‘Chiquitina’, un cuento con el que sembrar la felicidad en los niños

Conozco a María José Rodríguez desde hace varios años y gracias a Jugando por ellos, una iniciativa solidaria que tira de los juegos de mesa para ayudar a los animales abandonados. Algo que supone tiempo y esfuerzo a sus organizadores, entre los que ella se encuentra, sin más retorno que la satisfacción de ayudar.

María José es una persona apasionada, que aúna artes y ciencias en su persona. Es científica, trabaja por Apadrina la ciencia porque no hay causa justa que la conmueva a la que no se sume. Y también dibuja maravillosamente y escribe. Tiene ya varios cuentos publicados y os recomiendo todos ellos: Galgui, Elefante y Miguel, Un amigo diferente y Chiquitina, ilustrado por Clara Luna, que fue el primero y ahora se ha convertido también en el último. Un cuento para enseñar a los niños a quererse tal y como son.

Sus cuentos no vienen de la mano de grandes editoriales, sino por iniciativa propia y mediante crowdfunding. Os voy a confesar que precisamente por esta vía es como estoy encontrando obras más interesantes, aunque ese es un tema del que hablar otro día.

Hoy la protagonista es María José y Chiquitina, cuyo Verkami está ahora en marcha para poder llegar a tiempo en las alforjas de los Reyes Magos. Y además llegar acompañado de distintas recompensas, como estas pegatinas que resumen perfectamente el espíritu de este cuento.

Y nadie mejor para hablar de Chiquitina que su autora. Con ella os dejo:

A raíz del crowdfunding de mi cuento Chiquitina- el primer cuento que edité con dinero de mi bolsillo y del que ahora queremos sacar una segunda edición a través de micromecenazgo – Melisa me ha pedido que escriba sobre él o sobre mi decisión de autopublicar mis cuentos.

Como a Chiquitina podéis conocerla en la página de la campaña, y os invito a hacerlo, he decidido escribir sobre lo segundo.

Todo lo que queremos los padres es que nuestros hijos sean felices y hagan realidad sus sueños. Y yo escribo cuentos para aportar mi granito de arena a esos objetivos.

Suelo ser una persona eminentemente práctica, qué le vamos a hacer. Me gusta hablar de cosas importantes en mis cuentos, pero sin que estos pierdan su consistencia de cuento. Me gusta pensar que son como pequeñas varitas mágicas. Con ellas – con ellos – siembro algo pequeño y espero que crezca. Confío en que crezca. Y confío en que mis cuentos ayuden a los padres a hacer crecer aquello intangible que intentamos sembrar.

No sé exactamente cómo funcionan los cuentos, cómo dejan su huella en los niños, pero sé que funcionan porque funcionaron conmigo. Y no solo siembran sentimientos o impresiones. También siembran conexiones.

A la pregunta de por qué publico yo misma mis cuentos, la respuesta es porque me mantienen conectada con mis lectores. Y creo que esta conexión no sería tan fuerte ni tendría tantas sorpresas si hubiera una editorial de por medio: me emociona descubrir que hay gente que, sin conocerme, se implican y participan en el Verkami incluso desde el primer día, y repiten con mis otros cuentos, encontrar la campaña de Chiquitina anunciada en un periódico de mindfulness en inglés (probablemente lo más curioso que me ha pasado), recibir una foto de Indy (alter ego de Galgui) como respuesta a un sencillo tweet mío, recibir correos de padres explicándome cuánto les gustan mis cuentos a sus hijos, que alguien me cuente que Chiquitina es la imagen del perfil de un amigo suyo, que una lectora me mande un Galgui de fieltro con su escayola y todo…

Tenéis que entender que yo no soy J.K.Rowling ni vendo millonadas de libros. Y sin embargo, y a pesar de los pocos que he publicado, encuentro lazos que me unen a otras personas que ni conozco y cuyas opiniones probablemente difieran de las mías en muchos aspectos, pero eso no importa porque estamos unidos por los cuentos. Y por los niños, aquellos que deberían estar por encima de cualquier otra cuestión. Así que nos dejamos llevar por aquello que nos une y no prestamos atención a aquello que podría separarnos.

Llamadme ingenua, pero eso es lo que me gusta. Prefiero ser realmente idiota como Cortázar y maravillarme ante estas cosas tan sencillas y tan hermosas… y tan reales. En esos momentos me siento como una niña descubriendo algo nuevo. Y tengo la intención de no despertar de ser niña, tal como aconsejó Miguel Hernández, porque con mis ojos de niña y mi ingenuidad de niña consigo hacer caso omiso de aquello que lastra y desespera, y consigo seguir pensando que puedo poner una piedra sobre otra y construir así un mundo mejor.

Algo muy ingenuo, lo sé. Pero fijaos: ahí están los cuentos. Y los mensajes. Y las conexiones. Desafiando con su existencia a aquellos que dicen que esas cosas sólo pasan en las películas. Por eso sigo escribiendo cuentos, porque veo su maravilloso poder de sembrar algo importante en el corazón de los niños. Y en el mío.

1 comentario

  1. Dice ser LaCestitadelBebe

    Bonito y educativo libro, lo compraré, estamos tan faltos de valores.. gracias

    Besos!

    Anabel

    04 noviembre 2018 | 08:22

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