Los adolescentes no sienten que familia y docentes les estemos ayudando a moverse por Internet

Nuestros hijos emplean redes sociales y lo hacen la práctica totalidad de ellos: el 92% de los chavales entre 14 y 16 años tiene perfil propio en una o varias redes sociales. La mayoría asegura tenerlos desde hace al menos dos años, así que se confirma que es en torno a los doce años cuando se zambullen en la internet móvil.

Emplean WhatsApp para comunicarse, Instagram para compartir experiencias y YouTube y Twitter para seguir a sus ídolos. Defienden los beneficios de las redes sociales, pero también parecen conscientes de que en las redes la gente miente y las relaciones que se entablan son distintas.

Son datos de un estudio, refrendado por el Ministerio de Educación y elaborado a partir de una encuesta a 2.000 adolescentes, que ahonda en muchos más aspectos, como el tipo y número de dispositivos electrónicos que emplean, que casi todos (un 83,6%) reconoce un uso muy habitual e intensivo del móvil o que la mayoría usan sus dispositivos propios para escuchar música.

(No sé vosotros, yo echo en falta buscar contenidos subidos de tono, lo mismo está incluido en los puntos tercero y quinto. Y que aparezcan las apuestas online también me preocupa).

Pero yo voy pasar por encima de muchos de los datos que aportan y a obviar bastantes de ellos, para centrarme en una parte concreta que creo que requiere que padres y educadores hagamos un ejercicio de autocrítica sumado a un propósito de enmienda.

Nuestros adolescentes nos han dado un suspenso en la ayuda que les prestamos para navegar por Internet. La nota va del 1 al 10 y ahí nos tenéis, como mucho rozando el aprobado. Las madres y padres salen ligeramente mejor parados que los profesores, pero hay suspensos para todos.

Comparativa principales diferencias en el grado percibido de asistencia/acompañamiento de los progenitores y profesores para actividades tecnológicas. Medias en una escala del 0 (nada) a 10 (totalmente)

No perciben que les estemos apoyando y es lo que más me preocupa del estudio presentado este martes. Da igual el experto con el que hables respecto al acceso de niños y tecnología, todos coinciden en que los adultos debemos asesorar y supervisar lo que hacen en las redes, por mucho que discrepen en otros aspectos como en si hay que darles el móvil lo más tarde posible o antes, cuando aún están dispuestos a escucharnos.

Es más, el 83% de nuestros hijos también creen que tienen bastante o mucha más habilidad tecnológica que sus padres y madres y el 59,8% que sus docentes. Y probablemente tengan razón.

Tenemos que ponernos las pilas. Tenemos que conocer y estar en las redes sociales en las que ellos se mueven, observarlas con mirada de adulto no tecnófobo pero sí alerta, prudente y atenta. También estar atentos de aplicaciones populares entre ellos que aparentemente no son redes sociales pero permiten que se relacionen o entrañan riesgos potenciales, hablo de juegos como Fortnite o plataformas como Tik Tok.

No podemos dejarles solos y a merced de las corrientes que encuentren en ese mar lleno de oportunidades pero tmabien de peligros que es Internet en general y las redes sociales en particular. Nuestros propios hijos son los que nos están dando un toque de atención.

(GTRES)

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1 comentario

  1. Dice ser ignotis parentibus

    Nunca lo han sentido porque no lo han hecho

    26 enero 2019 | 15:47

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