El pasado mes de junio tuvimos la oportunidad de pasar un día en un parque temático que hace tiempo teníamos ganas de conocer. Hay varios Legoland, nosotros estuvimos en el de Alemania.
No fuimos con Jaime. Aprovechamos la escapada con pernoctación que tiene junto a sus profesores y compañeros a final de curso para poder volar con Julia. La última experiencia en un avión con él nos quitó las ganas de repetir lo de elevar el vuelo en familia y además hace ya unos cuatro años que decidió que los parques temáticos, que tanto había disfrutado antes, habían dejado de gustarle. El año pasado fue la primera vez que hicimos algo así, viajando a Londres sin él y con nuestra hija, y probablemente lo repetiremos en un futuro porque no queremos privar a Julia de experiencias y tampoco arrastrar a Jaime contra su voluntad.
Pero volvamos a Alemania. Para acudir a Legoland hay autobuses frecuentes pero me da la impresión de que lo mejor es acudir con coche, propio o de alquiler (el parking cuesta 6 euros). Nosotros estábamos en Munich y en poco más de hora y media por buenas carreteras nos plantamos en el parque. Llegamos un viernes poco antes de la hora de apertura, las 10 de la mañana.
Apenas había colas a la entrada y tampoco nos las encontramos en las distintas atracciones. De hecho pregunté en la entrada por la opción de comprar su versión del fast pass y me dijeron que ese día no la vendían porque no era necesario. Totalmente cierto. En alguna de las atracciones que más gustaron a mi hija montamos hasta tres veces sin problemas.
Os he dicho el horario de apertura. El de cierre es pronto para lo que estamos acostumbrados en España: las 18 de la tarde, aunque se amplía en fines de semana, festivos y vacaciones. Y las atracciones y tiendas (salvo la grande de la entrada) cierran incluso antes, así que es buena idea madrugar y llegar a tiempo para aprovechar el día. Igual que también lo es dejar la preciosa zona de Miniland, lo primero que vemos de frente nada más entrar, para el final de la jornada.
En Miniland hay numerosos edificios (nos gustó mucho el rincón de los edificios más altos del mundo), rincones del mundo (sobre todo alemanes, pero también podemos, por ejemplo, ver Venecia) representados con todo detalle mediante bloques y figuras de Lego y también una zona bastante grande dedicada a StarWars. Hay botones que activan distintos tipos de mecanismos, algo a lo que pocos niños se pueden resistir.
Os confieso que nos gustó más de lo que esperábamos, y no es que fuéramos con las expectativas justas ni mucho menos. La impresión con la que salimos es que es un parque eminentemente familiar, ideal para familias con niños de hasta unos catorce años. La mayoría de las atracciones, incluso la montaña rusa más potente, son aptas para niños de en torno a los ocho años. Por eso mismo no es el mejor parque si lo que se buscan son emociones fuertes, atracciones en las que la adrenalina fluya y las rodillas tiemblen en la cola.
El parque está limpio y cuidado, con mucha vegetación que hace agradable el paseo. Y no tiene una extensión exagerada. No es uno de esos parques ‘matapadres’, en los que tras una jornada de atracción en atracción estás como si hubieras corrido una maratón de rodillas.
Es de destacar la comida. Normalmente comer en un parque temático o de atracciones es sinónimo de comida basura y cara. Legoland es sin duda el parque en el que mejor he comido, no porque tuviera muchos restaurantes lujosos y tematizados. En absoluto. Lo que tiene son distintas opciones muy variadas según la zona, que te permiten igual tirar de codillo, que de arroz con verduras al curry, hamburguesas o noddles. Y es fácil encontrar opciones vegetarianas. En la mochila llevábamos algún tentempié, al examinarla en la entrada lo vieron, y no hubo inconveniente en entrar con ellos. Eso sí, las bebidas o helados sueltos ya no son precisamente un chollo.
Para muestra un botón, tres bebidas, los dos platos que veis, un menú infantil, unos rollitos orientales y dos helados supusieron bastante menos de cuarenta euros. Eso sí, no pretendáis parar a comer a las 15 de la tarde que lo mismo os lleváis una desagradable sorpresa. El horario es europeo, no español.
Vamos con lo que hicimos en el parque, para que os hagáis a la idea de lo que podéis encontrar.
Nosotros nos fuimos en primer lugar a la derecha de la entrada, montamos en unas tazas giratorias bastante más rápidas que las que muchos conoceréis por Disneyland. A continuación hay una montaña rusa en la que es opcional ponerse unas ganas 3D para que el viaje tenga un toque innovador.
Después encontramos una zona en la que los niños pueden conocer los robots Lego Mindstorm y jugar con videojuegos, un zona de proyecciones en la que no entramos, y una atracción de agua realmente divertida.
Justo pasado todo eso está la parte dedicada a Lego Ninjago. Ahí vimos la atracción favorita de Julia, en la que ‘tripitimos’ y consistente en lanzar con la mano estrellas ninjas para ayudar a los ninjas protagonistas de la serie y la película a acabar con toda suerte de malvados. Su principal novedad es que no disparas nada, haces el gesto de lanzar y lo reconoce. Y cansa, lo advierto.
Tenemos una pequeña ninja en casa, menuda paliza nos dio.
Os dejo una muestra de esta zona para que veáis cómo han preparado muchas de las atracciones estrellas para que las colas no les pesen demasiado a los niños:
En el exterior hay cuatro zonas en las que trepar, golpear, girar y, en definitiva, entrenarse como un ninja. El cuadro de los reflejos es especialmente divertido.
Es fácil encontrar elementos con los que jugar en cualquier rincón del parque.
Otra atracción que nos gustó es la montaña rusa de agua, ambientada en una jungla de Lego con elementos jurásicos. Tiene apenas dos saltos, uno de espaldas más pequeño y el grande de frente. No es posible salir de ahí sin mojarse, que quede claro.
Frente a ella hay un viaje en coche por otra jungla que gustará a los más pequeños.
Para los más pequeñitos aún, hay un río que recorrer en canoa.
Hay también un parque infantil de Lego Duplo para los más peques, en el que pueden refrescarse si hace calor, y una zona de conducción y de barcas, que Julia se ahorró por ser similar a lo vivido ya en otros parques.
En la zona de Egipto el objetivo de la atracción también es disparar, en esta ocasión de una manera más convencional, pero también recomendable.
Tras Ninjago, lo que más disfrutó Julia fue el laberinto de espejos, en el que el objetivo es encontrar a varios ladrones y que al final tiene una zona de juego con Legos, además de una cárcel de lo más colorida.
También repitió y disfrutó del viaje en barco pirata, que como tengas en tierra a gente con ganas de mojarte, puede ser una auténtica guerra naval de la que sales calado.
Hay un viaje por lo alto del parque dando pedales muy tranquilo que también gustará a los niños más pequeños, aunque si no hay mucho tiempo es algo de lo que se puede prescindir. Igual que el cercano paseo a caballo de la zona de los caballeros.
A los que gusten de más movimientos, en esa zona de los caballeros tienen dos montañas rusas, la más grande del parque (aunque como os contaba apta para niños pequeños y valientes) y otra más infantil.
Pero lo que más disfrutó Julia, que no es muy dada a subir en montañas rusas, es algo tan sencillo e ingenioso como una búsqueda de oro con cedazo. Las pepitas se pesan cuando el niño se cansa de buscar y puede elegir entre una figurita de Lego o una medalla. Había que pagar unos pocos euros por ello, eso sí.
Los dragones voladores de Ninjago y las manos robóticas, idénticas a las de Futuroscope pero sin música y en las que se puede elegir el grado de intensidad, son otras dos atracciones algo más fuertes, sin exagerar en ningún caso.
Junto a las manos robóticas está una pequeña fábrica de Lego que se puede visitar y en la que te regalan una pieza única y numerada hecha allí. Al final de la pequeña factoría en la que es curioso ver cómo se crean y pasan los controles de calidad las piezas de Lego hay una tienda con todo tipo de piezas sueltas disponibles para la venta.
¿Un día es suficiente? Si es un día como el nuestro, con una afluencia de público moderada, sin duda alguna. Se puede perfectamente disfrutar e irte al coche sin la sensación de que te has perdido muchas cosas.
Como os contaba, nosotros pudimos repetir algunas y solo nos dejamos sin conocer las proyecciones, alguna atracción que no nos llamó especialmente la atención y no subimos al elevador que te da una vista aérea de todo el parque. No obstante es cierto que también es disfrutable, repitiendo atracciones, en dos días enteros. Así, además, se puede pasar algún rato en la zona que tienen dedicada a los robots Lego Minsdtorm y a las consolas de Nintendo.
No puedo opinar sobre los hoteles temáticos que alberga el parque, y desde los que se accede al parque desde la zona de Egipto. Tampoco de los espectáculos, no había ninguno el día que fuimos nosotros.
¿Cuánto cuesta? Es posible encontrar algún descuento por lo que cuentan en foros, pero el precio estándar en taquilla es de 45,50 euros los adultos y 40,50 los niños y, comprado con antelación (lo más recomendable), la cosa puede salir por entre 32 y 35 euros por persona. Hay tres Exprés Pass, que reducen el tiempo de espera un tiempo sin especificar, un 50% y un 90% y que cuestan respectivamente 20, 35 y 70 euros. Por lo que he leído a otras personas, al menos el primero interesa si se acude un día de mucha afluencia. Pero vista nuestra experiencia, os aconsejo buscar un día entre semana para visitarlo si es posible para disfrutar sin colas por el dinero de la entrada y apurar el día. Una atracción a la que subes según llegas es fácil que guste mucho más que esa misma atracción tras hora y media esperando.
En Legoland además tienen tickets gourmet. Hay uno que, por 57 euros, permite que cuatro personas se pongan las botas en los restaurantes de autoservicio. El que cuesta 71 es válido en todos los restaurantes. Pero a menos que se tenga mucho capricho en entrar en uno de esos restaurantes, la verdad es que los varios y variados puestos de comida como el que elegimos nosotros te permiten comer bien, rápido y por menos dinero.
Respecto a las personas con discapacidad: todo el parque está adaptado. Tampoco debería haber problemas en los hoteles. A los visitantes con una discapacidad severa se les hacen 4 euros de descuento en la entrada. En la web indican que todos los visitantes que requieran de asistencia en este sentido pueden pedir ayuda al personal de las distintas atracciones y que hay un punto de información en la entrada.