Archivo de enero, 2017

«Un libro ideal para las niñas»

Hace ya meses que quería reorganizar bien todos los libros y cuentos que había en la habitación de Julia, entre los que se encuentran todos los libros y cuantos que eran míos cuando era niña, para poner más a su alcance aquellos que ya puede leer o podrá leer pronto. También quería revisar bien los cuentos más infantiles, para quedarnos solo con unos pocos elegidos, los más representativos, los que más nos gustaron y leímos, y donar el resto.

El horror hecho cuento apareció este lunes mientras andaba de zafarrancho. Lo primero que me llamó la atención fue ese «Un libro ideal para las niñas». No recordaba haberlo tenido jamás en mis manos. Es como si se hubiera materializado de la nada entre maravillas como Las ciudades de colores, Sí, somos raros, Galgui o El cazo de Lorenzo. Sé que yo jamás lo hubiera comprado, así que imagino que sería algún regalo procedente de supermercado o del típico mercadillo con libritos de saldo o adquirido por alguien que no se fijó mucho o no tenía el radar bien calibrado.

Se llama Eres mi mejor amiga y fue editado por Saldaña en España en 2014, aunque proviene de China.

Lo abrí para ver a qué bolsa de donaciones iba, y fue aún peor. Todo rosa, todo niñas y no aparece ni un solo niño jugando con ellas. A lo largo de sus pocas páginas las amiguitas juegan a las cocinitas, a dar el té a los ositos, a ponerse los tacones y la ropa de mamá, se columpian y hacen fiestas de pijamas.
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Sobre la ‘mentira’ de los Reyes Magos

Hoy le cedo la palabra a María José Rodríguez, madre reciente, científica y autora de los cuentos Chiquitina, Galgui y Un amigo diferente.

Se trata de una reflexión que comparto. Igual que creo que la magia no está reñida con la cordura, también creo que no está peleada con ser sinceros y construir confianza.

Yo soy de las que explican a los niños sin paños calientes el ciclo de vida de una mosca o cómo funcionan los infrarrojos del mando a distancia, pero lo de hoy, lo de mañana es pura magia. Y cuando sepan la ‘verdad’, seguirá siendo una magia de la que formen parte, porque siempre habrá niños que seguirán creyendo en ella.

Os dejo con María José:

Hace unos días leía con sorpresa que había padres y madres que no querían participar en «la mentira» y «el montaje» de los Reyes Magos. Entre otras cosas porque no querían mentir a sus hijos, no querían perder su confianza, no querían ver rotas sus ilusiones cuando descubrieran la verdad. Esa manera de expresarse implica que los demás, los que sí hablamos de los Reyes Magos, estamos mintiéndoles a nuestros hijos, y participamos de un montaje cruel que eventualmente les romperá el corazón.

Voy a basarme en unas palabras de Chesterton para dar mi opinión: hoy nuestra tarea consiste en rescatar la festividad de la frivolidad. Es la única manera de que vuelva a ser festiva. Los niños todavía entienden la fiesta de Navidad: […] tampoco hay la más mínima frivolidad en su actitud con respecto al árbol de Navidad o a los Reyes Magos. Poseen el sentido serio y hasta solemne de la gran verdad: que la Navidad es un momento del año en el que pasan cosas de verdad, cosas que no pasan siempre.
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¿Qué os parece llevar un dispositivo durante el segundo trimestre del embarazo que registre las contracciones?

Este es un fragmento de un viejo post de 2008, de cuando estaba embarazada de Julia, Jaime apenas tenía dos años y la lactancia y el embarazo campaban a sus anchas por este espacio:

Una de las cosas que nos estuvieron enseñando en la clase de preparación al parto de este lunes fue cómo identificar que estabas de parto y cuándo ir al hospital. Si es que vas a tener a tu hijo en el hospital claro.

Creo que todas las primerizas nos hemos planteado cómo será eso de notar que comienza un parto, si nos daremos cuenta (cualquier madre responderá que no te preocupes), en qué momento será y de qué manera.

Lo primero es que días o semanas antes el cuerpo da señales de estar preparándose: se puede expulsar el tapón mucoso (una mezcla de sangre y moco) y se tienen con frecuencia contracciones de Braxton Hicks o falsas contracciones de partos (vienen y van, son irregulares y suelen desaparecer si descansamos). En ninguno de los dos casos hay que ir corriendo al hospital. El parto se acerca pero puede tardar mucho en llegar.

¿Cuándo sí hay que ir? Si se rompe aguas (si son claras podemos ir con más calma, si están teñidas de meconio hay que salir pitando) y cuando las contracciones en caso de las primerizas se producen aproximadamente cada cinco minutos (dos cada diez minutos) y con regularidad.

Es mejor pasar la primera etapa de las contracciones en casa, tranquila y relajada, que acudir al hospital y que te devuelvan a casa o tengas que pasar más horas de la cuenta en la sala de dilatación, siempre más incómoda que en tu sofá.

 Y claro, te sueltan eso en tu primer embarazo y te quedas hecha un mar de dudas. ¿Sabré que estoy teniendo una contracción¿ ¿La confundiré con otra cosa? ¿Sabré cómo distinguir las contracciones que inician el parto de las de Braxton Hicks que no son más que un entrenamiento? ¿Podré medir los tiempos con seguridad para no ir al hospital ni antes ni después?

Dado que con frecuencia nos plantamos en el hospital sin necesidad y en algún caso incluso se llega por los pelos, está claro que no lo tenemos tan bien controlado. Y la monitorización que te hacen los últimos días tumbada un rato en el hospital de turno es mejor que nada, pero tampoco tranquiliza demasiado.
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¿Os parece excesiva la cantidad de regalos que reciben los niños en Reyes?

No es un problema en todos los hogares con niños pequeños, pero sí en muchos. Con frecuencia la cantidad de regalos que reciben los niños parece excesiva a los padres e incluso abruma a los pequeños, incapaces de valorar e incluso de recordar todo aquello con lo que son agasajados.

Muchos padres ponemos nuestras normas. Nosotros elaboramos una carta en la que solo hay una petición para cada casa. Dado que yo no tengo hermanos y mi santo solo uno, la cosa es más o menos controlable. Pero siempre hay alguna cosa más que cae en nuestra casa por sorpresa y son, sin duda, muchas cosas en una misma mañana.

Difícil resistirse a vivir esa ilusión por poderes, aunque tal vez deberíamos empezar a hacerlo. Aunque en nuestro caso no sentimos abrumados a los niños ni a nosotros desesperados por achicar espacio. Tal vez porque Jaime con su autismo hace que lo que se recibe esté muy medido y Julia nunca ha sido niña de pedir muchos juguetes. Este año ha pasado todas las páginas del catálogo de El corte inglés sin que nada llamas su atención hasta llegar a los videojuegos del final.

Me siento tentada, no obstante, a aplicar los consejos que distintos expertos dan hoy en un reportaje titulado en web «Si Jesús recibió tres regalos de los Reyes Magos, probablemente es que con tres sea suficiente»  y en la edición impresa como Cuando los juguetes son un alud abrumador que os invito a leer.

Que siempre haya algún libro y algo útil entre sus regalos, también una experiencia en familia y algo que transmita valores. Esperar y dedicar tiempo a cada regalo que se abre y no abrir sin parar y sin saborear, donar alguno de esos juguetes nuevos que ha recibido, guardar alguno para más adelante, pedir cosas que pueda disfrutar en verano y tener reservadas hasta entonces…

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Juguetes diferentes para niños (no solo) con discapacidad

Jaime tiene diez años y sigue sin entender la magia de los Reyes Magos, esa que disfrutamos con frecuencia más los padres que los niños. Pero eso es lo de menos, se trata de un par de días al año en el que contrasta su asunción de que es un día como cualquier otro comparado con la ilusión de su hermana o sus primas. A él ni siquiera le gusta abrir los paquetes a su nombre.

Lo de más es que se trata de un niño con muy pocos intereses, algo habitual cuando se tiene autismo. Los juguetes no llaman su atención, le gustan los juegos motores con nosotros, la música, columpiarse, la piscina… Poco más. Y tener pocos intereses dificulta el aprendizaje. Como le gusta tener cosas en las manos con forma alargada, las serpientes de goma son habituales en su carta a los Reyes. También tambores y bongos. Lo demás son pijamas, zapatos… Cosas útiles. Sobre todo los primeros años intentamos distintos juguetes que creíamos que le encajarían sin éxito, recorríamos las jugueterías de los pasillos rosas, de las zonas de puzzles y muñecos de acción, con poco rédito.

Lo de que los juguetes no llamen la atención y en Reyes le regalen un abrigo o un albornoz para ir con el cole a la piscina y se quede tan contento (es decir, igual que estaba) puede parecer un chollo para muchos padres agobiados por él aluvión de juguetes y peticiones más o menos imposibles de estas fechas.

Ojalá yo tuviera a Jaime pidiéndoselo todo del catálogo de turno y a mí planeando el siguiente reciclaje de juguetes.

En fin… Bien sé después de tantos años que los ‘ojalás’ no llevan a ningún sitio. O sí que llevan mejor dicho, pero a ninguno bueno.
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Feliz Año que trae cuatro semanas de permiso de paternidad (ojalá pronto el año que equipare a padres y madres)

El día de hoy traerá una noticia que se repite todos los años, la del primer niño nacido en 2017. Una de tantas noticias que parecen extraídas de El día de la marmota.

La cuestión es que esta vez ese niño, y todos los que lleguen tras él, tendrán la suerte de que sus padres puedan estar a su lado cuatro semanas ininterrumpidas.

La ampliación del permiso de paternidad de dos semanas a un mes es efectivo desde ya mismo, ha entrado en vigor seis años después del día que fijó la ley de 2009 que lo reguló. Pero al menos ya está aquí, un paso adelante que esperemos que acabe traduciéndose lo antes posible en la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad.

Deben ser iguales para que haya igualdad. Cualquier otra solución no deja de ser un parche que no combate las desigualdades.

De momento, Feliz Año que trae cuatro semanas de permiso de paternidad. Y ojalá llegue pronto el año en el que haya al menos dieciséis semanas para ambos y que además sean intransferibles.

GTRES