El camino a la inclusión necesita recursos para tener buenos profesionales bien formados

Muchos colegios imparten en España educación inclusiva a pesar de las dificultades, con diferentes criterios e intensidad. Tal vez en muchos casos habría que decir que lo intentan más que lo hacen. Pero ahí están, intentando seguir el camino que es mejor que de valorar.

Estos días me han mandado (gracias Almudena) un vídeo elaborado por el colegio Sagrado Corazón en Chamartín, que es uno de los que más niños en inclusión recibe. De sus 1.500 alumnos, más de un centenar tienen necesidades especiales. Este es y os animo a dedicarle unos minutos:

Por si no lo habéis visto, ya os adelanto que en el vídeo que han elaborado denuncian lo que todos sabemos más o menos en carne propia: la falta de recursos, que al disminuir el apoyo público, este año ya hay menos profesores. «La educación inclusiva es un paso que solo podemos dar contigo», dicen. Es cierto. Como dice al final del vídeo Vicente del Bosque, hace falta gente valiente que alce la voz. Las cosas no van a cambiar solas a mejor, sentarse a esperar no es una buena idea.

También es verdad que, por mucho que alcemos la voz, sin el apoyo institucional la inclusión es una entelequia. Y las cosas no están mejorando precisamente.

Veo el vídeo apenas un par de semanas después de la última ocurrencia del ministro Wert: poner a atender a nuestros niños que necesitan apoyos específicos por becarios de cualquier materia. Da igual las notas que hayan sacado, es una mala idea. Sobre todo porque traerá aún más precariedad al sector de los maestros especializados en apoyar a los niños con discapacidad y también menos manos preparadas dedicadas a ellos.

Lo cuenta muy bien Daniel Sánchez Caballero en El diario. Me permito reproducirlo en gran parte aquí, que ese medio es creative commons igual que el mío y sé que a muchos pedirles entrar en un enlace es mucho esfuerzo:

En un contexto de pérdida continua de profesores durante los últimos años, el Ministerio de Educación planea invertir 22 millones de euros en contratar a unos 2.000 becarios.

Tras reunirse con las Comunidades Autónomas –que tienen las competencias en educación– fuentes del Ministerio anunciaron el programa. «Se trata de un programa piloto de becas de formación de egresados universitarios [con muy buen expediente académico]. El programa tiene como objetivo fundamental propiciar la mejora de los resultados de los alumnos de centros docentes con especiales dificultades, y ofrecerles soluciones a los diferentes problemas que se plantean», reza la nota de Educación.

«No podemos llenar el sistema de precariedad», explica Nicolás Fernández, presidente de Anpe. «La idea, ayudar a los alumnos con necesidades, puede ser loable, pero no realizada por becarios, sobre todo cuando hay muchos especialistas que han perdido su puesto«, añade. «Llevamos tiempo planteando que no se pueden suplir las deficiencias con el profesorado en los centros con contratos en precario o voluntarismos», lamenta Carlos López, secretario general de FETE-UGT. «Ahora se dan cuenta de que rebajar en un 90% la partida de educación compensatoria [lo que ha ocurrido en los Presupuestos de 2015] genera problemas educativos y lo quieren suplir con parches», añade.

En los últimos cursos, el sistema educativo ha perdido entre 20.000 y 30.000 profesores, según los diferentes cálculos, por la práctica desaparición de la tasa de reposición de funcionarios (estuvo varios años al 10%, éste ha subido al 50% y se están empezando a convocar oposiciones de nuevo). Esta pérdida de docentes se ha cebado sobre todo con los apoyos a los alumnos con más dificultades, según explica Augusto Serrano, de STES-i, que antes por ejemplo podían salir de clase en ciertas asignaturas más complicadas para recibir una atención más personalizada. La falta de personal lo impide ahora.

Los futuros becarios tendrán que ser recién licenciados del ámbito de la educación, y de otras ramas de ciencias y ciencias sociales y tener un expediente académico con una nota media igual o superior al 8,5 para los maestros y un 8 para el resto. Su labor será apoyar «la enseñanza en horario escolar y extraescolar para centros sostenidos con fondos públicos con especiales dificultades, mediante atención especializada (adaptaciones curriculares, diseño e implantación de metodología específica, y otras medidas adecuadas a las necesidades del alumnado) a los siguientes grupos de alumnado de Educación Primaria: grupos de Educación Primaria con alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, grupos de Educación Primaria con baja tasa de idoneidad, grupos de Educación Primaria cuyo alumnado promocione con áreas suspensas, grupos de Educación Primaria con tasas de absentismo superior a la media nacional».

Cobrarán unos 1.000 euros al mes. «Entre 400 o 500 euros menos que un interino», señalan desde STES.

 

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