranía. No quiere decir que un sitio por tener muchos años sea mejor, pero es verdad que hay páginas que son flor de un día, que se lanzan y no van a ninguna parte. Si un profesional sanitario lleva muchos años en la red dando consejos con periodicidad suele ser indicativo de que su contenido tiene interés.

Por último, casi lo más importante que tenemos que mirar, es el conflicto de intereses. Una página web con consejos vinculada a un laboratorio o a una empresa de alimentación no es válida aunque esté firmada por un doctor. ¿Es erróneo? Seguramente no, pero hay un sesgo. Y tenemos que buscar la independencia.

Supone descartar el 90% quizás de las páginas que vemos. Yo sé que es difícil, porque hay cosas para las que no hay una evidencia muy clara, por eso habría que tener siempre un profesional sanitario de cabecera, en persona, al que poderle plantear nuestras dudas. Y si el personal de referencia que tenemos no nos convence, pues no hay que tener problema para cambiar.

El otro día una madre me comentaba que tenía a su niño de cuatro meses estreñido y un pediatra le había recomendado darle zumo de naranja y el otro le dijo que ni se le ocurriera darle nada más que la leche materna. Obviamente uno de los pediatras estaba desactualizado (el primero), pero la madre estaba hecha un lío porque los dos son pediatras. Aquí creo que todos los sanitarios tenemos una responsabilidad muy grande de actualizarnos. Y hoy más que nunca porque los padres son los más informados de la historia.

El síndrome de alienación parental no existe, son los padres

Ayer fue noticia el polémico síndrome de alienación parental o SAP, una teoría acuñada en 1985 por el psiquiatra infantil Richard Gardner que habla de niños manipulados por uno de sus progenitores, el padre o la madre, contra el otro.

Fue noticia porque Isa Serra, candidata de Unidas Podemos IU-Madrid en Pie a las elecciones autonómicas, afirmó que “el síndrome de alienación parental no responde a la ciencia”, sino a “una sociedad machista en que se considera que las madres instrumentalizan a sus hijos para denunciar a sus exparejas”, y pidió a los psicólogos que no lo incluyan en sus informes.

La política se pronunció así tras ser preguntada en un foro por el caso de la madre detenida en La Cabrera por tener alejada de su padre y sin escolarizar a su hija de diez años.

Pues bien, Isa Serra tiene razón. Es un hecho objetivo que el SAP ha sido rechazado tanto por la Organización Mundial de la Salud como por la Asociación Americana de Psiquiatría. Las dos entidades más relevantes respecto a salud mental han descartado incluirlo en las listas de trastornos patológicos del manual CIE-10 de la OMS y del DSM-5.

No hace ni un año que mi compañera Amaya Larrañeta contaba que en España «El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha recogido el guante que le ha lanzado su grupo de asesores y estudiará sus recomendaciones de realizar especial «seguimiento de los procedimientos en los que se producen denuncias cruzadas con el fin de evitar que se obstaculice el proceso de la víctima de violencia de género y de ampliar la formación a todos los juristas sobre el Síndrome de Alienación Parental, para evitar que «dada su carencia de base científica», pueda ser tomado en consideración por los órganos judiciales». Ya en 2016 la última guía del CGPJ aconsejaba a los jueces no utilizar el SAP, alegando que el propio Tribunal Supremo lo rechaza como argumento legal.

Además el SAP como tal, empleado como instrumento aceptado, entraña el enorme riesgo de ocultar el verdadero motivo por el que un niño siente rechazo o desafecto por uno de sus adultos de referencia. Le resta valor además a lo que el niño exponga, cualquier cosa que pueda decir respondería a ese supuesto lavado de cerebro y restaría valor a sus testimonios.

Enmudece a la víctima, a la persona que mayor protección merece en situaciones complicadas, y eso nunca es de recibo.

Y no, no hay estadísticas sobre casos de SAP, lo siento. Las que encontréis publicadas por Internet no tienen una base fiable.

Dicho lo cual, una cosa es que el SAP no esté reconocido y no deba por tanto ser una herramienta en los procesos judiciales y otra es que no puedan existir casos (muchos probablemente) en los que, efectivamente, un progenitor manipule a un niño, mienta y tergiverse para ganarse su favor y ponerle en contra de su expareja, para escamotear el amor de su hijo al otro.

Claro que sucede y es execrable. Igual que lo es que se produzcan denuncias falsas, dado que cada una de ellas hace un daño ingente.

Dado que esa manipulación sucede, por mucho que al SAP haya que arrinconarlo, haría falta el soporte siempre disponible de buenos profesionales que tengan el bien del menor como principal objetivo.

También que la justicia tenga todos los medios necesarios para actuar con celeridad y eficacia, haciendo honor al material tan sensible que tiene entre manos: vidas ajenas.

No hay soluciones fáciles a problemas complejos.

(GTRES)

¿Sabes quién es ‘El pollo Pepe’?

¿Conocéis al pollo Pepe? Si la respuesta es negativa es muy probable que no hayáis tenido mucho trato con niños pequeños en los últimos diez  o quince años.

Así hablaba de él mi compañera y librera Regina ExLibris en su blog de libros:

El secreto de su éxito entre niños y adultos es simple: la historia es muy sencilla, permite interactuar con el personaje y, además, es tremendamente divertido.

Por mi parte jamás olvidaré la primera vez que me topé con El Pollo Pepe entre anaqueles, porque me cautivó desde el instante en que lo hojeé. Una amiga librera de la vieja escuela me lo descubrió. Y hace un rato he sido yo quien le ha revelado el bibliosecreto a un librero recién llegado a reginaexlibrislandia.

El pollo Pepe, que no puede ser más gordo y más amarillo, es todo un superventas. Nacido en mayo de 1997 de la mano de Ant Parker y Nick Denchfiel, tiene cuatro títulos publicados (El pollo Pepe va a la escuela, El pollo Pepe aprende a volar, El pollo Pepe quiere jugar y El pollo Pepe encuentra un huevo) y más en camino.

Por cierto, Pepe es de origen londinense y su verdadero nombre es Charlie, que así se llamaba el padre de Nick Denchfiel. Quién y por qué decidió llamarle Pepe en España es un misterio a desentrañar.

También en España, con 24 ediciones, uno de esos cuentos infantiles presente en prácticamente todas las bibliotecas escolares, que suele llegar a los hogares para que niños que son poco más que bebés pasen sus páginas, las chupen, las gasten y rompan los pops-ups. Y bien está que así sea.

Esos primeros libros, concebidos recios, son para ser disfrutados. Como todos a cualquier edad en realidad.

Son para que los padres nos tomemos muy en serio fomentar el amor por pasar páginas en nuestros niños. Para que nos sacudamos vergüenzas y prejuicios y leamos volúmenes como el pollo Pepe poniendo voces, haciendo aletear a los libros o escondiéndonos tras ellos.

Las ventajas de leer cuentos a los niños son muchas. Tantas como las de leer junto a nuestros hijos, cada uno su propio libro, cuando son algo mayores.

Me da la impresión de que es frecuente que nos entreguemos a la lectura de cuentos cuando son muy pequeños y, en cuanto son mínimamente autónomos leyendo, dejamos a nuestros hijos solos ante las letras. Hay que seguir compartiendo lecturas y momentos pasando páginas juntos.

SM va a llevar a cabo eventos por toda España para celebrar su cumpleaños. El primero será el 18 de mayo a las 11:00 horas en Madrid (Malena Experience de Chamartín). Irá Pepe y Paloma Jover, pedagoga, docente y editora de literatura infantil y juvenil, dará una charla sobre la importancia de leerle a los niños.

La necesidad de aceptar que no sabes la causa del autismo de tu hijo

Hace tiempo encontré un hilo en Twitter que os recomiendo leer entero:

En un momento determinado dice: «Los seres humanos somos muy eficientes aceptando la pérdida. Pero para ello debemos racionalizarla. De lo contrario, sólo queda el sinsentido, lo arbitrario, el caos. No somos tan buenos encarando semejante abismo. Necesitamos entender. Siempre».

Cuestionarse el motivo y no saberlo, no ser nunca capaz de entender del todo, de tener respuestas. Eso es a lo que nos enfrentamos la gran mayoría de los padres de niños con autismo.

¿Por qué a mi hijo? ¿Qué es lo que ha hecho que tenga autismo?

No hay respuesta.

No podemos evitar hacernos más preguntas, que en algunos casos no nos atrevemos a decir en alto, que quedan en nuestro interior: ¿Será algo que hice en el embarazo? ¿Será que yo también tengo rasgos autistas? ¿Me atreveré a tener más hijos?

Los especialistas nos cuentan que hay detonantes genéticos, aún desconocidos, combinados probablemente con causas ambientales. Un cóctel complejo y aún ignorado que la ciencia se está esforzando en desentrañar y con la que cooperamos participando en estudios genéticos y encuestas. Porque el primer paso para poder avanzar es precisamente ese.

También nos dicen que no fueron las vacunas. Y tienen razón. Las vacunas salvan vidas, no las quiebran.

Recomiendan con razón que no escuchemos los cantos de sirena que nos encontraremos de gente sin escrúpulos que asegura que tras el autismo hay intoxicación de metales pesados, que se cura con quelaciones o con dietas restrictivas. Mienten. Lo hacen para lucrarse incluso a costa de la salud de nuestros hijos. Y esos timadores tienen éxito con frecuencia precisamente por ese desconocimiento de las causas, por esa necesidad de entender el origen, de racionalizar, unido a la desesperación de querer curar a nuestros niños. Algo imposible.

Ellos son así, el autismo forma parte intrínseca de ellos, se puede y se debe trabajar mediante las terapias adecuadas para ayudarles a alcanzar su máximo potencial, de autonomía y de felicidad. Y al mismo tiempo debemos aceptarlos como son, amarlos incondicionalmente sin enredarnos en falsas expectativas o sueños imposibles.

Un proceso de aceptación largo y cambiante en el que juega un papel importante aceptar precisamente que no sabremos el porqué.

El ser humano necesita entender, sí, pero a veces necesita aún más avanzar mirando hacia delante.