Archivo de febrero, 2019

¿Qué necesitan los niños con cáncer? ¿Qué necesitan sus familias?

Tras el día del amor llega el de la pesadilla. No se me ocurre nada más aterrador que encontrarte con que uno de tus hijos tiene cáncer. En torno a 1.100 familias cada año en España se encuentran con un diagnóstico así, que les cambia la vida para siempre. Más de mil niños menores de catorce años se ven inmersos cada año en esa pelea que, como bien insisten muchos, ni se gana ni se pierde, simplemente te toca en (mala) suerte.

Hoy es 15 de febrero y se conmemora el Día Internacional del Cáncer Infantil. Un día simbolizado por el color dorado y cuyo objetivo es concienciar sobre esta enfermedad.

Este año quiero centrarme en lo que esos niños y sus familias necesitan, en lo que necesitamos todos. Necesidades que deberían ser cubiertas en todos los aspectos. Nuestros niños son nuestro mayor tesoro.

Necesitan sostén psicológico tras el diagnóstico y durante todo el proceso. Hay momentos muy difíciles y aunque unos lo sepan gestionar mejor que otros, todos precisas esa ayuda de manera accesible e inmediata. De forma proactiva y sin esperar necesariamente a que ellos levanten la mano.

De la misma forma hay que proporcionarles información y orientación sobre los recursos sociales y las ayudas económicas disponibles. Todo claro y fácil desde el principio, sin que se pierdan recursos. Adaptarse a una situación así también requiere que las empresas se impliquen, que faciliten todo lo que esté en su mano a esos padres.

Necesitan y tienen derecho a los mejores tratamientos individualizados, da igual dónde estén. Este año la Federación Española de Padres de Niños Con Cáncer reivindica un protocolo específico de seguimiento para los supervivientes de esta enfermedad que permita la prevención y el tratamiento de las posibles secuelas que pueden experimentar.

Esos niños, aunque estén enfermos, necesitan y tienen derecho a tener lo que cualquier otro niño: jugar, ir al colegio, desarrollarse en definitiva. Pueden ser precisas adaptaciones curriculares, atención sanitaria en el centro escolar, horarios adaptados. Lo que haga falta, debe estar a su alcance. No solo durante la enfermedad, también después.

Necesitan que donemos médula, que donemos sangre, que colaboremos hasta dónde podamos en los proyectos e iniciativas que impulsen para recabar fondos para la investigación y también que les aplaudamos, como pide Juegaterapia.

Más allá de esfuerzos privados, necesitan que la investigación sea una verdadera prioridad institucional. Los investigadores son aquí los verdaderos superhéroes y los que manejan los fondos tienen que tomarse en serio estar a la altura.

El director científico del Campus Clínic-UB del Insituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, el doctor Pablo Menéndez (3i), junto a su equipo médico, y la niña Inés, que superó una leucemia. Científicos de la Fundación Josep Carreras y de la Universidad de Cantabria han descubierto, en un estudio pionero, que el genoma de un tipo de leucemia infantil de diagnóstico letal es el más estable de cualquier cáncer pediátrico secuenciado hasta ahora y han hallado un biomarcador para predecir su pronóstico. (EFE/Marta Pérez)

La mayoría de los niños logran curarse, pero son precisos también más y mejores cuidados paliativos, porque a veces la muerte llega y los niños y sus familias tienen que estar perfectamente acompañados si eso sucede.

Todo lo que necesiten, deben tenerlo.

* Este texto lo he escrito pensando en Lucía, que nos dejó este pasado verano. En ella y en sus padres y su hermana. Tu cerezo, el que este otoño plantaron en el cole, está a punto de florecer para que todos tus compañeros y muchos otros niños te recuerden siempre.

Los personajes de Disney, Pixar, Star Wars y Marvel quieren que todos los niños y adolescentes se impliquen contra el acoso escolar


Los superhéroes de Marvel, las cada vez más aguerridas princesas Disney (ojo al trailer de Frozen 2 Qué os dejo al final del texto, la película llegará en noviembre), los que siguen el camino de la Fuerza o personajes como Judy o Nick de Zootropolis, los científicos de Big Hero 6 o Woody y Buzz Lightyear (otros que tendrán pronto nueva entrega), jamás consentirían que se produjera un caso de acoso escolar ante ellos sin hacer nada para solucionar las cosas.

Serían como mínimo chivatos, un término al que hay que despojar de las connotaciones negativas que arrastra. Chivarse puede ser muy bueno, chivarse a un adulto para detener una situación de abuso es lo mejor que podemos hacer. Eso y dar nuestro apoyo, nuestra amistad y simpatía, a la persona que ha sufrido en esa situación.

El acoso escolar es una realidad demasiado frecuente que hay que abordar desde distintos frentes. Uno de ellos es involucrar a los chicos y de eso va la campaña que Disney y Grupo Mutua han lanzado este mismo miércoles.

Han firmado un acuerdo de colaboración para luchar contra el acoso escolar en España cuyo objetivo es “movilizar a los testigos del acoso escolar y a los compañeros de las víctimas para que sean capaces de reaccionar ante el acoso y frenarlo. Bajo el hashtag #ActivaTuPoder, el proyecto involucrará a personajes de Disney, Pixar, Star Wars y Marvel”.

Con este vídeo arranca la campaña:

Es un buen enfoque. Como ellos mismos recuerdan, “los últimos estudios sobre el acoso escolar, el 80% de los alumnos de 6º de Primaria, 1º y 2º de ESO consideran la movilización de los compañeros la medida más eficaz para frenar al acosador, mientras que poco más del 20% de las víctimas manifiestan que sintieron el apoyo de sus compañeros”.

Bienvenida sea toda iniciativa que contribuya a solventarlo.

No obstante, aún siendo un buen enfoque, no podemos dejar la responsabilidad de detener esta problemática, causante de tanto sufrimiento, solo en las manos de los niños y adolescentes que están en la situación de ser testigos.

Los adultos somos los que tenemos la verdaderos responsabilidad aquí. Los padres, tanto de acosados como de acosadles. También de los chavales que no son ni lo uno ni lo otro pero que deben estar alerta ante Star situaciones. Y por supuesto de todos los profesionales que trabajan en la docencia.

También nosotros deberíamos tener presente cómo actuarían Ironman, Elsa o Luke Skywalker, y nunca sería mirando hacia otro lado o quitando importancia a situaciones así.

¿Cómo no cuidar a los que quieres?

¿Cómo no cuidar a los que quieres? Hay que hacerlo. Por obligación y, sobre todo, por amor. Hay que hacerlo y a veces también hay que pagar y supervisar para que lo hagan otros.

En España se hace más que se paga y lo hacen sobre todo las mujeres, las que tienen ya cierta edad. A sus espaldas cargan con la responsabilidad de nuestros niños, ancianos, enfermos y familiares con discapacidad. Las educaron para ello. Muchas no salieron a un mundo laboral remunerado o lo hicieron por poco tiempo. Sus familias las necesitaban y ellas se dieron, se siguen dando.

Cuidan asumiendo muchos costes personales. Cuidar no es gratis, aunque con frecuencia lo sea. Pero que sea ellas las que cuiden no es algo sostenible por imposición demográfica.

Cuidar también debe ser y (menos mal) va siendo cada vez más asunto de hombres y jóvenes. Universitarios que dan de cenar a sus abuelos. Abuelos que llevan a sus nietos de una extra escolar a otra. Hombres y mujeres en la edad de entregarse a su trabajo que a lo que se entregan es al bienestar de los que tienen por arriba y por abajo.

Cuidar es responsabilidad de todos y debe serlo cada vez más.

Y necesitamos que el Estado también lo asuma como una prioridad, aunque no lo haga por amor.

(GTRES)

Vuelven los disfraces de carnaval, vuelve la necesidad de estar alerta

Carnaval, carnaval. En muchos escaparates vemos disfraces y accesorios para jugar a convertirnos en otros. Lo tenemos a la vuelta de la esquina.

Carnaval es una oportunidad estupenda para divertirse disfrazándose, niños y mayores. Y el disfraz puede abrir muchas puertas muy positivas para nuestros hijos: permite expresarnos de una manera diferente, dejar volar nuestra imaginación, es un instrumento que facilita el juego simbólico e incluso podemos usarlo para reforzar contenidos curriculares o despertar el interés de los niños por determinados personajes históricos o literarios e incluso problemáticas actuales. Si lo elaboramos junto a ellos, más ventajas aún, empezando por el tiempo compartido.

De hecho, si tenemos a un niño al que le gusten los disfraces, no tienen que estar circunscritos a carnaval o Halloween. Tener un cajón o un baúl en casa con opciones para que se disfracen es buena idea. Dentro no solo tiene que haber disfraces al uso, algunas prendas nuestras que podamos descartar también pueden servirles a la sociedad mil maravillas.

Y si al niño no le gusta disfrazarse, sobra decir que no hay que obligarle por muchas ventajas potenciales que pueda tener esta actividad o aunque el resto se disfracen. No a todos nos gustan las mismas cosas y hay que respetarlo.

Pero, más allá de ese respeto a la voluntad del niño, es una oportunidad perdida si no estamos alerta a lo poco apropiado de muchos disfraces, de lo hipersexualizados que son incluso aunque estén pensados para niños muy pequeños.

No es ya solo que los disfraces de las niñas tengan con frecuencia impropios aromas eróticos, desde las poses de la publicidad hasta el largo de las faldas. También está el hecho de qué tipo de disfraces están pensados para niños y para niñas, qué oficios están destinados a unos y a otros. Es más, incluso hay casos en los que es ridiculo tener versión femenina y masculina de un disfraz.

Absurdo todo, si precisamente lo más divertido a la hora de disfrazarse es saltarse esos absurdos estereotipos y disfrazarse de lo que más nos plazca.

De hecho, hablando de nuevo de oportunidades, hablar y reflexionar con nuestros hijos al respecto cuando veamos estos disfraces es una estupenda.

Es algo que seguro que os suena, algo de lo que ya hemos hablado en el pasado, pero nunca está de más recordarlo.

Pensemos dos veces si ese disfraz infantil que tenemos en la mano (o en el carrito digital) es apropiado antes de pasar por caja.

Termino con un ejemplo de cómo para los adultos la situación es muy semejante (hipersexualización e diferenciaciones innecesarias) y también deberíamos reflexionar al respecto. Ojo a cómo son los disfraces de profesora y los de profesor…

Si se busca «disfraz de profesor», por aquello del genérico, vuelven a aparecer profesoras hipersexualizadas, entre varones que son zombis, profesores chiflados o aguerridos ‘indianas jones’.

Bajar la ratio en colegios e institutos sería una medida eficaz para mejorar la educación, ¿por qué no se hace?

Ayer mismo estuve viendo un vídeo de Jaime Altozano sobre educación. Por si no sabéis quién es Altozano, pese a lo famoso que es, os diré que se trata de un YouTuber que es un divulgador maravilloso. Os lo recomiendo encarecidamente, a vosotros y a vuestros hijos, a poco que os interese la música. Ya os conté en el pasado, a cuenta de Luzu, que en YouTube hay mucho bueno si sabe encontrarte, que demonizar en pleno a los youtubers sin conocerlos es una actitud equivocada.

En fin, volvamos al vídeo del que os hablaba. No es ninguna novedad y es muy popular, así que tal vez lo conozcáis. En él, Altozano dejó de lado su tema habitual, la música, para hablar de su experiencia educativa, muy frustrante con demasiada frecuencia, y de cómo se le ocurriría mejorar el panorama educativo actual enseñando a entender de verdad y no a creer que se entiende o grabando las clases en vídeo para que los chicos puedan verlas las veces que sea, parando si es preciso. Propuestas interesantes, todas ellas.

Reconocía en el vídeo no saber cuál es la solución para mejorar la calidad de la educación existente en este país, que probablemente las mejoras tengan que venir poco a poco. Escuchándole recordaba que en cuestión de muy pocos días conoceremos los detalles de la nueva ley educativa que prepara Isabel Celaá, la que será la octava desde 1970 (si es que llega a ser y no se queda en el papel) y también las líneas generales de esa ley que conocimos antes de las navidades y que básicamente descarta la LOMCE de Wert y retoma una LOE a la que remoza y moderniza.

He leído todas las páginas de esas líneas generales y escuchado en numerosas ocasiones a Celaá (la última vez en la comisión de educación del Congreso esta misma semana) y, salvo sorpresa mayúscula, entre todas las modificaciones que trae no se encuentra la petición más frecuente de los profesores: bajar las ratios, reducir el número de alumnos en clase.

Podemos bailar por el salón educativo dando giros y vueltas en todas las direcciones posibles. Que si menos religión o más itinerarios, que si menos repeticiones o poder pasar con una asignatura, que si evaluación del profesorado así y de los alumnos asá. Pueden ser más o menos acertadas, más o menos realistas. Pero bajar la ratio en las clases sería una solución efectiva para mejorar la calidad de la educación y no se contempla.‪

«Un mayor tamaño de las clases parece estar asociado a un porcentaje más elevado de estudiantes con problemas de comportamientos y con la necesidad de dedicar más tiempo a mantener el orden, en vez de a la enseñanza y al aprendizaje», dice la OCDE.

Se sabe a ciencia cierta que reducir las ratios redunda positivamente en la calidad de la enseñanza. Tener menos alumnos permite una atención más personalizada, reduce el fracaso escolar (gran problemática en España) y se traduce en ciudadanos mejor formados.

Cómo os decía, los maestros no dejan de reclamar esa reducción de ratios. No solo en Infantil o Primaria, en cuyas clases no es infrecuente que haya cerca de treinta alumnos. También en Secundaria y Bachillerato, que poco se ha mejorado desde los tiempos del boom demográfico al que yo pertenezco en el que la saturación en las aulas era de vergüenza.

Recuerdo ser toda mi vida el número 42/43 de clase por apellidarme con la T. Así no puede ser. La mejor clase que recuerdo en mi etapa de instituto fue la de latín en COU, que éramos solo seis. Pudimos traducir La eneida enterita ese curso. Latín y en verso y disfrutándolo oigan. Ser tan pocos era una maravilla y nuestra maestra no se cansaba de repetirlo.

No hablo de reducir tanto las ratios. Es inviable. Pero entre 26 alumnos en primaria o 36 en Bachillerato y seis, hay mucho margen de mejora.

Y me diréis que la media que se maneja es otra, que España está en una media de 22 alumnos por clase en Primaria y 25 en Secundaria. Pero las medias incluyen escuelas rurales por ejemplo. Ya sabéis aquello de que, según la media, si yo me como un pollo entero y tú no comes nada, ambos nos hemos comido medio pollo.  ‬

Que sí, que solo bajar las ratios y pasar de todo lo demás tampoco es solución. Pero al menos hay que procurar bajarlas, leñe.

¿Por qué no se hace? ¿Por qué no se atiende a la histórica petición de los profesionales de la enseñanza? Pues está meridianamente claro. Nadie es tan ingenuo como para no saberlo. Por pasta. Reducir ratios es una solución eficaz que además es fácil de implantar, pero cuesta dinero. No apostar por una reducción de ratios, sabiendo que funcionaría, sabiendo que para hacerlo simplemente hay que abrir el grifo del presupuesto destinado a la educación, evidencia una falta de voluntad política. Mejor dicho, la voluntad de preferir dedicar ese dinero a otros menesteres.

España está siempre entre los países que menos dinero destina a Educación. En torno a un 4% del PIB. En 2017 era el 4,1%. Para los presupuestos de 2019 está previsto dedicar un 4,3%. Parco ascenso. En nuestro entorno nos codeamos con países como Rumanía, Bulgaria, Irlanda o Italia. Incluso Grecia o Eslovaquia están por delante.  Son datos de Eurostat.

En cambio Dinamarca dedica un 7%, Suecia, Bélgica o Finlandia más del 6% y Letonia y Portugal un 6%. Sí, nuestro vecino supuestamente pobre, al que se está aplaudiendo por cómo está tratando recientemente a los alumnos con necesidades especiales, está casi dos puntos por encima de nosotros en inversión.

Porque es inversión, no es gasto.

No es casual que los países con mejor puntuación según la OCDE sean los que tienen ratios más livianas y también presupuestos educativos  más altos.

¿Y ahora qué hacemos? ¿Invertimos en lo que importa?

(GTRES)

 

 

Fumar ante sus hijos le cuesta a un padre perder la custodia compartida

La noticia es clara. Un padre ha perdido la custodia compartida porque exponía a sus hijos de diez y trece años constantemente y sin cortarse al humo de sus cigarrillos.

La sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Córdoba aprecia negativamente “el poco interés que su padre tiene en preservarlos del riesgo objetivo que supone estar los menores en un ambiente cargado de humo”.

En la radio se sucedían los oyentes (tal vez fumadores) opinando que era un motivo excesivo para tomar una decisión así. Yo no voy a entrar a valorarlo. Quiero creer que el magistrado no ha actuado a la ligera, porque me consta que es muy difícil que den marcha atrás a una custodia compartida. Tiene que haber motivos de peso y tal vez el tabaco sólo sea la causa más llamativa, pero no la única.

Más allá de este caso, lo cierto es que no entiendo que un adulto exponga sin preocupación a sus hijos al humo del tabaco. Si hay niños en una casa (propios o ajenos) y se desea fumar, pues a la terraza o la calle. Y si estamos conduciendo y hay niños dentro, pues o te aguantas o haces una parada en el camino.

Si os parezco exagerada, pensad que son las recomendaciones de todas las instituciones que buscan nuestra salud:

– No fumes en presencia de niños.
– Si tienes hijos y eres fumador, convierte tu CASA y tu COCHE en espacios sin humos. Aplica la misma norma a las visitas.
– Fuma sólo al aire libre (terraza, balcón, en la calle…). Fumar asomado por una ventana no tiene sentido, ya que siempre entra humo en la casa.

Me parece tan de sentido común para preservar nuestra salud y la salud de nuestros niños que no entiendo como hay gente que no se atiene a ello.

Los españoles son los europeos que más fuman en casa en presencia de niños. Un 52% de los fumadores españoles, aproximadamente 5,8 millones de personas, lo hacen”, según la Asociación Española Contra el Cáncer. Eso se traduce en que más del 10% de nuestros niños están expuestos al humo del tabaco que incrementa el riesgo de muerte súbita del lactante en los bebés más pequeños, las otitis, las crisis asmáticas y todo tipo de problemas e infecciones respiratorias, incluyendo neumonía, bronquitis y bronquiolitis.

Pero es más, es que me cuesta también entender que una madre o un padre fume, aunque no lo haga ante sus hijos. Si esos niños le ven tirar de cigarrillos, aunque sea a distancia y a salvo del humo, no les está dando precisamente un buen ejemplo. Y con el ejemplo es como mejor se enseña. ¿Es que no le importa que sus hijos acaben fumando en un futuro? ¿Con qué autoridad puedes hablarles de lo malo que es cuando tú fumas?.

Y claro que es malo. Lo es porque supone un gasto absurdo, porque es un mal hábito que te controla, pero sobre todo por todas las implicaciones que tiene para la salud. Tantas, desde el cáncer a los problemas cardiovasculares pasando por que estropea la piel o estropea los dientes, que no me cabe en la cabeza que alguien se meta en esa estupidez voluntariamente o no haga todo lo posible por salir si ha caído en esa adicción. Por ellos mismos, pero aún más si hay niños por medio.

(GTRES)

Carta a mi hija de nueve años, por la muerte de nuestra perra

Has llorado mucho. Lo sé. Lloraste hace varias semanas, cuando viste que los fuerzas comenzaban a fallarle. “Es que Troya está muy mayor y pronto se va a morir”, me dijiste cuando te pregunté que pasaba. Tienes ya nueve años y no te quise mentir. No digo que no haya mentiras que puedan consolar, pero suele ser mejor encarar la realidad, llorar y reunir de nuevo fuerzas para seguir caminando. “Es verdad, pero de momento está aquí con nosotros, disfruta de ella y no lo pienses demasiado”.

Hace dos fines de semanas, cuando decidió que su cuerpo ya estaba demasiado gastado, que quería dar por finalizada su historia con nosotros y dejó de comer, volviste a llorar en varias ocasiones. Lloraste al ver que ya apenas era capaz de levantarse. Lo hiciste desconsoladamente la noche previa a que viniera el veterinario, cuando te dije que el lunes la ayudaríamos a partir. Esa mañana fuiste al colegio, tras despedirte de ella, entre lágrimas.

Llorar es bueno, llorar sana. No te guardes las lágrimas cuando quieran salir. Las lágrimas nos ayudan a limpiar nuestro dolor, a conciliar el sueño y seguir adelante.

Han pasado exactamente dos semanas y ya no lloras, pero sé que aun te duele. Procuro no recordártela, pero tú te acuerdas.

No te he consolado hablándote de un cielo de los perros. Tampoco aquí quise mentirte. Te he repetido la verdad. Todos vamos a morir, nadie escapa a la muerte. Esa sí que es una verdad incuestionable. Si todos tenemos que irnos, no hay mejor manera de que suceda que tras una vida larga y buena y rodeados del cariño de los nuestros. Siendo así, incluso es motivo para alegrarse si lo piensas bien, Troya tuvo una vida muy larga, diecinueve años son muchos en un perro. Se marchó cuando ella quiso, sin dolores y acompañada. Ha tenido mucha suerte.

Te he recordado que quienes queremos compartir nuestra vida con animales tenemos que estar dispuestos a pasar este peaje cada cierto tiempo. Ellos viven menos que nosotros. Por mucho que duela el final, todos los buenos ratos anteriores nos compensan.

Sé que me has entendido. Sé que ha calado. Sé que has aprendido. Ojalá pudiera evitarte todo tipo de dolor, ojalá tuviera en mi mano procurarte un camino en el que únicamente existiera la felicidad.

No es posible y, si te soy sincera, tampoco creo que sea deseable.

Atesórala en tu corazón, que no hay mejor lugar para ella. Crece sin olvidarla como sé que lo harás. Y sigue amando sin miedo a la pérdida, porque el miedo jamás debe marcar nuestro camino.