Archivo de octubre, 2018

Cuarenta años de Barco de Vapor, ¿cuál fue tu libro favorito?

Barco de Vapor fue el primer sello de literatura infantil que se lanzó en España, y eso fue hace cuarenta años. Resulta que tenemos más o menos la misma edad, yo tengo cuarenta y dos. Lo de que he crecido junto a sus libros, es literal.

No sé qué equipo de gente, dentro de SM, decidió más o menos cuando yo nacía arremangarse y crear esta colección, pero lo menos que puedo hacer es agradecérselo. Tuvieron buen tino en la selección de títulos que editaban, tanto que sus decisiones editoriales conforman la infancia de varias generaciones desde 1978.

La flota supera los cuatrocientos títulos y sigue mirando al futuro, trayendo por ejemplo algo tan importante como versiones de sus libros en lectura fácil, de lo que tengo que hablaros en profundidad en un futuro.

Confío en que sigan navegando con los niños como norte, más que el negocio puro y duro y la búsqueda de nombres de relumbrón pero que no tienen demasiada tinta en las venas. Me da la impresión de que mantener el buen rumbo y primar la buena literatura es más sencillo cuando los lectores son niños, aunque la competencia sea ahora mucho mayor que cuando El barco de vapor comenzó a navegar. Y espero que sus libros cada vez muestren más la diversidad de afectos existente, porque nuestros hijos lo necesitan.

Pero no quiero mirar al futuro, sino a nuestro pasado, porque estoy segura de que en la niñez de todos hay al menos un barco de vapor que nos marcó.

Ayer mismo dejé en mis redes sociales la misma pregunta que hoy os traigo, y recorrer las muchas respuestas recibidas es un paseo delicioso por las historias que nos acompañaron de niños: Medianoche en la luna, Los hijos del vidriero, Bibiana y su mundo, El fantasma de palacio, La cazadora de Indiana Jones, Un duende a rayas, Las aventuras de Vania el forzudo, Querida Susy, querido Paul, En el círculo del tiempo, Terror en Winnipeg, Asesinato en el Canadian Exprés, El rey de Katoren, Kiatoski y el robo de chicles, etc.

Es innegable la magia de esas primeras lecturas, que perduran en nosotros y seguro que nos marcaron. Yo me recuerdo riendo sola en el sofá con las ocurrencias de Juan Muñoz Martín en El pirata Garrapata o Fray Perico y su borrico en el sofá, un autor al se tuve la suerte d conocer y con el que tuve una charla entrañable hace tres años. También me acuerdo devorando en una terraza Gran lobo salvaje, de René Escudié. Mientras mis padres charlaban con sus amigos, yo estaba inmersa en la búsqueda del cachorro Tritus, cuyo nombre acabaría teniendo uno de mis perros.

Seguro que vosotros también tenéis recuerdos semejantes y felices. Por eso transmitir a nuestros hijos el amor por la lectura es uno de los mejores regalos que podemos hacerles. Por eso conservamos nuestros viejos cuentos y se los ofrecemos, dos infancias a bordo del mismo barco. O lamentamos haberlos perdido y buscamos las reediciones.

Por eso los editores, autores e ilustradores de Barco de Vapor, los de antaño y los actuales, se merecen que les deseemos un feliz cumpleaños. Y que cumplan muchos más.

‘Chiquitina’, un cuento con el que sembrar la felicidad en los niños

Conozco a María José Rodríguez desde hace varios años y gracias a Jugando por ellos, una iniciativa solidaria que tira de los juegos de mesa para ayudar a los animales abandonados. Algo que supone tiempo y esfuerzo a sus organizadores, entre los que ella se encuentra, sin más retorno que la satisfacción de ayudar.

María José es una persona apasionada, que aúna artes y ciencias en su persona. Es científica, trabaja por Apadrina la ciencia porque no hay causa justa que la conmueva a la que no se sume. Y también dibuja maravillosamente y escribe. Tiene ya varios cuentos publicados y os recomiendo todos ellos: Galgui, Elefante y Miguel, Un amigo diferente y Chiquitina, ilustrado por Clara Luna, que fue el primero y ahora se ha convertido también en el último. Un cuento para enseñar a los niños a quererse tal y como son.

Sus cuentos no vienen de la mano de grandes editoriales, sino por iniciativa propia y mediante crowdfunding. Os voy a confesar que precisamente por esta vía es como estoy encontrando obras más interesantes, aunque ese es un tema del que hablar otro día.

Hoy la protagonista es María José y Chiquitina, cuyo Verkami está ahora en marcha para poder llegar a tiempo en las alforjas de los Reyes Magos. Y además llegar acompañado de distintas recompensas, como estas pegatinas que resumen perfectamente el espíritu de este cuento.

Y nadie mejor para hablar de Chiquitina que su autora. Con ella os dejo:

A raíz del crowdfunding de mi cuento Chiquitina- el primer cuento que edité con dinero de mi bolsillo y del que ahora queremos sacar una segunda edición a través de micromecenazgo – Melisa me ha pedido que escriba sobre él o sobre mi decisión de autopublicar mis cuentos.

Como a Chiquitina podéis conocerla en la página de la campaña, y os invito a hacerlo, he decidido escribir sobre lo segundo.

Todo lo que queremos los padres es que nuestros hijos sean felices y hagan realidad sus sueños. Y yo escribo cuentos para aportar mi granito de arena a esos objetivos.

Suelo ser una persona eminentemente práctica, qué le vamos a hacer. Me gusta hablar de cosas importantes en mis cuentos, pero sin que estos pierdan su consistencia de cuento. Me gusta pensar que son como pequeñas varitas mágicas. Con ellas – con ellos – siembro algo pequeño y espero que crezca. Confío en que crezca. Y confío en que mis cuentos ayuden a los padres a hacer crecer aquello intangible que intentamos sembrar.

No sé exactamente cómo funcionan los cuentos, cómo dejan su huella en los niños, pero sé que funcionan porque funcionaron conmigo. Y no solo siembran sentimientos o impresiones. También siembran conexiones.

A la pregunta de por qué publico yo misma mis cuentos, la respuesta es porque me mantienen conectada con mis lectores. Y creo que esta conexión no sería tan fuerte ni tendría tantas sorpresas si hubiera una editorial de por medio: me emociona descubrir que hay gente que, sin conocerme, se implican y participan en el Verkami incluso desde el primer día, y repiten con mis otros cuentos, encontrar la campaña de Chiquitina anunciada en un periódico de mindfulness en inglés (probablemente lo más curioso que me ha pasado), recibir una foto de Indy (alter ego de Galgui) como respuesta a un sencillo tweet mío, recibir correos de padres explicándome cuánto les gustan mis cuentos a sus hijos, que alguien me cuente que Chiquitina es la imagen del perfil de un amigo suyo, que una lectora me mande un Galgui de fieltro con su escayola y todo…

Tenéis que entender que yo no soy J.K.Rowling ni vendo millonadas de libros. Y sin embargo, y a pesar de los pocos que he publicado, encuentro lazos que me unen a otras personas que ni conozco y cuyas opiniones probablemente difieran de las mías en muchos aspectos, pero eso no importa porque estamos unidos por los cuentos. Y por los niños, aquellos que deberían estar por encima de cualquier otra cuestión. Así que nos dejamos llevar por aquello que nos une y no prestamos atención a aquello que podría separarnos.

Llamadme ingenua, pero eso es lo que me gusta. Prefiero ser realmente idiota como Cortázar y maravillarme ante estas cosas tan sencillas y tan hermosas… y tan reales. En esos momentos me siento como una niña descubriendo algo nuevo. Y tengo la intención de no despertar de ser niña, tal como aconsejó Miguel Hernández, porque con mis ojos de niña y mi ingenuidad de niña consigo hacer caso omiso de aquello que lastra y desespera, y consigo seguir pensando que puedo poner una piedra sobre otra y construir así un mundo mejor.

Algo muy ingenuo, lo sé. Pero fijaos: ahí están los cuentos. Y los mensajes. Y las conexiones. Desafiando con su existencia a aquellos que dicen que esas cosas sólo pasan en las películas. Por eso sigo escribiendo cuentos, porque veo su maravilloso poder de sembrar algo importante en el corazón de los niños. Y en el mío.

Ocho animes para ver con niños (y disfrutarlos todos) por el Día Mundial de la Animación

Dado que este domingo se celebra el Día Mundial de la Animación, he decidido traer aquí diez series de animación aptas para ver con niños, en familia. Hay todo un universo más allá de Pokémon y Heidi. Ojo, que no son para niños pequeños, sino para niños a partir de ocho, nueve o diez años (en función de la serie y de los criterios de cada familia). Es decir, para esa edad en la que otros dibujos empiezan a quedarse cortos. Y son series que los mayores también pueden disfrutar, por lo que se pueden ver en familia. De hecho recomendaría incluso echar un ojo en solitario al primer episodio (cada uno son poco más de 20 minutos), porque mi criterio no tiene que ir parejo con el de otros padres.

Las he seleccionado junto a mi hija, y estaremos encantadas de recibir nuevas sugerencias. Hay todo un universo de animación interesante disponible.

Por cierto, recomiendo verlas en japonés subtituladas al castellano, aunque sé que suena muy friki, o en inglés para trabajar el oído con ese idioma. Ver películas y series y al mismo tiempo leer subtítulos es un buen ejercicio para los niños, para que ganen en velocidad y comprensión lectora, que les sobra motivación para enterarse.

Tengo que empezar con Haikyuu, cuya primera temporada (hay tres) está disponible en Netflix y en el canal de youtube de Selecta Visión, porque creo que es la que más hemos disfrutado viendo todos en casa, hemos vivido con más emoción algunos de sus partidos de voleibol que los del pasado Mundial. De hecho, ya le dediqué un post en exclusiva el curso pasado. Completamente blanca y divertida, sin componente romántico, es apta para todos los públicos pero creo que puede gustar a partir de unos ocho años. Sus protagonistas son Hinata y Kageyama, rematador y colocador de primer año de personalidades opuestas (el segundo podría casi tener asperger), pero nos muestra a un buen puñado de adolescentes deportistas y sanotes, bien construidos y diferenciados. Se les coge cariño mientras les vemos esforzarse para ser mejores. Nos gustó tanto que ya os hablé de ella el año pasado y ha logrado que mi hija se haya apuntado a un club de voleibol.

Yona, princesa del amanecer (Akatsuki no Yona). Aquí tenemos a una típica princesita consentida que, en su primer capítulo, se encuentra teniendo que huir acompañada de un joven general para salvar su vida. Despojada de todo, va a tener que espabilar a marchas forzadas. Con elementos fantásticos, tendrá que reunir a cuatro jóvenes con los poderes legendarios de los dragones; también con un notable componente romántico (hay una tensión no resuelta y en aumento entre Yona y Hak, el guerrero que la acompaña). Mucho humor, a veces cáustico y un poco verde, y peleas con tinta roja, que no van a asustar a ningún niño a partir de unos nueve años. Nosotros la hemos visto en Crunchyroll, algo así como un Netflix de ánimes. Julia también está leyendo los mangas.

My hero Academia (boku no hero Academy). Otra que también tiene una colección de mangas que mi hija está leyendo (apuntad que ver estas series puede animar a leer). En un universo en el que la mayoría de la gente nace con superpoderes de lo más original (no esperéis, salvo en pocos casos, los clásicos y aburridos de Marvel), el protagonista es un chaval que no tiene ninguno pero que está empeñado en convertirse en un héroe profesional. Lo conseguirá a base de empeño y fuerza de voluntad, y porque el superhéroe más poderoso tiene que buscar un sucesor y encuentra en él un corazón realmente heroico. Es un gran éxito, que hace que eventos como la Japan Weekend abunden en cosplays con los personajes de la serie.

Wellcome to the ballroom. Tercera serie que recomiendo con libros también disponibles en el mercado español. Esta vez está centrada en algo que puede sonar tan marciano a la mayoría de los niños como los bailes de salón. Un chaval de instituto que es una mediocridad en todo comienza, casi de casualidad, a practicar este deporte y a descubrir que requiere mucha entrega y lo importante que resulta ser uno con tu pareja. Una historia de crecimiento personal a través del esfuerzo que tanto gustan a los japoneses (y no solo a ellos, la verdad), muy inocente y bien hecha. Nosotros la vimos en Amazon Prime, una plataforma que, como Netflix, tiene bastante serie de animación venida de Oriente (HBO en este sentido es un erial). En

La desastrosa vida de Saiki K. Es la que estamos viendo ahora en Netflix. «Es muy graciosa», destaca de ella Julia. Efectivamente, es humor, en gran medida absurdo, muy bien construido si es que engancha contigo. El protagonista es un niño de instituto con el pelo rosa y unas antenas que limitan sus poderes mentales. Es un mentalista tremendamente poderoso, capaz de leer el pensamiento, teletransportarse, tiene rayos X en los ojos, puede hacer retroceder el tiempo… Podría acabar con el mundo con un chasquido de dedos, pero por suerte es un buen chaval, bastante serio, con la única aspiración de pasar desapercibido y poder tomar de vez en cuando gelatinas de café (los dulces le pierden). Está rodeado de un elenco de compañeros que llevan los clichés del mangánime a un estupendo extremo humorístico.

Yuri on Ice. Una serie muy breve, de apenas doce episodios, que se centra en el mundo del patinaje artístico de alto nivel. Pese a ser más adulta, los niños también la disfrutan. Premiada y alabada, también por patinadores profesionales que han alabado su realismo, sigue a Yuri, un prometedor patinador japonés en un momento de crisis, al que decide entrenar su ídolo recién retirado, Victor Nikiforov, para fastidio de otro Yuri ruso, más joven y en ascenso. Con dosis de humor, también algo de romance muy blanco y nada heterosexual, su visionado merece mucho la pena. Una belleza.

Cells at work. (Hataraku Saibou) Ojalá traigan el manga a España, porque podrían considerarse casi como libros de texto. Imaginad nuestro viejo y añorado Érase una vez la vida convertido en ánime moderno. Hay glóbulos rojos (eritrocitos), todo tipo de células del sistema inmune, virus, bacterias y un cuerpo humano en constante peligro. Hay episodios dedicados a las intoxicaciones alimentarias, el cáncer, las alergias, las heridas, las crisis hipovolémicas, o la función del timo. Más compleja y actualizada en la información que da que su predecesora, se aprende muchísimo sobre nuestra biología, aunque es verdad que tiene un nivel de ESO, los niños más pequeños se irán quedando con cosas. Y las plaquetas son monísimas. Eso sí, la sangre de virus y bacterias salpica, no como en la vieja serie francesa.

Noragami. Terminamos con otra serie que vimos en Netflix de la que también hay libros. Antes de diez años tal vez algunas escenas den un poquito de miedo a los niños más sensibles, aunque Julia la vio con ocho años sin mayor problema (salvo por cierta escena de una niña fantasma). La cosa va de Yato, un dios pobre, sin apenas seguidores y que viste con chandal. Los dioses de este universo, invisibles para los humanos, cuentan con almas puras a las que han rescatado y convierten en objetos que les son útiles, también armas. Pronto Yato logrará uno de estos compañeros y además la amistad de una adolescente que, por haber estado cerca de la muerte, es capaz de verle y de convertirse en un ser a medio camino entre dos mundos con cola de gato. La misión de Yato es acabar con unas influencias malignas que empujan a los seres humanos a cometer actos malvados o de desesperación. Eso cuando no está limpiando o cuidando bebés por sumar seguidores y unos cuantos yenes para construirse un templo. Acción sobrenatural, mucho humor y muy poquito romance. Hay una diosa guerrera rubia, bondadosa y extremadamente poderosa (y muy sensualmente, todo hay que decirlo) que cabalga un león y que a Julia le encanta.

Tenemos que enseñar a nuestros niños a ver y escuchar música

Hoy os voy a contar cómo Rozalen se convirtió en maestra de mi hija para aprender a ver y escuchar música.

En el colegio de mi hija están llevando una actividad  que me parece muy positiva. Cada fin de semana un niño (tienen entre ocho y nueve años) se lleva un pincho a casa y vuelve con una canción que haya seleccionado porque le guste. Pueden ser en inglés o en español, pero tiene que llevar también las letras.

Luego, en clase, escuchan todos esa canción y se fijan, no solo en la música y si es bailable, sino en lo que cuenta la letra, en el papel que tiene la mujer en ese contenido y en el vídeo, en qué se muestra y quiere transmitir.

Hay demasiadas canciones en las que se transmiten mensajes poco apropiados para la infancia (también para los mayores, aunque ese es otro tema), en el que en los vídeos las mujeres son poco más que trozos de carne.

Pero bueno, la idea es enseñar a pensar, animar a reflexionar, a ser críticos; de tal manera que si luego te gusta bailar con esas canciones discutibles, al menos seas consciente de lo que hay y por tanto impermeable.

Julia ha traído el pincho este viernes colgado al cuello y muy ilusionada. Cuando he preguntado si sabía ya qué canción llevar ha respondido: “Girasoles”.

Rozalen entró en casa hace varios meses y ha sonado bastante desde entonces gracias a Jaime, que tiene doce años, autismo, una discapacidad importante, no habla, y en la música tiene su entretenimiento favorito.

Este mismo sábado por la mañana me he sentado con mis hijos en el sofá. “Vamos a ver varias canciones de Rozalen fijándonos bien en los vídeos y en las letras para ver cuál quieres”.

Y eso hemos hecho. Hemos corroborado que serán sus girasoles  los que vayan a clase el lunes, ese himno alegre a la gente buena, que no discrimina, que se preocupa de los demás, que mete la pata pero su paso por el mundo aporta y no resta.

Un himno en un vídeo en el que hay lengua de signos, distintos tipos de discapacidad, los mismos cuerpos con los que nos cruzamos por la calle, hombres con hombres y mujeres con mujeres que se quieren y se besan, bailes que transmiten contento pero no sensualidad gratuita.

Pero también hemos visto La puerta violeta, Comiéndote a besos, Vivir, etc.

Julia, con nueve años, no entiende bien lo que quieren transmitir todas las canciones. Le faltan vivencias, capacidad para interpretar tanta figura poética y conocimiento de cosas como el sida.

Yo se lo he ido haciendo ver, hemos ido comentando lo que expresaba cada canción y como eran los vídeos. Ha sido un rato estupendo juntas y además ha sido productivo, porque momentos así le servirán para ver y no solo mirar. La música como tantas otras cosas.

Os ánimo a intentarlo con vuestros niños, con la música que a ellos les interesa y gusta, sea la que sea. Nuestra obligación como padres es enseñarles a abrir los ojos, a que los tengan del todo abiertos.

‘El príncipe dragón’, nueva vieja fantasía para ver junto a nuestros niños

Cada vez hay más series de animación con muy distintos planteamientos que son propuestas atractivas para ver en familia, con niños que aún se podrían considerar pequeños pero que ya han superado La patrulla canina o Peppa Pig.

Es conocido el discurso de que las nuevas plataformas como Netflix, HBO o Amazon Prime están produciendo contenido adulto de calidad en gran cantidad y muy variado, pero es que también están dedicando presupuesto a crear y ofrecer series infantiles de lo más recomendable. Sobre todo es así en el caso de Netflix, que igual se trae a Guillermo del Toro para ofrecernos un grupo de cazadores de trolls que ficha a la inigualable Julie Andrews para acercar el mundo del teatro, los musicales y el ballet a los niños.

Uno de los últimos descubrimientos que hemos hecho en casa en esta plataforma es El príncipe dragón. Ya me había llegado recomendada por varios padres que conozco en Twitter y cuyo criterio confío, así que decidí que intentásemos verla en familia.

Ya os he contado en el pasado que creo oportuno ver series y películas junto a nuestros hijos. No todas necesariamente, pero tener un ratito juntos en el sofá ante la misma historia nos ofrece temas de conversación, las ventajas de compartir intereses y que vean además que nos importa lo que les gusta y pasar tiempo con ellos.

Callum, ‘principastro’ que es un artista dibujando y haciendo sus primeros pinitos con la magia; y Rayna, una elfa asesina con un oscuro secreto.

Hemos podido comprobar que El príncipe dragón es una de esas series que lo permiten. Gusta a los niños a partir de unos seis años y entretiene a los adultos que sean capaces de entender que están ante un producto infantil, por mucho que tenga sus guiños y sus tramas secundarias algo más complejas.

Está ambientada en un mundo fantástico de elfos, humanos y dragones en guerra en el que la magia abunda, también la oscura. Los protagonistas son los príncipes y hermanastros Callum y Ezran y la elfa de la luna Rayla, acompañados en su misión por un sapo de luz que rebosa personalidad. Niños procedentes de pueblos que son enemigos irreconciliables, unidos para poner fin a la contienda.

Tiene muchos clichés típicos de la fantasía, soluciones de guion demasiado sencillas y la primera temporada se interrumpe justo cuando la aventura (una quest de toda la vida, de las que los aficionados a los juegos de rol conocen bien) parece que se eleva.

Pero también es entretenida, con dosis equilibradas de intrigas, acción y humor y un universo y una colección de personajes razonablemente bien construidos, incluso complejos y con motivaciones lógicas.

Y hay en ella mujeres muy fuertes, empezando por la elfa protagonista. También hay un personaje relevante que se comunica con lengua de signos, mestizaje y familias reconstruidas y estructuradas. Además de un mensaje de fondo siempre presente de la conveniencia de optar por lo que es justo, aunque resulte un camino más difícil.

Sus creadores son Aaron Ehasz (Avatar: La leyenda de Aang) y Justin Richmond (Uncharted 3).

Ezran, hermanastro de Callum e hijo del rey junto a su carismática (y deslumbrante) mascota, un sapo con espíritu de viejo bulldog inglés.

Y termino avisando de una serie que tiene muy buena pinta y un poquito me recuerda a la que os cuento pero en plan Xena, la princesa guerrera. En realidad es un remake de una serie creada por Mattel en los 80 al rebufo de otra: He-Man y los amos del universo. Se titula She-ra y las princesas del poder y se estrenará en Netflix el 16 de noviembre.

Permisos de paternidad y maternidad, mucho más que una cuestión biológica

Este martes el Constitucional se pronunció respecto a la diferente duración del permiso de paternidad y del de maternidad. Dijeron los magistrados que no hay discriminación en el hecho de que tenga una duración inferior al de maternidad.

Las razones que aducen, por supuesto, responden a nuestra distinta biología. Y es innegable que es algo a tener en cuenta. Es cierto que la mujer tiene que recuperarse del parto o de la cesárea; es innegable que nuestro cuerpo experimenta muchos y distintos cambios; por supuesto está el asunto de la saludable lactancia materna, que es preciso fomentar y la OMS recomienda que sea el alimento en exclusiva para el bebé al menos durante los primeros seis meses.

Pero tener un hijo es mucho más que la pura biología. Tener un hijo es querer criarlo, dedicarle tiempo, apoyar y apoyarse en la pareja, reconfigurar tus prioridades, tus horarios, tus ambiciones.

No hay mayor reprogramación vital que la que supone ser padre o ser madre. Las grapas de la cesárea o los cambios hormonales no son asuntos que tomarse a la ligera, pero son casi lo de menos.

Tener un hijo además afecta a nuestra situación laboral y equiparar los permisos redundaría en una mayor igualdad, en una menor discriminación. Tal vez también en una mayor natalidad.

Me sumo a las reflexiones del voto particular de María Luisa Balaguer Callejón. También creo que la sentencia no contempla la complejidad de hoy día, las distintas ramificaciones que tiene.

La sentencia, que llega en pleno debate sobre los permisos igualitarios e intransferibles, cuenta con un voto particular que considera que el Tribunal en su análisis ha permanecido ajeno a una realidad mucho más compleja de la que se contiene en la sentencia, y que proporcionaba una ocasión excepcional para analizar el impacto negativo que tienen parte de esas medidas garantistas del fenómeno de la maternidad, en el tratamiento igualitario de las mujeres en el marco del mercado laboral.

Considera que con esta sentencia, el Tribunal ha perdido la ocasión de explicar por qué las medidas de protección de la parentalidad, cuando se asocian exclusivamente o con una naturaleza reforzada a las mujeres, si bien pueden suponer una garantía relativa para quienes ya están en el mercado laboral, sin duda se erigen como una clara barrera de entrada frente a quienes están fuera y un obstáculo a la promoción de quienes están dentro, porque generan un efecto de desincentivo en quien contrata que solo afecta a las mujeres, y que, por tanto , incide en la perpetuación de la discriminación laboral.

La sentencia ignora que existe un efecto claro de discriminación indirecta de las mujeres, asociado al hecho de la maternidad, que el legislador debería haber tratado de erradicar por mandato del artículo 9.2 de la Constitución (CE). Un Tribunal Constitucional de este siglo debería haber reconocido la necesaria evolución de la realidad social, y profundizado en el análisis de los efectos reales de las medidas de protección que aquí se cuestionan.

Fotos: GTRES

Tras los libros y la película llega el musical infantil de ‘Los futbolísimos’

Hace cinco años que Roberto Santiago publicó el primer volumen de Los futbolísimos, la historia de un grupo de chavales aficionados al balompié que resuelven misterios. Una suerte de Los cinco de Enid Blyton en versión patria y futbolera pero con nueve: el gordito comilón, la empollona, el guaperas, el miedoso, el pequeñajo… y cuyos protagonistas son Pakete, que siempre falla los penaltis, y Helena con H, entre los que salta la primera chispita del “me gusta”.

Probablemente no os cuente nada que una mayoría no sepáis. La colección de libros, de los que SM ya ha publicado catorce entregas, ha vendido muchísimo, más de millón y medio de ejemplares. Entre los niños de unos siete a doce años es una lectura habitual, sobre todo si esos niños son varones al menos un poquito futboleros. Y siempre hay que agradecer la existencia de los libros que acercan a nuestros hijos al amor por la letra impresa.

El éxito fue tal que este verano llegó a los cines la película, con guion del propio Roberto Santiago, que también es cineasta. No la he visto, os lo confieso. Que se estrenara en agosto no ayudó, tampoco que para mi hija el balompié no tiene el menor atractivo. La acabaremos viendo en cualquier caso.

Ahora, este pasado fin de semana, ha llegado un nuevo capítulo de Los futbolísimos. Nada menos que un musical infantil escrito y dirigido por Santiago que también es un libro a la venta, se podría considerar el número 15 de la saga.

El sábado estuve viéndolo en compañía de tres niños. Mi hija, ajena a este universo; otra niña que disfrutó la película y un niño que se ha leído todos los libros de Paquete y sus amigos. Los tres entre los ocho y los diez años, los tres público objetivo de esta representación para todos los públicos.

Y los tres disfrutaron de este musical infantil de menos de hora y media de duración sin descanso que está lejos de ser perfecto pero que es un buen plan de ocio familiar.

La historia se ubica una década después de las aventuras detectivescas de los chicos del Soto Alto. Ya son universitarios que han perdido el contacto unos con otros y a los que Helena reúne con una carta un tanto misteriosa para jugar un último partido, narrado por el periodista especializado Miguel Ángel Román, y resolver un nuevo misterio.

Se supone que son ya adultos, pero no lo son en realidad por su comportamiento, forma de expresarse e intereses. Son la misma pandilla de los libros, por mucho que ya trabajen, vivan lejos de sus padres o puedan conducir furgonetas desmandadas.

Y el guion es también infantil, sin ningún sentido despectivo pero sí descriptivo. Es una obra pensada para el disfrute de los niños, no tanto de los padres. Sobre todo niños seguidores de la saga, aunque todos puedan divertirse, aplaudir y cantar por mucho que desconozcan el universo creado por Santiago.

Se agradece la fortaleza de Helena y su capacidad de tomar la iniciativa. Es fácil imaginarla explicando a Paquete que los celos no son amor ni se le parecen. También tal vez sobra, sin molestar, el notable peso del componente romántico. Los niños en la edad de pasarlo bien con este musical prefieren humor y aventuras antes que romance.

El musical (Pentación Espectáculos) lo defienden, con empeño y sobrada dignidad, un elenco de jóvenes actores entre los que destacaría a los que interpretan a Ocho y a Anita, además de a los protagonistas Helena y Pakete. Debería sobrar decir que nadie espere encontrar las voces o los bailes de Anastasia en ellos, pero en la obra que es, encajan perfectamente y se percibe su entrega y entusiasmo.

Son Jaime Riba, Ondina Maldonado, Natán Segado, José Artero, María Zabala, Elena Matateyou, Víctor de las Heras, Juan Antonio Carrera, Daniel Galán y Paloma Pujol.

(Javier Naval)

No tiene unas canciones especialmente memorables, pero cumplen su objetivo de acompañar a la historia de modo atractivo. Resulta un tanto llamativo que la canción en la que más empeño ponen para lograr la participación de público sea la que menos se presta a ello, por cierta expresión china que de poco sirve ver transcrita. En cambio tiene un final más fácilmente participativo, eficaz en su simplicidad. Tal vez haría falta algo similar en su primera mitad.

Y también es simple pero eficaz la resolución del ambiente y cambio de escenario. Poco más que tres bancos acompañados de las atinadas ilustraciones de Enrique Lorenzo.

El precio de la entrada oscila entre los doce y los veinte euros. Se representará al menos hasta el 20 de enero en el teatro La latina de Madrid.

Wapayasos, ¿un grupo infantil?

Mi hijo tiene autismo y le gusta ver vídeos musicales infantiles en YouTube. Es frecuente que lo pongamos en la tele del salón, de manera que puede ver Cantajuegos, Pica Pica o Dubbi Kids en tamaño grande.

YouTube nos va mostrando, en función de su algoritmo, nuevos descubrimientos. Así hemos ido descubriendo nuevos grupos infantiles que nos han sorprendido para bien, como los argentinos Canticuenticos, Mother Goose Club, los australianos Bounce Patrol o los chilenos con la logopedia muy presente Cantando aprendo a hablar.

También hemos dado con grupos muy discutibles, como unos chicos españoles con muy buena intención pero que desafinaban más que yo (que ya es decir), rancheras cantadas por niños con unos dramones de órdago, versiones curres de las canciones infantiles de toda la vida con gráficos aun mas cutres, youtubers que no tienen ni diez años versionando grandes Hita del pop actual o canciones para conducir a los niños hacia la religión con consejos propios de hace cien años.

Tengo que hacer un día un post con lo más malo y friki que hemos encontrado en doce años de escuchar música infantil. Aquí lo dejo dicho para que no se me olvide.

Pero lo más inenarrable son los mexicanos Wapayasos. Nada, nunca me ha dejado en el sitio tan boquiabierta y ojiplática como ellos.

Boquiabierta y ojiplática para mal.

Según veía su canción del mango, supuestamente infantil (telita la letra, telita el baile), no podía evitar pensar en que eso tuvo que nacer de alguna mente pensante que se dijo “voy a fichar a un grupo de chicos de esos que trabajan en despedidas de solteras y les voy a poner a cantar canciones infantiles que a las madres, y a algunos padres, les va a encantar y lo petamos”.

Y le salió bien, el mango famoso tiene 170 millones de reproducciones. Estupor máximo.

Sí, no me he equivocado. 170 millones de reproducciones. Y el resto de canciones tampoco les van mal. ¿Cómo es posible? Quiero creer que en realidad les están viendo adultos. Ojalá.

Aunque en el mango salen tres, en realidad son un buen montón.

Y ya por curiosidad busqué en medios mexicanos y descubrí que contaban que nacieron hace una década como grupo infantil, que en un momento dado decidieron descamisarse y convertirse en una rara combinación de grupo infantil que al mismo tiempo también hace shows para adultos.

Aseguran que defienden valores de autosuperación, de promover una vida sana e incluso de lucha contra el acoso escolar.

En fin… imagino que lo del acoso escolar va por su versión de Pin Pon.

Sobra decir que mis hijos no ven eso, ni las canciones con camiseta ni las descamisadas. Pero tanto era el asombro y el impacto que se lo puse a unos cuantos amigos a ver qué me opinaban. Gente que, como yo, no somos precisamente sospechosos de ser unos pacatos, unos remilgados. La reacción fue en todos los casos (salvo en uno que me contestó entre carcajadas que le parecía una idea brillante) de rechazo absoluto.

La indignación fue la reacción más frecuente, seguida de la incredulidad, la pena y la náusea.

Me invita a pensar que algo así no triunfaría en España. Aunque lo mismo si me dicen el origen de las visualizaciones me llevo una sorpresa.

Ya e diréis qué opináis vosotros. De momento os dejo con algunas de las opiniones que he recabado, la primera de un padre reciente mexicano afincado en España hace muchos años:

A primera vista, los vídeos de Wapayasos pueden escandalizar. Un grupo de jóvenes que parecen sacados de un espectáculo de ‘boys’, pintados como payasos, que se presentan como una diversión infantil. Con temas y movimientos más que sugerentes. Dicen que es un grupo pensado para niños, pero que se presentan en centros nocturnos para recaudar fondos para «causas altruistas».

Y eso es precisamente lo raro de la propuesta. Parece que está diseñada precisamente para escandalizar. Tiene todos los elementos para que las madres y padres de familia pongamos el grito en el cielo. Lo malo, o al menos lo que he encontrado tras preguntar a varias personas, es que nadie ha colocado en las alturas tal grito. En una época en que el escándalo vende, la sexual propuesta de los Wapayasos no ha causado mucho furor. Algunos de los amigos a los que he consultado ni siquiera los conocían; otros sí habían oído de ellos, pero parecían no darles importancia.

Tal vez en un futuro mediato este grupo logre su objetivo y prenda la mecha de una polémica que le reporte pingües beneficios. Creo sinceramente que es lo que buscan, más que ofrecer una verdadera opción en el campo de las canciones infantiles.

Por ello, Wapayasos no me resultan ni abominables, ni rechazables: me parecen tristes. Es muy triste este uso que se da a una de las figuras infantiles por excelencia. Tenemos tanto que hacer y que recuperar para nuestros niños y niñas que no deberíamos perder el tiempo en este tipo de polémicas. Como si no fueran suficientes los mensajes sexuales que en un día normal reciben nuestros infantes.

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Erotizar cualquier producto dirigido a niños me parece una falta de respeto hacia la infancia. Y otra cosa, aprovecharse de su falta de comprensión hacia la metáfora me parece que es reírse de los niños.

Y luego las familias que enseñan este tipo de cosas a sus hijos son los que se escandalizan cuando les pillan masturbándose con tres años, cuando eso sí es lo normal.

Por favor, normalicemos la sexualidad, no el erotismo.

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¿PERO QUÉ COJONES ES ESO? Ampliando el comentario diré que no es apropiado para niños, pues sexualiza los bailes de una forma innecesaria. No es porque salgan con el torso desnudo, está bien naturalizar el cuerpo, es porque se piensan que están en un concierto de Maluma poniendo caliente al personal, en lugar de en un vídeo para niños. Además, no aporta absolutamente nada, ni conocimientos, ni valores, ni nada más allá de que la madre o padre de turno le ponga al niño esto para recrearse él.

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Parece el cruce de Cantajuegos y un grupo de boys para despedidas de soltera.
¿Quién es su público objetivo? ¿Niños? ¿Quinceañeras? ¿Gays? ¿Maduritas? ¿Todos? Por lo menos tienen una canción contra el acoso escolar… muy colorido y alegre todo, eso sí.

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Aunque los Wapayasos hayan surgido con pretensiones nobles, la hipersexualización, la objetificación y la superficialidad no convierten a nadie en un héroe, y el acoso escolar no se termina a caderazos. Si has crecido con estímulos así, ¿cómo te van a escandalizar las letras de Maluma?

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Me parece tristísimo que el camino de la música para los pequeños venga de la mano de esos tipejos. La imagen que proyectan hacia los niños es todo aquello contra lo que luchamos. Y si el grupo está dirigido hacia las desesperadas mamás, más le valía a estas buscar eso en lugares más adecuados y que sus hijos no tengan que vivir ese bochorno.

«Poco a poco vas saliendo de ese ensimismamiento, piensas en tus hijos: son pequeños, nadie podrá hacerlo como tú» #DíaMundialdelCáncerdeMama

(Fernando Bizerra Jr / EFE)

Hoy, Día Mundial del Cáncer de Mama, os traigo un testimonio nacido de Twitter, de compartir otro testimonio de una madre que os traje hace unos meses:

En este tuit, @espartrugia compartió un texto a modo de hilo que pocos podemos ver, ya que son respuestas a mi tuit. Pero he creído oportuno rescatarlo.

Me gustaría además que este modesto post sirva además de cómo recordatorio de la necesidad de revisarnos y acudir en busca de ayuda ante cualquier signo de alerta, para recordar a Miriam, @mamaenred, Miriam, una madre bloguera, activa en redes, que hace dos años comenzó una lucha contra un cáncer metastástico de mama que contó sin tapujos, ayudándonos a reflexionar y tomar conciencia, y que murió precisamente esta semana dejándonos a muchos desolados.

Su fuerza y su sonrisa seguirán en nuestro recuerdo, brillando en sus hijas.

En el momento en que te dicen tienes «algo», hay que  esperar seis meses, no entiendes y te embarga una sensación de buceo: no oyes, hay luz pero ves borroso, el silencio es absoluto, te vas a casa anestesiada, no sientes, no quieres hablar sobre ello, los que te quieren intentan ayudar con la mirada, no saben cómo.

Poco a poco vas saliendo de ese ensimismamiento, de esa insonorización y piensas en tus hijos: son pequeños, nadie podrá hacerlo como tú, los amas, los conoces, tienes que buscar soluciones por si termina siendo…

Pero no puedes pasarte los seis meses de espera llorando,tienes que aprovecharlos por si es el último tiempo que te queda con ellos, debes exprimirlo al máximo, decides que nadie te hable sobre el tema, no quieres regar el asunto y te autoconvences de que si lo ‘olvidas’ morirá, se irá, que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio,

No permites que nadie te hable sobre el tema y decides que llorar solo te puede llevar al más ridículo de los escenarios si termina siendo nada y que tus hijos tienen que absorber la mayor felicidad que puedan esos meses. Los amas y decides ser la mejor madre del mundo.

Esos meses me hicieron más fuerte, mejor persona, más libre, más empática. Unos días antes de Navidades lloré mucho, a escondidas, tuvieron que inducir al coma a un amigo de mi hermano por un tumor, pensaba en sus padres, su novia, mis hijos…

Pero tengo la suerte (o no) de que mi marido no se cierra ante cualquier diagnóstico duro y se convierte en una fría, dura, congelada y lisa pared, impenetrable y hostil. Y en cierto modo eso me sirvió para transformar mi rabia ante su actitud, en demostrarle y demostrarme como es más valiente el que enfrenta y lucha no el que se niega y repele.

Tengo la suerte de que «eso» un pequeño nódulito, sigue habitando en mi interior pero no creció. Hace poco le echaron un vistazo y sigue igual.

Todo es por algo. Eso pienso, esos seis meses fueron una lección, una extraña forma de ponerme en mi sitio, pienso que siempre hay que abrir muchísimo los ojos porque parece como si todo lo que te ocurre fuese para mostrarte algo. Menos mal que no me pase los seis meses llorando.

Ánimo y mucha fuerza para aquellos que no han tenido tanta suerte. Os deseo mucha fuerza y claridad para ese viaje ttan desconocido, imprevisto y solitario.

¿Sabes de qué color es el lazo que apoya a los niños con cáncer?

Probablemente no. Hay demasiados lazos, demasiados colores, demasiados días internacionales, reivindicaciones, necesidad de visibilizar distintas realidades.

Son gestos muy pequeños, nimios, tan fáciles que parecen pesar poco. Pero no es así. Puede que la conciencia no pese ni un gramo, pero supone un mundo.

Tomar conciencia de las muchas causas que precisan atención, de sus problemáticas y necesidades, es vital para crecer como seres humanos.

El cáncer infantil no es rosa, como el de mamá cuyo día tendrá lugar este viernes. Tampoco es azul, como el autismo que yo llevo tanto tiempo reivindicando. El color que lo apoya es el dorado.

El color que trae luz y esperanza.

El cáncer infantil es la primera causa de muerte por enfermedad de 1 a 14 años, aunque apenas suponga un 2% del cáncer de adultos y se la conozca poco.

El cáncer infantil se llevó la vida de Lucía, una amiga y compañera de mi hija de nueve años, precisamente este verano. Pensé en escribir desde este blog lo mucho que lo sentíamos, lo mucho que la recordaríamos. Al final no lo hice.

Pero a partir de ahora he decidido que cada vez que vista de dorado me acordaré de ella con cariño. También he querido imponerme el vestir con algo de ese color cada vez que sea un día contra el cáncer, contra ese terror moderno al que no dudo que acabaremos venciendo. Lo he dicho en el pasado y lo mantengo. El hombre es un implacable, para lo bueno y para lo malo. Y ya hace mucho que tenemos al cáncer como nuestro enemigo declarado.

El color favorito de Lucía era el morado, pero seguro que le parecería bien que vistamos por ella con el brillo del sol. A fin de cuentas, Lucía es luz.

El curso ha arrancado en el colegio recordando a Lucía. Los niños han querido plantar un árbol que la recuerde en un rincón tranquilo del patio. Han hablado de ella, de lo que sentían, han pintado piedras y están pensando en cómo hacer un homenaje que sea ya feliz cuando llegue el cerezo que se teñirá de rosa cada primavera en su honor.

Rosa. Morado. Dorado. Lo importante es seguir recordando. Seguir luchando.

El 19 de octubre es el día mundial de cáncer de mama; el 17 de noviembre el de pulmón; el 21 de diciembre es el día nacional del niño con cáncer; el 4 de febrero es el día mundial contra el cáncer; el 15 de febrero el día internacional del niño con cáncer; el 28 de marzo el día mundial del cáncer de cérvix; el 31 de marzo el día del cáncer de colon, el 8 de mayo es el día mundial del cáncer de ovario; el 23 de mayo el día mundial del melanoma; el 11 de junio el del cáncer de próstata; el 13 de junio el del cáncer de piel; el 18 de septiembre el día mundial del linfoma y el 22 de septiembre el de la leucemia y todo el mes de septiembre es el mes de sensibilización del cáncer infantil.

‘#PaintGold’ es la iniciativa que la Federación Española de Padres de NIÑOS CON CÁNCER junto con sus 21 Asociaciones miembro ha impulsado en nuestro país para concienciar a la sociedad sobre la problemática del cáncer infantil y así visibilizar a los menores que padecen esta enfermedad. La iniciativa se engloba dentro de la campaña mundial, ‘#EnciendeLaEsperanza’, surgida desde la Childhood Cancer International.

Cada 3 minutos un niño es diagnosticado de cáncer en algún lugar del mundo. Se estima que unos 250.000 menores son diagnosticados con una de las 16 formas de cáncer infantil, que son diferentes de los cánceres de adultos. Varios tipos de cáncer infantil son ahora curables; sin embargo, en los países en desarrollo, tan sólo 2 de cada 10 menores sobreviven como resultado de la falta de acceso a medicamentos y tratamientos esenciales. Aunque en los países desarrollados 8 de cada 10 menores habrá sobrevivido a su cáncer después de 5 años o más, las investigaciones demuestran que dos tercios experimentarán los efectos secundarios de su tratamiento, y una cuarta parte de los supervivientes tendrán que hacer frente a consecuencias que ponen en riesgo su salud y su vida debido a su tratamiento contra el cáncer infantil.

El lazo dorado es el símbolo que representa a los pacientes de cáncer más jóvenes de todo el mundo, para honrar su valentía y resistencia, representando el color de la esperanza. Este símbolo común pretende construir una imagen conjunta de esta problemática, fortaleciendo así su visibilidad e incidencia social.

Algo que resulta necesario si se tiene en cuenta que el desconocimiento de esta enfermedad también afecta al desarrollo de nuevos tratamientos y medicamentos, los cuales no están progresando “con la suficiente rapidez”, según exponen desde la plataforma Unite2Cure. De hecho, frente a los más de 50 nuevos medicamentos para adultos aprobados en Europa en los últimos 10 años, sólo se han aprobado dos para cáncer infantil.

Para hacer frente a esta situación, es necesario concienciar sobre esta problemática a través de iniciativas de sensibilización que informen e impliquen a la sociedad.

Como novedad de este año y para resolver la confusión que ha surgido con respecto al color de su lazo, la Federación ha lanzado la campaña #PaintGold. Una iniciativa que invita a pintarse dos rayas doradas en la cara o ponerse un tatuaje del lazo dorado –el cual puede adquirirse a través de la página web de NIÑOS CON CÁNCER- hacerse una fotografía y subirla a las redes bajo el hashtag #PaintGold y #EnciendeLaEsperanza y mencionando los perfiles de NIÑOS CON CÁNCER (Facebook y Twitter: @cancerinfantil; Instagram: @ninosconcancer).