Archivo de septiembre, 2016

¿Cómo es Pokemon Go para niños pequeños?

juliaProbablemente la mayoría estéis muy hartos de oír hablar de Pokemon Go, llevamos gran parte del verano bombardeados a contenidos sobre el tema, cuando no rodeados de jugadores con mayor o menor grado de implicación. Por eso mi intención inicial de escribir al respecto, impulsada en parte porque algunos me han preguntado sobre si lo veía apto, incluso recomendable para niños pequeños, se entibió.

Al final he decidido publicar este post por si a alguien le resulta interesante mi impresión de este juego respecto a su uso por parte de niños como mi hija. La perspectiva de una madre que hace ya muchos años, cuando era una periodista veinteañera, escribía de ocio electrónico, que jugó bastante (también a las primeras entregas de Pokemon en GameBoy Advance) y que no tiene prejuicios respecto a los videojuegos como forma de ocio.

Lo instalé en julio en mi móvil. No lo hice porque Julia lo hubiera pedido, fue una cuestión de interés informativo mío, también de simple curiosidad. A Julia le gustó desde el principio, despertando su interés por ver los dibujos inspirados en estos bichos de Nintendo. Aunque sin enganches, durante tres semanas en agosto ni lo olió. Y el resto del tiempo es un entretenimiento más entre muchos otros.

* Vamos con las ventajas que he encontrado…

La primera y más importante es que anima a caminar, a pasear. Jamás ha sido tan fácil salir con Julia a recorrer todo tipo de parajes. El paseo por el paseo no suele interesar a los niños de su edad, pero este verano he visto a muchos de cacería de la mano de sus padres. Los pokemons aparecen cuando recorres distintos lugares. Lo que en los videojuegos clásicos de Pokemon consistía en patear digitalmente los mundos que se te mostraban en pocos pixeles, ahora es el mundo real. Cuanto más se varíen zonas y lugares, más variedad de pokemons podremos cazar. Y no sólo se camina para encontrar pokemons que cazar, también sirve para eclosionar huevos de los que saldrán pokemons-sorpresa en plan huevo Kinder y para encontrar pokeparadas en las que conseguir objetos y gimnasios en los que batirse en duelos sin sangre ni muertos. Invita incluso a hacer turismo y nos descubre rincones de nuestras ciudades a los que no habíamos prestado atención, con el juego hemos descubierto el nombre de esculturas que estábamos hartos de ver, placas con información histórica o, sobre todo, ejemplos de arte urbano.

Vinculado a lo que os comentaba de los gimnasios, es un juego completamente blanco. No hay muertos, ni sangre. Las peleas son lo más suaves que se pueda imaginar. Tampoco hay violencia verbal, desigualdad hacia la mujer o sexo. En ese sentido no hay el menor miedo. Los protagonistas son unos animalitos muy cucos que encuentras o salen de huevos aparentemente por generación espontánea completamente asexuados salvo en un par de casos, que para lo que les sirve…

No entraña dificultad, sino perseverancia. Adultos, adolescentes y niños están igualados. Al menos por la edad, por qué hay muchos motivos de desigualdad que explico abajo.

Anima a leer a esos niños que se están empezando a hacerlo. No solo los contenidos del juego, que te describe pokemons y sus características, también buscando contenidos relacionados. Julia estuvo este verano leyendo de principio a fin una guía impresa sobre Pokemon Go que compramos junto a la playa y en tiempo récord. También las hay muy completas en Internet. Hace muy poco hemos instalado en un simulador una de las versiones vetustas, Pokemon Rojo Fuego, con la que os aseguro que hay que leer bastante.

En cierto sentido es como la colección de cromos de todo la vida, con la que se ejercita la memoria, pero más barata. De hecho completamente gratis si no pagamos por los objetos del juego. Está el inconveniente, eso sí, de no poder intercambiar pokemons, que es parte fundamental en cualquier colección de cromos. No obstante parece que los desarrolladores están trabajando para solventarlo.

No hay chat ni los peligros que conlleva. El juego invita a hablar con otros niños que también lo estén jugando y comparar los pokemons que se tienen, pero en la vida real. Primos, amigos… No hay opción de contactar con desconocidos y hablar con ellos como en juegos tipo Clash of Clans. Los desconocidos con los que puedas acabar hablando serán otros jugadores que encuentres a tu lado en pokeparadas o gimnasios. Con mi hija eso no entraña riesgos porque nunca está sola en la calle.

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El 88% de los profesores creen que no hay que dedicar más de una hora a los deberes, pero la mitad de los niños hacen más de dos

Ikea ha presentado hoy un estudio sobre los deberes basado en encuestas hechas online con el objetivo de defender las cenas en familia. Un buen propósito, yo también estoy a favor de cenar juntos y sin mirar el móvil, pero creo que los horarios que tenemos los padres tienen mucho más que ver con la imposibilidad de las familias de terminar los días juntos que el hecho de que los niños tengan deberes.

Y parece que la mayoría de los encuestados opinan lo mismo que yo, ojo al dato: el 39,2% de los padres encuestados, ante la pregunta, «De los siguientes aspectos ¿Cuál crees que sería la clave para disfrutar de las cenas en familia?», responde «Que nosotros los padres tengamos unos mejores horarios que nos permitan hacerlo». Apenas un 10,1% contesta «En parte que los niños tengan
menos deberes para hacer en casa». Y ojo a ese «en parte».

Por otra parte, el estudio no es como para cogerlo como si fueran las tablas de la ley, no discrimina entre padres, niños y profesores de niños de edades demasiado variadas. Entre los siete años y los diecisiete hay diferencias que son un mundo. Ojalá estuviera mejor segmentado. Y la muestra no es muy amplia: han contestado 1.600 padres, 500 niños de entre 7 y 17 años y 300 profesores. Pero sirve para reflexionar un poco y para comprobar que nuestras percepciones son muy distintas, si se enfrenta a los tres colectivos.

Padres y niños coinciden al decir las horas que dedican a los deberes. Fijaos en los dos primeros gráficos. La estructura es casi clavada y deja claro que la mayoría de los niños dedican entre treinta minutos y dos horas, y que en torno a un 12% dedican más de dos horas diarias.

Es normal que coincidan, ellos son los que los hacen y los que ven a los que los hacen.

 

Ojo ahora a los profesores. Un 43% de ellos creen que el tiempo óptimo es menos de 30 minutos y un 45% entre media y una hora. Es decir, casi un 90% creen que debe ser menos de una hora diaria, pero casi la mitad de los chicos dedican al menos el doble. Está claro que algo no funciona. Imagino que creen que lo que mandan lleva menos tiempo que lo que lleva en realidad.

Profesores.

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¿Querrías que tus hijos hubieran crecido en los (añorados) años ochenta?

10184313105_2d34f4ca48_o¿Muchos por ahí sufriendo el periodo de adaptación al colegio? Allá por 2012, cuando me enfrentaba al caos de horarios que era el periodo de adaptación al primer año de Infantil de Julia escribí lo siguiente en mi muro de Facebook.

Me he dado cuenta de que soy una superviviente: nací sin ecografías, de niña iba en coche sin cinturón y en las vespinos de mis primas sin casco, montaba a caballo con la coleta al viento, se fumaba a mi alrededor como en una peli de Bogart, en vacaciones desaparecía con la bici y ningún adulto sabía donde estaba hasta que volvía para ser alimentada, bebía leche directamente de la vaca y carne que no había pasado por controles veterinarios, me lanzaba encima de todo perro o gato que encontrase y me lanzaron al colegio sin periodo de adaptación.

Como dice una amiga, salvo lo de la bici y según a qué edades, nada de lo que enumero es realmente recomendable, ni siquiera legal en este 2016. Sobra decir que no se debe fumar junto a los niños, ni llevarlos en coches y motos a la buena de dios, ni alimentarse con productos que no tengan garantías sanitarias… Con mi comentario me limitaba a desahogarme un poco por el lío que tenía que montar para dedicar una semana a llevar a hija a intervalos crecientes de tiempo al colegio cuando la veía perfectamente preparada para estar cuatro o cinco horas seguidas allí desde el principio.

Llevamos unos pocos años de nostalgia setentera y ochentera que parece olvidar todo lo que de cutre, peligroso y rancio había en aquella época. Por mucho que exploten comercialmente hasta la náusea la nostalgia que los treintañeros y cuarentones podamos tener de nuestra infancia con musicales, conciertos o libros, no es una infancia que, si nos paramos a pensarlo, querríamos para nuestros hijos. Ni siquiera con tal de ver V en la tele y comprar seis chuches por cinco pesetas.

Me recuerdo como una niña feliz, sobre todo por los meses de verano en Asturias, en libertad y en la naturaleza. Eso sí es algo que me gustaría poder dar a mis hijos y que no depende de la década en la que estés creciendo. Pero el resto no lo echo de menos ni lo querría para ellos. En absoluto.

¿Esa EGB que tanto parece añorarse? Era un sistema educativo imposible para mi hijo y muchos niños con discapacidad que, si ahora lo tienen difícil, entonces era dramático. Igual que lo era para los niños con necesidades educativas especiales, un concepto que no existía. Déficit de atención, adaptación curricular, TEA, inclusión, charlas contra el acoso en el aula, apoyos en el aula… ¿Mande? ¿Lo ‘cualo’?

A veces he oído a gente defender que salíamos mejor preparados tras pasar por nuestra EGB y BUP. Me da la risa. Que el sistema actual sea francamente mejorable, que lo es, no quiere decir que nosotros saliéramos mejor preparados. Harta estoy de oír a gente reírse de los yanquis que no saben poner a España en el mapa cuando ellos no serían capaces de ubicar cualquier estado de los EE UU, no digamos ya de África o incluso Europa, que en literatura se limitaron a poco más que memorizar unas cuantas obras de autores de la generación del 98 y del 27.

Hablamos además de una sociedad que estaba muy lejos de ser igualitaria en cualquier sentido, menos respetuosa con las diferencias, en la que crecer saliéndote de la norma era como pasear por la selva en Vietnam. ¿Mejor que las anteriores? Sí. ¿Mejor que ahora? No. Cualquier tiempo pasado no fue mejor.

Sobre todo si lo que con más cariño recordamos de entonces son las series que ponían en la tele, unos cuantos juguetes, un puñado de canciones molonas, álbumes de cromos y chicles llenos de azúcar.

El lujo de repetir con nuestros hijos las experiencias que ya vivimos con nuestros padres

imageMi infancia está ligada íntimamente a Asturias, más concretamente en Gijón y su entorno. Mi familia paterna procede de esa ciudad, de la zona de Cabueñes, Deva, Somió… Entre los recuerdos de mis veranos infantiles destaca el asistir con mis padres a los concursos hípicos de Las Mestas. Tanto nos gustaban que también asistíamos a veces a los que organizaba el cercano Club Hípico Astur (CHAS).

Este verano he podido ir con Julia por primera vez. Hacia más de diez años que no iba, desde que llevé a mi santo siendo novios. El concurso de saltos internacional de Gijón es un clásico de la ciudad, no importa no saber de caballos, no importa ni siquiera que no te guste. Es una experiencia distinta y divertida en la que disfrutar por los pocos euros que cuesta la entrada, menos de lo que vale el cine.

En este tiempo que he estado sin ir han cambiado pocas cosas, hay más zonas y entretenimientos pensados para los niños, incluyendo paseos gratuitos en los ponis del CHAS, pero el silencio contenido cuando salta un favorito, los uys y ays cuando caen los palos, los vítores cuando gana el más cargado, la gente corriendo con los programas, los bolis y las apuestas en la mano, los jinetes calentando a un paso tuyo, el clima sano e imprevisible… Todo eso sigue igual.

Pero no es de Las Mestas de lo que quería yo hablar aquí hoy, por mucho que sea un plan con niños altamente recomendable si se anda por Gijón en agosto, sino de ese sabor especial que tiene compartir con nuestros hijos aquellas experiencias que vivimos con nuestros padres.
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De nuevo, un reencuentro con nuestra propia infancia de la mano de nuestros niños, un regalo vinculado a la maternidad que también recibimos cuando vemos con ellos viejas películas o leemos cuentos que disfrutamos de niños.

Solo que en casos como el nuestro en Las Mestas, hay más generaciones implicadas.

Habrá ocasiones en las que volver a aquellos lugares, a aquellas actividades que nuestros padres o nuestros abuelos compartían con nosotros tendrá resonancias agridulces, incluso amargas, pero cuando no es así, os aseguro que es pura magia.

Este agosto, apuntando puntos y tiempos y mostrando a mi hija de siete años todo aquello, fue como volver a recuperar algunos de los días más felices de mi infancia.

‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’, una película de animación redonda llena de poesía

imageAcabo de ver esta película con Julia a mi lado y he salido entusiasmada, deseando poder llegar a casa para escribir este post y recomendar que no os perdáis esta maravilla, que por desgracia es probable que dure poco en cartel. No tiene detrás la potencia en distribución y promoción que tienen otras cintas perfectamente olvidables y que aguantan muchas semanas en los cines. Kubo y las dos cuerdas mágicas No tiene eso, pero tiene todo lo demás: poesía, guión, música, personajes, fondo… y os aseguro que no exagero. Tampoco es que sea una producción pequeña, con un presupuesto de 60 millones de dólares.

Ambientada en el antiguo Japón, seguimos a Kubo, un niño al que le falta un ojo y le sobra magia, un narrador dedicado a cuidar a su madre en el que las leyendas confluyen. Kubo tendrá que emprender una búsqueda épica, acompañado de una mona que no es lo que parece y un samurai maldito semejante a un escarabajo que ha perdido sus recuerdos. Con humor, que es importante equilibrar la historia, y con muchos mensajes lanzados con sutileza sobre lo que supone ser un verdadero héroe, la importancia de no cerrar los ojos al dolor para no acabar cerrándolos también al amor, la asunción de la muerte de nuestros seres queridos y dónde encontrar la verdadera felicidad. Entre otros muchos, no lo dudéis.

Y no puedo contar mucho más, es una historia que hay que descubrir viéndola. También escuchándola, porque la música está muy presente, empezando por el título, y acompaña perfectamente las imágenes. El broche final es la canción While My Guitar Gently Weeps de George Harrison interpretada por Regina Spektor.

Kubo supone el debut en la dirección de Travis Knight, CEO de Laika, es sencillamente una obra de arte, una de las películas más hermosas que he visto. Travis Knight y Laika. Dos nombres a los que no hay que perder la pista. Tras ellos ya hay películas notables como Los Boxtrolls, Los mundos de Coraline y El alucinante mundo Norman. Kubo las supera a todas, en la belleza de sus imágenes me recuerda a La canción del mar de Tomm Moore, Aunque lo que allí era celta aquí es japonés. Moore es otro nombre en la animación al que no hay que perder de vista.

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Las voces en el doblaje original son las de Charlize Theron, Mathew McConaughey, Ralph Fiennes, Rooney Mara y, como Kubo, Art Parkinson, conocido por Juego de tronos.

Es además un ejemplo perfecto de lo que puede ofrecer la combinación de las nuevas tecnologías con el cuidado artesano. Su creación ha llegado cinco años, unos cinco segundos de metraje suponía de media una semana de trabajo. Con la figura más grande y el metraje más largo, una hora y cuarenta y un minutos, en una película stop-motion.

El único inconveniente que le puedo encontrar es que probablemente le quede algo grande a los niños más pequeños, que tal vez nos guste más a los adultos que a los niños que nos vienen con nosotros, aunque a Julia también la disfrutó mucho.

Una colección de Playmobil y Planeta deAgostini para que los niños aprendan cómo se ningunea a las mujeres en la Historia

playmobilNo sé lo que opináis vosotros, pero yo soy de las que creen que los Playmobil molan, también los Legos, y no voy a entrar hoy en cuál más. La cosa es que estos muñecos cuya variedad es gigantesca, que se pueden personalizar y que vienen acompañados de todo tipo de archiperres, edificaciones, mundos y vehículos que construir, ahora son también un instrumento para enseñar Historia a niños pequeños de manera amena.

Yo también soy de las que creen que la Historia mola, incluso más que los Legos y Playmobils. Así que en cuanto mi compañero David Yagüe, al timón del blog de novela histórica XX Siglos, me habló de esta colección que estaba en preparación para ser lanzada a finales de verano uniendo las figuras históricas de Playmobil y libros pensados para que los niños lean, jueguen y aprendan, me pareció una idea estupenda.

He podiplay5do ver dos de las sesenta entregas que tendrá la colección. Una que me mandaron desde Planeta DeAgostini y el primer número, que compré la pasada semana. Ese primer número es el que podéis ver en la primera imagen de este post antes de que lo engancháramos en el kiosco.

Son libros de 32 páginas bien hechos, bien pensados, que me dejaron planteándome la suscripción (hay regalos asociados a ella con buena pinta). Incluyen un cómic interesante para niños de entre cinco o seis años y once o doce, recoge pequeños perfiles adaptados sobre personajes históricos, actividades en plan pasatiempos, leyendas o pequeñas historias asociadas a la época, manualidades. Y cada libro viene acompañado de una figurita de Playmobil y dos cartas.

Hasta ahí, todo estupendo. Andaba ya rumiando cuándo recomendar desde aquí esta colección, cuando me topé con una petición en Change que va camino de las 60.000 firmas y que me dejó el corazón partido. La petición se llama Mujeres en la historia. La autora es Elisa Abellán, trabajadora social y activista por la igualdad de género, y esto es lo que reivindica:

Hace unos días vi un anuncio en televisión en el que Planeta DeAgostini junto con Playmobil sacaría una colección de PERSONAJES (en ningún momento se especifica sexo) de la Historia. Pensé en hacer esa colección para mi hermano, hasta que llegó la increíble noticia: ninguna mujer entre esos personajes históricos. ¿Cómo? ¿Ninguna mujer hizo historia? ¿Donde está Cleopatra? ¿Y Marie Curie? ¿Frida Kahlo, Juana de Arco o Hipatia de Alejandría? Y entre ellas muchas más. La mujer siempre ha estado apartada de los hallazgos importantes de la historia y no se les dio el reconocimiento que merecían. Por ello exigimos que estas dos empresas hagan un apartado de Mujeres Influyentes en la Historia para que de una vez por todas no quedemos a la sombra de cualquier hombre.

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