Archivo de noviembre, 2017

‘El Señor Doblado’, una aventura para jugar con niños al rol basada en ‘Magissa’

Hoy en 20minutos ha aparecido publicado, en versión impresa y online, el reportaje Juegos de rol, una alternativa de ocio infantil y una puerta abierta a muchos aprendizajes.

Para acompañarlo he decidido publicar un contenido poco convencional; se trata de una aventura para jugar con niños al rol basada en el juego Magissa, del que ya os hable hace unas semanas y que me ha permitido volver a divertirme siendo máster tras dos décadas de parón.

Si os animáis a ser máster de niños, tal vez os pueda servir de guía. Aunque debéis saber que hay muchas otras disponibles, empezando por las que ofrece en su web Edanna, la creadora de Magissa.

La que hoy os traigo se puede jugar como una aventura suelta o puede ser el inicio de una campaña. A nosotros nos llevó dos horas aproximadamente y participaron en ella tres niños y dos adultos. Lo pasamos todos muy bien  y lo prolongaremos como campaña en la que los personajes irán ganando habilidades.

Sentíos libres de modificarla a vuestra voluntad, los enemigos pueden ser otros, la criatura también, igual que las referencias… adaptadla como mejor os parezca. Improvisad si los jugadores que están jugando deciden salir por sus propios derroteros. Recordad que siendo máster de niños, la flexibilidad es vuestra bandera. Lo importante es pasarlo bien. 

Obviamente los personajes que yo describo y corresponden a los que eligieron mis jugadores, serán distintos a los vuestros. Centauros, elfos, enanos, niños-gato… que pueden ser magos, exploradores, senadores, guerreros… Hay muchas opciones de razas y oficios y lo ideal es que, sin olvidar que es conveniente que el grupo de aventureros esté equilibrado, cada cual elija lo que más le guste.

Una última cosa, para la aventura utilicé un aguacate, un barco de playmobil, un peluche, una bola de cristal y una flores que se iluminan.

El Señor Doblado de la Torre Doblada

Un grupo de cinco niños aventureros se encuentran en la torre del señor de la Torre Doblada, situada en una pequeña isla del Mar Circundante. Ninguno de ellos se conocen, ninguno de ellos se parece.
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‘A silent voice’, una historia de lobos y corderos

En mi último post os hablaba de acoso escolar, de ser lobos o ser corderos, de que no quisiera ver a mis hijos convertidos ni en lo uno ni lo otro.

He leído en los últimos tiempos varias publicaciones que hablan del bullying desde diferentes perspectivas y narrativas distintas. Y tengo pendiente escribir más pausadamente de todas ellas, porque a través de la literatura también se puede aprender a ser asertivo, a identificar situaciones de riesgo y entender cómo reaccionar.

Hay sobre todo dos de las que en el futuro próximo habrá reseña. Una es El club de los Kakamonstruos, de Ana Coto. 176 páginas aptas para niños a partir de 9 o 10 años que se publicó hace justo dos años. Yo di con la historia de Marco y los monstruos que pueblan su colegio en el Festival de Fantasía de Fuenlabrada, dónde pude charlar un poco con su autora que, por cierto, estará este fin de semana en la Héroes Cómic Con de Madrid.

La otra es La lección de August, de Raquel Jaramillo, que se publicó en España hace pocos meses y aborda el bullying a un niño con deformidad en el rostro. En este caso una lectura para niños más mayores, como poco a partir de doce años.

No son las únicas lecturas recomendables, como os contaba. Queda claro que el acoso escolar nos preocupa mucho, cada vez más, y es tiene representación en la ficción. Si existiera algo así como un CIS con los motivos de preocupación de los padres, en la última década había escalado muchos puestos.

Hoy la protagonista va a ser otra obra, un premiado manga de siete tomos llamado A silent voice (Koe no Katachi) de Yoshitoki Ōima, que la editorial Milky Way ha publicado en España. Un éxito en Japón que también ha propiciado la existencia de una película.

La particularidad de esta historia, es que el protagonista que nos la narra es acosador y víctima a la vez. Shōya Ishida empieza siendo un lobo, un niño de doce años inquieto, que se aburre, que por pura carámbola se convierte en la pesadilla de una niña que llega nueva a su clase, una niña con discapacidad auditiva. La dulce y contenida Shouka Nishimiya no habla, solo emite ruidos extraños; lleva audífonos; los signos que conoce para expresarse nadie más los entiende e intenta usar sin demasiado éxito una libreta de comunicación. Ahí, en el acoso nacido de la discapacidad, está el otro aspecto diferenciado de estos libros.

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No podemos criar lobos, tampoco podemos criar corderos #atrapados

No podemos criar lobos.

Tampoco podemos criar corderos.

Pocas cosas hay más difíciles que criar un hijo.

Me da terror que mi hija sea víctima de acoso y me conteste que todo va bien cuando le pregunte qué tal en el colegio.

¡Qué complicado es el tema del acoso escolar! Duele incluso pensarlo cuando eres padre. Nadie quiere ver sufrir a su hijo, atrapado en la pesadilla del bullying.

También duele cuando no lo eres. Nadie que no sea una bestia quiere ver sufrir a un niño.

Y es algo lo suficientemente frecuente como para que no sea sencillo apartar los miedos de un manotazo.

La única respuesta posible es armarnos de conocimiento. A nosotros y después a nuestros niños. No hay que callar, no hay que consentir.

Pero siempre te quedas dudando si será suficiente, rogando porque la suerte le acompañe, porque sea fuerte, asertivo e inteligente si se encuentra a su pesar en una de esas situaciones, en la de ser cordero pero también en la de ser lobo.

Rogando por ser todo eso también tú si tu hijo es acosado o es un acosador. Os soy sincera, no sé qué me rompería más.

(GTRES)

Doce percepciones erróneas sobre el acoso escolar

1. Son cosas de niños, no pasa nada.
2. Es parte de su crecimiento, los niños pequeños no acosan.
3. Solo le pasa a los tímidos e introvertidos.
4. No hay que hacer caso al acoso, termina desapareciendo por sí solo.
5. Si no hay agresiones físicas no es acoso.
6. Si no pasa muchas veces no es acoso.
7. El acoso escolar ha existido siempre.
8. El centro educativo ha hecho todo lo que podía, ya ha abierto el proceso de protocolo.
9. Mi hijo no acosa: eso es imposible.
10. No hay señales de alerta fáciles de detectar para saber si el niño sufría acoso.
11. No hay nada que hacer: los niños no tienen responsabilidad penal.
12. El cambio de colegio es la mejor solución. A los acosadores hay que expulsarles.

Teléfono contra el acoso escolar: 900 018 018

La campaña ‘Atrapados’, a la que pertenece el vídeo y las doce recomendaciones que acompañan este post, tiene el objetivo social de luchar contra el acoso esoclar. Por cada vídeo (o contenido que incluya el vídeo) compartido en redes sociales, utilizando el hashtag #Atrapados, Sonae Sierra donará 1€ a la Asociación Española para la prevención del Acoso Escolar. En su web encontraréis información para abordar este problema, también de forma preventiva.

La Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (o A.E.P.A.E. o AEPAE) es una entidad NO gubernamental SIN ánimo de lucro. Está formada por profesionales de distintos ámbitos: psicólogos, pedagogos, expertos en ciberacoso, educadores sociales, abogados, expertos en seguridad y autoprotección, profesores de arte dramático y padres y madres de víctimas de acoso escolar, comprometidos con la prevención del acoso escolar.

Es la fundadora e impulsora del Plan Nacional contra el Acoso Escolar. Una necesidad urgente de nuestro sistema educativo, que acometen desde la sociedad civil, con la intención de mejorar la convivencia en los centros educativos y combatir el acoso escolar en todas sus manifestaciones.

Desde AEPAE consideramos que nuestros hijos tienen derecho a asistir a su centro escolar seguros, sin miedo y con libertad. Que nadie tenga derecho a hacerles daño para que puedan desarrollar todo su potencial como personas en un clima de confianza y sana autoestima. Los niños son el futuro de la sociedad. Ayudarles a crecer felices es tarea de todos.

¿Eres de los que disfrutan o de los que huyen de coger un bebé ajeno en brazos?

Es posible que el mundo se divida entre aquellos que desean coger en brazos un bebé, cualquier bebé, y esos otros que no tienen el menor interés.

Los primeros disfrutan sintiendo sosteniendo esa vida frágil, recién iniciada. Si llora saben cómo consolarlo o al menos se esfuerzan en hacerlo. Se les ve casi siempre seguros, confiados, felices de acunar ese cuerpecito fragante y ajeno.

A los segundos, por mucho que les gusten los bebés, que los quieran y les enternezcan, se les ve vacilantes con un bebé en brazos. Se les nota incómodos, deseosos de entregar el recién nacido en otros brazos. Si notan que empieza a protestar lo sueltan aún más rápido, como una delicada granada cargada. No siempre es por inseguridad o falta de experiencia, a veces es una simple cuestión de falta de interés, de ganas.

Así era yo antes de tener mis propios hijos. Pese a cumplir este mes diez años de blog  maternal, antes de tener mis propios hijos nunca era voluntaria para coger a un bebé y si me lo soltaban en brazos estaba tensa como una cuerda de violín y deseando devolverlo cuanto antes a sus padres o a cualquier otro voluntario.

Me encontré con frecuencia en esa situación. Un bebé desconocido, con el que apenas tenía ninguna relación, pero se suponía que por ser mujer joven tenía que tener cierta maña innata, el deseo de acunarlo. Y cuando no lograba escaquearme y lo tenía en brazos era como Torakichi, el protagonista de la deliciosa serie de maga Padre e hijo, en la imagen que ilustra este post.

A veces coseché miradas peculiares, de extrañeza, de conmiseración. Entre eso y que nunca jugué con muñecas (¿tendrá algo que ver?, ¡quién sabe!), muchos en mi entorno más cercano creían que carecía por completo de instinto maternal.

Los hombres jóvenes de mi entorno no se veían en esas. No con tanta frecuencia al menos. No tan juzgados con toda seguridad. Micromachismos supongo.

Sé que no era miedo lo que sentía, no era tampoco rechazo. Tal vez incomodidad. Me resulta difícil discernir que me empujaba a ello.

Con la llegada de mis hijos, pasó a ser de otra manera. Ya poco antes, con algún bebé muy cercano, de gente a la que quería mucho, noté otras sensaciones. No me he convertido en la madre del mundo  queriendo sostener a todo bebé con el que me cruzo, pero estoy tranquila y lo disfruto cuando sucede, recordando con un punto de nostalgia la etapa en la que mis hijos, que ya tienen once y ocho años, eran así de pequeños y tiernos.

Somos seres complejos y cambiantes, en constante evolución.

Pero aún hoy, cuando veo un bebe y gente comiéndolo en brazos, me resulta fácil ver cuando una persona lo acoge con dulzura y gusto y cuando está en una situación incómoda y desea que acabe pronto.

Y me sigue intrigando a qué se debe y si llegaran a cambiar.

Ir con niños a Heroes ComicCon Madrid (porque el amor a la lectura nace con frecuencia gracias a los cómics)

Muchos entramos en la lectura de la mano de los tebeos. Muchos y en distintas generaciones.

Un joven contempla uno de los expositores de la tienda de cómics Akira Cómic, en Madrid. (Fernando Alvarado/EFE)

Mi tía Begoña cuenta con frecuencia que siempre recuerda a mi padre, de niño, con un tebeo en las manos. Él lo confirma, tenía colecciones completas de Capitán Trueno, Jabato, El Coyote Mis abuelos tuvieron muy poca vista haciéndolas desaparecer, no sabemos si regalándolos o haciendo prender con ellos la estufa de carbón. Duele el corazón, que diría Enrique Iglesias, solo de pensarlo.

Yo he leído mucho desde siempre, pero lo que más leía en un principio fueron cómics. El primer cuento que me aprendí de memoria fue la versión en tebeo de Los 101 dálmatas, que formaba parte de uno de aquellos gigantescos tomos de Películas de Disney.

Luego llegaron muchos otros, los Súperhumor, Mortadelo y Filemón, Titín, Astérix y Obélix, el magistral Superlópez, mis adorados Johan y Pirluit… No cometimos los errores de mis abuelos y todas esas lecturas están ahora a disposión de mi hija.

Me convertí pronto en una voraz lectora de todo tipo de libros, probablemente en gran medida por el disfrute rápido que logré de mis tebeos, y reduje la lectura de cómics, aunque nunca del todo. Me recuerdo a los 20 años (hace otros veinte) recorriendo los mercadillos malagueños acumulando ejemplares de la revista Creepy, riendo con Ralf König o sufriendo y maravillándome de la profundidad de Maus.

Y entonces mi hija nació, creció un poquito y comenzó a unir unas letras con otras. Disfrutaba leyendo cuentos, escuchándolos, pero no llegaba a explotar ese amor por la lectura que recordaba en mí. De aquellos momentos de titubeo nació un post, hace casi dos años, cuando ella tenía casi seis: Sé que leer cuesta, sé que aprender a leer no es fácil.

Había comprado muchos cuentos para primeros lectores, libros en mayúsculas, con historias pensadas para su edad, pero aunque ella los leía, yo no acababa de ver ese enganche a la lectura que recordaba en mí.

Hasta que dimos con los cómics que la atraparon, con los que la agarraron de la mano y ya no la soltaron empujándola a leer más, más deprisa, mejor. Cómics que despertaban sus risas infantiles, de cristal transparente. Cómics que la conducían de aventura den aventura. Cómics que la han llevado a que ahora esté leyendo y disfrutando de novelas como Harry Potter.

En su caso esos cómics han sido sobre todo mangas: Yotsuba, El dulce hogar de Chi, El pupitre de al lado, Pokemon, Detective Conan, Padre e hijo… Libros que hemos prestado con éxito a otros niños, que ahora también devoran bocadillos de papel.

Las dos juntas hemos descubierto ese universo de historias japonesas. He leído también muchos de sus libros y he descubierto otros, más adultos, que me han conducido a un reencuentro intenso con la lectura de tebeos (si me permitís llamar así a los mangas).

De hecho estoy fichando muchos libros que son más que recomendables para lectores ya adolescentes, también por los valores que inculcan, de los que ya os iré hablando.

Las dos juntas, en el sofá, pasando páginas en sentido contrario y tan contentas de compartir esos momentos de lectura.

Por eso vamos a ir juntas la próxima semana al Héroes Cómics Con que se celebra en Madrid (nos hemos quedado con ganas del Salón del Manga de Barcelona, tal vez al año próximo), para realizar una inmersión en profundidad en el universo de los tebeos y todo aquello que les rodea. A ver qué descubrimos.

Iremos y os contaremos qué tal la experiencia por si os interesa de cara a acudir con niños a próximas ediciones. Iremos y es la primera vez para ambas, así que admitimos recomendaciones.

Y antes de ir, os dejo la información que me han hecho llegar los organizadores por si os interesa acudir ya este año.

Es en el Pabellón 5 de IFEMA, el viernes 10 de noviembre y sábado 11 de 9:00 a 21:00 y el domingo 12 de 9:00 a 20:00.

La entrada gratuita para los niños menores de 10 años. Pero claro, los niños no pueden ir solos y los adultos tenemos que pagar 10 euros por la entrada del viernes (12 en taquilla) y 12 por la del sábado y el domingo (15 en taquillas). Hay más opciones a indagar en la web oficial si queremos ir disfrazados (como es debido, no vale un disfraz cutre del chino para salir del paso), en grupo o los tres días.

Heroes Comic Con Madrid forma parte del circuito Heroes, el mayor circuito europeo de eventos de cultura pop que cuenta en la actualidad con 12 salones en 6 países, y con una comunidad de más de 300.000 aficionados.

Acuden editoriales nacionales e internacionales mostrarán sus novedades y fondo de catálogo (ECC Ediciones, Planeta Cómic, Norma Editorial), también productoras y distribuidoras, incluida Netflix, Fox, Sony… y compañías de videojuegos y de juegos de mesa.

Hay pintaras y rincón de lectura, también tendrán el traje del último Spider-Man y en el stand de Warner numerosas actividades de Liga de la justicia, que se estrena el siguiente fin de semana del salón.

Y además de todo eso, en la Kids Zone:

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‘Mi primer festival de cine’: cortos, Roald Dahl, música, preestrenos, Ghibli… para niños entre 2 y 12 años

La próxima semana comienza la cuarta edición de Mi Primer Festival de Cine, un evento familiar organizado por la Asociación Cultural Modiband, especialista en cine infantil de autor, que contempla actividades y proyecciones  para niños y niñas entre 2 y 12 años. Concretamente, tiene lugar entre el 11 y el 26 de noviembre en Madrid.

Y este año vuelve crecido. En las tres ediciones anteriores se celebraba únicamente en los cines Verdi y ahora también ocupa la Cineteca, el Cine Doré, la Filmoteca Española, el Círculo de Bellas Artes y La Casa Encendida.

Pasarán por el festival 50 películas de 23 nacionalidades, principalmente europeas, y espera superar los tres mil espectadores en la capital. Probablemente Julia y yo andaremos por ahí algún que otro día, que es una buena oportunidad de ver y aprender.

Así muy resumido, habrá cuatro preestrenos, seis sesiones de cortos, dos cineconciertos, clásicos para ver en familia y un taller de iniciación a la animación para niños a partir de ocho años.

Sus organizadores aseguran que “el festival aspira a ser un espacio para el encuentro, el descubrimiento, el aprendizaje, el diálogo y el entretenimiento. Una experiencia colectiva en la que niños y niñas, padres, madres y profesores, así como creadores de cualquier rincón del mundo, compartan sus obras, sus valores y sus conocimientos”.

Tanto me ha gustado el plan que me animo a compartirlo aquí por si os encaja.

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